Alentada por las promesas
Annamarie Sauter: ¿Has animado a tu esposo últimamente? Puede que sea más importante de lo que piensas.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Creo que nosotras como mujeres nos olvidamos o simplemente no nos damos cuenta, qué tanto los hombres necesitan ser animados y afirmados. Ellos van a la batalla y cuando van, necesitan saber que hay alguien en casa esperando por ellos; que se interesa por ellos y que ha estado animándolos durante esta batalla.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Quisieras que los hombres a tu alrededor fueran valientes; que asuman el liderazgo; que sean protectores y proveedores? Entonces necesitas ser de aquellas que los alientan. Hoy Nancy te ayudará a ver cómo la exhortación de una mujer piadosa puede afectar a grandes líderes potenciales. Aquí está Nancy en la serie titulada, Cuando los hombres no lideran: Un …
Annamarie Sauter: ¿Has animado a tu esposo últimamente? Puede que sea más importante de lo que piensas.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Creo que nosotras como mujeres nos olvidamos o simplemente no nos damos cuenta, qué tanto los hombres necesitan ser animados y afirmados. Ellos van a la batalla y cuando van, necesitan saber que hay alguien en casa esperando por ellos; que se interesa por ellos y que ha estado animándolos durante esta batalla.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Quisieras que los hombres a tu alrededor fueran valientes; que asuman el liderazgo; que sean protectores y proveedores? Entonces necesitas ser de aquellas que los alientan. Hoy Nancy te ayudará a ver cómo la exhortación de una mujer piadosa puede afectar a grandes líderes potenciales. Aquí está Nancy en la serie titulada, Cuando los hombres no lideran: Un vistazo a la vida de Débora.
Nancy: Hemos estado hablando sobre lo que significa ser distintivamente femeninas y ejercer nuestra influencia, como mujeres, en formas que sean femeninas. Esforzarnos de manera que la fuerza y el liderazgo masculino aumenten.
Tengo que decirles que esta no es una manera de pensar que llega fácil o de manera natural para mí. Aquellos de ustedes que me conocen saben que soy una mujer fuerte. Tengo muchas opiniones, tengo algunos puntos fuertes y dones naturales. Soy extrovertida.
Y me he encontrado a mí misma en situaciones a través de los años, en las que realmente he estado luchando con el Señor y con su Palabra sobre mi entendimiento de lo que las escrituras enseñan acerca de la feminidad. Hubo momentos en el pasado, honestamente, en los que me molestaba la enseñanza bíblica sobre la feminidad.
Ahora bien, mí teología era tradicional. Mi conocimiento sobre las escrituras era convencional y no podía distanciarme de esa enseñanza. Pero, bromeo y digo: «Yo era como un predicador frustrado en el cuerpo de una mujer», porque yo realmente quería servir al Señor y quería enseñar la Palabra. Pero tenía esta visión de que era el hombre al que Dios usaba para hacer el ministerio, y que si hubiese sido un hombre podría haber sido más efectiva, más útil y más fructífera en el ministerio.
Hubo tiempos…recuerdo, cuando por primera vez me encontraba trabajando para otro ministerio y el líder de ese ministerio vino hacia mí y me preguntó si podía comenzar a hacer conferencias para mujeres. Tenía veintiún años de edad, y él quería que viajara e hiciera todas esas conferencias para mujeres acerca del tema del rol de la mujer en el hogar.
Honestamente, cuando me preguntaron eso, no me gustó para nada la idea. Pensé, «no quiero pasar mi vida hablándo a mujeres en conferencias de mujeres». Claro que no le respondí de esa manera, pero fue algo así como una reacción adversa. Y la verdad es que, honestamente en ese punto, no estaba cómoda con el hecho de que Dios me había creado como mujer.
Entre mis 20 y 30 años, luché con muchas de estas cosas y aún en los treinta. Algunos días seguía luchando con lo que significaba ser una mujer; de ser una receptora, alguien que recibe, alguien que afirma, que fortalece y levanta el liderazgo masculino. Quiero compartir con ustedes damas, que para el hombre ser piadoso, tiene que luchar con sus propios problemas. Porque para ellos esto significa tomar su rol, aceptar el liderazgo; significa proveer y proteger en maneras en las que su carne no quiere hacerlo en todo momento.
Sé que todas nosotras tenemos nuestras propias luchas con la carne. Pero en la medida en que he llegado a conocer más el corazón de Dios y Sus planes, y Sus formas y Su diseño y la belleza de Su creación—masculino o femenino— entiendo que Él nos ha creado para reflejar Su imagen. He llegado a amar lo que significa ser mujer.
Ahora puedes preguntar: «¿Qué tiene que ver todo esto con la serie que estamos estudiando?» Bueno, estamos hablando sobre Débora en el libro de los Jueces. Ella ha sido usada como un ícono para el movimiento feminista evangélico por años y años.
De alguna forma me he sentido temerosa al enseñar este pasaje porque, a simple vista, pareciera que Débora promueve el punto de vista de que debemos poner a las mujeres en posiciones de liderazgo espiritual. Pero a medida que he estudiado más profundamente este pasaje, más me he dado cuenta de que eso no es lo que su vida dice en lo absoluto.
Su vida nos ilustra cómo ser mujeres de influencia, pero de manera piadosa y femenina. Hemos estado hablando sobre algunas evidencias de la feminidad de manera distintiva en la vida de Débora en Jueces capítulos 4 y 5.
Podemos ver que ella actúa de manera tal que afirma y levanta el liderazgo masculino. A medida en que los hombres estaban tomando el liderazgo en sus días, ella se deleitó en ver que Dios los estaba levantando a tomar ese liderazgo. Puedes ver esto particularmente en el capítulo cinco.
Después podemos verla alimentando el liderazgo de Barac, quien es el hombre que Dios estaba usando para pelear esta batalla. Su rol era el de proveer una oportunidad para que los hombres cumplieran su llamado diseñado por Dios como líderes, como defensores y protectores.
Vemos que Débora no es una mujer que quiere llevarse el crédito. Ella no intenta ser el héroe de la historia. De hecho, esta historia no es realmente acerca de Débora. Esta historia es acerca de Dios. Esta historia es acerca de Dios usando a una mujer para cambiar toda una cultura; de sacar a los hombres de sus escondrijos y de traerlos a los lugares de liderazgo que las mujeres realmente deseaban que ellos tomaran.
Vemos a Débora en un rol de ayuda en este pasaje. Me ha ayudado mucho a entender que es por eso que Dios creó a la mujer, para ser ayudadora. Dios no creó a los hombres para ser ayuda para las mujeres. Los hombres tienen la responsabilidad de proveer y de proteger, pero las mujeres fuimos creadas con el propósito distintivo de ser la ayuda adecuada para ellos; de adaptarse, de encajar, de ayudar, de fomentar y fortalecer.
Cuando Barac dice en Jueces capítulo 4: «No iré a esta batalla al menos que vayas conmigo», (v. 8, parafraseado) si fue a causa de incredulidad o simplemente porque respetaba su caminar con Dios, por la razón que fuera, él le dijo, «necesitas ir conmigo a la batalla».
Ella estuvo dispuesta a acompañar a Barac a la batalla. Ella dice en el versículo 9 de Jueces 4: «Yo seguro que iré contigo». ¿De quién fue la idea? No fue de ella, sino de él. Ella estaba respondiendo. Estaba creando una situación y una circunstancia donde él se libera y está capacitado para dirigir.
Entonces él le dice: «Ven conmigo». Ahora, pudiera ser que él estuviera muerto de miedo. Tal vez por eso lo estaba diciendo. Pero ella responde a esto, y le dice: «Yo seguro que iré contigo».
He estado citando algunas frases durante esta serie del folleto de John Piper titulado: «¿Cuál es la diferencia?» Es un capítulo sacado de un libro más grande. Este capítulo ha sido de gran ayuda para mí en mi rol como mujer. Déjenme leerles un párrafo (un párrafo bastante largo), sacado de un libro que creo que aborda este tema de manera excelente.
John Piper dice, «siempre hay maneras de que una mujer interactúe aún con un hombre subordinado a ella». Puede darse una situación donde la mujer tiene hombres trabajando para ella de diferentes maneras.
Hay maneras de que una mujer interactúe aún con un hombre subordinado a ella, que señala tanto a él como a otros la aprobación de su madurez como hombre en relación a ella como mujer. No tengo nada en mente como sugestividad sexual o insinuaciones. Más bien, pienso en expresiones culturales apropiadas de respeto hacia su tipo de fuerza y aceptación gozosa de sus cortesías caballerosas. Su comportamiento (el tono y el estilo y la disposición y el discurso de su posición o su rango) puede claramente señalar, su afirmación del único rol que el hombre debe jugar en una relación con una mujer, debido a su sentido de la responsabilidad de proteger y guiar.₁
Ahora, no sé si entendiste todo eso. Si no lo entendiste, te animo a que ordenes una copia de ese folleto escrito por John Piper, «¿Cuál es la diferencia?», te diremos cómo puedes conseguirlo. (Está disponible en inglés, What is the Difference?). Él solo hace referencia a la manera en que nosotras como mujeres hablamos y funcionamos cuando estamos con hombres (y obviamente es diferente si es con tu esposo, con tu jefe, o con los hombres de la iglesia).
La forma como esto se vive pudiera ser diferente, pero hay maneras, como mujeres, en que podemos afirmarlos como hombres. John Piper incluso habla de esto… A veces, cuando una mujer siente que necesita ayudar a un hombre a moverse en una nueva dirección, él (Piper) dice: «Una mujer que cree que debe guiar a un hombre hacia un nuevo comportamiento debe de hacerlo en una manera que muestre apoyo a su liderazgo».₂
Tuve una cena esta semana con una mujer que está en otro ministerio. Ella tiene una posición de mucha responsabilidad allí, y una que creo que es bíblica. No tiene un rol pastoral en una iglesia local. Creo que las Escrituras son claras al decir que esas posiciones deben de ser manejadas por los hombres. Al decir eso sé, estoy segura que algunas de ustedes no estarán de acuerdo conmigo.
Pero esta mujer está en un ministerio paraeclesiástico, y tiene muchas responsabilidades, pero ella está bajo el liderazgo masculino. Esta es una mujer que vino de un pasado feminista. Ella no vino a los pies del Señor hasta que estuvo en sus 30 años. Ella es bien capaz, muy expresiva, muy brillante, pero tiene un corazón genuino para el Señor, y quiere usar esos dones dados por Dios de maneras que sean apropiados para ella como mujer.
Nos sentamos en la mesa a la hora de la cena una frente a la otra, y solamente le hablé sobre algunas de las formas en las que el Señor me había ayudado (prácticamente, como una mujer en el ministerio) a servir (a menudo con muchos hombres dentro del personal), en maneras que son distintivamente femeninas. Le dije: «A veces estoy en reunión con un grupo de hombres, y soy la única mujer en la sala. A nivel de responsabilidad, compartimos el mismo nivel».
Le dije: «Busco la oportunidad de notar que sus vasos de agua estén vacíos y les digo: «¿les puedo buscar más agua?» Tú dirás: «¿acaso le resta masculinidad al hombre el hacer esto?» No lo creo. Pero si creo que me coloco, de forma distintiva, en un rol de servicio, como una manera de afirmarlos en su rol de hombres».
Afírmalos, recibe su liderazgo, recibe su aporte. ¿Significa esto que ellos siempre tienen la razón? Claro que no. Los hombres no dirían eso de sí mismos. ¿Significa esto que nosotras tenemos la razón? No, y eso es lo que tenemos que recordar. Tenemos que sujetar, humildemente, nuestro propio deseo de cómo las cosas se deben hacer.
Luego involúcrate en el hogar, en tu lugar de trabajo, en la iglesia y en la comunidad con los hombres. Hazlo de manera en que puedas ayudarlos; que los levantes y los animes en su rol.
Antes de pasar al punto final de cómo Débora evidenció la feminidad, en las maneras en las que ella ministro y sirvió, déjame responder una pregunta abierta que alguien me hizo antes de esta sesión hace un momentito. «¿Qué pasaría si dentro de tu casa, (que es donde la mayoría de las mujeres tienen que vivir todo esto) ¿Qué pasaría si tu marido simplemente dice: tú te encargas de esto?» ¿Estaría él abdicando su responsabilidad al decir eso?
Mi respuesta es: Tal vez sí, pero tal vez no. Tu esposo puede estar siendo un administrador sabio de su hogar, y tal vez está proporcionando un liderazgo piadoso al decirte: «Esto es algo en lo que tú serías más eficiente. Estoy delegándote esto a ti».
Ya sea manteniendo la cuentas, decorando la casa, escogiendo el plan de estudios para la educación de tus hijos o en otra área en particular en la que él sabe que tienes un don y una fortaleza dada por Dios. Él te dice: «yo quiero usar esos dones». Al hacer eso, él no está necesariamente relegando su responsabilidad.
Si un hombre te dice en casi todas las áreas de la vida, «solo encárgate de eso», y no muestra ningún interés o se involucra o participa en ello, eso sería un problema distinto. Pero un hombre puede dar supervisión básica, límites y dirección, y aún así seguir delegándote la realización de muchos de esos detalles.
Un marido sabio, o un presidente corporativo sabio, haría eso. Él va a apelar a tus fuerzas y te va a animar a usarlas. Tenemos que tener cuidado de no ser muy severas con los hombres y de no asumir que ellos han abdicado de su responsabilidad solo porque están animándote a tomar responsabilidad por algo en específico.
En algunas situaciones donde, por ejemplo, tienes una madre soltera, una esposa con un marido que no es creyente, un marido que no está caminando con Dios, o que está renunciando a su responsabilidad, aún en esas ocasiones será apropiado que hagas lo que sea necesario, pero con un espíritu que diga: «No voy a tomar esto y a quitarlo del control a mi marido».
Tu espíritu puede comunicar: «Le doy la bienvenida al liderazgo masculino en esta área en particular de mi vida». Tu comportamiento puede comunicar que estás siendo femenina. Sin embargo, habrá áreas en particular en las que, la forma de practicar esto te coloque en una situación en la que debas tomar algunas responsabilidades que no sean las ideales.
Ahí es donde te animo, otra vez, a regresar a ese pequeño folleto de John Piper llamado: «¿Cuál es la diferencia?» Como he dicho antes, tienes que leer el capítulo cuidadosamente, detalladamente y quizás hasta en oración, para poder comprender toda la intención de lo que él está diciendo. Pero él da muchas ilustraciones de cómo esto de lo masculino y lo femenino funciona en momentos cotidianos de la vida diaria.
Al regresar a Débora en Jueces capítulos 4 y 5, una de las cosas que se destaca más para mí en este pasaje es que Débora era una exhortadora y alentadora, una afirmadora de los hombres en su mundo. Ella usa el don de exhortar, el ministerio de afirmar para estimular la fe de Barac.
Barac, como podrás recordar, era el hombre militar que Débora convocó y le dijo, «Dios tiene un mensaje para ti. Él quiere reunir las tropas e ir a la batalla en contra de los cananeos» (Jue. 4:6, parafraseado). Débora afirmó a Barac y fortaleció su fe diciéndole acerca de las promesas de Dios. Ella lo animó con las promesas de Dios.
En el capítulo 4 de Jueces, versículo 7, ella cita lo que Dios le dijo. Esto es una promesa, y ella le estaba comunicando esa promesa a Barac. «Y yo (eso es Dios) atraeré hacia ti a Sísara». Este era el general enemigo. «Y yo atraeré hacia ti a Sísara, comandante del ejército de Jabín, con sus carros… y lo entregaré en tus manos».
Ella le está diciendo: «Dios te ha dado una promesa. Deja que esa promesa sea la que cree la fe en ti». Después llegamos al versículo 14 del capítulo 4. Ahora ellos tienen el ejército; ellos se están preparando para ir a la batalla. Débora le dice a Barac: «¡Arriba! Porque este es el día en el cual Dios ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido el Señor delante de ti?»
Al poner esto en todo el contexto del pasaje, no creo que Débora le esté dando órdenes a Barac de marchar diciendo: «Este es el momento de hacerlo», y él solo es su marioneta obedeciendo sus órdenes. Creo que ella está de pie detrás de él y debajo de él para apoyarlo y afirmarlo diciéndole: «Ten ánimo. Ten fe. Sé fuerte, porque este es el día en que el Señor ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido el Señor delante de ti?» (Jue. 4:14).
Ella le está recordando que Dios está ahí. Creo que al leer esas palabras de cómo las palabras de una mujer pueden inspirar valor en el corazón de un hombre; cómo una mujer puede inspirar valor en su esposo, en sus hijos; cómo podemos inspirar valor en nuestros pastores y en los demás a medida que levantamos nuestras manos y los afirmamos con las promesas de Dios, decimos en un sentido: «Tú puedes hacer eso. Tú puedes cumplir lo que Dios te ha dado para hacer. Yo creo en ti porque Dios dentro de ti es maravilloso».
Yo creo que nosotras como mujeres nos olvidamos tal vez, o quizás no nos damos cuenta, de cuánto los hombres necesitan esa motivación, esa afirmación. Ellos van a la batalla (cuando van) por sus esposas y sus por sus hijos. Necesitan saber que tienen a alguien en casa que se preocupa y que ha estado motivándolos en la batalla.
Veo en Débora, una mujer de fe y de valor. Para mí, el legado de la vida de esta mujer…en la próxima sesión nos vamos a adentrar en la batalla en sí, pero a medida que cerramos esta sesión de este tema sobre masculinidad y feminidad, para mí el legado de la vida de esta mujer, es que a través de su fe y su valentía, los hombres de sus días se convirtieron en hombres de verdad.
Fueron retados a ser más masculinos. Salieron hacia delante; subieron a la arena para aceptar su responsabilidad de pelear en contra del mal, de defender sus esposas, sus hijos, de ser los protectores que Dios había destinado que fueran.
El legado no es que Débora ganó esta gran batalla. El legado es que ella levantó a Barac y a los 10.000 hombres y soldados dispuestos que fueron a esta batalla luego de veinte años de estar intimidados y oprimidos; la fe de una sola mujer y su coraje y su verbalización fue lo que inspiró a estos hombres a convertirse en verdaderos hombres.
Leo en Hechos capítulo 6 acerca de cómo la iglesia joven escogió un número de hombres para ser diáconos. Nos dice que eran hombres de buena reputación y llenos del Espíritu Santo y de sabiduría y llenos de fe (vv. 2-4). Al leer pasajes como estos, yo oro: «Oh Dios, danos hombres piadosos que guíen a tu pueblo hoy en día».
Esto es algo que ha estado en mi corazón por muchos años. Yo sé que está en algunos de sus corazones. Uno de los roles que tenemos es el de orar, interceder, y luego motivar a estos hombres para que sean hombres de fe; para que sean hombres de buena reputación; hombres llenos del espíritu. Yo creo que Dios tiene una manera de usarnos para motivarlos a ellos para que tomen sus puestos.
Una de las cosas que me impactó cuando estaba estudiando este pasaje fue cuando busqué la referencia en Hebreos 11, (que refiere a esta historia que estamos estudiando en Jueces capítulo 4). Hebreos 11, como puedes recordar, es una lista de grandes hombres y mujeres de fe (no todos ellos), pero muchos de ellos. Ese pasaje enlista catorce hombres del antiguo testamento y dos mujeres, Sarah y Rahab, que fueron nombradas en este salón de la fe. El nombre de Débora no está en este pasaje.
¿Sabes qué nombre sí está? El de Barac. El hombre que ella inspiró para tener el coraje de liderar. Hebreos 11:32, después de que todos estos héroes diferentes en la fe fueron mencionados, el versículo 32 dice:
«¿Y qué más diré? Pues el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; quienes por la fe (Barac a través de la fe) conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de espada; siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros» (vv. 33-34).
¿Escuchaste eso? Barac figura en la lista como un hombre de gran fe. Sus hazañas, sus proezas fueron las que se celebraron en este pasaje. Pero él no comenzó como un hombre de gran fe. Él aparentemente estaba ahí detrás escondido con los demás hombres intimidados de Israel. Por años, nadie se había puesto en frente. Estaban asustados, y se convirtieron en hombres pasivos e inactivos. Vivió en una era donde los hombres eran temerosos.
Débora fue la que tuvo fe. Pero al final, cuando en el Nuevo Testamento la historia fue contada, la fe de Barac fue la reconocida.
Ahora, algunas mujeres ven esto y dicen: «Eso no se vale. Débora debe recibir todo el crédito. Ella fue la que tuvo fe en esa historia. ¡Eso no es justo!» ¿Sabes qué? Creo que Débora hubiese estado encantada de ver el nombre de Barac en esa lista porque ella no estaba viviendo para su propio reconocimiento. Ella estaba viviendo para la gloria de Dios.
Creo que ella estaba maravillada de estos hombres que… sí, eran débiles. De la debilidad, ellos fueron hechos fuertes. Sansón seguramente tenía sus deficiencias y otros hombres más que están listados en este capítulo. No eran hombres perfectos, ni tampoco lo es tu esposo, tampoco lo es tu pastor. Pero ellos pueden ser hechos fuertes a partir de la debilidad cuando hay una Débora detrás de ellos; cuando hay una mujer levantando sus manos, alentándolos y orando por ellos.
Les digo algo, amigas, cuando lleguen al cielo, si pueden escuchar el Señor decirle a tu esposo: «bien hecho, buen y fiel sirviente. Fuiste un hombre de fe; fuiste un hombre piadoso». ¿No estarías emocionada? Porque sabrás que llevaste a cabo el llamado de Dios en tu vida, el cual fue de ser ayuda idónea, adecuada para tu esposo. Si tu esposo es reconocido como un hombre piadoso, un hombre de fe, ¿no te sentirías exitosa?
Entonces a medida en que exhibimos feminidad bíblica, Dios usa nuestras vidas para motivar la masculinidad bíblica. No podemos sentarnos a esperar y decir: «Si los hombres fueran más piadosos; si realmente fueran más proactivos; si realmente fueran menos pasivos nosotras podríamos ser más piadosas como mujeres».
¡Escuchen! solo somos responsables por nosotras mismas, y necesitamos decir: «¿Señor, qué es lo que quieres que haga? ¿Quién quieres que yo sea en esta hora? ¿Cómo puedo ejercitar fe, y cómo puedo motivar a los hombres, los pastores, los hijos, los demás hombres en mi vida? ¿Cómo puedo motivarlos para que sean todo lo que Tú quieres que ellos sean?»
Annamarie: Espero que el mensaje de hoy te haya dado algunas ideas sobre cómo puedes ser una mujer que alienta a otros.
Y, ¿no es cierto que el anhelo de muchas de nosotras es experimentar la libertad que proviene de caminar en la verdad? Hemos escuchado innumerables testimonios de la libertad que muchas mujeres han disfrutado. Esta libertad viene de construir tu vida sobre el fundamento de la verdad.
Por eso queremos invitarte a unirte a nosotras para la conferencia True Woman ‘18. Juntas queremos abrazar la verdad de Cristo y Su Palabra.
Como parte de esta contaremos con una preconferencia para hispanas y por hispanas. En esta preconferencia estarán con nosotras: Laura Gonzalez de Chavez, Patricia de Saladín, Betsy de Gómez, Paulina Torres y Susi Bixby.
Separa en tu agenda los días 27, 28 y 29 de septiembre de este año, y acompáñanos para la conferencia True Woman 18. Esta se titula, La verdad que te hace libre y se llevará a cabo en Indianápolis. Anima a otras mujeres y hagan grupos, ¡anhelamos ver a Latinoamérica bien representada! Mantente informada de los detalles a través de nuestra página web, AvivaNuestrosCorazones.com. ¡Informate hoy porque el cupo se llenará pronto!
«Preferiría no involucrarme». ¿Cuántas veces te ha impedido esta frase el experimentar grandes bendiciones de Dios en tu vida? Hablaremos más acerca de esto el lunes. Acompáñanos nuevamente aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a un avivamiento genuino y a abrazar tu diseño como mujer, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
1 Recovering Biblical Manhood and Womanhood. Wayne Grudem and John Piper, p. 50.
2 Ibid, p. 52.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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