Arraigadas y edificadas
Débora: Nancy Demoss Wolgemuth nos reta a examinar lo que estamos mirando.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, y surge la pregunta: ¿De qué hablamos cuando nos reunimos? Si las personas buscaran en nuestras redes sociales, ¿qué dirían ellos que es lo más importante para nosotras? ¿La política? ¿La moda? ¿La comida? O ¿Cristo?
La Escritura afirma que Cristo es el centro de todo el universo. Nosotras no podemos vivir sin Él. Sin Cristo, nuestro mundo, nuestras vidas quedarían fuera de control. Sin embargo, tercamente pensamos y vivimos como si fuéramos el centro de nuestro universo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora del estudio bíblico «En busca de Dios», en la voz dePatricia de Saladín. Hoy es 28 de abril de 2023.
Ayer en Aviva Nuestros Corazones escuchamos la primera parte del mensaje que Nancy compartió con miles de mujeres en la conferencia de Revive …
Débora: Nancy Demoss Wolgemuth nos reta a examinar lo que estamos mirando.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, y surge la pregunta: ¿De qué hablamos cuando nos reunimos? Si las personas buscaran en nuestras redes sociales, ¿qué dirían ellos que es lo más importante para nosotras? ¿La política? ¿La moda? ¿La comida? O ¿Cristo?
La Escritura afirma que Cristo es el centro de todo el universo. Nosotras no podemos vivir sin Él. Sin Cristo, nuestro mundo, nuestras vidas quedarían fuera de control. Sin embargo, tercamente pensamos y vivimos como si fuéramos el centro de nuestro universo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora del estudio bíblico «En busca de Dios», en la voz dePatricia de Saladín. Hoy es 28 de abril de 2023.
Ayer en Aviva Nuestros Corazones escuchamos la primera parte del mensaje que Nancy compartió con miles de mujeres en la conferencia de Revive ’21. En un momento escucharemos la segunda parte de su mensaje, pero primero quiero contarles lo impactante que fue esa conferencia para muchas mujeres alrededor del mundo.
Escuchamos sobre Kristie. Ella viajó desde New Jersey con su esposo y sus dos hijas de dos y tres años de edad. Ella nos escribió para decirnos:
«Salimos el viernes a la 1:00 a.m., y llegamos a Indianápolis a las 12:15 p.m. Fue un viaje muy agotador, (¡y me imagino que sí, con dos niñas pequeñas en el vehículo!) especialmente para mi querido esposo, que estuvo dispuesto a manejar toda la noche y a cuidar a nuestras dos hijas mientras yo estaba en la conferencia. ¡Puedo decir que todo el esfuerzo valió la pena! Fue una bendición, y nunca olvidaré mi primera conferencia de Aviva. Si Dios quiere, espero poder asistir a todas las conferencias y traer más mujeres conmigo».
Ella es Kristie, forma parte de aquellos que apoyan el ministerio mensualmente. Desde hace un tiempo hemos estado escuchando de mujeres como ella. Ahora, escuchemos la segunda parte del mensaje de Nancy, ella nos ayuda a ver la importancia de estar arraigadas y cimentadas en Cristo. Ella está en la epístola a los Colosenses. Escuchemos.
Nancy: Vamos al versículo 3 del capítulo 2:
«En quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento… Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él; firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en su fe, tal como fueron instruidos, rebosando de gratitud» (vv. 3, 6).
Mientras más profunda sea la raíz, más fuerte y estable será la planta, y mayor será la capacidad de soportar tormentas y de discernir y hacer frente al engaño. Descubrirás en qué estás arraigada cuando la tierra empiece a tambalearse a tu alrededor, pero no esperes a estar en una crisis para arraigarte en Cristo.
¿Qué significa esto, qué es estar arraigadas y cimentadas en Cristo?
En primer lugar, tienes que estar segura de que estás en Cristo, que has creído en Él, que has sido plantada en Él. En el capítulo 1, versículo 13, Pablo dice: «Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas». Él nos sacó de ese mundo oscuro y nos trasladó al reino de Su Hijo amado. Tú no puedes estar arraigada en Cristo, si nunca has sido trasladada al reino de Cristo. ¿Has sido trasladada al reino de Cristo? ¿Estás en Cristo? Asegúrate de estar en Cristo, de que has sido plantada en Él.
En segundo lugar, aliméntate constantemente de Cristo. Las raíces toman los nutrientes del suelo en el que están plantadas. Así que, ¿dónde estás plantada, y de dónde estás recibiendo el alimento para tu mente y para tu alma?
Pablo habla acerca de esto de diferentes maneras en el libro de Colosenses. Permíteme mostrarte algunas de ellas. En el capítulo 2, versículo 6, él dice:
«Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él; firmemente arraigados y edificados en Él…»
Nosotras hemos sido plantadas en Cristo y ahora necesitamos poner las raíces de nuestras vidas en lo profundo del suelo de Su amor, Su gracia y Su Palabra. Él proveerá, mientras vivimos en Él, todos los nutrientes y el alimento que nuestras almas necesitan.
En el capítulo 2, Pablo les advierte y les dice:
«Nadie los defraude de su premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, envanecido sin causa por su mente carnal, pero no asiéndose a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, nutrido y unido por las coyunturas y ligamentos, crece con un crecimiento que es de Dios».
No puedes crecer espiritualmente si no estás recibiendo tu alimento de Cristo. No te apartes de Él. Pablo dice: «Aférrate a Él». No puedes crecer sin Él; siempre vas a necesitar a Cristo. Nunca llegará el momento en que puedas vivir la vida cristiana apartada de Él.
Veamos en el capítulo 3, versículo 1. Aquí dice de nuevo que busquemos nuestro alimento en Cristo. Dice:
«…busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (vv. 1-2).
¿Qué estás buscando? ¿En qué estás poniendo tu mente? ¿En las cosas terrenales o en Cristo? Nos convertimos en lo que observamos. Y al fijar nuestros ojos en Cristo y en Su Palabra, seremos transformadas a Su imagen. ¿Qué estás observando? Tienes tiempo para Facebook, ¿pero no tienes tiempo para Su Palabra? ¿Qué estás observando? Te conviertes en lo que observas.
Capítulo 3, versículo 16:
«Que la Palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales…»
Bueno, y surge la pregunta: ¿De qué hablamos cuando nos reunimos? Si las personas buscaran en nuestras redes sociales, ¿qué dirían ellos que es lo más importante para nosotras? ¿La política? ¿La moda? ¿La comida? O ¿Cristo?
Como ves, nutrirnos de Cristo significa un esfuerzo continuo, intencional; la decisión de vivir en Cristo, aferrarse a Cristo, buscar a Cristo, que la Palabra de Cristo habite abundantemente en nosotras.
En tercer lugar, y solo voy a mencionar esto: debes arrancar la maleza que amenaza con sofocar tu fe en Cristo. Tienes que recibir tu alimento de Cristo. Algunas de ustedes, que tienen conocimiento de jardinería, saben de lo que estoy hablando. Tienes que arrancar la maleza que siempre está saliendo.
Bueno en el cielo no habrá maleza, ¡gloria a Dios!
Capítulo 3, versículo 5:
«Por tanto, consideren a los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría… Pero ahora desechen también todo esto: ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo de su boca» (vv. 5, 8).
¡Todo eso es maleza! Pablo dice: «¡No te contentes con vivir entre la maleza! Que tu crecimiento sea en Cristo, y luego considera como muerto todo lo que no es de Cristo».
A mí me encanta ver los atardeceres. Tengo miles de fotos de atardeceres en mi teléfono. Tengo una foto que tomé afuera de nuestra casa hace un tiempo y es una foto increíble para haber sido tomada con una pequeña cámara. Entonces, las fotos de los atardeceres son hermosas, ¿verdad? Pero hay algo más: el sol es esencial para la vida, y está en el centro de nuestro sistema solar. Si el sol no estuviera en el centro, la tierra, nuestro planeta, saldría disparada hacia el universo sin ningún rumbo. Además, al bajar la temperatura, lo más que podríamos sobrevivir –dependiendo de la información que tengas– tal vez algunos días, tal vez algunas semanas; pero moriríamos congelados. El sol tiene que estar en el centro para sostener y preservar la vida.
Ahora, por muchos años, la humanidad, incluyendo los científicos, pensaban que la tierra era el centro del universo. Esa filosofía se llama geocentrismo –la tierra es el centro. Luego en 1543, un astrónomo polaco llamado Nicolás Copérnico publicó un trabajo en el cual él proponía un concepto radicalmente nuevo. Los científicos se referían a esto como heliocentricidad. ¿Qué significa helio? ¡Sol! Significa que la tierra y los otros planetas giran alrededor del sol. La tierra no es el centro; el sol es el centro.
Ahora, esa teoría que él publicó un poco antes de morir, fue rechazada por más de un siglo. De hecho, los líderes religiosos en ese tiempo, se opusieron rotundamente a ese concepto. Ellos lo consideraban una herejía. Pero Copérnico estaba en lo correcto con respecto al sol.
La Escritura afirma que Cristo es el centro de todo el universo. Nosotras no podemos vivir sin Él. Sin Cristo, nuestro mundo, nuestras vidas, quedarían fuera de control. Sin embargo, tercamente pensamos y vivimos como si fuéramos el centro de nuestro universo.
A comienzos del siglo quinto, un hombre joven que tenía alrededor de 16 años, fue capturado por piratas irlandeses y tomado de su hogar en Inglaterra y llevado a Irlanda, donde fue vendido como esclavo y asignado a cuidar ovejas. Durante ese tiempo estaba muy solo y desolado, pero él buscó consuelo en Dios y eventualmente le entregó su vida a Cristo.
Después de seis años de esclavitud escapó y regresó a su hogar en Inglaterra con su familia. Pero Dios puso una carga en su corazón por Irlanda, para rescatarla del paganismo que estaba enraizado en toda la nación en ese tiempo. Así que eventualmente, él regresa a Irlanda como misionero. Su nombre era Patricio. Hoy muchos lo conocen como San Patricio de Irlanda.
Ahora, por los manuscritos de San Patricio, sabemos que él era atormentado por la tentación. Él también era atormentado por la culpabilidad y la vergüenza, por una aparente falla moral en su juventud. Él estaba obsesionado con la idea de ser condenado eternamente por Dios por su pecado pasado.
Ahora, digo esto porque sé que hay muchas mujeres que están escuchando hoy, que puede que estén obsesionadas y atormentadas con pensamientos similares.
Los esfuerzos de Patricio para llevar a Cristo, a los lugares más remotos de Irlanda, donde nunca antes habían escuchado el evangelio, no fueron bien recibidos. Ellos se opusieron con frecuencia. Muchas veces fue encarcelado por meses, por predicar el evangelio. Así que él tenía una lucha interna, temores, dudas, vergüenza, culpabilidad; además de una oposición externa y adversidad.
A pesar de todo, ya fuera lidiando con su propio pecado y sus debilidades o lidiando con la oposición externa; él aprendió a fijar sus ojos en Cristo.
Hay una oración muy conocida que se le atribuye a San Patricio, y esta es una porción de esa oración:
Cristo conmigo,
Cristo delante mí,
Cristo detrás de mí,
Cristo en mí,
Cristo debajo de mí,
Cristo sobre mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo a mi izquierda,
Cristo cuando me acuesto,
Cristo cuando me siento,
Cristo cuando me levanto,
Cristo en el corazón de todo hombre que piensa en mí,
Cristo en la boca de todo hombre que hable de mí,
Cristo en todo ojo que me ve,
Cristo en todo oído que me escucha.
Y esta oración ha sido llamada algunas veces Lorica de San Patricio. Esta es una palabra en latín que significa «coraza». En medio de la oposición, la tentación y el fracaso, esa fue la defensa fuerte y segura de San Patricio –no es una oración para simplemente repetirla de memoria, mecánica, sino Cristo, mi coraza de justicia. Cristo era su defensa fuerte y segura, y Cristo es nuestra defensa fuerte y segura. ¡Cristo, Cristo, Cristo, solo Cristo, siempre Cristo!
Entonces Pablo les dice a los Colosenses: «Recuerden cómo eran antes, recuerden el evangelio, y recuerden a Cristo». Recuerda lo que Él ha hecho por ti, recuerda quién es Él en ti y por ti hoy. Recuerda que tu pecado te había separado de Dios; pero Cristo te ha reconciliado con Dios mediante Su muerte. Recuerda que antes eras enemiga de Dios; pero en Cristo eres amiga de Dios. Recuerda que una vez estuviste bajo la ira y el juicio de Dios; pero Cristo cargó sobre Sí la ira de Dios, para que pudieras vivir en la bendición y la gracia de Dios.
Si vives llena de vergüenza y culpabilidad, recuerda que Cristo cargó por ti esa vergüenza y culpabilidad en la cruz.
Si tal vez has crecido en la iglesia, en una familia religiosa o cristiana, y has querido depender de tu propia piedad, recuerda que tu justificación solo se encuentra en Cristo.
Cuando te sientas cargada tratando de agradar a Cristo, recuerda que solo vives por fe en Cristo, quien es el único que puede agradar a Dios. Tú no tienes que descansar en tu propio esfuerzo para agradar a Dios.
Si estás siendo derrotada por reacciones y patrones pecaminosos, recuerda que Cristo vive en ti, y el poder de Su resurrección puede derrotar cada pecado que te tienta.
Si tu corazón está vacío y sediento, recuerda que Cristo es el agua de vida que satisface.
Si te estás sintiendo ansiosa o desanimada, recuerda que Cristo es tu paz y esperanza.
Si estás siendo azotada por este mundo caótico, violento, recuerda que Pablo dice en Colosenses 1: «Todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen».
¿Cuántas cosas permanecen en Él? ¡Todas las cosas! Más allá de lo que nosotras podemos ver o imaginar: los planetas, nuestro sistema solar, las galaxias más lejanas, el universo entero permanece por Cristo y por Su Palabra. Y en Él permanecen las cosas más pequeñas que nosotras ni siquiera podemos imaginar: cada molécula, cada átomo, cada protón, cada neutrón, cada electrón, y también cosas que ni siquiera sabemos lo que son. ¿Por quién permanecen? Por Cristo.
En Él permanecen todas las cosas: la economía, el medioambiente, el gobierno. En Él tú permaneces cuando sientes que tu mundo se está saliendo fuera de control: tu matrimonio, tus hijos, tu trabajo, tu salud. En Él permaneces. No hay ni un solo átomo, ni una célula cancerosa, ni una sola tragedia, ni un solo problema en el corazón, que esté fuera de Su control. Él tiene todo el mundo en Sus manos.
Hay una canción que a veces cantamos, que tiene un profundo mensaje. Nos recuerda nuestra constante necesidad de Cristo.
De mañana al despertar
Dame a Cristo
Y cuando sola estoy
Dame a Cristo
Y al momento de morir
Dame a Cristo
¡Dame a Cristo!
¡Dame a Cristo!
Nada más deseo yo
Dame a Cristo
¿Es este el anhelo de tu corazón? ¿Vives de esa manera? ¿O lo dirías de esa manera? «En la mañana al despertar, ¡dame café! ¡Dame mi celular! ¡Dame un trabajo que me guste! ¡Dame una mejor salud! ¡Dame más dinero para mi cuenta bancaria! ¡Dame un terapeuta! ¡Dame un descanso de estos hijos! Y cuando esté sola, ¡dame una buena amiga! ¡Dame un esposo! ¡Dame un hijo! ¡Dame a alguien con quien pueda hablar! ¡Dame nietos para que me llamen y me pregunten cómo estoy!»
Escucha, no hay nada malo en esas cosas. Pero si te vas a pasar toda la vida buscando esas cosas, entonces al momento de morir eso es todo lo que tendrás. Si tú quieres estar segura de la presencia y de la paz de Cristo, ya sea en la mañana, cuando estés sola, o al momento de morir; entonces en la mañana al despertar (déjenme decirles, jóvenes que escuchan, en la mañana de sus vidas), y cuando estés sola, y cuando estés con la familia y con amigos o con extraños, todo el día, todos los días, así como Pablo dijo: «Así anden; firmemente arraigados y edificados en Él».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha mostrado lo que significa estar arraigadas en Cristo. Espero que nos puedas acompañar en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones. Ahora oremos con Nancy.
Nancy: Oh Señor, nuestro mundo se está tambaleando, y muchos de nuestros mundos personales se están tambaleando. Algunas pensamos que nuestro mundo no se tambalea; pero cuando lleguemos a nuestros hogares, o la próxima semana, o el próximo mes, nos vamos a encontrar con un mundo al revés, como nunca habíamos imaginado que sucedería.
Señor, nosotras somos débiles, somos vulnerables; no podemos permanecer firmes por nuestros propios medios. Señor, te pido que estemos arraigadas y cimentadas en Cristo. Y al poner nuestras raíces en el suelo profundo de Su amor, de Su Palabra, de Su evangelio; que encontremos en Cristo y solo en Cristo todo lo que nuestros corazones necesitan y anhelan.
Oh Padre, te pido que nuestras vidas como mujeres sean testimonio de la hermosura de Cristo, la supremacía de Cristo, la suficiencia de Cristo y la gloria de Cristo. Amén.
A pesar de haber crecido en un hogar piadoso con un padre y una madre que amaban al Señor y vivían el evangelio, durante muchos años pensé y creí la gran mentira de que yo no era lo suficientemente inteligente como para leer y estudiar la Palabra por mí misma. Fui una niña lenta. Aprendí de último a leer y a escribir, no leía bien y mi memoria nunca fue buena. Pero el Señor ha sido tan amoroso y paciente conmigo…
Me guardó y guió para ser instruida por Él. Este es mi segundo año de lectura bíblica desde Génesis hasta Apocalipsis por la gracia de Dios. No me considero una súper maestra de la Palabra, pero Él me capacita para aprender y tomar notas sobre ella, y esto me llena de gozo.
Parte de todo lo que Dios proveyó para mi crecimiento ha sido Aviva Nuestros Corazones; y por ello oro y alabo a Dios, mis amadas hermanas. Gracias, gracias por mostrar lo que Dios está haciendo por medio de Su Palabra en cada una. No pierdan la esencia de humildad y honestidad que transmiten. El Señor sea exaltado en cada mujer traída a salvación, y que cada una sea usada para adornar el evangelio, amando su precioso diseño.
Débora: Aviva Nuestros Corazones con Nancy Demoss Wolgemuth te anima para que seas cimentada en la libertad, la plenitud, y la abundancia en Cristo.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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