Arraigadas en la Palabra de Dios (Chris Brooks, parte 2)
Patricia de Saladín: Hoy el pastor Chris Brooks te invita a evaluar la condición de tu corazón.
Chris Brooks: Es solo cuando tenemos un nuevo corazón que vamos a poder recibir la Palabra de Dios, y entonces evidenciarlo porque hacemos la obra de Dios. Gracias a Dios que Él ofrece ese trasplante de corazón.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Patricia: Nos encontramos en la serie titulada Arraigadas: Firmes en un mundo que se tambalea. En cada episodio has estado escuchando enseñanzas que fueron impartidas en la conferencia Revive del año 2021, y fueron traducidas simultáneamente al español.
Ayer escuchaste la primera parte del mensaje del pastor Chris Brooks titulado Arraigadas en la Palabra de Dios –el cual se basa en la parábola del sembrador que habla de una serie de terrenos. Y hoy vamos a retomar …
Patricia de Saladín: Hoy el pastor Chris Brooks te invita a evaluar la condición de tu corazón.
Chris Brooks: Es solo cuando tenemos un nuevo corazón que vamos a poder recibir la Palabra de Dios, y entonces evidenciarlo porque hacemos la obra de Dios. Gracias a Dios que Él ofrece ese trasplante de corazón.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Patricia: Nos encontramos en la serie titulada Arraigadas: Firmes en un mundo que se tambalea. En cada episodio has estado escuchando enseñanzas que fueron impartidas en la conferencia Revive del año 2021, y fueron traducidas simultáneamente al español.
Ayer escuchaste la primera parte del mensaje del pastor Chris Brooks titulado Arraigadas en la Palabra de Dios –el cual se basa en la parábola del sembrador que habla de una serie de terrenos. Y hoy vamos a retomar esa enseñanza. Y para eso permíteme primero leerte la parábola. Se encuentra en Lucas capítulo 8, comenzando en el versículo 8.
«El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrarla, una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron. Otra parte cayó sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó en medio de los espinos; y los espinos, al crecer con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en tierra buena, y creció y produjo una cosecha a ciento por uno…» (vv.5-8).
Chris: Entonces Él continúa diciendo algo muy interesante en Lucas 8, el versículo 8: «El que tiene oídos para oír, que oiga». En hebreo es shema (escucha, oh Israel). En Deuteronomio 6 –el hebreo antiguo no tenía mucho vocabulario– el hebreo antiguo de donde esto sale, solo tiene 8000 palabras, comparado al inglés moderno que tiene 40000 palabras. Esto significa que cada palabra tiene múltiples significados; de manera que cuando tú lees esto aquí, lo que se quiso decir o lo que significó en el oído de la audiencia, es más que simplemente oír o poner atención a lo que se está diciendo. Significa obedecer, estar listo para responder.
Cuando Él dice: «aquel que tiene oídos para oír que oiga», no simplemente está diciendo, escucha. Él dice, ten un corazón listo para responder a lo que se te está diciendo. ¿Cómo sé que he recibido la Palabra de Dios? Cuando obro la Palabra de Dios. ¿Cómo sabes que estás arraigada en la Palabra? Cuando haces la Palabra, cuando obras la Palabra de Dios.
En nuestra iglesia nos hemos estado enfocando en misión global, y hemos iniciado una iniciativa, misión global 100. Esta es la obra que ellos están haciendo, movimiento que empezó D.L. Moody en los 1800; invitó a jóvenes a venir a comprometer su vida a la iglesia global y alcanzar el mundo para Jesús. Y cuando vemos la edad promedio de los misioneros, vemos que eran mayores; nos hace falta gente más joven.
Hemos estado predicando y enseñando sobre esto a cien jóvenes de nuestra iglesia que respondan el llamado a las misiones globales. En nuestros campus han oído estos mensajes; pero recientemente un joven vino a nosotros, su nombre es Andrés; y Andrés viendo lo que está pasando en Afganistán se está preparando para ir a las misiones. Yo he escuchado del Señor, dijo Andrés, que pase el resto de mi vida alcanzando a la gente de Afganistán con el evangelio. Entonces nos reunimos los ancianos y oramos por él y enviamos a Andrés, quien ahora está en Asia, cerca de Afganistán, ministrando a refugiados afganos. Traigo esta historia porque es un ejemplo de lo que significa estar arraigados en la Palabra de Dios. ¿Cómo sabes que estás arraigada en la Palabra de Dios? No por los podcast que escuchas en tu teléfono; no por los sermones que has escuchado; no por las citas que pones en Twitter.
Jesús es más que un salvador de Twitter. Sabemos que hemos recibido la Palabra de Dios cuando hacemos la obra y el trabajo de Dios. Cuando tú dices: Sí, Señor, tu sierva escucha, es porque vas a obedecer. Entonces la obediencia revela que estamos arraigados en Su Palabra. Jesús continúa diciendo en el versículo 11: «La parábola es esta: la semilla es la Palabra de Dios. Él está aclarando este detalle. En esta parábola la semilla que se está plantando es la Palabra de Dios.
Y ahora Él va a ir a los distintos suelos, a los distintos tipos de terrenos. Yo quiero que por un momento vean lo que Él no describe. Él no describe al sembrador; no que el sembrador no sea importante, pero eso no es lo pertinente, quién es el sembrador no es lo importante. Nos preocupamos tanto por el sembrador, creemos que el sembrador es más importante que la semilla. No te permitas estar tan enamorada por la fama y la identidad de los sembradores –la escuela a la que fueron, su resumé, su currículo– si ellos no te dan la semilla, qué te importa el sembrador.
Lo que me gusta de esta conferencia y del corazón de Nancy para ti, es que ella está comprometida a traer charlistas –no porque sean populares o por su fama– sino por su manejo de la semilla. Damas, yo quiero animarlas a que si vas a ser una mujer arraigada en la Palabra, tienes que estar más enamorada de la semilla que de los sembradores.
Dios puede usar a cualquier sembrador, alguien que viene de una familia rota, alguien que tenga una educación de bachillerato, un doctorado…a Dios no le importa eso. Lo importante no es el sembrador, es la semilla. El sembrador no trae nada importante a esta historia, pero sí la semilla. La semilla es la que nos cambia, la semilla es la Palabra de Dios. Entonces ¿qué tal de los suelos? El versículo 12: «Aquellos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven». Ese es el primer tipo de suelo.
El segundo, versículo 13: «Aquellos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben. La semilla que cayó entre los espinos, son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura». Hasta ahora ninguno de estos tres terrenos ha servido.
En el versículo 15 dice: «Pero la semilla en la tierra buena, son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia». Damas, la pregunta, el propósito y la moraleja de esta historia es clara: es confrontar al lector con una pregunta, ¿qué tipo de suelo eres tú? ¿Qué tipo de suelo es tu corazón? Él nos da una imagen de cuatro corazones. Primero el corazón duro, el corazón que no recibe, el corazón que rechaza, el corazón que está tan amargado, tan herido, tan dañado, que no puede ni siquiera recibir la esperanza y la verdad que se le está dando en Cristo.
Algunos que están viendo y algunos presentes aquí –quizás tú has pasado por tantos dolores, que te has hecho cínica. Y aún ahora mismo, mientras esta palabra se está lanzando a tu corazón, no está penetrando porque el diablo no quiere que tú recibas lo que te puede sanar de Su Palabra. El segundo corazón es un corazón superficial, es esa persona que recibe con mucho ánimo, «sí, esto es cierto», pero entonces viene cualquier problemita, cualquier cosa que pasa y vienes a Jesús y te resuelve tu problema y ya no va a haber más dolor… Aunque la Biblia no promete que aunque somos salvos de la penalidad del pecado vamos a ser salvos de las consecuencias del pecado.
Mientras estemos en este mundo va a haber dolor; pero cuando ponemos nuestra confianza en Cristo, Él está con nosotros en medio del dolor. Él es Emmanuel, Dios con nosotros. Este corazón superficial recibe la Palabra rápidamente, pero entonces se va en cuanto viene la primera prueba. ¿Qué tipo de suelo, qué tipo de corazón eres tú?
El tercer corazón es un corazón dividido, un corazón que de nuevo, recibe la Palabra con deseo. La persona se bautiza y profesa a Cristo, pero entonces las preocupaciones de este mundo empiezan a filtrarse, y en el versículo 14 dice: «son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida». Este versículo no me deja dormir a veces en la noche porque reta mi corazón y mi relación con Dios. Tengo tantas preocupaciones en esta vida, tengo familia que me preocupa, tengo un hogar por el cual preocuparme, tengo un carro que hay que reparar, y ninguna de estas cosas es mala, esas preocupaciones no son malas, pero cuando toman preeminencia por delante de la semilla, van a ahogar la Palabra de Dios.
Yo no sé tu corazón qué suelo es, pero esta parábola me pregunta qué suelo soy yo. El cuarto corazón es el buen corazón. Sabemos que nuestro corazón es el bueno –no solo porque recibe la Palabra– sabemos que hemos recibido la Palabra cuando hacemos la obra de Dios. El hecho de que produce fruto espiritual es vivir la Palabra. Jesús no quiere que seamos oidores simplemente, Él quiere que hagamos la Palabra. Esa es la imagen del buen corazón.
Ahora, esta es mi pregunta para ti: ¿Qué categoría eres tú? ¿En qué suelo caes tú? Déjame decirte algo: para leer correctamente la parábola es importante que tú te ubiques en la historia, en la parábola. Si es esta parábola o la del buen samaritano, es importante que te ubiques, ¿dónde me encuentro yo en esta parábola? Siempre vamos a querer identificarnos con el bueno de la parábola. Vamos a decir, «ese soy yo», «yo quiero ser ese»; pero cuando leemos estas historias queremos levantar nuestra mano y decir, «yo soy el buen corazón, el buen suelo».
La historia no se nos da para afirmarnos, se nos da para afirmar a Dios. Probablemente estás leyendo la historia bien cuando te identificas con los malos de la película, los malos de la parábola, cuando te miras a ti mismo y dices, «Señor estoy tan desesperadamente necesitada de un salvador». Ahora, para aquellos que nos vemos tentados a decir, «yo soy el buen suelo», déjame recordarte Romanos 3:10: «No hay justo, ni aun uno». Ninguno de nosotros es justo. Este es el problema de la parábola, la desesperación que nos da cuando entendemos correctamente que Jesús está demandando que yo tenga un buen corazón, pero ya me ha dicho que yo no tengo un buen corazón, que no puedo tener un buen corazón, que ninguno de nosotros es justo. No hay uno.
Él le dijo al joven rico: «Nadie es bueno, sino solo uno, Dios». Entonces eso me deja en una situación desesperada, sabiendo que mi corazón no es bueno, pero sabiendo que el único suelo que produce fruto es el buen corazón; y es ahí que Dios me quiere. Él me quiere en un lugar donde yo reconozca que, a menos que tenga un trasplante de corazón, nunca voy a estar arraigado en Su Palabra. Es imposible pararme aquí frente a ustedes y decirles que estén arraigadas en la Palabra de Dios cuando su corazón no está bien. Sería inservible decirles que sean mujeres arraigadas en la Palabra y darles algunas técnicas de cómo encontrar los secretos de la Escritura, como si fuera una llave misteriosa, si tu corazón no está bien.
Mi mensaje para ti es que nosotros estamos desesperados por un trasplante de corazón, y es solo cuando tenemos un nuevo corazón que vamos a poder recibir la Palabra de Dios y evidenciarlo porque hacemos la obra de Dios. Gracias sean dadas a Dios que Él ofrece el trasplante de corazón. Tú no puedes purificar tu propio corazón. No puedes cambiar tu corazón, pero Él fue a esa cruz para pagar tu pecado de manera que tú puedas tener un nuevo corazón. Y en el nuevo pacto que es ratificado por Su sangre, que promete –de acuerdo a la Escritura– que Él nos dará nuevos corazones de carne por nuestros corazones de piedra, cuando pongamos nuestra fe y confianza en Él, por Su sangre. Para que cuando yo tome la comunión sea recordado de que por Su muerte en la cruz y Su resurrección Él ha hecho posible que yo tenga un nuevo corazón, un buen corazón que pueda ser buen suelo para recibir la Palabra y producir buen fruto.
Te invito a recibir del Maestro un nuevo corazón. A veces has buscado en tu corazón y has dicho, «yo tengo un corazón dividido, tantas direcciones, tantos amores, tantas metas. Pero Jesús, yo quiero que Tú seas mi amor primario. Dame un corazón limpio». Quizás hoy buscas en tu corazón y dices, «mi corazón es rocoso, es amargado, está lastimado, tantos han caminado por encima de mi corazón que yo necesito un corazón limpio. Dame Señor un corazón limpio y puro». Quizás tú has visto tu corazón y dices, «mi corazón es muy superficial, en un mundo de Instagram donde nada es real y todo se ve superficial. Señor, yo necesito un corazón limpio».
El salmista David se encontró en esa situación y nos dio estas palabras –mientras cierro hoy en el Salmo 51:10: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí». Quiero motivarte hoy, mujer de Dios, a que estés arraigada en Su Palabra. Si vas a estar arraigada en Su Palabra necesitas un nuevo corazón. Un corazón que reemplace el corazón herido, el corazón duro, el corazón dividido, el corazón superficial; un corazón que sea de parte de Dios, buen suelo, que reciba la buena semilla de Su Palabra para que produzca fruto para Su gloria.
Quiero que bajes tu cabeza y cierres tus ojos por un momento, y en el silencio de este momento quiero que le preguntes a Dios por el regalo que solo Él puede dar. No podemos limpiar nuestros corazones, no podemos. No podemos renovar nuestros corazones, necesitamos un salvador para eso. Alabamos a Dios que ha venido, y que nos ofrece hoy nueva vida en Él.
Padre, te buscamos, te miramos a Ti. Esta parábola nos lleva a una verdad que nos confronta; algo que quizás no esperábamos. Creíamos que necesitábamos un milagro, una promoción, un líder político diferente, un nuevo trabajo, pero Tú, Señor, nos ofreces lo que necesitamos en verdad, un nuevo corazón. De manera que hoy oramos que recibamos Tu regalo de nueva vida en Cristo. Ayúdanos Señor a tener un corazón que anhele Tu Palabra, que anhele adorarte, que se despierte diariamente anhelando Tu verdad, que mire a Ti Señor cada día para recibir Tu dirección, la inspiración de Tu Palabra, la suficiencia de Tu Palabra. Tu Palabra es la verdad.
Que nuestros corazones sean corazones de parte tuya, que reciban Tu Palabra, la vivan y produzcan fruto, y hasta el regreso de nuestro Señor Jesucristo. En Su nombre, amén.
Patricia: Amén. Cuánta esperanza trae a nuestras vidas recordar que Dios ha provisto un salvador para darnos un nuevo corazón. Y tú, ¿has recibido ese nuevo corazón? El pastor Chris Brooks te ha recordado que a menos que lo recibas, no podrás estar arraigada en la Palabra de Dios. Pero hoy, por la gracia de Dios, puede ser tuyo si se lo pides.
Y si ya tienes un nuevo corazón, Dios quiere que recibas Su palabra a través de la fiel lectura de la Escritura y la obediencia a ella, de modo que puedas verle como Él se ha revelado, que puedas verte a través de Sus ojos, y ver el resto del mundo correctamente.
Esto es algo a lo que te animamos constantemente en Aviva Nuestros Corazones. De hecho, escucha lo que Betsy Gómez compartió con las jóvenes en un episodio del Podcast Joven Verdadera. Ella inicia con un ejemplo de algo que nos sucede a muchas de nosotras –¡si no a todas!
Betsy: No sé si te ha pasado como a mí, que he pensado que hacer un devocional se reduce a leer los capítulos que tengo que leer en el día, y orar por las peticiones que tengo. Marco eso en mi agenda como algo que ya logré, algo que hice y me voy a hacer todo lo demás que me toca en el día. En ocasiones nos sentimos muy bien cuando las cosas van bien, y somos regulares. Pero cuando fallamos, sentimos que caemos como en un espiral descendente y nos sentimos agotadas y frustradas, porque por más que lo intentamos sentimos que no podemos dar la talla en nuestra relación con Dios.
Y déjame decirte que este ciclo –en una joven– puede lucir como esto:
Día 1: Me siento muy motivada para buscar a Dios. Lo amo con todo mi corazón. Comenzaré a orar media hora e iniciaré un plan de lectura bíblica.
Día 2: Ya tengo mi libreta de apuntes. Estoy recolectando los motivos de oración de todos mis amigos, es más, abrí un chat para compartir todo lo que voy aprendiendo en la Palabra de Dios. Por fin estoy buscando a Dios y siento tanto gozo al hacerlo.
Día 3: Ay, me quedé dormida esta mañana. Pero esta noche sin falta voy a hacer todo lo que tengo pendiente. Al llegar la noche, hoy oraré acostada, estoy muerta del cansancio. Señor, tengo la Biblia aquí en mi mano pero no tengo fuerzas ni para abrirla. Gracias, Padre.
Día 4: Qué mal me siento. Hoy tengo el triple de capítulos por leer y el doble de peticiones por orar. Perdóname Señor, no sé si me dará tiempo.
Pasan los días…
Día 7: Soy un desastre. Yo sabía que no iba a lograrlo. Realmente no soy ni siquiera digna de ser llamada hija de Dios. Si yo realmente amara a Dios, Él sería mi prioridad; pero no tengo cara para presentarme delante de Él después de haberle fallado tanto. ¿Será que yo no soy cristiana? Yo creo que no puedo hacer esto. Ya no sé qué hacer.
Esa chica que acabamos de describir tenía su esperanza en sus propias fuerzas para ser constante, y su meta era poner un cotejo en la casilla devocional en su agenda. Cada día nosotras tenemos un objetivo completamente diferente. ¿Vamos a leer la Biblia todos los días? Sí, pero nuestras esperanzas están en Cristo, no en nosotras. Nuestras fuerzas están en Cristo.
Patricia: Encuentra este episodio completo del Podcast Joven Verdadera en la transcripción de este programa, en avivanuestroscorazones.com. Y, ¿por qué no?, compártelo con jóvenes que conozcas, de modo que ellas también sean animadas a arraigar sus vidas en la verdad de la Palabra de Dios. Y asegúrate de acompañarnos el lunes para escuchar el mensaje que Mary Kassian impartió en la conferencia Revive'21.
Y hablando de conferencias, ¡recuerda apartar la fecha! Del 31 de marzo al 1 de abril del próximo año 2023. Estaremos llevando a cabo la Conferencia Mujer Verdadera 2023 titulada, «Libertad, plenitud y abundancia», en Guadalajara, México. Inscríbete en MujerVerdadera23.com para recibir notificaciones sobre el registro y otras actualizaciones. Y, ¡nos vemos en Guadalajara!
Annamarie: Arraigadas en la Palabra de Dios juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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