Aprendiendo el lenguaje del lamento bíblico
Débora: Sarah Vroegop recuerda claramente el día en que ocurrió lo que más temía.
Sarah Vroegop: Fue la última semana que pensé que estaría embarazada. Era un domingo por la noche y ambos ya estábamos durmiendo. Como a la media noche me desperté. No me dolía nada, pero sentía que algo no estaba bien en mi cuerpo, en mi corazón. Solo sabía que algo no estaba bien.
Así que me levanté de la cama y pasé despierta toda la noche, como hasta las 5 de la mañana, haciendo todo lo que se me ocurría para intentar que mi bebé se moviera. Pero, al llegar las 5 de la mañana, no lo había logrado. En ese momento me llené de pánico. Toda la noche estuve orando y clamando al Señor.
Entonces desperté a Mark y le dije: «He estado despierta toda la noche intentando que el bebé se mueva, pero no …
Débora: Sarah Vroegop recuerda claramente el día en que ocurrió lo que más temía.
Sarah Vroegop: Fue la última semana que pensé que estaría embarazada. Era un domingo por la noche y ambos ya estábamos durmiendo. Como a la media noche me desperté. No me dolía nada, pero sentía que algo no estaba bien en mi cuerpo, en mi corazón. Solo sabía que algo no estaba bien.
Así que me levanté de la cama y pasé despierta toda la noche, como hasta las 5 de la mañana, haciendo todo lo que se me ocurría para intentar que mi bebé se moviera. Pero, al llegar las 5 de la mañana, no lo había logrado. En ese momento me llené de pánico. Toda la noche estuve orando y clamando al Señor.
Entonces desperté a Mark y le dije: «He estado despierta toda la noche intentando que el bebé se mueva, pero no he conseguido que lo haga. Algo está mal».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 19 de julio de 2024.
Cuando una tragedia nos golpea, o nos enfrentamos al sufrimiento y la pérdida, ¿cómo afrontamos nuestro dolor? ¿Está bien lamentarse? ¿No deberíamos estar alegres todo el tiempo? Estamos a punto de explorar estas preguntas con Mark Vroegop.
Él ha estado en Aviva Nuestros Corazones anteriormente con su esposa Sarah, a quien acabamos de escuchar. Mark Vroegop es el pastor principal de College Park Church en el área de Indianápolis y es un buen amigo de Aviva Nuestros Corazones.
Aquí está Nancy para iniciar la conversación de hoy.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Mark, mientras escuchábamos esa grabación que salió al aire hace varios años en Aviva Nuestros Corazones, te escuche suspirar, respirar profundamente. Sé que eso te trae recuerdos, recuerdos difíciles de olvidar. A pesar de que han pasado quince años desde que sucedió, no se olvida, ¿cierto?
Pastor Mark Vroegop: No, no se olvida. Alguien comparó una pérdida con una amputación: esta se cura, pero aún sabes que hay algo que hace falta en tu vida. Escuchar la voz de mi esposa y tener el recuerdo de lo que fue ese momento, es una avalancha de emociones, tanto de gratitud por la fidelidad de Dios, pero también la realidad de la vida, que es muy dura.
Nancy: Y esa conversación de las 5 de la mañana se convirtió en el inicio de una travesía muy oscura para Sarah y para ti. Hemos hablado de eso anteriormente en Aviva Nuestros Corazones, pero quisiera que nos dieras una visión general de lo que sucedió en las siguientes horas.
Mark: Después de que mi esposa me dijo que algo estaba mal, inmediatamente caí de rodillas y clamé al Señor. Le dije: «¡Señor, por favor, esto no!». Sentía que necesitábamos Su ayuda y también sentía un gran temor de lo que íbamos a enfrentar.
Finalmente, fuimos al hospital y nos confirmaron que nuestra hija había fallecido dentro del vientre. Ella había muerto. Faltaban solo unos cuantos días para su nacimiento. Mi pobre esposa tuvo que dar a luz a una bebé totalmente formada, pero sin vida. Se llamaba Sylvia y pesó nueve libras.
Eso nos llevó por una larga travesía de dolor que fue inolvidable (increíble), pero también muy revelador. Dio forma a nuestra comprensión del ministerio, de la pérdida y lo que realmente significa lamentarse.
Nancy: Fue una parte importante de una serie de pérdidas que Sarah y tú experimentaron con relación a la maternidad.
Mark: Sí, ¡no sabíamos que era solo el principio! Una de las cosas más aterradoras del duelo es el miedo a que no desaparezca o a que algo vuelva a ocurrir. Hubo múltiples abortos involuntarios, un embarazo falso positivo, momentos en los que, francamente, nos preguntamos: «Dios, ¿eres malo? ¿Qué está pasando?».
Y luego, todas las emociones relacionadas con eso que estamos tratando de pensar, sabiendo que Dios no es malo. Pero cuando estás en medio de un valle oscuro de sufrimiento, solo surgen preguntas realmente desafiantes. Y entonces, ¿qué haces con ellas?
Nancy: Mark, tú y Sarah no solo estaban caminando a través de su propio dolor, su propia tristeza de corazón, sino que también eres pastor. Estabas pastoreando a personas que estaban sufriendo, y realizando funerales. Estabas acompañando a otros en su duelo. Así que, estabas lidiando con tu propio dolor y al mismo tiempo debías pastorear a otros a través del suyo.
Mark: Sí, eso fue una gran ironía; y realmente uno de los dolores más profundos: tratar de descubrir cada semana cómo ocuparme de las personas que sufren, dirigir funerales, celebrar el nacimiento de niños y también lidiar con esa persistente sensación de dolor que estaba haciendo estragos en mi alma.
El dolor no se domestica ni es lineal. Intentar descubrir cómo abrimos camino en este desierto fue una actividad complicada, y francamente confusa para nosotros.
Nancy: Te he escuchado compartir acerca de una noche en la que tuvieron un tiempo de oración en tu iglesia (no estoy segura si estoy describiéndolo exactamente como fue). Pero le diste la oportunidad a las personas a venir y compartir su lamento y su oración de lamento (vamos a hablar más sobre eso esta semana).
Esa noche, parecía que había muchas mujeres que estaban lidiando con cunas vacías, brazos vacíos, esperanzas o sueños incumplidos (insatisfechos) con relación a la maternidad. Y creo que muchas de nuestras oyentes pueden sentirse identificadas.
Mark: ¡Seguro que sí! Quiero decir, los dolores de la vida son innumerables, pero el dolor relacionado con el deseo de tener hijos, o la pérdida de un hijo, es un dolor muy particular, que es parte de nuestra historia.
Cuando empezamos a hablar de eso, se acercaron personas de todos los ámbitos de la vida (en términos de dolor), pero especialmente aquellos que habían pasado por momentos difíciles relacionados con abortos espontáneos e infertilidad o adopciones fallidas.
Y en el contexto de una reunión de oración con nuestro personal, les invité a que se acercaran al centro y formaran un círculo y leyeran un lamento que habían escrito al Señor sobre el tipo de dolor por el que estaban pasando. Fue un momento extraordinario de franqueza y pura honestidad.
Por ejemplo, una persona dijo: «¿Hasta cuándo, Señor, me olvidarás? ¿Hasta cuándo retendrás la bendición de un hijo? ¿Hasta cuándo lloraremos en Tu presencia? ¿Cuántos días, meses o años más pasaremos con nuestros brazos vacíos? ¿Cuánto tiempo más lucharemos por alegrarnos con los que se alegran, mientras nosotros estamos sentados, llorando y esperando? Pero yo en Tu misericordia he confiado; mi corazón se regocijará en Tu salvación. Cantaré al Señor porque me ha llenado de bienes. ¡Gracias Padre!» (Partes tomadas del Salmo 13).
Nancy: Y hay toda una progresión allí. Y hablaremos de la progresión del lamento, como lo vemos en muchos salmos. Pero a veces pienso que tenemos esta idea del cristianismo y del evangelio, que cuando atravesamos esas crisis, no hay lugar para dolerse por esa pena desgarradora, sincera, profunda y a la vez agonizante.
Y tal vez algunos en nuestras iglesias están pasando por eso y sienten que no tienen un lugar seguro para expresarlo porque, después de todo, se supone que debemos «alegrarnos en todo» (ver 1 Tesalonicenses 5:16), y tenemos a Cristo. Entonces, ¿existe, tal vez, esta sensación silenciosa de que no debemos afligirnos ni lamentarnos?
Se supone que debemos ser «mejores que eso». Se supone que debemos ser capaces de tener paz en medio de ello. ¿Cómo empiezas a reconciliar ambas cosas?
Mark: Sí, creo que esa es sin duda la experiencia de muchas personas que atraviesan un profundo dolor. Luchan con dos fosas: la fosa de la desesperación, que es: «No puedo hacer esto, y puede que ni siquiera sea cristiano por las cosas con las que estoy luchando». Ellos atraviesan una verdadera crisis de fe o negación. Y la otra fosa es la gente que finge que todo está bien.
Y en parte, esto se debe a que, si una persona que está en duelo es profundamente honesta acerca de con qué está luchando realmente, e incluso acerca de algunas de sus preguntas sobre los propósitos de Dios; inevitablemente, la mayoría de personas (al menos en mi experiencia) que no están en duelo se sienten muy incómodas con eso o envían señales muy claras de que: (a) «No quiero que hables de esta manera», o (b) «Ni siquiera estoy seguro de que sea apropiado que sientas esto». Y, sin embargo, ¡la persona afligida lo está sintiendo!
Así que pienso que hay una suposición subyacente dentro de muchas de nuestras iglesias, nuestra música, y nuestros escritos que dice que tenemos que ser felices. Tenemos que vivir en victoria.
Y por supuesto, queremos llegar a ese lugar de triunfo y de regocijo. Pero ese no es el asunto. El asunto es: «¿Cómo llegas ahí?» Pienso que mucha gente no entiende cómo se ve esta travesía bíblicamente.
Nancy: ¿Te diste cuenta, mientras Sarah y tú atravesaban ese valle y esa pérdida, de que había personas a las que les costaba entender cuán profundo era lo que ustedes sentían?
Mark: Sí, por supuesto. Y no los culpo. Eso forma parte del duelo interno en un nivel diferente. Cuando las personas se alejan (lo cual es comprensible), pero tú te quedas con esa herida de soledad que intentas descubrir cómo superar, o simplemente tienes la sensación de que las personas en el fondo no te entienden. Eso te coloca en una posición bastante solitaria. Pero creo que las Escrituras pueden hablar de eso, y hay un lenguaje para ese tipo de momentos si lo aceptamos.
Nancy: Creo que tú y Sarah ministran de manera diferente a amigos, seres queridos y miembros de la iglesia desde que comenzaron a recorrer ese camino, o a medida que lo recorrían, comparado a cómo lo hacían antes de esa experiencia.
Mark: Sí, y en cierto modo, francamente, estoy profundamente agradecido al Señor por ello. A menudo hemos dicho: «¡Me alegro de que el Señor no nos diera a elegir entre un hijo vivo y todas las lecciones que hemos aprendido!», porque sé que yo habría escogido un hijo vivo.
Nancy: Así es.
Mark: Y, sin embargo, la pérdida de nuestra hija y los problemas que vinieron después realmente nos enseñaron a caminar con personas afligidas y dolidas, y lo que es simplemente estar en silencio y estar bien con ello.
A medida que la gente fue entendiendo nuestra historia o nuestro caminar, incluso, nuestra mera presencia era significativa. El mensaje no se transmitía a través de lo que decíamos, sino a través de sentarnos junto a ellos en la silla del luto para solamente estar cerca y experimentar una cercanía.
Creo que parte de lo que este dolor nos enseñó fue a cómo comunicarnos con personas que están en duelo y en dolor de una manera que realmente hables a sus almas, aún a veces sin tener que hablar.
Nancy: Y Mark, los he conocido a ti y a Sarah todos estos años, y los he visto, no solo atravesar esta situación, sino que he visto cómo Dios ha redimido ese dolor en sus vidas y ha sacado belleza de cosas que no parecía tenerla.
Ese realmente fue el inicio del camino para ti y para Sarah en todo este tema llamado: «lamento». Pareciera que es una palabra anticuada porque no es una palabra que usamos en nuestro lenguaje cristiano actual. Y Mark, tú escribiste un libro sobre este tema del lamento.
Es algo, que en algún momento de nuestras vidas, cada uno de nosotros necesita la comprensión de este concepto, del lamento.
Mark: La vida está llena de toda clase de dolores y penas. Si vives lo suficiente, vas a sufrir. Y cuando sufres, y si eres seguidor de Cristo, necesitas anclarte confiando en los propósitos de Dios y en Su Soberanía. Pero, ¿cómo llegas ahí?
Creo que el lamento es el lenguaje que te ayuda a moverte del extremo de una vida difícil a confiar en la soberanía de Dios. También creo que cualquiera puede llorar, porque llorar es humano. Llegamos a este mundo llorando, pero el lamento es intrínsecamente cristiano.
Así que pienso que no solo hay lugar para ayudar a la gente a saber cómo manejar su dolor, sino también para darse cuenta de que de todas las personas en la tierra que deberían saber cómo lamentarse, deberían ser las personas que conocen el arco redentor de la historia bíblica y el hecho de que estamos esperando que el Rey de reyes venga y ponga fin a todo nuestro dolor, ¡para que no haya más lamentos!
Nancy: ¡Amén! ¡Amén! ¡Así será!
Mark: ¡Amén!
Nancy: Entonces, Mark, quisiera que nos ayudaras. ¿Cuál es la diferencia entre el llanto natural en un momento de dificultad y el lamento cristiano?
Mark: Por definición, el «lamento» es una oración en medio del dolor que te lleva a confiar. Llorar es simplemente expresar tristeza. . .y no hay nada malo en expresar tristeza. Nuestro mundo está lleno de todo tipo de situaciones en las que lloramos por diversas pérdidas.
Pero el lamento cristiano es tomar ese dolor y hablar con Dios acerca de ello, con el propósito de verlo como una plataforma para la adoración, en lugar de verlo como un pozo de desesperación en el que permanecemos.
El lamento es un lenguaje bíblico que nos permite atravesar nuestro dolor mientras hablamos con Dios. Estamos reforzando lo que creemos que es verdad, y también siendo sinceros sobre lo mucho que nos duele.
Nancy: El lenguaje del lamento, según explicas en tu libro, se obtiene en gran parte de las Escrituras de los salmos. Cuando pensamos en los salmos, lo primero que pienso es: «Esto es alabanza. Esto es acción de gracias. Esto es alabar al Señor y eso es verdad».
Pero no me había percatado, hasta que leí en tu libro, que una tercera parte de los salmos (aproximadamente cincuenta de los salmos) son salmos de lamento. ¿Te sorprendió descubrir eso?
Mark: Sí, fue un descubrimiento sorprendente para mí y para casi todas las personas con las que he hablado sobre los salmos, porque los salmos son un libro al cual acudir cuando estamos sufriendo, o cuando nuestra alma se siente agobiada. Vas allí e inmediatamente asumes, así como hiciste tú, que se tratan de alabanza y acción de gracias. ¡Y ciertamente lo son!
Sin embargo, por lo menos una tercera parte de los salmos son de lamento. Algunos dicen que más del 50 por ciento de los salmos contienen algún tipo de categoría de lamento dentro de ese salmo en particular, que nos ayudan a ver que la vida no solo está llena de sufrimientos. Pero si lo pensamos, algunos de nuestros mejores momentos de adoración, algunos de nuestros mejores momentos de confianza, han llegado en medio de los valles más oscuros.
Así que tiene sentido que la Biblia nos hable en medio de los momentos más oscuros. Cuando ves que están allí, te ayuda a saber qué orar, cómo orar, y te provee de mucha esperanza. Te explican por lo que estabas pasando que, en ese momento, probablemente no tenías una categoría para explicarlo
Nancy: Uno de los primeros salmos de lamento en el libro de los salmos es el Salmo 13. Y Mark, me encantaría que leyeras ese salmo para nosotras. Probablemente lo hemos escuchado muchas veces antes, pero quizás no es el primero al que acudimos cuando estamos sufriendo.
Creo que el Salmo 13 ilustra de una manera hermosa y conmovedora, la libertad que tenemos (y quizás el deber) de ser sinceros con Dios así como lo fue el salmista, cuando nos enfrentamos a la injusticia o al dolor, o cuando las cosas no van bien en este mundo. Ser honestas con Dios. Así que ese salmo es una oración, una oración de lamento. Y solo para que tengamos una idea de esa categoría de lamento de los salmos en las Escrituras, ¿pudieras leerlo para nosotras?
Mark: Con gusto. Es uno de mis favoritos.
«¿Hasta cuándo, oh, Señor?
¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?
¿Hasta cuándo he de tomar consejo en mi alma,
teniendo pesar en mi corazón todo el día?
¿Hasta cuándo mi enemigo se enaltecerá sobre mí?
Considera y respóndeme, oh, Señor, Dios mío;
ilumina mis ojos, no sea que duerma el sueño de la muerte;
no sea que mi enemigo diga: “Lo he vencido”;
y mis adversarios se regocijen cuando yo sea sacudido.
Mas yo en tu misericordia he confiado;
mi corazón se regocijará en tu salvación.
Cantaré al Señor, porque me ha colmado de bienes» (Samo 13:1-6).
Nancy: Ese es el Salmo 13, y en tan solo seis versículos podemos contarlos: uno, dos, tres, cuatro: «¿Hasta cuándo?», «¿Hasta cuándo, oh Señor?». Esa es la crisis de fe: «¡No sé cuánto tiempo más puedo soportar esto! ¿Cuándo vas a hacer algo con esta situación?».
Lees acerca de dormir el sueño de la muerte, nuestros enemigos prevaleciendo, los malos regocijándose y siendo sacudidos. Esa es la crisis. Y luego da un giro y, antes de terminar esa oración, el salmista ha llegado a confiar en la misericordia de Dios.
El próximo episodio vamos a estudiar algunos de los ingredientes, algunos de los componentes, de estos salmos de lamento. Pero pienso que, por el momento, debemos señalar que estas cosas que hemos dicho: el clamor sincero al Señor y esta firme esperanza en el Señor, pueden coexistir y pueden estar en el mismo corazón y en la misma oración.
Mark: Y no solo pueden coexistir, sino que deben coexistir. Porque en esa coexistencia proveen una plataforma para algo realmente hermoso sobre el cristianismo, que es: en medio del momento más oscuro, hay verdades equivalentes que existen una al lado de la otra.
Y pudiéramos decir: «Pero es difícil, ¡es muy difícil!», sin embargo, difícil no es malo. Podemos decir: «Mi vida no es lo que yo esperaba que fuera!», pero, ¡Dios es increíblemente bueno! Por eso la palabra «pero» es importante, porque cada lamento gira en torno a una palabra como esa: «Todo eso es verdad. . . ¡Pero Dios es bueno!», «Esto es muy difícil. . . ¡Pero Dios es fiel!».
Nancy: ¿Qué pasa si nos saltamos la parte de: «Esto está muy difícil»? ¿Qué pasa si tratamos de forzarnos a nosotros mismos o a otros a saltar a la parte de: «Confío en la misericordia de Dios», pero no nos tomamos el tiempo para expresar la parte del lamento? ¿Qué nos ocurre?
Mark: Creo que el nivel de confianza que podríamos experimentar se vuelve muy superficial comparado con lo que puedes experimentar cuando entras en lo profundo de tu dolor y te das cuenta de que: «Cada profundidad de lo que he sentido, ¡Dios es capaz de encontrarme ahí! ¡No hay un lugar tan profundo al que el dolor pueda llevarme que Cristo no pueda encontrarme!».
Pienso que debemos ser lo más honestos posible porque nuestras palabras no sorprenden a Dios, nuestra honestidad no lo toma por sorpresa, no lo informa de nada, pero sí me recuerda: «¡Dios puede llegar hasta el final conmigo en mi dolor!».
Esa es una de las cosas que la gente necesita saber: ¿Hay esperanza no solo para hoy, sino también para los siguientes años?». Porque, ¿qué pasa si esto vuelve a suceder?, o ¿¡qué pasa si se pone peor!? Cuando llegamos a un punto en el que somos capaces de expresar la profundidad de nuestro dolor, descubrimos que, incluso entonces, Dios aparece y puede satisfacer nuestras necesidades. Podemos confiar en Él.
Nancy: Y el título de tu libro es: Nubes oscuras, misericordias profundas: La gracia de Dios en el lamento. El concepto de «Nubes oscuras, misericordias profundas», proviene de un libro sobre el lamento llamado, Lamentaciones, que se encuentra en nuestro Antiguo Testamento.
Y puedes ver las dos, las nubes oscuras y la profunda misericordia, como si estuvieran superpuestos en este salmo. Háblanos, Mark, de tu propia experiencia sobre cómo se unen las nubes oscuras y la profunda misericordia.
Mark: Lo hermoso del libro de Lamentaciones es que es un memorial que pretende recordarnos que, incluso cuando sucede lo peor de lo peor. . .Incluso cuando en el caso de Israel Jerusalén es saqueada, el templo está en ruinas, el pueblo ha sido puesto en el exilio, cuando se ciernen esas nubes oscuras, es cuando Jeremías pronuncia: «Las misericordias del Señor jamás terminan» (Lamentaciones 3:22).
Y en este caso, en Lamentaciones, no se trata solo de un lamento circunstancial o causado, sin relación con los problemas de pecado de la gente. En Lamentaciones hay una conexión directa: el quebrantamiento del mundo, el quebrantamiento de una nación ha creado ahora este momento.
Incluso cuando hemos provocado nuestro propio dolor, cuando hemos provocado nuestra propia calamidad, ¡aun así la misericordia, el amor inquebrantable de Dios, nunca terminan! Así que, es realmente importante pensar en las «nubes oscuras y las misericordias profundas» mientras atravesamos por momentos difíciles.
Algunos de esos momentos han sido causados por nuestra propia pecaminosidad, otros por la pecaminosidad del mundo, y otros simplemente forman parte de lo que significa ser un ser humano que vive en un mundo trágicamente afectado por las consecuencias del pecado.
Nancy: Y, sin embargo, está siendo redimido por un Dios de profunda misericordia.
Puede que hoy te encuentres en un lugar de nubes oscuras y no sepas a dónde acudir, cómo clamar, cómo expresar el dolor que sientes. O puede que tengas amigos o familiares, miembros de tu iglesia, personas en tu lugar de trabajo que estén bajo nubes oscuras, y no estés seguro de cómo ministrarles gracia.
Este libro es un recurso muy útil. Es un tema del que no hablamos lo suficiente, y quiero animarte a que leas el libro de Mark Vroegop Nubes oscuras, misericordias profundas, y a que descubras la gracia del lamento. En el próximo episodio hablaremos más de cómo el lamento puede ser un medio de gracia en nuestras vidas.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth y el pastor Mark Vroegop han explicado el concepto del lamento llevándonos de vuelta a las Escrituras. La Palabra de Dios nos da un fundamento para buscarlo en oración. Sea cual sea la temporada de vida en la que te encuentres, Dios te ha proporcionado la plataforma perfecta para entablar una conversación con Él: Su Palabra.
Como aprendió el pastor Mark, el lamento es un viaje, es un proceso. Y mientras leemos los salmos encontramos que hay componentes, o etapas, de lamento. No dejes de unirte a nosotros el próximo lunes en Aviva Nuestros Corazones cuando hablemos más sobre el camino del lamento.
Invitándote, no solo a sobrevivir en la vida cristiana, sino a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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