Arraigadas en la Palabra (parte 2)
Annamarie Sauter: Cuando lees o escuchas la Palabra de Dios, ¿puedes simplemente percibir las palabras y sonidos, o puedes aplicar tu corazón a lo que Dios está diciendo…?
Damaris Carbaugh: Tu corazón, ¿es un corazón sincero? ¿Te has dado cuenta que necesitas hacer lo que Cristo dice? Arrepiéntete, vuelve a Dios, y confía en Él.
¿Te has arrepentido? ¿Has vuelto a Dios? ¿Quieres estar arraigada? Tienes que obedecer la Palabra, no solamente oírla… escucharla, y que Dios te dé un corazón que quiere obedecer.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy arraigamos nuestras vidas en lo que Dios nos dice en Isaías capítulos 1 al 4.
Patricia de Saladín: Si estuviste con nosotras en «Arraigadas 2020», o te conectaste en línea, o quizás esta es tu primera vez escuchando enseñanzas de una Conferencia Mujer Verdadera, queremos que …
Annamarie Sauter: Cuando lees o escuchas la Palabra de Dios, ¿puedes simplemente percibir las palabras y sonidos, o puedes aplicar tu corazón a lo que Dios está diciendo…?
Damaris Carbaugh: Tu corazón, ¿es un corazón sincero? ¿Te has dado cuenta que necesitas hacer lo que Cristo dice? Arrepiéntete, vuelve a Dios, y confía en Él.
¿Te has arrepentido? ¿Has vuelto a Dios? ¿Quieres estar arraigada? Tienes que obedecer la Palabra, no solamente oírla… escucharla, y que Dios te dé un corazón que quiere obedecer.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy arraigamos nuestras vidas en lo que Dios nos dice en Isaías capítulos 1 al 4.
Patricia de Saladín: Si estuviste con nosotras en «Arraigadas 2020», o te conectaste en línea, o quizás esta es tu primera vez escuchando enseñanzas de una Conferencia Mujer Verdadera, queremos que esta serie actual de programas te lleve a reflexionar sobre la gloriosa verdad de la Palabra de Dios, y cómo estar arraigadas. Los mensajes que fueron enseñados en ese evento tienen el propósito de ayudarte a arraigar tu vida en un fundamento sólido.
Ayer escuchamos la primera parte del mensaje enseñado por Dámaris Carbaugh titulado, «Arraigadas en la Palabra». Ella nos estuvo hablando acerca de la diferencia entre oír y escuchar, y nos ha recordado la bienaventuranza de aquellos que arraigan sus vidas en la Palabra de Dios—en la verdad revelada en la Biblia.
Escuchemos a Dámaris Carbaugh.
Dámaris Carbaugh: ¿Quieres estar arraigada? Deléitate en la Palabra de Dios. Pídele al Señor que te dé hambre de Su Palabra.
Yo le dije a una persona esta mañana, unas jóvenes, cuando estábamos llegando aquí, y me estaban hablando, y yo les dije –solamente tengo que pasar como 10 minutos en conversación con alguien, y me doy cuenta que esa persona no vive en la Palabra. No es porque soy tan inteligente, no, no, no, no. Porque así hablaba yo. ¿Tú me entiendes? Personas que son lindas y buenas y dicen, «Damaris, qué bueno verte y qué bueno escucharte. Yo estoy esperando a mi esposo, él iba a venir… ¡pero es tan bobo!»
De eso estoy hablando, yo hablo de eso, de cositas así. Ay, porque tú sabes que alguna gente… cositas que dicen… yo digo, no, no, no. Esos pensamientos están fuera de quisis, ¿eso es correcto, decir quisis…? ¿No? Quicio, fuera de quicio, fuera de quicio; y ¿qué dije? Ah, dije fuera de quisis y es fuera de quicio, ah okay. Sí, 10 minutos y me doy cuenta, o dicen algo un poquito sarcástico, porque esa no debe ser nuestra manera de hablar.
No te creas que yo soy… Yo soy alguien que Dios ha rescatado, y me ha enseñado la lindura de Él. Yo lo amo tanto, ¿y sabes lo que yo quiero ser? Buena. Yo quiero ser como Cristo. Yo quiero ser como Él. Él es bueno y Él me ama y como dijo Sugel, Él ya obedeció perfectamente. Así que Él está dispuesto a perdonarme cuando no me he portado como me debo portar. Pero el deseo que tengo es de portarme bien. Quiero portarme bien. Quiero hablarte bien. Quiero darte el cariño que te debo dar. Aunque de vez en cuando se pone un poquito difícil, con hermanita, hermanita, foto, foto, foto. Se pone un poquito difícil, pero también entiendo que son lindos recuerdos. Ellas quieren poder decir: «Mira lo que pasó». Yo entiendo, entiendo y no entiendo.
Pero esas son las cositas, pero yo quiero en mi vida diaria ser una persona que agrada a Dios; que vive en la Palabra. ¿Y sabes mi amor? Si tú dices, «pero cómo voy a saber si estoy bien o no? Lee la Biblia. Segunda de Timoteo 3:16, yo leí ese versículo, me acuerdo que cuando hablé por primera vez en una conferencia de Aviva, mencioné que cómo era posible que yo pudiera estar tan trastornada por tanto tiempo y ni sabía que estaba trastornada.
Y el Señor, un día, leyendo este versículo, –mira esto, «toda la escritura es inspirada por Dios» –toda– «y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestras vidas», «para hacer ver lo que está mal en nuestras vidas», tú nunca vas a darte cuenta que estás mal, a menos que estés en las Escrituras.
Tu actitud, especialmente tu actitud. Nos corrige, nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto, y Dios la usa ¿para qué?, para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra. Pero esas cosas nunca las vas a poder hacer si no estás en las Escrituras. Así que lo mío siempre es, vive en la Biblia; y vas a ver cosas, vas a ver cosas en la Biblia, que aunque la Biblia no dice –vamos a decir– la Biblia no dice que esta persona no debe pensar así, que esa persona… Nada más te cuenta historias. Te cuenta historias, ¿verdad que sí? Y el Señor a mí, cuando leo historias como la de Ruth, ¿se acuerdan de Rut?
Tú sabes lo que yo… cuando yo leí Rut por primera vez –mi amor, cuando leas el libro de Rut, por favor léelo entero, son 4 capítulos. Empieza y termina, es una historia lindísima. Y yo veo, yo dije esto, y se rieron; pero no lo digo… Yo digo cosas y yo sé que son cómicas, pero esa no es la meta, no es lo que yo quiero. Es que yo soy así. Pero no estoy buscando tu risa, estoy buscando que te des cuenta de lo que yo me di cuenta para que las dos podamos entender mejor cómo estar arraigadas. ¿Me entienden?
Pero Rut cuando Booz viene y le dice, «mujer, quédate aquí. He oído de ti», él dijo. «Y aquí yo te voy a proteger, no vayas a ninguna otra finca. Quédate aquí, y si necesitas algo…», bien lindo le habló. Y ella respondió, «¿por qué me está hablando usted de una manera tan dulce?», le preguntó como diciendo, «¿por qué me está hablando así? Como diciendo, «yo no merezco que usted me hable así». ¿Tú piensas así? No se queden tan calladitas. Porque cuando yo leí eso, yo dije, «Padre amado, hazme como Ruth». Rut se había casado, enviudó, se viene con Noemí –que está amarga; que está ridícula en la forma cómo piensa, cuando le dice, «ay mira, Orfa regresó, vete tú también a tu familia y a tus dioses».
Yo casi le quiero decir a Noemí, «¿qué te pasó? ¿Cómo la estás mandando a otros dioses si tú conoces al único Dios?» Pero cuando estamos deprimidas no pensamos bien. Así que yo leo la Biblia y veo esas cositas, y ella le dice a Noemí las palabras más lindas del mundo. Imagínate, ¡a una suegra! Pero piensa en eso, piensa en eso porque digo, «Señor, así quiero yo a mi suegra». Algunas dirán, «pero tú no conoces la suegra mía». Pero no me importa, yo digo, Señor, hazme como esa mujer que le dijo a ella, «mira, quédate tú y yo voy a buscar comida. Trabajadora, no era vaga, yo soy vaga. Ella no era vaga y se quedó todo el día. Es más, el trabajador le dijo a Booz, «ella no ha parado, llegó aquí a la madrugada y no ha parado». Y ella le dice, «¿por qué usted me habla así?»
Cuando yo leo eso, y pienso en mi corazón herido, sin mi esposo, con mi suegra que dice, «ay, la amargura mía es tremenda, mira lo que Dios me ha hecho». Y así habla y ella le dice, «no te apures, yo estaré contigo, tu gente mi gente, tu Dios mi Dios… Mira, la muerte es lo único que nos va a separar». Yo me quedo boba, y yo digo, «¿así pensaría yo?»
Yo hubiera pensado, «ya es tiempo que alguien me trate bien ¡caramba!». ¿Verdad que sí? Pero cuando leo la Biblia, yo digo, «Señor, esa es la actitud, que cuando alguien me trate bien, yo pueda decir, qué lindo como usted me habla; qué agradable es usted, como usted me trata». Y cuando no te traten bien, también respondes de una manera que le agrade a Cristo. Y muchas veces la manera mejor para esas personas difíciles es callarte. «Señor, dame el don del silencio». ¡Uf! Ese es uno que yo necesito, el don del silencio.
Hablar mucho, como yo, hablar mucho no significa mucho. Obedecer mucho, significa mucho. Yo quiero estar en la Palabra, porque déjame decirte otra cosa, que cuando tú estás en la Biblia, aunque no la tengas tan memorizada como pastor Sugel, si vives en la Palabra –óyeme bien, si vives en la Palabra– cuándo oyes cosas que están fuera de orden, tú vas a… algo en ti va a hacer ¡ding, ding, ding! Oh, no, no,no, eso no dice la Palabra.
Yo acabo de oír un hombre que se paró, y dijo esto –¿te acuerdas la historia de Agar, la mamá de Ismael cuando Sara la echó?, dijo, «yo no quiero esta mujer aquí ni ese nene». Me da un coraje, porque yo le quiero decir a Sara, «y ¿quién empezó este problema?» ¿Verdad que sí? Pero por eso yo no estoy ahí; porque Dios dijo, es con esta. Pero ella se encuentra… se le acabó el agua y el nene empieza a llorar, y Agar dice, «no lo puedo ver porque aquí nos vamos a morir y yo no lo puedo ni mirar». Y el Señor le habla, y le dice, «Agar, mira», ¿y qué le mostró? Un pozo, y el que estaba predicando dijo, –Agar te quiero hablar– y el predicador dijo que ella dijo, «yo no te quiero oír».
Yo hice, ¿que qué? «Yo no te quiero oír, tengo tanto coraje contigo». Y empezó inventarse una conversación que Agar nunca tuvo con Dios. ¿Y por qué lo sé? Porque sé la historia, porque la he leído. Y algunas veces tomamos libertades diciendo ciertas cosas, pero no puede ser una libertad como esa. Una conversación entera, no, no, no. Yo dije, «Señor, esto no está correcto». ¿Y por qué lo sabía? ¿Porque soy tan erudita? No, porque he leído la Biblia, y digo, «así no es la historia».
Mi amor, tu corazón, ¿es un corazón bueno? ¿Tu corazón es un corazón sincero? ¿Te has dado cuenta que necesitas hacer lo que Cristo dice? Arrepentirse. Arrepiéntete, vuelve a Dios y confía en Él. ¿Te has arrepentido? ¿Has vuelto a Dios? ¿Quieres estar arraigada? Tienes que obedecer la Palabra. No solamente oírla, escucharla. Y que Dios te dé un corazón que quiera obedecer.
Yo a veces fallo en la obediencia, no quiero pero a veces fallo, porque esta carne es fuerte. Pero el Espíritu Santo es tan lindo, que me da convicción y le digo, «perdóname Señor». ¿Y sabes lo que Él siempre dice? Te perdono. Tal vez hay alguien aquí… en este momento yo quiero que tú, allí sentadita, pregúntate, «Señor, ¿he sido sincera contigo? ¿Tu Palabra es mi deleite? ¿Quiero meditar en ella día y noche?» Di la verdad. Dile al Señor, «no tengo esa hambre».
Dios me ha dado un hambre por Su Palabra. Dios me la dio, Dios me la dio, y cuando leo quiero leer más y cuando leo más, más lo amo. Y cuando más lo amas, más lo obedeces. ¿Quieres eso? Inclinen sus rostros. ¿Cuántas aquí quieren decir, «yo quiero ser sincera, yo quiero tener ese buen corazón que le pide al Señor perdón; que sinceramente le dice al Señor, me falta tanto Señor, quiero más hambre de ti, quiero obedecerte con gozo, quiero ser como Jesucristo, quiero ser como ese árbol que da fruto, o la semilla que cayó en ese corazón fértil y produce una cosecha enorme. Señor me falta eso, quiero eso».
Habrá alguien aquí que quiera levantar su mano y decir, «Damaris ora por mí porque yo quiero ser sincera, y quiero tener ese buen corazón; que me doy cuenta de mi error». Gracias Señor, gracias Señor por estas manos. Señor te decimos que te necesitamos, te decimos que queremos amar Tu Palabra y conocerla tan bien, que no importa lo que venga, la tormenta, la dificultad, la enfermedad, el problema, la falta de plata cuando la necesitamos, Señor; la falta de comida, lo que sea Señor, que nada, nada, nada nos haga pensar que no estamos bien. Señor queremos estar bien arraigadas en Tu Palabra. Queremos obedecer Tu Palabra, queremos amarte Señor. Continúa la obra Señor, en las que sí aman Tu Palabra. Continúa Señor en mi corazón. Ayúdame Señor. Ayúdanos Señor, para que salgamos de aquí, Señor, muy agarradas y muy arraigadas Señor en ti, porque estamos en Cristo. En Tu nombre te lo pedimos y te damos gracias. Digan: Amén.
Patricia: Amén. Dámaris nos ha animado a evaluar nuestra obediencia a Dios para saber si realmente estamos arraigadas en la Escritura y amamos al Señor. En el día de hoy, no permitas que este mensaje salga de tu mente y tu corazón sin tener algún efecto en tu vida. Busca al Señor con un corazón sincero y confía en Su misericordia y bondad.
Esta enseñanza es parte del mensaje enseñado por Dámaris Carbaugh en la Conferencia Mujer Verdadera 2020. El mensaje se titula, «Arraigadas en la Palabra». Ayer transmitimos la primera parte, así que si te la perdiste, escúchala en AvivaNuestrosCorazones.com.
Algunas mujeres que participaron en la conferencia nos compartieron cómo fueron ministradas. Una mujer escribió:
«Dios ha tratado conmigo de manera muy especial. Yo soy una persona que me afano mucho y digo no tener tiempo para escudriñar las Escrituras. Además digo no entender la Palabra de Dios. Pero cuando escuché compartir de la Palabra a la hermana Damaris, Dios habló a mi vida muy especialmente. He decidido, con la ayuda de Dios, cambiar y poner por prioridad a nuestro Dios antes que otra cosa. Gracias por esta conferencia».
Nos da mucho gozo leer los testimonios de cada mujer que ha compartido acerca de la obra de Dios en su vida.
Annamarie: Así es Patricia, y allí en la conferencia, Dámaris participó de una transmisión en vivo en la que nos habló acerca del rol de la Palabra de Dios en su vida. Escuchemos lo que ella compartió en conversación con Yamell de Jaramillo.
Damaris: Cristo vino, sabemos eso, eso pasó. Pero ahora que no está aquí, Él está en el cielo, nos envió el Espíritu Santo, ¿verdad? Pero la única manera de saber todo lo que Él hizo, todo lo que prometió, también enseñarnos todo lo que nos falta, el error, todo eso, nos dejó Su Palabra.
Yo viví toda mi vida escuchando mensajes lindísimos. Y gracias a Dios porque en realidad mucho de lo que oí sí me salvó. Yo sabía que había un salvador, yo sabía que murió por mí, sabía que Él era la respuesta, pero puedes saber todas esas cosas pero si no vives en la Palabra –y yo me encontré a los 33 años, sí creyendo en el Señor pero tan ignorante de la condición mía.
Y entonces cuando me arrepentí quería hacerlo todo bien, pero me sentía como «ni sé cómo. No sé ni cómo hablarle a alguien de cómo venir a conocer a Jesucristo, Señor, cómo hago esto?» Y Él me dijo: Mi amor lee la Biblia, ahí está todo. Entonces por eso hablé de 2 Timoteo 3:16: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y nos corrige, nos instruye, nos reprende, todas esas cosas; y nos enseña cómo corregir cuando estamos mal. Para equiparnos» (paráfrasis). Me di cuenta de eso y entonces dije: «Señor gracias, y ayúdame a mantenerme en la Palabra».
Yamell: Amén. Algo que me gusta que dices es que oías mensajes, conocías y creíste en el Señor, pero no estabas en la Palabra.
Damaris: No.
Yamell: Entonces, definitivamente, nos toca estar en la Palabra. Tú dijiste algo que me encantó, «no leas solamente el primer capítulo de la vida de Rut, léelo completo». O sea, lee la Biblia porque es la única forma en que vas a saber quién te dice lo correcto y lo que no es correcto.
Damaris: Sí, muchas veces nosotras, si somos creyentes, leemos dos o tres versículos en la mañana, y algunas veces uno de esos versículos nos habla, pero yo digo, no puedes vivir con solamente un versículo, tienes que…te lo quiero decir de esta manera: Te estás perdiendo de algo tan glorioso. Porque tampoco quiero decir, lee la Biblia como, ¡¿qué? ¿No estás leyendo la Biblia?! No, es un gozo.
Yamell: Exacto, no es algo mandatorio, no es un check list.
Damaris: El salmista en el Salmo 1, su deleite es la ley. Y yo digo, Dios mío, enséñame lo que es deleitarme en Tu Palabra.
Yamell: Exacto. Y que,«Tus mandamientos son más dulces que la miel». Mandamientos…
Pero es eso que tú dices, enséñame a deleitarme.
Damaris: Sí, porque yo también quiero dejarte con esto, que es un gozo estar en la Palabra. No te lo quiero decir como que si no estás en la Palabra Dios te va a castigar, no, es que estás perdiendo lo mejor. Así que te invito a algo tan lindo, tan precioso. Es como si yo te dijera: ¿Has probado eso? ¿No has probado el mangú?
Yamell: Déjame decirte que tengo dos años que no como mangú porque como estoy en Colombia…dos años sin comer mangú.
Damaris: Pero yo nunca voy a saber qué es eso hasta que lo pruebe. Hasta que tú no comas de esa Palabra, del pan de vida, no vas a saber lo que te estás perdiendo. Te quiero inspirar, y me ha corregido pero no me condena. Me corrige pero no me condena.
Yamell: Wow, me corrige pero no me condena. Increíble.
Annamarie: Si has estado escuchando estos programas por algún tiempo, sabrás que al inicio de cada uno te recordamos la lectura bíblica del día. Esto es en base al reto Mujer Verdadera 365, una iniciativa de Aviva Nuestros Corazones, para leer la Biblia de tapa a tapa este año 2020. Dámaris y Yamell nos hablan un poco más acerca de esto.
Yamell: Damaris, no sé si sabías, pero me imagino que sí, que nosotras hemos iniciado este año en Aviva Nuestros Corazones, lo que ha sido nuestro reto de leer la Biblia completa el año completo. Y cuando Laura, que fue en quien Dios puso eso en su corazón, y en todas, cuando iniciamos era como…¿será? Yo me acuerdo que yo decía, cuando lleguemos a Levítico, nos vamos a cansar. Pero ha sido precioso ver todas las hermanas, todos los días en la Palabra.
Algunas hermanas decían, yo nunca había leído la Biblia completa, nunca había pasado del Éxodo, nunca había llegado a Levítico. Muchas personas, dicen, wow, Números, ha sido hermoso. Yo quiero que tú finalmente, las animes, a aquellas que dicen, ay, no…quiero que las animes a que se unan al reto.
Damaris: Mira, el reto es de leerla 365 días al año, ¿verdad? Pero si yo te dijera: Yo voy a hacer un reto de comer todos los días, no sería un reto porque lo voy a hacer. Y ¿por qué? Porque yo tengo que comer porque es saludable, o porque me gusta comer. Yo como porque me gusta comer. Así que yo digo: Te invito mi amor a este banquete que es la Palabra de Dios. Te estás perdiendo algo lindísimo, y mira, el Señor me ha dicho muchas veces cuando le pregunto a una muchacha o a una Señora: ¿Tú vives en la Palabra? ¿Tú lees la Biblia? Y me dicen: De veras que no. Y algunas veces casi les quiero regañar bien fuerte y el Señor me dice: Damaris, cálmate, ten misericordia porque por cuántos años yo tuve misericordia contigo.
Así que cuando te dicen eso, diles: Mi amor, Dios te invita, Él te invita, yo no. Él te invita. Él dice, ven y prueba, cómo se dice eso?
Yamell: Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Damaris: Es un reto lindísimo. Mi papá me decía cuando no quería hacer algo pero él quería que yo lo hiciera. Decía: Tírate de cabeza.
Yamell: Eso es muy caribeño. Damaris, gracias por compartir contigo, gracias por animar a las mujeres, y sobre todo, gracias por siempre animarnos a vivir en la Palabra de Dios.
Patricia: Este reto vino de la mano con un recurso hermoso. Se trata de la Biblia Mujer Verdadera 365. Puedes enterarte de todos los detalles acerca del reto y de esta Biblia, en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Y algo muy importante que hicimos en la conferencia fue orar para que Dios nos arraigue en Su Palabra y use estos recursos para Su gloria. El pastor Fausto González nos dirigió en oración. Escucha y hazla tuya ahí donde estás.
Fausto González: Padre santo, qué gran bendición Tu Palabra en nuestras manos. Que pueda entrar a nuestra nuestra mente y corazón, y echar raíces para la eternidad, para Tu reino Señor. Yo te pido Señor, que de las mujeres que están aquí que todavía no han iniciado la lectura de la Biblia, y de las mujeres que están viendo desde casa en otros lugares del planeta, que esta oración, que este tiempo juntos sea la llama que Tú enciendas para que ellas comiencen a leer la Palabra de Dios. Porque como se ha dicho hasta este momento, no podemos estar arraigados si no es en Tu Palabra.
Si no es en Tu Palabra estaremos arraigados en otras cosas Señor. Necesitamos echar raíces en la verdad; que podamos ser portavoces de Tu verdad. Gracias por este esfuerzo, gracias por poner esta iniciativa en el corazón de Laura y Jackie, y gracias por cada mujer que ha tomado la decisión de leer Tu Palabra para ser transformada, y por las miles y miles de mujeres en América Latina y en el mundo hispano, que Tú vas a traer a la verdad, a través de este recurso. Lo dedicamos a ti, Señor, no es obra de hombres, no es obra de mujeres. Es Tu instrumento en manos de estas mujeres para el avance de Tu evangelio y el crecimiento de tu iglesia, hasta que lleguemos a Tu presencia. En el nombre de Jesús, amén y amén.
Patricia: ¡Amén! Y hace tan solo unos días celebramos medio año en el que hemos perseverado juntas en este reto, puedes encontrar esa serie de programas en AvivaNuestrosCorazones.com. Se titula «Perseveremos juntas en la Palabra de Dios».
No importa si te uniste hace poco, si te has cansado en el camino o si empezaste desde el primero de enero; te animamos a perseverar y sobre todo, como escuchamos de Dámaris, a escuchar a Dios a través de Su Palabra.
Annamarie: Perseverar no siempre es fácil. ¿Cómo lo logras? Mañana, Nancy DeMoss Wolgemuth nos ayudará a responder esta pregunta.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Queremos todos esos resultados. Queremos paciencia, perseverancia, queremos ese carácter probado, queremos esa esperanza, pero la queremos sin tener que pasar por las pruebas ni por las aflicciones, ¿no es así? Aquí está el asunto: Si no tienes pruebas, no vas a desarrollar raíces fuertes y profundas. Las pruebas fortalecen tus raíces, fortalecen tu fe.
Annamarie: Acompáñanos mañana para escuchar esta enseñanza aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Arraigadas en la Palabra de Dios juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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