Arraigadas en comunidad (Dannah Gresh)
Patricia de Saladín: Con nosotras Dannah Gresh.
Dannah Gresh: Te puedo sugerir que la comunidad verdadera no sucede cuando nos juntamos como personas piadosas perfectas. La iglesia no es un club social donde todos nos comportamos de la misma manera, la iglesia es un hospital. La manera de conseguir realmente ese sentir de estar juntos es cuando somos pecadores humildes, y quebrantados que no tenemos miedo de contar nuestro pecado las unas a las otras. La iglesia es un hospital para las que comprenden que están enfermas y continuamente se están recuperando de una condición fatal.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Patricia: En términos tecnológicos, cada vez hay más maneras en las que podemos conectarnos unos con otros. ¡Y en un mundo así pensaríamos que nadie se siente solo! Pero los estudios han demostrado que en realidad …
Patricia de Saladín: Con nosotras Dannah Gresh.
Dannah Gresh: Te puedo sugerir que la comunidad verdadera no sucede cuando nos juntamos como personas piadosas perfectas. La iglesia no es un club social donde todos nos comportamos de la misma manera, la iglesia es un hospital. La manera de conseguir realmente ese sentir de estar juntos es cuando somos pecadores humildes, y quebrantados que no tenemos miedo de contar nuestro pecado las unas a las otras. La iglesia es un hospital para las que comprenden que están enfermas y continuamente se están recuperando de una condición fatal.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Patricia: En términos tecnológicos, cada vez hay más maneras en las que podemos conectarnos unos con otros. ¡Y en un mundo así pensaríamos que nadie se siente solo! Pero los estudios han demostrado que en realidad cada vez más las personas se sienten solas y aisladas. Y puede que tú te identifiques con esto.
La Palabra de Dios nos llama a una vida de interrelación, y eso es de lo que Dannah Gresh nos hablará hoy. Escucharás la traducción simultánea de su mensaje impartido en la conferencia Revive '21, titulado, Arraigadas en comunidad.
Dannah: Cuando Nancy me asignóel tema de estar arraigadas en comunidad, empecé a meditar, a leer muchos libros, a leer las Escrituras, y al permitir que el Señor limpiara mi corazón, me encontré con una lista de pecados, cosas que son lo opuesto a la gratitud en mi vida. Voy a leer algunos, y yo quiero ver si te suena familiar alguno de ellos. No me voy a caer sobre la espada yo sola, te voy a preguntar si algunas de estas cosas también han estado en tu vida.
Quiero que puedas entrar humildemente en la presencia de Dios, después de leer esta lista, y quiero que te pongas de pie y ores conmigo. Aquí nos estamos poniendo un poco vulnerables… ¿Has hecho esto recientemente? ¿Intencionalmente, has ido a la iglesia 5 minutos tarde un domingo para no tener que lidiar con la gente? Ya se están parando… te iba a dejar que te pararas al final para que no tengas tanta pena, pero si quieres espera y nos paramos todas juntas.
¿Alguna vez has extendido tus vacaciones un día más para tener una excusa para no ir a la iglesia el domingo?
¿Te has quejado alguna vez porque tu esposo, amigo, pastor quería que fueras anfitriona de una reunión de la iglesia en tu casa, y te estresaba mucho?
¿Has decidido que no eres quejumbrosa sino que tienes el don espiritual del discernimiento?
¿Has disfrutado realmente la pandemia porque puedes ver la iglesia en tus pijamas en línea?
¿Has decidido seguir viendo la iglesia online?
¿Te has convencido de que realmente tú eres la excepción a Hebreos 10:25, que dice que no debemos dejar de congregarnos?
Por favor, ponte de pie si en algún momento alguna de estas cosas ha sido verdad en tu vida. No, no, no, tú sigue de pie, voy a orar y a pedir que Dios cambie nuestros corazones. Señor, Tú me has mostrado en mi corazón que estas cosas son lo opuesto a un corazón agradecido, revelan un espíritu quejumbroso y Tú estás convenciéndome de mi pecado. Y aquí estamos paradas delante de Ti, pidiéndote que nos ayudes, que estemos agradecidas por el cuerpo de Cristo con todas sus imperfecciones, que podamos participar en el avivamiento, en las grandes cosas que Tú deseas hacer en nosotras, y participar en vernos lucir más como lo que leemos en Hechos capítulo 2. Abre tu Biblia en el segundo capítulo del libro de Hechos.
Quiero leer con ustedes como se describe a la iglesia. Este es un pasaje que ha sido muy especial para mí por muchos años, y recientemente me he empapado en Él; y vi algunas cosas estas últimas semanas que quería compartir con ustedes.
Hechos 2:42-47: «Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración. Sobrevino temor a toda persona; y muchos prodigios y señales se hacían por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno. Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos».
Yo quiero esto. «¿Tú quieres esto? Quiero ver cuatro cualidades que describen a esta iglesia primitiva. Nosotros vamos a reflejar estas cualidades. Los cristianos de la iglesia primitiva eran dedicados, reunidos, generosos y gozosos. La iglesia primitiva estaba dedicada a estar arraigada en comunidad. Esta es una palabra griega que significa permanecer, persistir. Qué palabra para nosotros si nuestra iglesia está pasando alguna dificultad. Ellos ponían atención persistente a su pequeña comunidad de creyentes. Y ¿qué tan persistentes? Bueno, mira el versículo 46: «Día tras día continuaban unánimes», estaban reunidos día a día, esto es persistencia, perseverancia.
Tengo amigas que hacen ejercicio día a día y se nota…yo no. Tengo amigas que están dedicadas con persistencia a las redes sociales, lo hacen día a día, hora por hora. Estamos dedicadas a aquello que nos apasiona. Ellos estaban apasionados por la iglesia, entonces se reunían día a día. Y ¿cómo es que se reunían? El versículo 42 dice que asistían ahí con los apóstoles en el templo. Esto sería como el domingo en la mañana –probablemente– para nosotros, pero también dice que partían el pan en sus casas. Estas eran reuniones más pequeñas alrededor de una mesa. Algunos dicen que quizás era la cena del Señor y otros dicen, «no, comían pan, se alimentaban».
Y lo más probable es que eran ambas cosas. De cualquier forma, estaban alrededor de una mesa, en una reunión más pequeña y menos formal. Y aquí es donde aprendí algo. Ellos entendían un simbolismo con lo de la mesa, que quizás nosotros no. Porque para los judíos la mesa tenía un significado: la presencia de Dios. Ellos sabían que en el libro de Éxodo había una mesa que se construyó para poner en el tabernáculo, y sobre esa mesa se colocaban 12 panes. Cada pan representaba una tribu y este era el pan de la presencia, la mesa de la presencia de Dios.
Los creyentes primitivos tenían una idea de la presencia, la mesa representaba la presencia de Dios. No era donde se juntaba la correspondencia o donde se hacían las manualidades, era donde se reunían para experimentar la presencia del Dios del universo. Los cristianos son personas de la mesa porque experimentan la presencia de Dios ahí. Y esto tiene una implicación especial para nosotras como mujeres, porque nosotras tenemos la oportunidad de establecer tanto el ambiente como la mesa para la comunión cristiana.
¿Lo estamos haciendo bien? Yo tuve que confesar que el Señor me está mostrando que porque estoy muy ocupada y tiendo a querer que mi casa esté perfecta y que mi comida sea… ¡Oh! Que digan, «wow, ¿probaste el pie de manzana de Dannah? Yo quiero que digan eso al final, y me estresaba. Y recientemente mi esposo me dijo, «bebé, tú necesitas soltar eso de tener una casa perfecta y una comida completa cada vez que Dios quiere que abramos nuestra casa».
No me gustó mucho que me dijera eso, pero esa semana el Señor me mostró también un versículo que realmente estaba de acuerdo con mi esposo. Decía: «Sean hospitalarios los unos para con los otros, sin murmuraciones» (1 Pedro 4:9). Debemos mostrar hospitalidad unos a otros, no solo pasando y saludando el domingo en la mañana, y debemos hacerlo sin murmuraciones o quejas. Yo lucho con eso. Entonces, no necesitamos una casa perfecta, necesitamos corazones fieles.
Una de las mejores reuniones que he tenido alrededor de una mesa, fue en la casa de mi amiga Erin. Erin tiene un hogar hermoso, decorado, y en ese momento tenía dos niños chiquitos y a ellos también les gustaba decorar su casa con espadas y carros y balones…y después acostó a los niños y guardó los juguetes. Y había tres ingredientes en la comida que me preparó: maíz, sal y mantequilla.
Quiero decirte algo: en esa etapa loca de su vida como mamá, con solo palomitas, Erin Davis y yo, tuvimos comunión cristiana dulce. Dios no necesita casas perfectas, necesita corazones fieles. Así que he estado intentando decir, gracias, Señor, por la oportunidad de hacer que mi mesa sea un lugar donde las personas puedan experimentar la presencia de Dios. Estoy practicando, porque todavía me estreso. Y creo que eso no es lo que Dios tiene para mí.
La iglesia primitiva estaba arraigada en la comunidad juntos, reunidos en cercanía con otras personas, en compañerismo. Y quiero reiterar que aquí dice el versículo 44 que: «todos estaban reunidos», experimentaron compañerismo verdadero. Esto es importante porque creo que hoy en día hay muchas almas que se sienten solas y aisladas en nuestras iglesias, no sienten que están juntos. Tenemos que hacer algo sobre este problema.
El autor de Hebreos nos dice en Hebreos 10 versículo 22, que debemos acercarnos con corazón sincero, pero luego los versículos 24 y 25 dicen: «Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca». Debemos acercarnos con corazón sincero a Dios, y luego se nos dice que debemos acercarnos unos a otros. Las dos cosas son importantes. Todas tenemos sensibilidades y necesidades diferentes, y quiero ser cuidadosa, pero creo que durante la pandemia algunos nos hemos hecho al hábito de no reunirnos.
«Es que me gusta la iglesia en línea», me dicen algunas de mis amigas. Algunos están diciendo que probablemente una tercera parte de las personas que dejaron de ir a la iglesia durante el covid-19, nunca regresarán a la iglesia. No dejen de congregarse. No seas una de esas personas que se hace el hábito de no reunirse. Por favor deshazte de ese hábito. El aislamiento en el cuerpo de Cristo es uno de los medios que usa Satanás para obrar. 1 Pedro 5:8 dice: «Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente».
Hace un tiempo pudimos ir a África, y en el vehículo especial con esa guía especial del Safari, muy pronto empezamos a seguir unas leonas que andaban cazando, estaban buscando qué devorar. Y de repente, se vio un ñu salvaje, y el guía dijo, «ellas van a perseguir a ese ñu y lo van a matar». Y yo dije, ¿cómo sabes? Porque yo quería que sobreviviera el ñu. Lo van a devorar porque él anda solo.
Y Satanás quiere que tú te aísles porque te quiere devorar. Quiere que estés sola para devorarte con pecado, con egoísmo, con tentación. Los leones rugientes andan buscando a la presa solitaria. Tienes que estar junto a otras. Y quizás tú dices, «pues es que yo sí estoy, yo voy a las reuniones, pero todavía me siento aislada». Te puedo sugerir que la comunidad verdadera no sucede cuando nos juntamos como personas piadosas, perfectas. La iglesia no es un club social donde todos nos comportamos de la misma manera. La iglesia es un hospital.
La manera de realmente conseguir ese sentir de estar juntos es cuando somos pecadores humildes y quebrantados que no tenemos miedo de contar nuestro pecado las unas a las otras. La iglesia es un hospital para las que comprenden que están enfermas y continuamente se están recuperando de una condición fatal.
Tengo que decir que alguna vez me sentía tan sola, que llegué al punto de contarles a cuatro amigas alrededor de mi mesa ese pecado, ese pecado vergonzoso que yo había cargado. Pensé que cuando contara ese pecado me iba a sentir más sola, pero lo opuesto sucedió. Esa noche una de las que estuvo ahí en mi mesa me llamó para confesarme su pecado, un aborto que ella nunca había confesado. Y varios varios días después, otra de ellas estuvo en mi casa contándome de una vergüenza que ella había cargado, de que ella era víctima de abuso sexual y nunca le había contado a nadie.
Cuando estamos solas en nuestro pecado o en los pecados que otros han cometido contra nosotras, estamos solas. En Santiago 5, se nos dice que debemos confesar nuestros pecados los unos a los otros para ser sanados, y yo no te puedo contar cómo mi vida es un testimonio de esto. Yo sé cómo es cuando no quieres contar tu secreto, pero te puedo garantizar que del otro lado de tu confesión pública, hay una experiencia que solamente puedes experimentar delante del Señor. Él nos ha dado, nos ha regalado las unas a las otras para poder sanar nuestros corazones.
Dile a alguien, cuéntale a alguien y sé agradecida porque tienes hermanas con quienes confesar tus secretos más profundos. La iglesia primitiva estaba arraigada en comunidad por medio de la generosidad, y yo me emocioné. Encontré algo que nunca había visto antes. Estamos de regreso en Hechos en el versículo 45 del capítulo 2: «vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno». Estaban supliendo las necesidades, y los judíos sabían que esto tenía un significado muy especial. Esto es algo que debería estar sucediendo bajo la ley del Antiguo Testamento.
Voy a buscar en Deuteronomio 15:7-8: «Si hay un menesteroso contigo, uno de tus hermanos, en cualquiera de tus ciudades en la tierra que el Señor tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás libremente tu mano, y con generosidad le prestarás lo que le haga falta para cubrir sus necesidades».
¿Te suena esto a Hechos 2? Lo que sucedía era que la presencia de Dios no estaba en ellos al principio. Los judíos estaban haciendo esto porque era una obligación solamente y realmente no eran generosos. Pero cuando llega el Espíritu Santo, Su presencia los cubre y de repente, espontáneamente pueden hacer lo que deben hacer. ¿Te acuerdas que Jesús dijo que Él vino a cumplir la ley? Pues la presencia del Espíritu Santo dentro de ellos les permitía poder hacer lo que tenían que hacer.
Hubo una persona que quiso donar al ministerio al principio de la pandemia. El esposo perdió su su trabajo, la esposa era ama de casa, y eran donantes de nuestro ministerio, y nos llamaron y dijeron, «oren por nosotros porque tenemos que vender nuestra casa». Y estaban hablando con el que nos ayuda con las finanzas en nuestro ministerio, y decían, «estamos vendiendo nuestro hogar porque queremos buscar la manera de dar más al ministerio, aunque nosotros tengamos menos». Esto es el segundo capítulo de Hechos. Yo me sentía tan inspirada, y decía, «Señor, ayúdame a ser así como estas personas, porque todo lo que tengo es tuyo».
Solo por medio del Espíritu Santo pueden hacer eso, solo por el Espíritu Santo. ¿Sabes qué? Somos llamadas a completar las necesidades de otros. En el Nuevo Testamento encontramos muchos pasajes en que se menciona, los unos a los otros. Y Nancy enseña mucho sobre esto, ¿verdad? Ella ha repetido esto, «perdónense unos a otros, consuélense unos a otros, sírvanse unos a otros, oren unos por otros, lleven las cargas las unas de las otras». Seamos honestas sobre esto, esto no es conveniente, es muy inconveniente cargar con las cargas de otros. Es desordenado, es frustrante, pero déjame recordarte que la vida cristiana es una vida de llevar la cruz.
No queremos ser cargas las unas para las otras, pero es verdad. Mírame, mírame a los ojos. Tú eres una carga. Así debe ser. Tú eres una carga para que yo pueda recibir la bendición de cargar contigo tu carga. Cuando tenemos ese orgullo falso de no pedir ayuda, esa es una de las razones porque no abrimos nuestras mesas lo suficiente. Y qué tal si abriéramos la mesa y te dijera, «oye, ¿puedes recoger los juguetes mientras yo hago las palomitas? Eso es cargar las cargas las unas de las otras. La vida cristiana es una vida de llevar la cruz. Cristo dijo, «si quieres venir en pos de mí, niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme». Esto podría hacernos lucir tan diferentes… Si permitiéramos que el Espíritu nos llenara de tal manera que la presencia de Dios obrara en nosotras, de tal manera que llegáramos a poder llevar las cargas de una forma que el mundo no comprendiera, dirían, «wow».
En un mundo que descarta las relaciones inconvenientes y desordenadas al punto de tener esta cultura de cancelación, sabes que cuando tú estás en una amistad con una hermana en Cristo que es difícil, no cancelas a la persona, cancelas la deuda, perdonas. Cuando estás en un matrimonio que es desordenado, inconveniente hasta el punto del divorcio, hermana tú nunca eres necia cuando eres parte de la historia de la redención en la vida de un hombre. Dios no quiere que te quedes en una relación abusiva, pero si tú estás casada con un hombre un poco desordenado y pecaminoso que deja sus calcetines sobre el piso –como todas las que estamos casadas– debes llevar las cargas los unos de los otros. En un mundo que descarta las relaciones inconvenientes y pesadas, al punto de decir que es el derecho de una mujer abortar a un bebé, quiero que sepas que cuando Dios está formando un niño dentro de ti, te está invitando a que te pongas sobre una cruz, así como Él lo hizo.
Te está invitando a que tú rindas la vida como tú la quieres, y como planeas vivirla, y Él va a traer un significado completamente nuevo a tu vida, para recibir a otros y cuidar a otros y servir a otros. Seamos mujeres que digamos, «gracias Señor, por esa carga inconveniente y desordenada de llevar las cargas de mis hermanas». La iglesia primitiva experimentó la comunidad con corazones gozosos. ¿Qué significa eso? Estaban agradecidos, estaban felices. ¿Eso significa que todo estaba súper bien? No. ¿Sabes qué? Unas semanas antes de esto, estos eran creyentes que se andaban escondiendo porque temían por su vida, vivían bajo un gobierno opresivo, no era fácil lo que ellos estaban haciendo. Y la comunión cristiana puede convertir días tristes en días felices.
Ojalá que mis días estuvieran llenos de escribir, leer y estudiar, pero no todo es eso. A veces tengo que estar revisando documentos, tengo que entregar trabajos a tiempo, contestar muchos correos. No siempre tengo mucha pasión por todos los días de mi semana. ¿No tienes días cuando simplemente no sabes cómo vas a terminar? Uno de esos días me estaba quejando, y una amiga, Janet, que es parte de mi iglesia, invitó a otra amiga a salir a comer comida mexicana, pero a mí no me invitó. Y yo dije, «yo no quiero trabajar, yo también me voy a invitar a mí misma». Pero ese día yo estaba tan desanimada, cargada…como la ropa que necesita lavarse y las cuentas que hay que pagar…como esa carga.
Pero ahí, con totopos y salsa, empezamos a hablar de Jesús. Mi corazón estaba muerto cuando me senté en ese restaurante; y cuando me fui porque habíamos hablado de las Escrituras y de lo que Dios estaba haciendo y lo que Dios necesitaba hacer, y eso fue como que el Espíritu movió mi corazón. Y regresé y dije, «qué bien, puedo revisar los documentos». La comunión cristiana nos cambia. Cuando estaba estudiando esto que dice que los creyentes estaban gozosos, ¿has sentido que a veces el Espíritu Santo toma un marcatextos y te dice, «pon atención a esta palabra»?
Yo no sabía, pero el Espíritu Santo sí sabía que yo necesitaba aprender acerca de la alegría, el gozo porque venía una prueba, una carga que yo no quiero cargar, lágrimas que no quiero verter. Dios ha hecho algunas cosas hermosas desde el principio de la pandemia, y se sentía como que íbamos en dirección a Hechos 2, y a Satanás no le gustaba. Y estoy aprendiendo que la alegría o el gozo no surgen de la condición de nuestras circunstancias, es como un gozo milagroso a pesar de nuestras circunstancias alrededor.
Ayer en la mañana todavía no había entendido del todo esto de la alegría, y me llegó un mensaje de texto de alguien de mi iglesia, y ella no sabía lo que yo iba a enseñar hoy, ella a lo mejor ni sabía que yo iba a venir, pero me mandó un mensaje y me dijo, «espero que el Señor avive tu alegría». ¿Es una oración normal la que me mandó? También me mandó un enlace de un canto, un himno de adoración basado en el Salmo 92. El Salmo 92:4 empieza: «Porque Tú, oh Señor, me has alegrado con Tus obras». A veces cuando pasamos por tiempos de dolor, es la presencia de Jesús lo que nos atrae, lo que hace que podamos mantenernos gozosas.
¿Sabes qué? Si te ha lastimado alguien de tu iglesia, no son las personas que nos hacen gozosas, a veces nos vamos a provocar tristeza entre nosotras. Pero ahí es donde otras personas ayudan a llevar las cargas y tenemos que cargar esa cruz que el Señor pone sobre nosotras. Ahí se mueve el Espíritu Santo dentro de nosotras y Satanás intenta quitarnos el gozo. Pero por eso necesitamos la presencia de Cristo. Nosotras no podemos con el pecado, solamente con la presencia de Él en nosotras.
Regresa a Hechos capítulo 2. Pedro está predicando el mensaje de la salvación a las multitudes y aquí estamos hablando de estar arraigadas en un mundo que nos sacude. Pedro estaba compartiendo el evangelio por la primera vez públicamente, y él cita a David en Hechos capítulo 2 versículo 25:
«Veía siempre al Señor en mi presencia;
Pues está a mi diestra para que yo no sea sacudido.
Por lo cual mi corazón se alegró y mi lengua se regocijó;
Y aun hasta mi carne descansará en esperanza».
El mundo está conmovido, pero yo no tengo que estar conmovida; yo puedo meterme a esa comunidad que me permite experimentar la presencia de Cristo, porque donde dos o tres están reunidos ahí estoy Yo. Puedo estar agradecida por esa comunidad no importa cuán desordenada sea. Voy a estar agradecida que el Señor –no las personas que están ahí– sino el Señor mismo es la fuente de nuestro gozo, no la circunstancia.
Patricia: Dannah Gresh nos ha estado mostrando la importancia de estar arraigadas en comunidad, y hacerlo con gozo –porque Jesús mismo es la fuente de nuestro gozo aún en medio de circunstancias difíciles.
¿De qué maneras serían diferentes nuestras iglesias si fuéramos pecadores humildes y quebrantados que no temen confesar sus pecados unos a otros? ¿Hay alguna persona madura en la fe en tu vida con la que puedas ser honesta, transparente?
Al mismo tiempo que nos arraigamos en Cristo, en Su presencia y en comunidad, la semilla de la Palabra de Dios echa raíces en nuestros corazones. ¿Cómo está el terreno de tu corazón? En el episodio de mañana, el pastor Chris Brooks te ayudará a responder esta pregunta. ¡Te esperamos!
Annamarie: Arraigadas en Cristo juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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