Arraigadas en la presencia de Dios (Kim Cash Tate)
Patricia de Saladín: Con nosotras Kim Cash.
Kim Cash: Así es como nos arraigamos, poniéndole todo delante al Señor; llévale tu corazón roto, tus lágrimas al Señor. Él se preocupa por ti y quiere oírte.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Patricia: «Arraigadas: Firmes en un mundo que se tambalea». Ese fue el título de la conferencia Revive '21. Y en estos días hemos estado compartiendo contigo algunos de los mensajes que escuchamos allí.
Hoy escucharás de Kim Cash. Ella ha escrito muchos libros, es maestra bíblica, ama la Palabra de Dios, y es esposa y madre. En una parte de su mensaje que no quedó grabada en español, ella compartió que de niña atesoraba los momentos que pasaba con su padre, pues sus padres se divorciaron cuando tenía 4 años. También mencionó que el momento en que …
Patricia de Saladín: Con nosotras Kim Cash.
Kim Cash: Así es como nos arraigamos, poniéndole todo delante al Señor; llévale tu corazón roto, tus lágrimas al Señor. Él se preocupa por ti y quiere oírte.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Patricia: «Arraigadas: Firmes en un mundo que se tambalea». Ese fue el título de la conferencia Revive '21. Y en estos días hemos estado compartiendo contigo algunos de los mensajes que escuchamos allí.
Hoy escucharás de Kim Cash. Ella ha escrito muchos libros, es maestra bíblica, ama la Palabra de Dios, y es esposa y madre. En una parte de su mensaje que no quedó grabada en español, ella compartió que de niña atesoraba los momentos que pasaba con su padre, pues sus padres se divorciaron cuando tenía 4 años. También mencionó que el momento en que Dios le trajo convicción de pecado para salvación fue cuando estaba viviendo con su novio, quien es su esposo actualmente.
Más adelante, en un momento en que su esperanza estaba en su carrera, Dios sacudió su mundo y ella comenzó a buscar Su dirección. Junto a su esposo acordaron que ella dejaría el buen trabajo que tenía, para criar a sus hijos, y en ese proceso aprendió a aferrarse al Señor y a Su Palabra.
Escucha la traducción simultánea de la continuación del mensaje de Kim Cash titulado, Arraigadas en la presencia de Dios.
Kim: Pero algo más pasó en ese tiempo cuando dejé mi trabajo. Yo pensé, «voy a dedicarme más a los niños». Lo que no esperaba era que ahora tenía más tiempo para el Señor. Había estado leyendo la Biblia, pero ahora yo podía estudiar la Biblia. Conseguí una Biblia nueva, algunos colores de lápices –yo soy una niña que estudia la Biblia inductivamente– empecé Génesis capítulo primero cuando los niños estaban en la siesta.
Me sentaba en la mesa de la cocina con mi café –yo tengo a Cristo y a mi café en la mañana– y me sentaba unas horas en la Palabra de Dios. Este se convirtió en mi tiempo más atesorado del día. Estaba aprendiendo acerca de las personas en la Biblia, pero más que nada, acerca del Dios de la Biblia, viendo Su amor por Su pueblo, Su protección, Su santidad, Su fidelidad, Su soberanía.
Mi amor por Dios se hizo cada vez más profundo mientras yo lo veía en las páginas de las Escrituras. Yo no lo vi así al principio, pero mientras pasaba tiempo en la Palabra, me estaba arraigando en la presencia de Dios. Cualquier cosa que estaba pasando en mi vida, cualquier frustración, emoción, cansancio o retos…todo eso estaba haciendo ajustado en ese tiempo. Yo veía que Dios era confiable. Él me ve, sabe con lo que estoy luchando. Él es capaz de ayudarme. Nada es difícil para Él. Entonces entré en Génesis, Levítico, Números y llegué a Deuteronomio. Moisés y el pueblo de Israel habían pasado décadas en el desierto, iban a entrar a la tierra prometida y Moisés les recuerda cómo llegaron allí.
Habían pasado 40 años en el desierto por la incredulidad de los israelitas. Esa generación murió en el desierto. Moisés está hablando a la siguiente generación, y les da instrucciones de Dios de cómo deben vivir en la tierra y de todo lo que deben hacer. Y aquí es donde yo estaba hace 20 años en mi estudio: Deuteronomio 10:20: «Temerás al Señor tu Dios; le servirás, te allegarás (aferrarás) a Él y solo en Su nombre jurarás». Esa palabra aferrar o allegar saltó a mi vista. Seguí leyendo y llegué al Deuteronomio 13:4, donde dice: «En pos del Señor su Dios ustedes andarán y a Él temerán; guardarán Sus mandamientos, escucharán Su voz, le servirán y a Él se unirán (se aferrarán)».
Cinco de esos verbos me hacían sentido. Síguelo, sí, claro, el pueblo de Dios debe seguirlo, cómo lo van a conocer si no lo siguen. ¿Temerle? Claro, Él es Dios. El pueblo de Dios debe temerle de manera reverente. ¿Guardar sus mandamientos? ¿Servirle? Claro Dios espera obediencia. ¿Escuchar Su voz? Hay tantas voces que compiten por nuestra atención…incluyendo la nuestra, pero es la voz de Dios la que debemos escuchar.
Claro, eso tiene sentido, servirle claro que tiene sentido. Pero todas esas cosas pueden ser hechas desde una distancia. Podemos seguir desde lejos y vamos en la misma dirección. Pero entonces dice: «a Él se unirán (se aferrarán)». Aférrate a Él. Esa palabra no es como las demás. El aferrarme me pone pegada a Dios, atada a Dios. Es personal, es íntimo. Es un mandamiento de Dios, pero para mí se leyó como una invitación. Pero era difícil comprender cómo puede ser que el Dios Todopoderoso, el Dios del universo, el Dios que hizo el cielo y las estrellas me esté diciendo a mí ahora, no solamente que me aferre a Él sino que yo puedo aferrarme a Él.
Que Él me quiere muy cerca todo el tiempo. Eso para mí fue un regalo. Un regalo para aquella muchachita que miraba por la ventana esperando a su papá. Un regalo para aquella niña que estaba pensando si valía la pena. Ahí empecé a orar: «Señor, ayúdame a aferrarme a Ti». Y en esas primeras dos décadas, a través de problemas y etapas, Él ha sido fiel en contestar esa oración. Fuimos creadas para aferrarnos a Dios, para andar íntimamente con Él, para perseverar en Su presencia.
Adán y Eva tenían esa intimidad perfecta con Dios en el jardín. Ellos podían caminar, hablar con Él, disfrutar de Su presencia. Sabemos lo que pasó; la serpiente, el enemigo la tentó a comer de la fruta del árbol que había sido prohibida. Ella comió, Adán comió y el pecado cambió todas las cosas; y en lugar de una relación hermosa y perfecta con Dios vemos separación. Génesis 3:8 me rompe el corazón: «Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día. Entonces el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto».
Se escondieron de la presencia de Dios. Nunca habían hecho algo así, nunca habían conocido algo así, y Génesis 3:23 dice: «Y el Señor Dios lo echó del huerto del Edén». Imagínense cómo eso rompió el corazón de Dios. Él no los creó para que vivieran lejos de Él, apartados de Él, pero el pecado significó que no podían estar en Su presencia, disfrutar de Su presencia como habían hecho antes. El pecado hizo que su mundo se tambaleara, y como cada uno de nosotros nace en pecado, nuestros mundos están tambaleantes, llenos de caos, sin esperanza, no podemos estar firmes fuera de Cristo.
Pero, gloria a Dios por Su amor y misericordia. Antes de la fundación del mundo Él tenía un plan. Él mandó a Su Hijo a morir en la cruz por nuestros pecados para pagar la deuda que nosotros debíamos. Y cuando creemos en el nombre de Jesús para salvación, somos salvas. Somos traídas a una relación con Él, con nuestro Abba. Y Él es nuestro Emanuel, Dios con nosotros. Tenemos Su presencia siempre.
Dios en ti, esperanza de gloria. Podemos estar firmes en Su presencia siempre, pero ¿cómo hacemos eso de manera práctica? Yo quiero compartir tres formas vitales en que he aprendido a estar aferrada a Dios, a estar arraigada en Su presencia.
1. Tenemos que estar en Su Palabra, permanecer en Su Palabra. Quizás cambiar cómo vemos el tiempo en Su Palabra, no como una obligación sino, «wow, tengo tiempo, puedo pasar tiempo con el Señor, puedo estar en Su presencia, puedo verlo en las Escrituras». Tu alma se queda arraigada mientras eres recordada de quién es Él, cuán grande es Él, más grande que cualquier situación que cause problemas en tu vida.
Amo que Dios dice múltiples veces en Su Palabra, «Yo estoy contigo». Él sabe que necesitamos estar aferradas a Él, en Su presencia, y leer esas palabras calma tu alma y te llena de vigor de nuevo. Vemos esto manifestado hermosamente en Josué. Moisés, el líder de Israel, había muerto. Josué había estado cerca de Moisés en esos 40 años en el desierto. La Biblia dice que él había sido el asistente de Moisés desde su juventud.
Josué también era un guerrero cuándo Amalec peleó contra Israel. Cuando Moisés levantaba el brazo Israel ganaba y cuando bajaba el brazo Amalec ganaba. Tenían que pararse a su lado para mantener sus brazos levantados, pero fue Josué quién hizo la guerra. Y en Éxodo 24, cuando Dios le dice que suba al Monte Sinaí para recibir los mandamientos, Moisés le dijo a Aarón, a Jur y a los ancianos, que se quedarán ahí que él volvía.
Pero Josué fue el que fue con Moisés hasta cierto punto. En Éxodo 24:13 dice: «Moisés, junto con su ayudante Josué, subió al monte de Dios…», Josué fue aquel que vio un poquito más en esta ocasión sagrada. Y en Números 13, cuando Moisés mandó a los espías para ver la tierra, Moisés eligió a Josué para ser uno de esos espías. Diez de los espías estaban sacudidos por lo que vieron. Vieron gigantes en la tierra y en lugar de aferrarse y arraigarse la presencia de Dios, se quejaron contra Dios.
Josué y Caleb trajeron el buen reporte y dijeron en Números 14:7-9: «y hablaron a toda la congregación de los israelitas y dijeron: “La tierra por la que pasamos para reconocerla es una tierra buena en gran manera. Si el Señor se agrada de nosotros, nos llevará a esa tierra y nos la dará; es una tierra que mana leche y miel. Solo que ustedes no se rebelen contra el Señor, ni tengan miedo de la gente de la tierra, pues serán presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el Señor está con nosotros; no les tengan miedo”».
«El Señor está con nosotros». Ellos sabían que eso significaba todo. Se arraigaron en la presencia de Dios, Dios los recompensó en su fe, y dejó que ellos fueran las únicas personas de la generación que entraron a la tierra prometida, y Josué fue aquel que los lideró. Todo esto es importante para entender algo de Josué. Él era un hombre de gran fue, un líder fuerte. Él no estaba sacudido por las batallas, no estaba sacudido por los gigantes de la tierra…pero la muerte de Moisés sí lo sacudió.
No fue algo súbito, él sabía que venía. Pero tú no sabes antes cuánto vas a llenarte de angustia, de temor, de decepción, de dolor o de un corazón roto. Tú no sabes cómo vas a ser sacudida por una circunstancia hasta que estés en ella; hasta que estés abrumada por esa circunstancia y no sepas qué hacer. No sabes cómo vas a continuar. Quizás puedes hasta tirar la toalla. El Señor conoce nuestra debilidad, sabe que podemos ser sacudidas, y Él preparó a Josué desde antes.
Y al final de Deuteronomio, vemos a Moisés y a Dios diciéndole a Josué: «Sé fuerte y valiente», recordándole que Él estaría con él. Josué seguro pensó, «sí, yo dije eso cuando fuimos a aquella misión de espías», pero hasta que no estamos en la circunstancia… Moisés muere y las personas lloran y tienen luto por 30 días, y Deuteronomio termina con un tributo a Moisés. Pero ahora es tiempo de continuar, tiempo de entrar a la tierra prometida, y llegamos al libro de Josué.
Vemos cómo ellos conquistaron a las personas en la tierra, y cuando llegamos al libro de Josué, no vemos a Josué el guerrero, no vemos a una persona lista para la batalla trayendo las tropas…vemos a alguien que desesperadamente necesita la presencia de Dios. Y así es cómo inicia Josué:
«Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, el Señor habló a Josué, hijo de Nun, y ayudante de Moisés, y le dijo: “Mi siervo Moisés ha muerto. Ahora pues, levántate, cruza este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que Yo les doy a los israelitas”».
«Mi siervo Moisés ha muerto», lo primero que el Señor le dice a Josué es algo que ya él sabía. Pero es como si Dios le pusiera la mano en su hombro y lo consolara. Josué está dolido, ha sido sacudido y Dios le recuerda la misión y le dice en el versículo 5: «…Así como estuve con Moisés, estaré contigo. No te dejaré ni te abandonaré». Josué sabía esa verdad, pero seguramente cuán ministrado fue en ese momento, cuánto consuelo, cuánta seguridad. Ya Moisés no está contigo, pero Yo estaré contigo.
Dios entonces le dice a Josué las palabras que tenemos en nuestras tazas, en nuestras camisetas. Dice el versículo 6: «Sé fuerte y valiente»; versículo 9: «No temas ni te acobardes…» Pero ¿cómo podemos nosotros ser fuertes y valientes? Tenemos que mirar lo que viene antes y después de esos versículos. En el versículo 5 Dios dice: «Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida… (Yo) estaré contigo». Versículo 9: «…el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas».
Así era como Josué estaría arraigado y permanecería arraigado, porque sabía que el Señor estaría con él. Los pasajes como estos nos mantienen afirmadas, arraigadas en la presencia de Dios. Él nos recuerda que Él está con nosotros. Jesús dijo: «Yo estoy con ustedes siempre». Cuando tú sabes que el Señor está contigo no tienes que estar angustiada por el diagnóstico, por el dolor, por la puerta cerrada o cualquier situación que sea, porque el Señor está contigo.
Y esta verdad de que Él está contigo, significa un millón de cosas, significa todo. Así que mantente en Su presencia, en Su Palabra.
2. Mantente hablándole al Señor. Yo puedo haber dicho, «ora», pero nosotras cuando oramos agregamos nuestras propias ideas y formalidades, tenemos que tener un lugar específico, una postura; pero cuando tú estás con el Señor, el Señor está contigo todo el tiempo y puedes hablarle todo el tiempo. Yo le hablo al Señor sobre todo. Cuando estoy estudiando le pido entendimiento, cuando estoy cansada le digo, «tengo que hacer esto y lo otro, por favor dame fuerzas». Cuando me hace falta sabiduría yo le hablo a alguien, pero le pregunto al Señor, «¿qué le digo? ¿Qué le contesto? ¿Alguien le pregunta al Señor qué debe cocinar para la cena?
1 Tesalonicenses 5:16 dice: «oren sin cesar». Parece imposible, pero así es como oramos, sin cesar, llevándole todo a Dios. Cuando la oración es tu estilo de vida vas a estar arraigada. Y si estás en el hábito de llevar todas las frustraciones del día y las decepciones al Señor, cuando llegas a una gran situación difícil vas a ir directo a la presencia de Dios.
Ana es un ejemplo de esto; en 1 Samuel ella estaba casada con Elcana quien tenía dos mujeres: Ana y Penina. Penina tenía hijos de Elcana, y Ana no tenía hijos. Ana era aquella que era amada por Elcana. Él la favorecía, así que ya saben cómo se sentía Penina. 1 Samuel dice que Penina provocaba a Ana. Ana estaba muy angustiada y lloraba amargamente. Un día iban a Silo a adorar, y en este viaje en particular, Ana no podía más. Penina la estaba provocando, Ana estaba llorando, no podía comer, y se levanta y va la casa del Señor.
Dice 1 Samuel 1:10: «ella, muy angustiada, oraba al Señor y lloraba amargamente». Así es como nosotras nos arraigamos, poniéndole todo delante al Señor. Llévale tu corazón roto, tus lágrimas al Señor. Él se preocupa por ti, Él quiere oírte. Ana le pidió al Señor un hijo y le dijo que se lo dedicaría al Señor. Y oró en silencio, pero tan fervientemente, que Elí pensaba que ella estaba borracha. Pero analicen el versículo 15: «No, señor mío, soy una mujer angustiada en espíritu. No he bebido vino ni licor, sino que he derramado mi alma delante del Señor».
¿Cuándo fue la última vez que derramaste tu alma delante del Señor? Nadie te entiende como Él te entiende. Nadie te ama como Él te ama. Elcana amaba a Ana pero él no podía hacer nada por ella en ese momento. Ella necesitaba la paz, el poder y el consuelo que solamente el Señor le podía dar. Él es el único que puede restaurar nuestra alma. Y mira lo que pasó, luego de ese tiempo de estar en la presencia de Dios derramándose delante de Él, el versículo 18 dice: «Entonces la mujer se puso en camino, comió y ya no estaba triste su semblante».
Ella no sabía si Dios iba a contestar su oración, pero Dios le dio eventualmente un hijo; pero en ese momento no estaba contestada su oración. Eso no fue lo que la afirmó, sino estar en Su presencia, eso fue lo que afirmó su corazón. Quiero que entendamos esto: no necesitamos que las cosas cambien para estar arraigadas, no nos arraigamos porque Dios contestó una oración, nos afirmamos en Dios mientras esperamos en Él por el poder de Su presencia. Ana no fue la única que tuvo que esperar por Dios.
Jesús hizo lo mismo. En Lucas 5:15-16: «Su fama se difundía cada vez más, y grandes multitudes se congregaban para oír a Jesús y ser sanadas de sus enfermedades. Pero con frecuencia Él se retiraba a lugares solitarios y oraba».
Él hizo esto luego de haber multiplicado los panes y los peces. En Mateo 14:22-23 dice: «Enseguida Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y fueran delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la multitud. Después de despedir a la multitud, subió al monte a solas para orar; y al anochecer, estaba allí solo». Qué ejemplo para nosotros. Vivimos en una época donde las personas necesitan más y más seguidores, y grandes plataformas.
¿Consideramos lo que eso está haciendo en nuestra alma? ¿Tenemos el tiempo para estar a solas con el Señor? Si el Señor necesitaba tiempo delante del Padre cuando caminó en la tierra, ¿cómo nosotros no?
3. Nos arraigamos en la presencia del Señor cuando estamos al alabándolo y dándole gracias. Vamos a 1 Tesalonicenses 5:16-18: «Estén siempre gozosos. Oren sin cesar. Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús». Estas cosas son cosas que tenemos que hacer todo el tiempo, cosas que nos traen a la presencia de Dios. Hemos hablado de la oración, pero todas las tres cosas son maneras poderosas de estar arraigadas en cualquier situación.
¿Has notado que cuando alabas y das gracias, tu temperamento cambia? Yo puedo estar llorando y decir, «Señor, esto es duro, es difícil, yo no entiendo lo que está sucediendo, no entiendo por qué no contestas mi oración, pero te alabo porque eres fiel; y te doy gracias porque Tú vas a obrar bien a través de esto». Y mi espíritu se levanta, ahí mismo estoy arraigada en la presencia de Dios, meditando en quién es Él y en Sus promesas.
Regocíjense con música de alabanza. Esta es una buena forma de estar afirmadas en Su presencia. Esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús, esto trae gloria a Dios, cuando nos regocijamos y damos gracias y oramos. Pero el Señor dice que eso es bueno para nuestra alma también. Él sabe que eso nos mantiene afirmadas en Su presencia que es donde necesitamos estar. Y ese es el corazón de este mensaje. No es tanto, «okay, algo pasó, ahora arráigate en la presencia del Señor, no. Es, mantente en la presencia de Dios.
Eso no significa que no serás sacudida por las circunstancias, pero sabrás cómo estar arraigada cuando vengan esos tiempos. Vas a saber cómo correr a la presencia de Dios y aún así quizás te encuentres orando la oración que yo oré, «Señor, ayúdame a aferrarme a Ti».
Yo quiero quiero que oremos. Quiero que vayamos a la presencia del Señor porque lo necesitamos. No sé si alguien está siendo sacudido. Quizás llegaste aquí sacudida por alguna situación en tu vida o en tu hogar, con alguien que tú conoces. Pero seguramente todas estamos lidiando con algo. Vamos a buscar al Señor.
Señor, te damos gracias y te alabamos porque Tú estás con nosotras. Gracias Señor Dios que en Cristo Tú estás en nosotras siempre. Pero Señor, a veces necesitamos ser recordadas de que tenemos que acercarnos a Ti. Tú estás con nosotras, pero ¿estamos nosotras contigo? Entonces oro Señor, que para cada una de nosotras en este lugar y a través de la transmisión, que Tú nos acerques a Ti, que nos des corazones que deseen estar arraigados en Tu presencia, estar en Tu Palabra, estar mirándote en las Escrituras.
Que nos deleitemos en Tí, que veamos Tu bondad y Tu fidelidad cada día, que seamos recordadas de Tu poder cada día a través de Tu Palabra, que ese sea un momento que atesoremos; y oro que permanezcamos firmes hablándote, sacando todas nuestras cargas, poniéndolas sobre Ti, sabiendo que no hay nada grande o pequeño, que todas las cosas te importan. Te importa un pajarillo que cae a tierra, ¿cómo no te vas a preocupar por las cosas que nos atañen a nosotras?
Que sea un estilo de vida el buscarte, hablarte, aún no tengamos problemas. Que nos acerquemos a Ti para hablarte de nuestro día, de nuestras decisiones, para buscar Tu opinión acerca de las cosas, para ser guiadas por Tu Espíritu. Señor, yo te oro que Tú nos dejes estar siempre alabándote en todo tiempo. Quizás no estemos agradecidas por las cosas que nos están ocurriendo, pero podemos estar agradecidas por quién eres Tú, porque somos salvas, porque vamos a tener la eternidad a Tu lado y tenemos una perspectiva eterna de las cosas con que estamos lidiando aquí en la tierra.
Y te damos gloria de que no tenemos que aferrarnos a esas situaciones sino a Ti. Que Tú estás obrando, que Tú nos amas y que Tú vas a hacer que todas las cosas cooperen para bien, y te damos gracias en estas circunstancias. Danos corazones que deseen aferrarse a Ti siempre, corazones que se mantengan firmes en Tu presencia. Y te damos gracias porque Tú nos amas y te preocupas por nosotras y nos cuidas. Te damos toda honra y toda gloria en el nombre de Jesús, amén.
Patricia: Aun en las tormentas más difíciles y la inestabilidad en este mundo, puedes descansar sabiendo que Dios siempre está contigo. Kim Cash impartió esta enseñanza en la conferencia Revive del año 2021. Ella mencionó tres formas prácticas en que nos aferramos a Dios:
- Permaneciendo en la Palabra
- Permaneciendo en oración
- Permaneciendo en alabanza y gratitud
¿Estás dispuesta a permanecer firme en el Señor en un mundo que se tambalea? ¿Dirás, «sí, Señor»?
Y, Dios no nos ha dejado solas para vivir conforme a Su voluntad. Él nos ha dado una comunidad. Dannah Gresh nos hablará sobre esto mañana, así que asegúrate de acompañarnos.
Annamarie: Arraigadas en Cristo juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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