Amar con un corazón puro
Débora: ¿Estás motivada por el amor? Con nosotras Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Por qué haces lo que haces? ¿Lo haces porque otros esperan que lo hagas, porque necesitas hacer una actuación? O quizás lo haces para impresionar a los demás. ¿O lo haces más para agradar a Dios porque le amas? ¿Qué te motiva, qué te lleva a obedecerle y a servirle?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 12 de mayo de 2023.
He llegado a hacer muchas actividades por obligación, por temor o por egoísmo. ¿Puedes identificarte con esto? Nancy nos muestra hoy cómo llevar a cabo las tareas por amor. Ella continúa en la serie Tu relación del primer amor. Es una de las varias series que cubriremos basadas en las cartas a las iglesias en el libro de Apocalipsis.
Nancy: Uno de …
Débora: ¿Estás motivada por el amor? Con nosotras Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Por qué haces lo que haces? ¿Lo haces porque otros esperan que lo hagas, porque necesitas hacer una actuación? O quizás lo haces para impresionar a los demás. ¿O lo haces más para agradar a Dios porque le amas? ¿Qué te motiva, qué te lleva a obedecerle y a servirle?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 12 de mayo de 2023.
He llegado a hacer muchas actividades por obligación, por temor o por egoísmo. ¿Puedes identificarte con esto? Nancy nos muestra hoy cómo llevar a cabo las tareas por amor. Ella continúa en la serie Tu relación del primer amor. Es una de las varias series que cubriremos basadas en las cartas a las iglesias en el libro de Apocalipsis.
Nancy: Uno de los pasajes más familiares para cualquier persona que haya crecido en una familia judía sería Deuteronomio capítulo 6. Quizás tú estás familiarizada con él también. Es llamado el Shemah.
«Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza» (Deut. 6:4-5).
Y a propósito, a menudo escuchas a personas decir que el Antiguo Testamento es la ley, pero que el Nuevo Testamento es la gracia y el amor. Pero el hecho es que podemos ver mucha de la gracia de Dios y del amor de Dios a través de toda la Escritura. Su amor por nosotras y nuestro amor por Él. Así como a los judíos del Antiguo Testamento les fue dada la ley para obedecer, Dios siempre quiso que ellos obedecieran como resultado de un corazón de amor. Él no quería que ellos simplemente lo amaran como una forma de pago. O que ellos hicieran lo correcto porque había que hacer lo correcto. Dios quería que su obediencia fuera dirigida y motivada por amor.
Así que Él les dice: «Amarás al Señor tu Dios». Esta declaración está en el contexto de un libro donde la ley de Dios estaba siendo repetida y hay muchas, muchas leyes que el pueblo de Israel debía guardar. Pero Él les da la fuente de donde debe venir esa obediencia a la ley, la motivación para esto, la fuerza detrás es el amor. Amarlo a Él con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza (Deut. 6:6) y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón.
Y luego Él los reta y les dice que cuando lleguen a un lugar en la tierra donde tengan muchas bendiciones y mucha abundancia y las cosas les vayan bien, Él les advierte y les dice, «entonces tengan cuidado, no sea que se olviden del Señor que les sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre» (Deut. 6:12).
Una de las cosas que ves a lo largo de toda la Escritura es cómo Dios urge a Su pueblo, a los judíos del Antiguo Testamento, y a la iglesia en el Nuevo Testamento, a aferrarse fuertemente al Señor, a amarle, a servirle con un corazón que le ama. Dios no solo quiere nuestra obediencia. Él quiere nuestra obediencia, Él demanda nuestra obediencia, pero Él quiere que esté motivada por un corazón que está aferrado a Él, agarrado de Él. Él es nuestra vida. Nuestra vida viene de Él y Su amor inspira nuestro amor por Él.
En la medida en que hemos venido hablando los últimos dos días sobre esta carta a la iglesia de Éfeso, pienso que lo que fue dicho de la iglesia en Éfeso puede ser dicho de muchas de las oyentes de Aviva Nuestros Corazones, personas que están sentadas escuchando este tipo de mensaje en el día de hoy. Y estás muy fatigada, trabajas hasta el punto de quedar exhausta, y estás perseverando, estás soportando, estás siendo fiel en servir al Señor donde Él te ha colocado y haciendo lo que Él te ha llamado a hacer.
Y de nuevo, cuando leo este pasaje, a menudo pienso en las madres. Y no solo por el trabajo de tener a sus hijos, sino por la fidelidad, el trabajo que viene después de tener a los niños hasta que ellos crecen; y hay tantas tareas que no se agradecen asociadas a la maternidad y a la crianza de los hijos. Algunas madres que quieren ser piadosas, quieren ser esposas piadosas, y de nuevo no quiero dejar de lado también a las que son solteras. Yo fui muchos años soltera y pienso que hay muchas de nuestras oyentes que pudieran estar caracterizadas por la fidelidad, por hacer lo correcto. Y por hacerlo con fidelidad. Y por hacerlo con perseverancia.
Y luego aquellas que se caracterizan por ser diligentes en perseverar en la doctrina correcta y practicarla. Y de nuevo, a muchas de las personas que escuchan Aviva Nuestros Corazones, eso es lo que las motiva. Eso es lo que a ellas les encanta de este programa y es lo que ellas dicen, «sí, es doctrina sólida. Esto es carne. Esto es comida espiritual y bíblica». Y ellas aman esto. Y es por esto que son atraídas a un programa como este y enseñanzas en la radio.
Y muchas quienes pudiéramos decir que son parte de lo que sería nuestro campamento, son aquellas que no serían señaladas por otros por nada malo que hicieran. Ellas hacen las cosas correctas, pero como los ojos de Jesús, que son como llamas de fuego, penetrantes, punzantes, que sondean, mientras Él ve dentro de nuestros corazones, de cuántas de nosotras Él podría decir: «Tú has dejado tu primer amor. Tú me amabas y es por eso que hacías todas estas cosas. Pero ahora te mantienes haciendo todas estas cosas, pero no lo haces cálida, dulce y tiernamente con la misma pasión, devoción y relación con que lo hacías hace un tiempo».
Ahora me gustaría tomar unos momentos en esta sección para hablar acerca de cuáles son algunas cosas que amenazan nuestra relación de amor con Cristo. Y luego quiero darte algunas evidencias que pueden hacerte ver si has dejado tu primer amor por Cristo. ¿Cómo podemos saber?
Pero primero, ¿cuáles son algunas cosas que pueden amenazar esta relación de amor? Y mientras piensas en una relación con Cristo, es similar en algunos aspectos a otras relaciones. Piensa por un momento en tu matrimonio, si eres casada. ¿Cuáles son esas cosas que te pueden llevar de un amor de luna de miel, simplemente a cohabitar como simples compañeros de habitación? ¿Cuáles son algunas de estas cosas?
Yo no estoy hablando de un mal matrimonio. Estoy hablando de un excelente matrimonio que se conforma con un matrimonio promedio donde no hay pasión, amor ni devoción. Todavía haces las cosas correctas. Todavía eres fiel. Ninguno ha tenido una relación extramarital. Nadie está saliendo por ahí. Pero es como vivir juntos como socios de negocios. ¿Qué hace a un matrimonio descender por ese camino?
Bueno, creo que una de las cosas clave es las muchas ocupaciones; solo el estar ocupados. Cada uno hace sus propias cosas, van en su propia dirección, especialmente cuando llegan los hijos y tienes muchas cosas ocurriendo al mismo tiempo. Ustedes van en direcciones diferentes, cada uno hace sus cosas y encuentran que sus caminos no se entrecruzan tan frecuentemente. Y no son intencionales en cuanto a detener esas ocupaciones y tomar tiempo para cultivar sus relaciones.
Entonces, ¿qué es lo que pasa? Bueno, si cambiara la metáfora aquí y usara una metáfora del jardín, la maleza crece, porque si tú no lo trabajas, la maleza crece en el jardín. Si tú no tiendes a hacerlo, si estás muy ocupada haciendo otras cosas, la vida tan solo continúa. Y tú despiertas una mañana y encuentras que estás casada con un extraño. ¿No piensas que algunas veces eso pasa también en nuestra relación con Cristo?
Y la ilustración que me llega a la mente es una que es muy familiar en el Evangelio de Lucas en el capítulo 10, donde encontramos a dos hermanas quienes invitaron a Jesús a su casa. Había cosas buenas acerca de estas dos mujeres pero ellas reflejan la diferencia para nosotras entre María, quien tiene este corazón piadoso de devoción y amor por Cristo, que deja de hacer su labor y toma tiempo solo para estar con Jesús, y como resultado, Jesús dice que ella ha elegido la cosa más importante, la más necesaria que nunca le será quitada.
Marta por el otro lado es la mujer tipo A por excelencia, ella tiene lista de sus listas, ocupada, ocupada, ocupada. Y ¿qué hace esto? Esto la despoja de su amor por Cristo. Ella termina fuera de sí con su hermana, y fuera de sí con Jesús, de mal humor, contaminando toda la atmósfera alrededor de ella. Ella deja su primer amor y ¿qué produjo esto? Sus muchas ocupaciones. Es todo actividad, es preparar la comida (ver vv. 38-42).
Amigas, hay cantidad de cosas que hacemos –como servir y bendecir a otros– que son cosas buenas. Pero si periódicamente no nos detenemos en nuestras ocupaciones, si no somos intencionales en cultivar nuestro amor por Jesús, se volverá frío y nos volveremos indiferentes y apartadas de Él. Así que el estar muy ocupadas es algo que amenaza nuestra relación de amor.
Y relacionado con esto encontramos también el descuido. Tú dejas de ser intencional. Tú dejas de cultivar la relación y es cuando esas malezas aparecen y se esparcen. Nadie camina al altar para casarse y dice, «te amo de una manera increíble hoy pero de aquí a 6 años vamos a parecer casi extraños». Quiero decir, nadie se propone que esto pase, pero si no eres intencional acerca de trabajar en tu relación, de tomar el tiempo para comunicarse, de cultivar esa relación, entonces lo que pasará es que se alejarán el uno del otro.
Eso pasa en las relaciones. Y eso pasa en nuestra relación con el Señor. Tú no puedes andar en el borde, en la orilla. Tú no puedes simplemente dejar que la vida solo suceda, solo pase. Tenes que ser intencional acerca de pasar tiempo inmersa en la presencia de Cristo, pasar tiempo en Su Palabra. Y por esto es que pienso que el tiempo de quietud, el tiempo devocional es tan importante. No hay un versículo en la Biblia que diga que tú tienes que tomar la primera hora de la mañana y estar en la Palabra y en oración y no queremos hacer una ley donde no hay una ley de esto en las Escrituras.
Pero pienso que es algo de increíble valor y de protección para tu relación con Cristo el apartar ese tiempo cada día para estar en quietud y tranquilidad solo con Él. Tú apagas el televisor, y están solo tú y el Señor solamente. No se trata solo de escuchar programas de radio cristianos cuando vas en tu vehículo cuando vas hacia tu trabajo. Quizás eso es algo bueno para hacer, pero jamás será un sustituto de estar con el Señor en Su Palabra, en oración, cultivando esa relación de amor e intimidad con Él.
Escucha, si nunca te relacionas con Él, tú no puedes tener una relación de intimidad con Él. Y eso es lo mismo con tu matrimonio. Si siempre estás en una multitud, tú no tendrás una relación de intimidad.
Encontramos otros competidores que amenazan nuestra relación de amor con Cristo. Y permíteme mencionar algunos que están en las Escrituras. 2 Timoteo 3 dice: «Pero debes saber esto: que en los últimos días…los hombres serán amadores de sí mismos, avaros…amadores de los placeres en vez de amadores de Dios». Y hay otros amores que se cuelan, que toman el lugar de Cristo en nuestras vidas. Pablo nombra a tres de estos aquí.
Amadores de sí mismos, te pones a ti misma antes que a Cristo. Tus propios intereses antes que los de Él. Tu propia conveniencia antes que Sus planes. Amadores de sí mismos.
Dice también, avaros. Y quizás tú me digas,«pero yo no tengo mucho dinero. ¿Cómo puedo amarlo?» Escucha, tú no tienes que tener mucho dinero para amarlo y no creo que aquí hable solo de dinero en efectivo. Yo creo que aquí está hablando de cosas, de cosas materiales. Y quizás tú me digas, yo no las amo. Pero algunas de nosotras pasamos mucho más tiempo en nuestro trabajo, cultivando nuestras finanzas, adquiriendo cosas en vez de cultivar nuestra relación de amor con Cristo. Las cosas pueden robarnos nuestro amor por Cristo. Y esto puede ser un competidor.
Amadores de placeres. En Lucas capítulo 8, en la parábola del sembrador habla de los cuatro tipos de suelos, y Jesús habla acerca de cómo las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida pueden ahogar la Palabra de Dios y causar que seamos infructuosas. Estas cosas pueden robar nuestros afectos. Pueden robar nuestros corazones, lo cual es, por cierto, por lo que nosotras necesitamos ser moderadas con nosotras mismas y con nuestros propios cuerpos.
Moderadas con el dinero. Moderadas con el placer. Moderadas con los juegos de computadora, con los entretenimientos, con los videos, con las novelas. Todas estas cosas no son necesariamente malas, incorrectas pero si tenemos mucho de estas cosas, ellas pueden competir con nuestro afecto hacia Cristo y robar nuestro amor por Él.
Así que amadores de sí mismos, amadores del placer, avaros. Y segunda de Timoteo capítulo 3 dice: «Pero debes saber esto: Porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros…amadores de los placeres en vez de amadores de Dios». Amadores del mundo presente. Dice 1 Juan capítulo 2:15: «No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él».
Amor por la aprobación y la alabanza de los hombres. Las Escrituras dicen que muchos de los gobernantes creyeron en Jesús pero por causa de los fariseos no le confesaban por miedo a que ellos fueran sacados de la sinagoga: «Porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios». Si te importa más lo que la gente piense que lo que Jesús piensa, te encontrarás abandonando el primer amor que tenías por Jesús.
Y podrías pensar que es extraño que esto esté aquí en esta lista, pero también el amor por la familia puede ser un competidor del amor de Jesús. Y digo esto con mucho cuidado porque nosotras estamos supuestas a amar a nuestra familia pero Jesús dijo: «El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí» (Mat. 10:37). Escucha, tus hijos se pueden convertir en ídolos en tu vida. Tú debes amarlos, debes cuidarlos. Tú debes amar a tu esposo. Pero no puedes amarlos más que a Cristo.
Ahora, te dije anteriormente que quiero compartir contigo un número de evidencias de que hemos dejado nuestro primer amor por Cristo. Y tan solo quiero avanzar de manera rápida a través de ellas. Muchas de ellas son autobiográficas. Y con esto lo que quiero decir es que me pregunté a mí misma cuáles eran algunas de las evidencias en mi vida en diferentes épocas en las que me he dejado apartar o extraviar de mi primer amor por Cristo.
No trates de escribir todas estas cosas porque no podrás escribirlas lo suficientemente rápido. Tendremos esa lista disponible a través de avivanuestroscorazones.com. Pero hay algunas evidencias. Unas 40 en total. Y quizás no las repase todas en el tiempo que nos resta, pero déjame darte la lista. Y mientras yo la leo, pregúntate, «¿diría Jesús que he dejado mi primer amor?»
Estas son las evidencias de que quizás has dejado tu primer amor:
- Puedes estar horas o días casi sin pensar o mencionar a Cristo.
- No tienes un deseo fuerte de pasar tiempo con Él. No tienes hambre por la Palabra.
- El pasar tiempo en oración es una carga y un deber más que un deleite.
- Tu alabanza, tu devoción es formal, seca y sin vida. Y te encuentras solo yendo a través de todas estas actividades.
- La oración privada y la adoración son casi inexistentes. Y estas son frías y secas.
Quizás encuentres que puedes orar en grupo. Puedes adorar en la iglesia. Puedes alzar tus manos al cielo…pero y ¿qué acerca de tu devoción privada? ¿Y qué acerca de tu oración privada? Si es casi inexistente, si es fría y seca, entonces esto puede ser una evidencia de que has dejado tu primer amor. Esta es una de las áreas en las que el Señor me habló mientras hacía este estudio. Me encanta orar con otros pero se me hace difícil orar sola. Y Jesús está interesado en eso en mi vida y en la tuya.
¿Estás más interesada en tu salud física, en tu bienestar y en tu comodidad más que en el bienestar y la condición de tu alma?
Si es así entonces esto es una evidencia que tú has dejado tu primer amor. Charles Spurgeon dijo: «Es la pérdida de tu primer amor que te hace buscar las comodidades de tu cuerpo en vez de la prosperidad de tu alma». ¿En que estás más enfocada? ¿Has dejado tu primer amor?
Y esta es una que habló a mi vida:
- ¿Ansías la comida física mientras tienes muy poco apetito por la comida espiritual? ¿Qué amas más? ¿Qué te atrae más? ¿La comida física o la comida espiritual?
- ¿Deseas la compañía de otras personas más que una relación con Cristo?
- Quizás te encuentras a ti misma pasando más tiempo y esfuerzo en tu apariencia física que en cultivar la belleza que es interna, espiritual que le agrada a Cristo.
¿Para quién vives? ¿Para la alabanza de quien vives? ¿Te encuentras pasando mucho tiempo en tu apariencia externa, quizás obsesionada con tu pelo, con el maquillaje, con el vestido?
Y quizás tú me respondas: «Bueno, pero es que yo no estoy obsesionada por esas cosas», pero ¿estás más enfocada en cultivar la belleza interna que el vestirte con humildad, con amor y mansedumbre, de la misma forma en que te aseguras que te vistes a la moda , o que tienes el corte de pelo adecuado? Es asombroso cuánto tiempo pasamos en esas cosas materiales. Y de nuevo, no hay nada malo en esas cosas a menos que roben nuestro afecto por Cristo.
Tu corazón hacia Cristo está frío e indiferente. No es tierno como una vez lo fue y encuentras que la Palabra o una conversación espiritual no te mueve fácilmente.
Me he encontrado en tiempos que me he podido sentar en el servicio de santa cena, me he sentado en cultos y he escuchado mensajes o música acerca de la cruz y no encuentro que mi corazón se derrite, mi corazón no se mueve. Y cuando eso es así, es una evidencia que me he alejado de mi primer amor, de que me he ido, he abandonado mi primer amor.
Quizás encuentres que el cristianismo es algo más que hacer en tu lista de cosas por hacer que una relación con Cristo. Cosas que hacer, cosas que no hacer, más que una relación con una persona viva.
Quizás te halles a ti misma midiéndote espiritualmente, a ti o a otros, midiendo tu rendimiento más que la condición de tu corazón. ¿Cómo te mides espiritualmente, a ti misma y a otros?
Quizás para ti el cristianismo se define más por lo que haces que por quien eres. Y si eso es verdad, si eso es así puede que hayas dejado tu primer amor por Cristo.
¿Encuentras que tu obediencia, tu servicio a Cristo está motivado y alimentado por las expectativas de otros? ¿Por qué haces lo que haces? ¿Lo haces porque otros esperan que lo hagas, porque tienes que hacer una actuación? ¿Quizás lo haces para impresionar a otros? ¿O lo haces para complacer a Dios porque le amas? ¿Qué te motiva, qué te impulsa a la obediencia y al servicio?
¿Está tu servicio a Cristo motivado por un sentido del deber y de la obligación? Si es así, puedes haber dejado tu primer amor.
O quizás encuentras que estás resentida por las dificultades y las demandas de servir a Cristo y a otros. Esta es una característica, una evidencia de haber dejado tu primer amor.
Puedes hablar con otras personas acerca de los niños, acerca de tu matrimonio, acerca del clima, acerca de las noticias, pero se te hace muy difícil cuando tienes que hablar con otros del Señor o de los asuntos espirituales. Es como si te amarraran la lengua o te cerraran la boca. ¿Qué pasa? Algo anda mal.
Escucha, cuando estabas saliendo con alguien, y alguien te decía que hablaras del joven del que estabas enamorada, simplemente lo hacías, no te importaba para nada hablar de él. Así cuando amamos a Cristo con ese primer amor, no es difícil para nosotras hablar acerca de Él, involucrarnos en una conversación espiritual con otros.
Quizás encuentres que se te hace difícil compartir un testimonio espontáneo y fresco en un servicio de la iglesia o cuando alguien te pregunta. Como alguien que me preguntó recientemente, ¿qué te ha estado enseñando el Señor últimamente? ¿Tienes que luchar para encontrar algo fresco que compartir? Quizás estás siguiendo todas las actividades religiosas. Tienes toda esta maquinaria pero has dejado tu primer amor.
Quizás te encuentres siendo formal, rígida y tensa acerca de las cosas espirituales en vez de gozosa y encantadora.
Quizás seas crítica, áspera hacia aquellos que están viviendo doctrinalmente fuera de la sana doctrina o que están viviendo en pecado.
Y aquí tenemos otra, si te das cuenta que estás disfrutando las canciones seculares y las películas y los libros más que material cantado y leído que apunta a Cristo, entonces necesitas preguntarte ¿qué estás amando realmente?
Si prefieres la compañía de personas que no aman a Cristo a la compañía y la comunión de aquellos que sí le aman, entonces debes evaluar tu vida amorosa.
Si tienes actitudes o estás envuelta en actividades que tú sabes son contrarias a las Escrituras, pero continúas en ellas de todas maneras, eso es una evidencia que has dejado tu primer amor.
Si te encuentras a ti misma justificando «pequeñas áreas» (y lo pongo entre comillas) pequeñas áreas de desobediencia, entonces esto es una evidencia de que has dejado tu primer amor.
¿Has sido arrastrada de vuelta a hábitos pecaminosos que habías dejado cuando eras una nueva creyente pero ahora te encuentras atrapada en esas cosas de nuevo? Quizás has dejado tu primer amor.
O quizás las pequeñas cosas que molestaban tu consciencia ya no lo hacen y te has vuelto insensible.
Si te consideras muy justa y recta, y estás más preocupada en el pecado de los otros que de tu propio pecado, entonces debes evaluar tu relación de amor con Cristo.
En el área del dar, si te aferras firmemente a tu dinero y a tus cosas en vez de ser rápida para dar o encuentras difícil dar sacrificialmente para la obra del Señor cuando escuchas de necesidades financieras en el cuerpo de Cristo o en la iglesia o en medio de otros ministerios, entonces quizás amas más el dinero que a Dios.
Si el acumular y mantener cosas materiales consume más tiempo y esfuerzo de tu parte que perseguir y cultivar riquezas espirituales entonces hay probabilidades de que hayas dejado tu primer amor.
Si tienes relaciones rotas con otros creyentes que tú no estás dispuesta a reconciliar o que no has intentado reconciliar, entonces has dejado tu primer amor, porque Jesús dice, «si tú me amas, entonces amarás a tus hermanos y hermanas en el cuerpo».
Ahora hay muchas otras cosas que probablemente podríamos añadir a esta lista, pero estas son algunas de las que vinieron a la mente mientras me estaba preparando para esta sesión. Y solo quiero preguntarte, «¿cómo está tu vida amorosa?» Estamos hablando acerca de lo que realmente disfrutas. ¿Qué te motiva? De lo que te impulsa. De lo que te controla.
¿Has dejado tu primer amor? Si es así, el primer paso para regresar es ser honesta. Reconoce que estás ahí. Entonces en la próxima sesión, vamos a ver la receta de Jesús para la iglesia y lo que Él dijo que ellos necesitaban hacer para volver al lugar de intimidad de ese primer amor por Cristo.
Débora: Realmente puedes abordar tus tareas de hoy en amor, sean cuales sean. Nancy DeMoss Wolgmetuth te ha estado motivando a hacer de tu amor por Cristo tu prioridad número uno. Espero que puedas profundizar y puedas pensar en formas en las que puedes permitir que el mensaje de hoy afecte la manera en que abordas las actividades del día a día.
Creciendo en Cristo juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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