Algunos principios y advertencias
Débora: En una sociedad consumista, es fácil jugar el juego de la comparación, incluso con los pastores. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Debemos tener cuidado de no exaltar a algunos líderes espirituales por encima de otros. Agradece al Señor por las personas que Él ha usado en tu vida. Reconoce y aprecia el valor y la contribución que cada uno hace al reino de Dios. Tienen diferentes fortalezas y diferentes llamados. Agradece al Señor por ellos, pero no los compares.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de ¡Vamos a la iglesia!, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 29 de marzo de 2023.
Nancy continúa en una serie llamada, Sigue a los líderes.
Nancy: Hemos estado hablando de nuestras responsabilidades como miembros de la iglesia hacia nuestro liderazgo espiritual. Sé que en esta serie estoy en una especie de …
Débora: En una sociedad consumista, es fácil jugar el juego de la comparación, incluso con los pastores. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Debemos tener cuidado de no exaltar a algunos líderes espirituales por encima de otros. Agradece al Señor por las personas que Él ha usado en tu vida. Reconoce y aprecia el valor y la contribución que cada uno hace al reino de Dios. Tienen diferentes fortalezas y diferentes llamados. Agradece al Señor por ellos, pero no los compares.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de ¡Vamos a la iglesia!, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 29 de marzo de 2023.
Nancy continúa en una serie llamada, Sigue a los líderes.
Nancy: Hemos estado hablando de nuestras responsabilidades como miembros de la iglesia hacia nuestro liderazgo espiritual. Sé que en esta serie estoy en una especie de campo minado; hay tantas situaciones diferentes en la iglesia, y no estoy familiarizada con los detalles de la tuya. No puedo abordar cada tipo de situación, y muchas de las cosas que estoy diciendo probablemente generarán algunos interrogantes. No está dentro del alcance de esta serie en particular abordar todos esos problemas, pero estoy tratando de señalar lo que creo que son algunos principios bíblicos claros sobre respetar, apoyar, apreciar y alentar a nuestros pastores y líderes espirituales. Estamos compartiendo esto con la esperanza de que te animes a seguir estas exhortaciones de la Palabra de Dios y seas un estímulo para tu pastor y líderes espirituales.
Un pastor amigo mío me mostró hace poco una carta que recibió de otro pastor de una iglesia pequeña que se encontraba en una situación difícil. El pastor de esa iglesia le estaba escribiendo a mi amigo para pedirle un consejo sobre cómo manejar esa situación. Quiero leerte una parte, con el permiso de ese pastor, de lo que estaba en esa carta. Él dijo:
«Uno de mis miembros cree que todas las noches de la semana son tiempo de familia, y no trae a su familia a los ministerios de los miércoles por la noche, sino que toca en una banda recreativa con otro hombre de nuestra iglesia, lo que resulta en que su esposa y sus cinco hijos no vengan –tiempo familiar. Otro miembro cree que los niños nunca deben estar lejos de sus padres cuando están en la iglesia, por lo que no dejará que sus hijos vayan a la escuela dominical ni los miércoles por la noche. Otro hombre, aunque es un amigo muy cercano, es tan crítico y chismoso que a menudo duele estar cerca de él incluso después de repetidas amonestaciones amistosas.
Tengo otro amigo que piensa que solo se deben cantar himnos en la iglesia, con un órgano. Él y su esposa se sientan en nuestro centro de bienvenida con sus dos hijas mientras suena la música, y no entran hasta que empieza la predicación. Tengo un experto en latín y griego que ama la confraternidad, pero odia que se predique después de las 12 del mediodía, y cuyo pequeño niño de cinco años me dice todos los domingos por la mañana que predico demasiado largo».
Mi corazón se aflige por ese pastor y por el niño. Entonces este pastor dijo:
«Tengo un hermano que no quiere unirse a nuestra iglesia porque hay demasiadas cosas malas en ella, aunque ha estado viniendo durante cuatro meses para disfrutar de la enseñanza. Lo curioso de todo esto es que amo absolutamente a toda mi gente. Los amo tanto que no sé qué hacer. Pero soy tan ignorante acerca de cómo unirnos a todos que me está volviendo loco. Estoy perdiendo el sueño, oro y pienso constantemente en ello».
Mientras leía esa carta, no conozco a este pastor, pero pensé: Aquí hay un hombre con el corazón de un pastor. Él ama a su rebaño a pesar de que las ovejas pueden ser desordenadas, sucias y tontas. ¡Pero ama a su rebaño! Señor, bendice a ese pastor que tiene un corazón para Tu pueblo.
Las situaciones en las iglesias son variadas, y tú y yo no nos damos cuenta de la carga que tantos pastores llevan por su gente, incluso cuando las cosas no son como deberían ser. Cada pastor tiene que lidiar con personas difíciles y situaciones difíciles. Eso es cierto en cada hogar y en cada iglesia. Pero reunir a todo tipo de personas diferentes y tratar de moldearlos y unirlos en un solo rebaño es algo difícil. Pero no nos damos cuenta de lo mucho que nuestros pastores aman realmente a su gente y llevan la carga por su rebaño en el corazón.
Así que, durante estos días hemos estado hablando sobre la importancia de apreciar a nuestros pastores y líderes espirituales y cuáles son las exhortaciones bíblicas hacia nosotras como seguidoras. ¿Cuáles son nuestras responsabilidades hacia nuestros líderes espirituales? Hoy quiero hablar de una que está en 1 Timoteo capítulo 5, versículo 19. Voy a leer solo una parte de este pasaje. No vamos a entrar en el pasaje completo, sino solo en la primera parte.
El apóstol Pablo dice:« No admitas acusación contra un anciano, a menos de que haya dos o tres testigos». Déjame decirte que puede que tu iglesia no tenga ancianos. Pero en el contexto del Nuevo Testamento, creo que esto se refiere a los líderes espirituales de la iglesia. Puedes llamarlos diáconos, puedes llamarlos pastores, obispos, supervisores o ancianos. De lo que habla aquí es del liderazgo de la iglesia.
El apóstol Pablo dice: «No admitas acusación contra un anciano, a menos de que haya dos o tres testigos». Ahora, el pasaje continúa discutiendo el proceso de tratar con los líderes de la iglesia que pecan. Hay un proceso. Es importante que se trate el pecado en el liderazgo de la iglesia. Necesita ser tratado bíblicamente. Necesita ser tratado a la manera de Dios. Tiene que ser tratado. No se debe meter debajo de la alfombra. Ahí es donde necesitamos entender la plenitud de la enseñanza de la Palabra de Dios sobre ese tema. Sin embargo, ese no es mi punto de hoy. Quiero quedarme con la primera parte de ese versículo.
«No admitas acusación contra un anciano, a menos de que haya dos o tres testigos». Ahora, aquí no se está asumiendo que estos líderes son perfectos o sin pecado. Ellos no lo son. Sabemos que son pecadores y que son humanos y que todos los hombres tienen pies de barro. No están aún glorificados, sino que están en proceso de serlo. Ellos experimentan el mismo tipo de tentaciones que nosotros. De hecho,probablemente experimenten algunas tentaciones adicionales. Y a veces fallan y lo echan todo a perder. Ellos son padres, son hombres. Tienen problemas reales con su forma de pensar, sus actitudes y sus acciones. Son pecadores salvados por la gracia de Dios como lo somos nosotras. Así que no se supone que sean perfectos.
Pero Pablo nos está diciendo que no debemos atacar o confrontar a los líderes espirituales para hacer cargos a la ligera contra ellos. «No admitas acusación contra un anciano, a menos que haya dos o tres testigos». Si hay que hacer acusaciones serias, acusaciones bíblicas, deben hacerse de una manera bíblica.
Y para una mujer o un hombre, un miembro de la iglesia, pasar por la iglesia diciendo cosas que pensamos sobre este pastor que no están fundamentadas bíblicamente y que no se manejan en un proceso bíblico, es pecado.
(Y déjame hacer un paréntesis aquí: no voy a entrar en detalles sobre esto, pero como mujer, si crees que hay un tema bíblico en juego, yo diría que primero vayas donde tu esposo, si estás casada. Luego oren y busquen al Señor juntos. Sigue el liderazgo de tu esposo acerca de cómo se debe abordar esto yendo a los otros líderes de la iglesia).
Pero esto es lo que no debemos hacer: no debemos sembrar semillas de deslealtad o disensión dando malos informes a otros sobre nuestros líderes espirituales. Y no estamos para escuchar a otros que quieran dar un informe negativo. Dice: «No admitas una acusación».
Y si eres el tipo de persona a la que la gente se acerca con frecuencia y se siente libre de compartir sus preocupaciones sobre el pastor, es mejor que te preguntes si algo anda mal contigo. ¿Por qué se sienten las personas tan cómodas compartiendo todo eso contigo?
Si les dices: «No estoy en posición, bíblicamente, para escuchar eso. Pero creo que nuestro pastor quiere ser un hombre de Dios, y creo que le gustaría saber sobre esto. ¿Te gustaría que tome el teléfono y le pregunte si le gustaría reunirse contigo?»
Dirígelos de vuelta a la fuente. No lo discutan entre ustedes. Eso crea en cualquier grupo de personas –una familia, un ambiente de trabajo y en una iglesia en particular– algo muy peligroso cuando hablan entre ellos de cosas sobre el pastor o los líderes espirituales con los que no están de acuerdo.
Ahora, al pensar en los problemas que surgen, que son preocupaciones, permíteme darte algunas ideas, algunas sugerencias. En primer lugar, recuerda que son humanos, que son pecadores. Dales espacio para fallar. Y no me refiero a que no cumplan con sus responsabilidades bíblicas, sino a darles espacio. Cuando escuchas a un pastor disciplinar públicamente a su hijo de tres años de una manera un poco brusca, no saltes sobre él. Tú haces lo mismo, o lo has hecho. Dale espacio para crecer como líder.
Pienso en un ministerio del que formé parte y en ese momento el pastor era un pastor joven. Años después se había convertido en un comunicador mucho más eficaz, en un expositor de la Biblia. Él había crecido. Y estoy tan contenta de que la congregación en sus primeros días no esperaba que él fuera este predicador experimentado en el que se convirtió.
No pongas expectativas irracionales en tu pastor para que sea un gigante espiritual, o un fabuloso comunicador. Por cierto, esto también se aplica a tu esposo. No esperes que tenga todas las fuerzas, todos los dones, todas las calificaciones de cualquier tipo de liderazgo. Algunos pastores no son grandes administradores y eso no es un pecado. Algunos pastores son mejores comunicadores que otros, y no es un pecado no ser un comunicador fascinante. No es pecado no ser tan elocuente como Charles Swindoll o John MacArthur. La mayoría de los pastores no lo son. Poner expectativas en tu pastor para cumplir con los requisitos y expectativas que no son realistas no es algo justo.
Así que pregúntate: «¿Él ama la Palabra de Dios? ¿Enseña la Palabra?» Quiero decirte que puedo sacar mucho provecho de cualquier sermón cuando el pastor abre la Palabra de Dios y todo lo que hace es leerla y hacer algunos comentarios al respecto. No tiene que ser un comunicador brillante.
Estamos en una época del entretenimiento que creemos que los pastores tienen que entretenernos. Ahora, estoy de acuerdo que los pastores y los comunicadores, incluyéndome como comunicadora, perfeccionemos nuestras habilidades, que nos desarrollemos, convirtiéndonos en mejores comunicadores. Y los pastores que conozco toman eso en serio y quieren desarrollarse en esas áreas. Pero debemos asegurarnos de no ponerles expectativas poco realistas.
Y debes distinguir entre cosas que los descalificarían para ser pastores o líderes espirituales, asuntos bíblicos que los descalificarian. Si no son hombres de carácter moral, si no son irreprochables, porque esas son cosas que los descalifican para el liderazgo. Pero debes distinguir entre esas cosas y las cosas que son de preferencias.
Y he visto pastores destituidos por razones que revelan orgullo, mezquindad, carnalidad por parte de las personas que lo expulsaron o le amargaron la vida. Lo he visto suceder una y otra vez. A veces tiene que ver con el estilo de la predicación y la efectividad de la predicación. A veces se relaciona con asuntos en los que el pastor está tomando el liderazgo, o que el liderazgo de la iglesia está tomando decisiones relacionadas con los programas de la iglesia, o que la iglesia va a tener dos servicios, o estamos cambiando el formato de la escuela dominical, o (¡Dios no lo quiera!) eliminando la escuela dominical o cambiando un servicio vespertino, tal vez el formato de los servicios, cosas como el volumen de la música.
Y debo mencionar que tengo opiniones sobre la mayoría de las cosas. Las personas que me conocen saben que tengo opiniones firmes sobre muchas cosas. Tengo mucho que decir sobre la música, por ejemplo. Pero creo que sería un error convertir las preferencias en cuestiones que dividen a una iglesia.
Dale espacio al pastor y al liderazgo de la iglesia para que dirijan. Algunas de estas cosas no son correctas o incorrectas, y nos atascamos en como lo hemos hecho siempre o como nos gusta. No siempre se trata de cuestiones de bien y mal. Muchos de estos asuntos son de opinión o de preferencia. No destruyas a tu pastor o al rebaño por cosas que son secundarias, que no son doctrinales, ni bíblicas.
Si llegas a un punto en tu corazón en el que realmente no puedes apoyar al liderazgo de la iglesia sobre cosas que son secundarias o de preferencia, tal vez sea la forma en cómo hacen el ministerio de niños, y que no es lo que quisieras para tu familia, ¡no dividas a la iglesia por eso!, no dividas el rebaño por eso. No derribes al pastor por eso. Dios puede guiarte a llevar a tu familia a una iglesia diferente en la que sus preferencias estén más alineadas con el lugar donde crees que Dios quiere a tu familia. Eso está bien. Pero no te conviertas en un punto de discusión en la iglesia por asuntos secundarios.
Escucha, es algo muy serio atacar a alguien que está en una posición de autoridad dada por Dios. Las Escrituras hablan de esto muy claramente. El Salmo 105, versículo 15 nos advierte: «No toquen a Mis ungidos, ni hagan mal a Mis profetas». Ahora, nuevamente, no estamos hablando de liderazgo de una secta o un culto aquí, obediencia ciega. Estamos diciendo que hay un respeto y una estima que debemos otorgar a aquellos que Dios ha puesto en posiciones de liderazgo espiritual.
Y pienso en cómo David, cuando era perseguido por el rey Saúl, tuvo la oportunidad de matar a Saúl. Cortó un pedacito de su túnica allí en la cueva. Y la Escritura dice en 1 Samuel 24:5: «Aconteció después de esto que la conciencia de David le remordía, porque había cortado la orilla del manto de Saúl».
Fue algo pequeño, pero David dijo: «Saúl es el hombre ungido por Dios en este momento en este reino». Saúl tenía muchos problemas, tenía muchos temas, pero David dijo: «Voy a dejar que Dios se ocupe de él. No voy a tomar este asunto en mis propias manos. Voy a dejar que Dios trate con él a Su manera y en Su tiempo».
No admitas acusación contra un anciano, a menos que haya dos o tres testigos. No seas tú la persona que destruye la unidad del cuerpo de cristo por cuestiones que son secundarias, que son asuntos de opinión o de preferencia.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado advirtiendo desde 1 Timoteo capítulo 5, sobre la seriedad de ser divisivos. Ella volverá con más en un minuto, pero me gustaría que te tomes un momento y pienses en esto a nivel personal. ¿Ha estado hablando Dios a tu corazón? ¿Hay algo que debas confesar o de lo que debas arrepentirte? Tal vez has sido una persona crítica, desleal. Tal vez has sembrado semillas de disensión y conflicto, quizás de manera sutil. Has escuchado chismes y quizás los has propagado. ¿Le confesarías eso al Señor? Arrepiéntete y pídele a Dios que te haga una seguidora piadosa y que te ayude a apoyar y animar a tus líderes de tal manera que estén motivados a convertirse en los hombres de Dios que Él quiere que sean. De hecho, oremos ahora mismo.
Señor, oro para que nos ayudes a cada una de nosotras a ver claramente nuestra situación. Escudriña nuestros corazones, conoce nuestros pensamientos y mentes. Ayúdanos a conocerlos. Hay muchas situaciones representadas entre nosotras, pero Señor, muéstranos cómo tratar esos temas de manera bíblica, con humildad, con amor, siguiendo los principios de las Escrituras. Señor, queremos fomentar la unidad de la iglesia en lugar de contribuir al conflicto o la disensión en la iglesia de Jesucristo. Por favor, Señor, limpia nuestros corazones. En el nombre de Jesús oramos, amén.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth; en la primera parte de este programa, Nancy nos advirtió que nos cuidáramos de un espíritu crítico y divisivo. Ahora, en la segunda parte del programa de hoy, Nancy comparte otros dos principios bíblicos importantes.
Nancy: El primero se encuentra en 1 Corintios capítulo 3, y no se dice explícitamente sino que está implícito, como una de nuestras responsabilidades hacia los líderes espirituales. Déjame leer el pasaje. En 1 Corintios 3, versículos 4-6, el apóstol Pablo le está hablando a la iglesia de Corinto, que tenía todo tipo de problemas.
Pablo no le dijo a la gente que dejara de ir a la iglesia o que abandonara la iglesia. Dijo que tratemos los problemas como líderes y como personas. Aquí está uno de los principios, porque había mucha contención en esa iglesia, mucha división, mucha comparación. Pablo dijo:
«Porque cuando uno dice: “Yo soy de Pablo”, y otro, “Yo soy de Apolos”, (dos líderes espirituales diferentes), ¿no son como hombres del mundo (carnales, espiritualmente inmaduros)? ¿Qué es, pues, Apolos? ¿Y qué es Pablo? Servidores mediante los cuales ustedes han creído, según el Señor dio oportunidad a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento».
Ahora, Pablo está abordando aquí este tema de la comparación, y creo que hay un par de cosas que señala.
En primer lugar, debemos tener cuidado de no exaltar a un líder espiritual sobre otro. Agradece al Señor por las personas que Él ha usado en tu vida. Tienen diferentes fortalezas, diferentes llamados. Agradece al Señor por eso, pero no compares. Recuerda que tienen diferentes dones, diferentes habilidades, y eso está bien. No exaltes a uno por encima del otro.
Da gloria a Dios por el crecimiento espiritual y el fruto en tu vida. Eso es lo que dijo Pablo. «Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento». Es Dios quien hizo el trabajo. Solo somos servidores, así que dale a Dios la gloria. Ten cuidado de no poner a tu pastor o líder espiritual en un pedestal inapropiadamente alto. Si es demasiado alto, se convierte en idolatría cuando miras a tu pastor o a este maestro en particular o líder como Dios en tu vida. Eso es peligroso. Lo estás preparando para su caída; te estás preparando para la decepción.
Dale la gloria a Dios por cómo ha usado a estos hombres como siervos en tu vida. Date cuenta de que, en última instancia, es Dios quien está obrando en tu vida y que los hombres que más te han impactado son simplemente servidores. Así es como se ven a sí mismos, como líderes humildes.
Evita un espíritu sectario, un espíritu divisivo. Niégate a tomar partido con un líder contra otro. No te unas a la pelea. Esos conflictos sucederán. «Soy de Pablo», «soy de Apolos». «Yo sigo esta enseñanza», «sigo esa enseñanza». Sé humilde y aprende lo que puedas de cada uno de ellos.
A continuación, quiero mencionar un principio que creo que es muy divertido, muy importante, sobre cómo debemos ministrar a nuestros pastores y líderes. Permíteme pedirte que vayas a 1 Timoteo capítulo 5. Veamos un par de pasajes diferentes en relación con este principio.
Y esto es muy importante. Voy a hablar aquí de cómo ministrar las necesidades materiales y financieras de aquellos que son nuestros pastores y líderes. ¿Qué dice la Escritura?
1 Timoteo 5, versículo 17: «Los ancianos…», y aquí estamos hablando de todos los supervisores espirituales en la iglesia. «Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor». Cuando le pagas a tu pastor, no lo haces por obligación. Esto es algo que merecen. Esto es algo de lo que son dignos, este honor, especialmente aquellos que trabajan en la predicación y la enseñanza. Eso es trabajo duro. Yo sé eso. Es mucha preparación.
Y yo vengo aquí, tengo todas estas notas y grabamos estos episodios del podcast. Pero es un trabajo duro, y tu pastor pasa por eso semana tras semana tras semana. Honro a estos hombres que presentan mensajes, algunos de ellos el domingo por la mañana, el domingo por la noche, algunos los miércoles por la noche, dos o tres mensajes diferentes a la semana. Ellos están estudiando. Ese es un trabajo arduo, y las Escrituras dicen que merecen ser compensados por hacerlo.
Las Escrituras dicen en el versículo 18: «No pondrás bozal al buey cuando trilla». ¿Estás llamando buey a mi pastor? No, Dios está usando un principio aquí, escrito por primera vez en el Antiguo Testamento, para mostrarnos un principio importante acerca de cómo nuestros líderes merecen cosechar la recompensa de su ministerio. El obrero es digno de su salario.
En Deuteronomio 25, el pasaje del Antiguo Testamento, dice que los bueyes que trillaban el grano tenían derecho a comer de él. Ese era su privilegio. Cuando Jesús envió a los setenta discípulos a ministrar en diferentes pueblos, les dijo que fueran a los pueblos y se quedaran en las casas de las personas y «permanezcan entonces en esa casa». Y Lucas 10 versículo 7 dice, «comiendo y bebiendo lo que les den; porque el obrero es digno de su salario». Los que enseñan la Palabra y conducen el rebaño de Dios merecen este honor, doble honor.
Esa palabra «honor» tiene que ver con respeto y apoyo económico. ¿Conoces la palabra «honorarios»? Si vas y cantas en algún lugar para un evento especial o hablas en alguna conferencia o retiro, es posible que recibas honorarios. Ese es dinero que se da para honrar a alguien, para expresar gratitud por cómo ha servido.
Ahora, el énfasis aquí no está en el dinero. Eso es parte de eso, pero es la actitud del corazón. Si respetas a tus pastores y líderes, querrás proveer para ellos y ministrarlos de manera financiera y material. «Ahora supongo que tenemos que pagarle a nuestro pastor». Bueno, tú querrás ministrar sus necesidades financieras y vas a querer apoyarlo económicamente. Las Escrituras dicen que a los que predican la Palabra se les debe pagar por ello.
Y Pablo dijo: «Este es un derecho que no estoy reclamando» (ver 1 Corintios 9:12). Pablo construía tiendas de campaña para poder servir a la gente sin imponerles ninguna obligación. Esa es la prerrogativa de Pablo. Esa es la prerrogativa de tu pastor, si él quiere funcionar de esa manera. Pero Dios le dice a la gente a la que está ministrando: «Debes ministrar a las necesidades materiales y financieras de aquellos que ministran a tus necesidades espirituales». Tu iglesia es responsable de proveer para las necesidades financieras del personal pastoral.
Pablo lo dice así en 1 Corintios capítulo 9, versículo 7: «¿Quién ha servido alguna vez como soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿O quién cuida un rebaño y no bebe de la leche del rebaño?…Si en ustedes sembramos lo espiritual, ¿será demasiado que de ustedes cosechemos lo material?… De la misma manera», dice, «así ordenó el Señor que los que proclaman el evangelio vivan del evangelio». Está bastante claro, ¿no?
Gálatas 6:6 lo dice de esta manera, y me encanta este versículo: «Y al que se le enseña la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña». Estaba meditando en estos versículos la otra noche y pensando en algunas de las personas que me han enseñado espiritualmente y que me han ministrado la Palabra. Todo lo que enseño en Aviva Nuestros Corazones, son cosas que he aprendido de mi propio estudio de la Palabra, pero también de pastores y maestros que han invertido en mi vida.
Y pensaba en algunas de esas personas que han ministrado en mi vida, y me detuve mientras trabajaba en este estudio y escribí notas a cuatro de esas personas. A tres pastores y un maestro de la Biblia, personas que me han enseñado. Dije: «No puedo enseñar sobre este pasaje sin aprovechar la oportunidad para escribir una nota y agradecerles por su ministerio de enseñar la Palabra en mi vida». Y acompañé cada nota con un cheque y dije: «Solo quiero bendecirte».
No se si lo necesitan. Ese no es el punto. El punto es que necesito darlo. Necesito ministrar materialmente. Eso es lo que dijo Pablo: «Y al que se le enseña la Palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña». Necesitamos dar y ministrar a las necesidades materiales y financieras de aquellos que nos ministran espiritualmente.
Así que pídele a Dios que te muestre cómo puedes honrar a tu pastor, al líder de jóvenes, a los encargados de los niños, a los maestros de la escuela dominical, a los trabajadores de la guardería, a las personas que te ministran a ti y a tu familia. Y podrías incluir en esto también a los maestros de escuelas cristianas. Puedes ampliar el círculo: gente que está invirtiendo en tu vida, los ancianos, los diáconos que brindan liderazgo a su iglesia. Pregúntale al Señor cómo puedes expresar honor de una manera tangible y práctica a esas personas.
Busca oportunidades para llenar las necesidades prácticas de tus líderes espirituales. Puede ser simplemente escribir un cheque para que tu pastor y su esposa salgan a cenar. Hace poco estuve con un pastor; él no es mi pastor, pero sirve en la comunidad donde vivo. Él y su esposa son una pareja joven y están en una pequeña iglesia. Sé que no ganan un gran salario en esa iglesia, tienen un gran corazón por el Señor, y aman a su gente y aman ministrar la Palabra, están haciendo un gran trabajo en nuestra comunidad.
Me los encontré en un restaurante hace poco. Así que saqué mi chequera y escribí un pequeño cheque, encontré un papel y escribí una pequeña nota que decía: «Gracias por su ministerio en nuestra comunidad. Quiero bendecirlos y agradecer al Señor por cómo están sirviendo al pueblo de Dios y al rebaño en esta comunidad».
A veces puede ser apropiado decirle a tu pastor o a su familia o al ministro de música y su familia, «¿podría nuestra familia invitarlos a cenar?» «Nos gustaría invitarlos a almorzar». Minístralos de una manera práctica.
Tal vez ayudar con la matrícula de la escuela cristiana de sus hijos. Y quizás Dios te haya bendecido económicamente y puedas decir: «Me gustaría ayudar. A nuestra familia le gustaría ayudar con la educación cristiana de sus hijos este año». Tal vez ofrecerte cuidar de sus niños para que el pastor y su esposa puedan tener una cita a solas sin tener que ministrar a otros en ese momento. Da para ministrar a las necesidades materiales y prácticas de tu pastor, de aquellos que te han discipulado, de aquellos que te han ayudado a ti y a tus hijos a crecer en tu caminar con Dios.
Invierte materialmente en la vida de aquellos que te enseñan la Palabra: pastores, ancianos, diáconos, maestros de escuela dominical, líderes de jóvenes. Pregúntale al Señor: «¿Cómo puedo bendecirlos materialmente si me han ministrado espiritualmente a mí y a mi familia?»
Débora: Acabamos de escuchar a Nancy DeMoss Wolgemuth con algunas formas simples, prácticas, en las que podemos bendecir a nuestros líderes espirituales.
Nancy tiene más ideas y sugerencias en un folleto que escribió. Se llama ¡Vamos a la iglesia! Es un recurso interactivo que te ayudará a pensar en tu participación en los servicios de tu iglesia, cosas como: cómo prepararse para la iglesia, cómo aprovechar al máximo un sermón. También hay una sección para aquellos que están involucrados en enseñar la Palabra a otros y una guía de treinta días para orar por tu pastor.
¿Oras por tu pastor? Mañana escucharemos acerca de un miembro de la iglesia que ha llevado la oración por su pastor a un nivel completamente nuevo. Espero que te unas a nosotras para eso, aquí mismo, mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth te inspira a bendecir a otros con tu libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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