Ataque y contraataque
Annamarie Sauter: ¿Hay algún poder detrás de los hombres y las mujeres que practican la maldad? Hoy Nancy te trae una perspectiva bíblica.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Recuerda quién está detrás de esto. Ellos son solo peones en las manos de Satanás, quien los utiliza para jugar esta partida y atacar a Dios. Él es el poder detrás de todos aquellos que se oponen a Dios. Cuando nosotras nos oponemos a Dios, nos convertimos en peones en manos del maligno.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos con la serie titulada, El Rey tiene una jugada más, basada en Apocalipsis capítulo 12. Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: Una de las maneras en las que Satanás ataca a Dios y a Sus criaturas es procurando la destrucción de la simiente prometida, su estrategia siempre ha sido colocarse detrás de …
Annamarie Sauter: ¿Hay algún poder detrás de los hombres y las mujeres que practican la maldad? Hoy Nancy te trae una perspectiva bíblica.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Recuerda quién está detrás de esto. Ellos son solo peones en las manos de Satanás, quien los utiliza para jugar esta partida y atacar a Dios. Él es el poder detrás de todos aquellos que se oponen a Dios. Cuando nosotras nos oponemos a Dios, nos convertimos en peones en manos del maligno.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos con la serie titulada, El Rey tiene una jugada más, basada en Apocalipsis capítulo 12. Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: Una de las maneras en las que Satanás ataca a Dios y a Sus criaturas es procurando la destrucción de la simiente prometida, su estrategia siempre ha sido colocarse detrás de las personas para no ser visto. Satanás es el poder, la fuerza, quien inspira y motiva y compele a los hombres, y los usa en esta tierra para lograr sus propósitos.
Así que cuando ves hombres malvados en esta tierra haciendo obras malvadas (por hombres quiero decir hombres y mujeres por supuesto) recuerda quién está detrás de ellos. Ellos son solo peones en las manos de Satanás quien los utiliza para jugar esa partida y atacar a Dios. Satanás es el poder detrás de todos aquellos que se oponen a Dios. Cuando nosotras nos oponemos a Dios, nos convertimos en peones en las manos del maligno y le estamos dando municiones en contra de Dios.
Adán y Eva fueron los primeros en escribir su declaración de independencia al decir, «nosotros estamos dispuestos a ser tus instrumentos». Pero Dios tuvo misericordia de ellos; Él extendió Su gracia, dándoles la promesa de una simiente. Y de ahí en adelante Satanás se propuso destruir a cualquiera que se pareciera al Redentor prometido.
Así es que cuando Adán y Eva tuvieron hijos, Satanás pensó que quizás Abel sería la simiente prometida a Eva. Satanás se introdujo en la mente y en el pensamiento de Caín, de manera que fue impulsado a matar a su hermano Abel. ¿Cómo puedo yo saber que Satanás estaba detrás de esto? Porque las Escrituras nos dicen en 1 Juan capítulo 3, que Caín pertenecía al maligno (1 Juan 3:12). Y Caín se levantó y mató a su hermano.
Imagino que en ese punto Satanás miró al cielo y dijo, «jaque mate. Tengo la simiente de la mujer». Pero yo también puedo escuchar a Dios decir desde el cielo, «no tan rápido, el juego no ha terminado aún. El Rey tiene una jugada más».
Dios en Su gran misericordia y gracia, les dio a Adán y a Eva otro hijo cuyo nombre era Set, que significa sustituto. Dios en todo momento tuvo la intención de que a través del linaje de Set naciera la simiente santa de la mujer, el Redentor, el Mesías, el Salvador —no del linaje de Abel. Satanás se había equivocado en sus cálculos, como siempre lo ha hecho. Era a través de la línea de Set que la Simiente Santa vendría.
Luego pasamos a los días de Noé. Vemos que Satanás, habiendo fallado en su intento de destruir la simiente santa, decide ver cómo él podía corromper esa simiente. «Así que los hijos de Dios se unieron carnalmente con las hijas de los hombres» (Génesis 6:2, parafraseado). Ahora bien, los teólogos argumentan lo que exactamente esto quiere decir, y lo seguirán haciendo hasta que Jesús regrese y nosotras no lo resolveremos ahora. Pero lo que sí podemos saber es que hubo una corrupción de la Simiente Santa de Dios.
En el libro de Génesis en el capítulo 6, versículo 5, leemos: «Y el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal». Cuando pienses que las cosas han estado peor que nunca, recuerda esto.
«Y le pesó al Señor haber hecho al hombre en la tierra, y sintió tristeza en su corazón y el Señor dijo: Borraré de la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo, porque me pesa haberlos hecho» (Génesis 6:6-7).
No piensas que en ese momento Satanás escuchaba la conversación de Dios y pudo estar diciendo, «jaque mate». Pero Dios dijo, «no tan rápido, este juego aún no ha terminado. El Rey tiene una jugada más».
¿Y qué nos dice exactamente el siguiente versículo? «Pero Noé halló gracia ante los ojos del Señor» (Génesis 6:8). Como sabemos, Dios envió el diluvio para destrucción como un gran juicio sobre la tierra, pero aún así Dios preservó un remanente. Porque donde hay juicio, siempre hay salvación. Dios siempre salva un remanente —no porque hayamos hecho algo bueno, sino por Su gracia, para cumplir Sus propósitos eternos y gloriosos, para que toda la gloria sea para Él. De eso se trata.
La historia continúa y llegamos al libro de Éxodo, y encontramos allí a Faraón, el rey de Egipto, emitiendo un edicto para que todos los niños varones nacidos en familias judías fueran eliminados –una gran matanza de niños. Mientras Satanás maquinaba contra la simiente de la mujer, ¿no te lo imaginas mirando hacia el trono de Dios diciendo, «jaque mate, ahora sí te tengo». ¿Quién estaba detrás del Faraón? ¿Quién estaba detrás de este edicto? Era Satanás mismo.
Y todavía podría escuchar a Dios decir, «no tan rápido, este juego no ha terminado. El rey tiene una jugada más». Dios movió a una pequeña madre israelita, Jocabed, para salvar a su bebé recién nacido, Moisés —salvado de las aguas (ver Éxodo 2:1-10). Y a través de Moisés Dios trae liberación a la nación de Israel, salvando vidas para que finalmente el Redentor, el Salvador, el Mesías, pudiera venir a través de ese linaje. El Rey tenía otra jugada.
Ahora vamos a los días de los reyes en el Antiguo Testamento. Una historia fascinante. Nos encontramos con una de las chicas malas de la Biblia, Atalía. No sé si estás familiarizada con Atalía. Ella tenía todo un récord familiar. Hija del malvado rey Acab y su esposa Jezabel. Ella fue la esposa del malvado rey Joram, y fue la madre del malvado rey Ocozías.
Ella estuvo rodeada de hombres malvados, y ninguno de ellos era más malvado que ella. Aún así, por medio de su linaje nacería el Mesías. Y Satanás vio allí una oportunidad, y entró en el corazón y la mente de esta mujer, Atalía.
Cuando su hijo, el malvado rey Ocozías, murió por mano de los Filisteos, ella vio una oportunidad para tomar el trono. Igual que Satanás, Atalía mandó asesinar a todos sus nietos. Ella quería destruir, exterminar la simiente real.
Y nos imaginamos a Satanás mirando al cielo diciendo, «ahora sí, jaque mate». Pero Dios dijo, «aún no se termina el juego Satanás. El Rey tiene una jugada más». Pero hubo una mujer piadosa, una pariente de ella que salvó la vida de uno de aquellos nietos, escondiéndolo en el templo durante siete años, su nombre era Joás. Dios siempre tiene un remanente y un plan. A los siete años, Joás fue proclamado rey por el sacerdote y el pueblo de Judá. La abuela malvada fue asesinada y la simiente santa fue preservada (ver 2 de Crónicas 22).
Vamos un poco más adelante en la historia en el Antiguo Testamento, y vamos al periodo en que la nación judía fue exiliada a Babilonia y Asiria. Mientras los judíos se encontraban en Babilonia, descubrimos a un hombre muy malvado llamado Amán. Él fue inspirado por Satanás para desarrollar un ataque masivo contra Dios y contra la simiente escogida de Dios.
Vemos la guerra en el libro de Ester. Había, por un lado, un judio temeroso de Dios, su nombre era Mardoqueo. Mardoqueo sabía que esta era una guerra por la adoración. Amán, por otro lado, era un hombre orgulloso y arrogante. Era el oficial de más alto rango en la línea de mando del rey, caminaba por el pueblo decretando que todos debían arrodillarse y adorarlo.
Mardoqueo temía y adoraba a Dios, y dijo, «no adoraré a otro hombre». Aquí vemos la tensión, la guerra. ¿Alguna vez en tu trabajo, has tenido que doblegarte ante el sistema de este mundo? ¿Tienes la valentía y la fe para darte cuenta de que es Satanás quien pide tu lealtad, y puedes decir, «yo no me postraré; yo solo adoro a Dios, solo para Él es mi adoración»?
Satanás quiere la adoración para él mismo. Él influyó en Amán para dar la orden de destruir a los judíos. Con el sello y la autoridad del malvado rey Asuero, el edicto de que todos los judíos debían ser exterminados fue enviado un día específico, faltando once meses para la ejecución.
¿No te imaginas a Satanás mirando hacia el cielo diciendo, «ahora si te tengo, jaque mate»? Y me imagino a Dios diciendo, «Satanás, todavía el juego no se ha terminado. El Rey tiene una jugada más». Verás, Dios ya había levantado una mujer a la posición de reina para un tiempo como este, ella sería el instrumento de contraataque de Dios.
Y creo que Dios está levantando algunas Ester, algunas mujeres valientes de fe, y de oración, para un tiempo como este, quienes están dispuestas a decir, «si perezco, que perezca. Esto no se trata de mí. Esto se trata de Dios y de Su plan».
Y nuevamente volvemos a ver una similitud cuando el malvado rey Nabucodonosor hizo una gran estatua de su imagen y decretó que todo el mundo debía arrodillarse ante ella y adorarla. ¿Ves que se trata de una batalla para recibir adoración? Pero hubo tres jóvenes hebreos que no estuvieron dispuestos a ser parte de este plan, al menos no del plan de Satanás. Aún cuando Satanás le decía a Dios «jaque mate, ahora si te tengo. Todos estos judíos van a doblegarse adorando la imagen de Nabucodonosor», Dios le dijo, «no tan rápido, el juego aún no ha terminado. Todavía tengo un movimiento más».
Estos tres jóvenes hebreos dijeron, «nosotros no nos inclinaremos». Por su firme voluntad de entregar sus vidas, vencieron al enemigo.
Ahora llegamos al Nuevo Testamento, y vemos el nacimiento de la Simiente, un Niño varón, Aquel que vencería a Satanás, Aquel quien finalmente aplastaría su cabeza, aunque Su calcañar fuera herido en el proceso. La Simiente nació. Satanás falló, no logró sus propósitos como vemos en todas esas páginas del Antiguo Testamento.
A medida que lees y navegas por todos aquellos momentos difíciles que contiene el Antiguo Testamento, recuerda la historia. Enfócate en el gran panorama. Date cuenta de lo que está sucediendo. El Antiguo Testamento no está ahí en vano. Es crucial para entender la historia.
Ahora llegamos al Nuevo Testamento y el Hijo de Dios, el Niño varón, el Hijo de una mujer, el Hijo de justicia se ha levantado trayendo consigo sanidad en Sus alas, es nacido de una mujer. Satanás ha fallado nuevamente en sus intentos de evitar el nacimiento del Hijo.
Así es que Satanás motiva al malvado rey Herodes a cometer una masacre diciéndole, «destruye a ese Niño». Herodes emite un edicto de que todos los niños varones de menos de dos años deben de ser destruidos, con el propósito de que el Rey de los judíos no sobreviva.
Imagínate a los soldados romanos yendo a los diferentes pueblos y localidades matando a todos los infantes, y cómo Satanás debió estar diciendo, «jaque mate Dios, ahora sí no tienes escape. La Simiente nació, pero Él va a morir». Pero Dios tenía una jugada más.
Vemos cómo Dios se le apareció a José en un sueño y le dijo, «levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto» (Mateo 2:13). Dios libró y salvó la vida de Su Hijo. Y déjame recordarte que cuando te encuentres ardiendo en el horno, cuando el rey de este mundo te persiga y tu vida corra peligro (figurativamente o quizás literalmente), recuerda que si Dios así lo decide, Él siempre puede salvar la vida de Sus siervos.
Y si no lo hace, Dios obtendrá mucha más gloria al nosotras dar nuestras vidas, que la que recibiría al salvar nuestras vidas. Así que no podemos perder. Dios siempre gana.
Bueno, Satanás no ha logrado destruir la Simiente Santa, el Hijo de Dios, el Mesías prometido. Y en el desierto es tentado por Satanás durante 40 días. Jesús fue guiado por el Espíritu Santo al desierto y fue tentado por 40 días. Satanás tentó a Jesús y le dijo, «adórame solo por un momento», eso es todo lo que él quiere. Es una batalla por la adoración, de rendición, de doblar las rodillas.
Satanás sabía en su corazón que si por un momento Jesús cedía y lo adoraba, ese habría sido el jaque mate perfecto. Pero Jesús no lo iba a hacer, de ninguna manera adoraría a Satanás. Él le respondió: «Al Señor tu Dios adorarás, y solo a Él servirás» (Mateo 4:10).
Y en el avance de esta historia hemos llegado a la cruz, y sabemos que Satanás entró en Judas. No pudiendo matar al hijo de Dios cuando era un niño, no pudiendo corromperlo y hacer que lo adorara, Satanás ahora saca lo que él piensa que es su mejor arma. En la cruz, momentos antes de que el Señor fuera crucificado, Satanás incita a la multitud enardecida a gritar: «¡Crucifíquenlo! ¡Crucifíquenlo!»
¿Quién está detrás de la multitud tratando de destruir a la simiente de la mujer? Satanás y sus demonios. Mientras Jesús es condenado a muerte, y carga la cruz hasta el monte llamado Gólgota, ¿no te imaginas a Satanás mirando al cielo diciendo: «Jaque mate. Ahora estás derrotado»?
Pero la batalla no había terminado. La historia no había terminado. Verás, Dios siempre tiene otra jugada. Lo que Satanás pensó que era una derrota, para Dios sería la más grande victoria sobre Satanás. Pues Jesús dijo: «Nadie me quita la vida, sino que Yo la doy de Mi propia voluntad» (Juan 10:18, parafraseado).
Me encanta ese versículo en el Evangelio de Juan. En ese relato donde vemos Su último acto de sumisión, Juan dice que Jesús inclinó la cabeza. Satanás no le quitó la vida. Jesús dio Su vida. Él la dio por Su propia voluntad, Jesús dijo en Juan 12 mientras enfrentaba la cruz: «Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera» (v. 31).
Hebreos 2 dice: «Para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo,y librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida» (vv. 14-15). Este era un plan escrito en la eternidad pasada; que Dios a través de la cruz de Cristo, liberaría a aquellos que durante toda su vida habían estado esclavizados al pecado, a ellos mismos y a Satanás.
Colosenses 2 nos dice: «Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él» (v. 15). En la cruz, por medio de la cruz, a Satanás le fue quitado su aguijón. Quedando totalmente sin poder, indefenso.
Lo que parecía una derrota, para Dios fue un paso a la victoria. La cruz fue el medio que Dios usó para lanzar un golpe mortal a la cabeza del enemigo. Fue el medio que Dios usó para liberar a los pecadores condenados y rescatarlos de las garras de Satanás.
Pedro, en su sermón en Pentecostés en Hechos capítulo 2 dice: «Este (Jesús) fue entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios»—así que no fue un accidente, como tampoco lo es tu sufrimiento. «Y ustedes lo clavaron en una cruz por manos de impíos y lo mataron» (v. 23). Jaque mate.
«Pero tres días más tarde…», dice Pedro, «a quien Dios resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que era imposible que Él quedara bajo el dominio de ella» (v. 24). Déjame decirte que si estás en Cristo es imposible que quedes bajo el dominio de la muerte. Sí, la muerte es un enemigo, pero puede ser tu mejor arma. Es el arma definitiva que Dios utiliza contra Satanás.
Ahora, no pensarías que en ese momento Satanás admitiría su derrota, que se rendiría. Ha recibido una herida mortal. Cuando vamos al libro de los Hechos, durante los inicios de la iglesia primitiva, vemos que Satanás estaba determinado, no pudiendo matar al Mesías, al Hijo de Dios, ahora que Jesús había ascendido al cielo y está sentado a la diestra del trono de Dios Todopoderoso, Satanás decide atacar a Sus seguidores tratando de destruirlos.
¿No crees tú que cuando Esteban, el primer mártir de la iglesia primitiva, cayó al suelo—mientras era apedreado—no crees que Satanás dijo: «Jaque mate, Dios. Jesús está en el cielo, pero yo mataré a Tus seguidores. Voy a hacer que sientan tanto miedo, que nunca más tendrán el valor de salir y llevar el evangelio a la próxima generación, y Tu plan será frustrado»?
Pero Jesús dijo: «El juego no ha terminado. El Rey todavía tiene una jugada más». Verás, la sangre de los mártires se convirtió en la simiente de la iglesia. Cuando la sangre de Esteban y la sangre de los otros mártires cayó al suelo, después de ellos se levantó una gran multitud de hombres de Dios llenos de valor y fe que salieron de allí. Ellos se dispersaron desde Jerusalén por la persecución, hacia todo el mundo, para predicar el evangelio del Cristo resucitado. Satanás, estás derrotado una vez más.
Hoy, la antigua serpiente continúa haciendo estragos. Yo pienso que él tiene dos estrategias básicas. Una es: corromper la simiente real, como siempre ha tratado de hacer. ¿Podríamos decir que ha tenido éxito con esta estrategia en gran manera? Yo no me refiero al mundo de allá afuera. Me refiero aquí, en nuestros hogares, en nuestras iglesias. ¿Cuántas de nosotras sin saber que estábamos jugando del lado de Satanás, hemos decidido hacer lo que queremos, manejar nuestras propias vidas, no postrarnos de rodillas ante Dios; sino postrarnos ante Satanás?
Quizás digas: «Yo no adoro a Satanás». Si tú no estás postrada de rodillas ante Dios en obediencia, entonces te estás postrando ante Satanás y eres su instrumento en este mundo. Por esa razón yo oro y anhelo que Dios envíe avivamiento a Su iglesia.
Pero Satanás tiene otra estrategia, no solo corromper la simiente santa, aquellos que son la siguiente generación de creyentes, sino destruirla. Tú y yo sabemos muy bien, que la persecución de la iglesia en el mundo hoy, nunca ha sido tan intensa—miles y miles y miles de pastores, líderes cristianos, hombres, mujeres y niños que han dado sus vidas por amor al evangelio.
¿No crees que Satanás piensa que tal vez tiene una oportunidad para hacerle jaque mate al Rey? Pero el Rey siempre tiene una jugada final.
Bueno, hemos llegado al último libro de la Biblia, y hemos leído algo sobre el capítulo final, las escenas finales de este drama. De hecho, una de esas escenas es mencionada en el Antiguo Testamento en el libro de los salmos. Quiero citar del libro de los salmos, el Salmo 2, y luego leerles la historia porque no puedo decirlo mejor que lo que se lee en el libro de Apocalipsis.
Primero, el salmista, anticipándose a aquel día, dice:
«¿Por qué se sublevan las naciones, y los pueblos traman cosas vanas?
Se levantan los reyes de la tierra, y los gobernantes traman unidos contra el Señor y contra Su Ungido, diciendo:
“¡Rompamos Sus cadenas y echemos de nosotros Sus cuerdas!”
El que se sienta como Rey en los cielos se ríe, el Señor se burla de ellos.
Luego les hablará en Su ira, y en Su furor los aterrará, diciendo:
“Pero Yo mismo he consagrado a Mi Rey (Jesús) sobre Sión, Mi santo monte”.
“Ciertamente anunciaré el decreto del Señor que me dijo: ‘Mi Hijo eres Tú,
Yo te he engendrado hoy.
Pídeme (Rey Jesús), y te daré las naciones como herencia Tuya,
Y como posesión Tuya los confines de la tierra.
Tú los quebrantarás con vara de hierro; los desmenuzarás como vaso de alfarero’”.
Ahora pues, oh reyes, muestren discernimiento;
Reciban amonestación, oh jueces de la tierra.
Adoren al Señor con reverencia, y alégrense con temblor.
Honren al Hijo para que no se enoje y perezcan en el camino, pues puede inflamarse de repente Su ira.
¡Cuán bienaventurados son todos los que en Él se refugian!» (Salmo 2).
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha dado una vista panorámica de la batalla cósmica entre dos simientes. Espero que entender las verdades que has estado escuchando a lo largo de esta serie te dé una clara perspectiva a la hora de leer las Escrituras y vivir la vida. No dejes pasar este día sin reflexionar acerca de dónde está tu corazón en medio de la gran historia de Dios, y asegúrate de acompañarnos mañana para la conclusión de esta serie titulada, El Rey tiene una jugada más.
Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
La lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Daniel capítulos 5 y 6.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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