Adora en espíritu y en verdad
Débora: Muchas de nosotras seguramente hacemos esa actividad llamada «adoración», por lo menos una vez a la semana. Hoy Nancy DeMoss Wolgemuth nos recuerda que la adoración es más que estar de pie y cantar en la iglesia.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Cuántas veces nos sentamos en la iglesia, o nos sentamos en nuestro devocional leyendo nuestra Biblia, diciendo las palabras, orando las oraciones, cantando las canciones, pero nuestros corazones están tan lejos?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 23 de septiembre de 2024.
En esta semana, Nancy continuará enseñando en la serie titulada: «Cómo saciar nuestra sed». Si te perdiste alguno de los dos episodios anteriores, puedes encontrarlos en la aplicación de Aviva Nuestros Corazones, o en nuestro sitio web AvivaNuestrosCorazones.com.
Si te es posible, te invito a abrir tu …
Débora: Muchas de nosotras seguramente hacemos esa actividad llamada «adoración», por lo menos una vez a la semana. Hoy Nancy DeMoss Wolgemuth nos recuerda que la adoración es más que estar de pie y cantar en la iglesia.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Cuántas veces nos sentamos en la iglesia, o nos sentamos en nuestro devocional leyendo nuestra Biblia, diciendo las palabras, orando las oraciones, cantando las canciones, pero nuestros corazones están tan lejos?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 23 de septiembre de 2024.
En esta semana, Nancy continuará enseñando en la serie titulada: «Cómo saciar nuestra sed». Si te perdiste alguno de los dos episodios anteriores, puedes encontrarlos en la aplicación de Aviva Nuestros Corazones, o en nuestro sitio web AvivaNuestrosCorazones.com.
Si te es posible, te invito a abrir tu Biblia en el evangelio de Juan capítulo 4, aquí está Nancy.
Nancy: Durante esta semana hemos estado aprendiendo de la mujer samaritana en el Evangelio de Juan capítulo 4. Y, ¿sabes?, mientras leo acerca de esta mujer, he aprendido a amarla y a amar su historia. En muchas maneras su historia, los detalles de su vida, son diferentes a los míos.
Mi trasfondo es muy diferente al de esta mujer. Pero, mientras más estudio este pasaje y mientras más la conozco, más me doy cuenta de que me parezco a ella en muchos aspectos. Ella tenía esa sed interior que yo también tengo.
Y así como ella a menudo buscaba saciar su sed interior de maneras que no la saciaban, de la misma manera me encuentro tratando de saciar esa sed de mi corazón de maneras que realmente no duran. Hablaremos más acerca de esto en los próximos días.
Pero regresemos al pasaje de Juan capítulo 4. Cristo le había dicho a esta mujer: «antes que te pueda dar esta agua viva. . .», Él le había ofrecido esa agua viva y ella le había dicho: «La quiero». Pero Cristo le dijo: «Primero necesitamos hablar de la verdad. Hablemos de tu matrimonio. Hablemos de tu marido», y la mujer le dijo: «no tengo marido», entonces Cristo le dijo: «Tienes razón. Has tenido cinco maridos, y el hombre con el que vives ahora no es tu marido».
Este es un momento increíble. Jesús le muestra a esta mujer que Él sabe toda la verdad acerca de ella; Él le está diciendo: «Si vas a tener este don de Dios, si vas a tener esta agua viva brotando dentro de ti, que es un pozo de agua dentro de ti, si vas a tener liberación, no solo el alivio temporal que obtienes del agua de este pozo, sino que si vas a tener una liberación permanente desde dentro, tendrás que ser honesta Conmigo acerca de tu vida».
Bueno, Cristo muestra en ese momento de revelación, Él le enseña a esta mujer que Él conoce todo de ella. Mientras leía este pasaje, pensé en que esta mujer estaba realmente aterrorizada. La pista para mí es que en el siguiente versículo, en el versículo 19, ella cambia totalmente el tema. Cristo le había dicho: «Has tenido cinco maridos, y el hombre con el que vives no es tu marido. Lo que acabas de decir es muy cierto, no tienes un marido». Y la mujer dice, versículo 19: «Señor, me parece que Tú eres profeta».
Ahora, mejor hablemos de otra cosa que me sienta segura para compartir. ¡Yo creo que ella estaba muerta de miedo! ¿Qué más sabe este hombre? Me ha dicho todas estas cosas vergonzosas de mi pasado; obviamente sabe demasiado como para que ella se sintiera cómoda. Así es que hablemos de algo seguro, como la religión. Versículo 20:
«Nuestros padres [los Samaritanos] adoraron en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar».
Ahora, en ese momento, pienso que ella está trayendo ese tema como una distracción. Es como una cortina de humo. Pero Cristo no lo toma de esa manera, Él dice: «¿Quieres hablar de adoración? Hablemos de adoración. Porque de eso se trata realmente. Se trata de a quién adoras. ¿Te adoras a ti misma? ¿A tus necesidades? ¿O adoras al verdadero Dios viviente?».
Y Cristo dice en el versículo 21:
«Mujer, cree lo que te digo: la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. Ustedes [es decir, los Samaritanos] adoran lo que no conocen; nosotros [haciendo referencia a los Judíos], adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero la hora viene, y ahora es, [y es ahora cuando ha venido, porque Cristo ha venido] cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y [¿cuál es la palabra?] en verdad; [Cristo le dijo: “tienes que hablar la verdad acerca de lo más íntimo de tu ser”] porque ciertamente a los tales el Padre busca que lo adoren. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad» (vv. 21-24).
No puedes adorar hasta que seas sincera.
¿Cuántas veces nos sentamos en la iglesia, o nos sentamos en nuestro devocional leyendo nuestra Biblia, diciendo las palabras, orando las oraciones, cantando las canciones, los himnos, pero nuestros corazones están tan lejos? Estamos adorando, pero no estamos realmente adorando. No estamos adorando en espíritu y en verdad, o nuestras mentes están ocupadas en otras cosas. Hay una parte secreta de nosotras donde hay pecado sin confesar, relaciones rotas con las que no hemos lidiado, algo en nuestra conciencia que no hemos aclarado.
Estamos escondiendo la verdad y Dios dice: «Si quieres ser mi adoradora, cuando vengas a adorar, debes adorar con todo tu corazón. Debes adorar con un corazón puro, con un corazón honesto y abierto delante de Mí».
Bueno, la mujer dice en el versículo 25: «Sé que el Mesías viene (el que es llamado Cristo)». Ambos, los judíos y los samaritanos, creen en la venida del Mesías. «Cuando Él venga nos declarará todo». Pienso que ella está diciendo: «Esto se está poniendo muy profundo para mí. Esto es muy complicado teológicamente, así que, cuando venga el Mesías, Él nos explicará todas estas cosas».
En el versículo 26, Cristo le declara algo importante. Y de nuevo, trata de ponerte en los zapatos de esta mujer. Imagínate, ella acaba de tener una conversación muy extraña, algo que nunca imaginó que sucedería cuando fue a ese pozo; y entonces saca el tema del Mesías y Cristo le dice: «Yo soy, el que habla contigo».
Cristo no solo le reveló a esta mujer lo que había en su corazón, sino que ahora Jesús se estaba revelando a ella. ¿No te alegra que Jesús no nos deja viendo solo nuestra necesidad, nuestra pecaminosidad y nuestro fracaso? Ese es el punto de partida, pero luego Él nos señala a Él mismo.
Él es la provisión de Dios para nuestra necesidad. Y Cristo te dice ahora: «Pero el que habías estado esperando, el que habías estado anhelando, en el que has estado creyendo, el que crees que te explicará todo, estás hablando con Él».
Ahora, la mayoría de nuestras traducciones dicen como lo acabo de leer: «Yo soy, el que habla contigo». Pero en el texto original, la palabra «el» no está ahí. ¿Sabes como realmente se lee?: «Yo, el que habla contigo, YO SOY». ¿Has escuchado ese nombre en otras ocasiones? ¿Quién es YO SOY? DIOS es YO SOY, Jehová, el Dios del Antiguo Testamento. El mismo Dios que estaba parado frente a esa mujer y le dijo: «Yo soy Dios. Y he venido al mundo. He venido a Samaria. He venido a este pozo para encontrarme contigo. He venido aquí a traerte el don de Dios. Yo soy ese don. Yo que hablo contigo, Yo soy Él».
Bueno, en el versículo 27 nos dice que, justo en ese momento, Sus discípulos regresaron y estaban sorprendidos de encontrarlo hablando con una mujer. Y eso de alguna manera interrumpe el flujo de la conversación, pero Cristo iba a convertir eso en algo bueno también. Dice:
«. . .pero ninguno le preguntó: “¿Qué tratas de averiguar?” o: “¿Por qué hablas con ella?». Y me encanta la frase que sigue: «Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad. . .», es como si se le hubiera olvidado la razón por la que ella fue al pozo. Y pienso que es porque ahora ella se está dando cuenta de lo que Cristo le está ofreciendo, de lo que han estado hablando con respecto al agua viva, que es mucho más importante que el agua física del pozo.
Verás, todas sus prioridades han sido reorganizadas, reajustadas. Ahora las cosas que tanto le importaban hace unos momentos, ya no le importaban en absoluto.
Así que regresa al pueblo y le dice a la gente, en el versículo 29 de Juan capítulo 4: «Vengan, vean a un hombre. . .». Ahora, sin ser irreverente, permíteme decir que la gente de ese pueblo había escuchado a esta mujer decir esas palabras antes.
Cinco veces, para ser exactos; seis veces: «Vengan, vean a un hombre. . .». Y ellos tal vez estarían pensando: bueno, ¿qué hay de nuevo? Se consiguió a un hombre más, el número siete. Pero esta mujer dijo: «Esta vez este hombre es diferente. Vengan, vean un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho».
Ahora, ¿te podrías imaginar que si hubiera un hombre que sabe todo lo que has hecho, estarías atraída por esa persona? Quisieras verlo, quisieras conocerlo, y aún más que eso, ¿quisieras que otros vengan y le conocieran? Él podría contarles todo acerca de ti.
Creo que ese tipo de hombre nos daría terror si no fuera Cristo, si no supiéramos que el hombre que conoce todo acerca de nosotras, que nos expone, delante del cual estamos desnudas, abiertas y expuestas, si no supiéramos que también es un hombre lleno de gracia; que es un hombre que dice: «A pesar de lo que sé de ti, te recibo. Si vienes a Mí con la verdad, si vienes a Mí tal como eres en tus necesidades, con tus fracasos, con tu pasado, con tu presente, Yo te daré agua viva».
La mujer está diciendo: «Me siento atraída por un hombre como Él». Hermanas, esa es una de las razones por las que amo a Cristo. Esa es una de las razones por la que deseo correr hacia Él, porque Él sabe todo acerca de mí y aun así me ama. Aun así, me extiende gracia para cubrir todo mi pecado.
Verás, tú no sabes acerca de todo mi pecado; tú no sabes mucho acerca de mi pecado, pero Cristo lo sabe todo. Él sabe cosas que yo misma no puedo ver acerca de mi propia vida. Él conoce lo más profundo de mi corazón donde yo me he engañado a mí misma. Así que, como aquella mujer, yo te digo: «Ven y ve a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho, pero es seguro, porque Él es un hombre lleno de gracia que es más grande que todo mi pecado».
Ahora, continuando con el pasaje, ella se pregunta: «¿No será este el Cristo?».
Las Escrituras dicen, versículo 30: «Y salieron de la ciudad y fueron adonde Él estaba». Ahora saltemos al versículo 39:
«Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en Él por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: “Él me dijo todo lo que yo he hecho”. De modo que cuando los samaritanos vinieron, rogaban a Jesús que se quedara con ellos; y Él se quedó allí dos días. Muchos más creyeron por Su palabra, y le decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que Este es en verdad el Salvador del mundo”».
Una vez que Cristo se ha convertido en tu Salvador, hay alguien más que necesita saber acerca de Él. Mientras cuentas tu historia acerca de lo que Él ha hecho por ti, observa y ve cómo Dios llama a otras personas que quieren ver y conocer a Cristo. Primero, por lo que has dicho y luego verlo y oírlo por ellas mismas y decir: «Queremos conocerlo también porque ahora sabemos que este hombre realmente es el Salvador del mundo».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado ayudando a ver de cerca el trayecto de vida de una mujer. Cuando esa mujer conoció a Cristo, ella trató de ocultar su verdadera necesidad. Pero en el fondo tenía sed y buscaba saciarla en cosas que no la satisfacían.
Sin embargo, ella se convirtió en una verdadera adoradora de Cristo cuando Él le ofreció el agua viva. ¡Ella quedó satisfecha en Él!
¿No somos todas como esa mujer cuando buscamos saciarnos en toda clase de cosas? Nancy está a punto de profundizar en una pregunta: ¿dónde buscas satisfacer tu sed?
Pero antes de que lleguemos ahí, queremos tomar una pausa para recordarte que Dios ha sido fiel en usar a Aviva Nuestros Corazones para cambiar las vidas de muchas mujeres hispanas alrededor del mundo para Su gloria y ayudarlas a desplegar la belleza del evangelio en el mundo que nos rodea.
Nancy: Así es. El mensaje de Aviva Nuestros Corazones permanece igual: existimos para ayudar a las mujeres a experimentar libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Y estamos viendo oportunidades en el futuro de expandirnos que son más grandes que nunca.
Para que nosotras podamos aprovechar estas oportunidades, necesitamos tu ayuda. Estamos muy agradecidas por mujeres que han sido parte del proceso de llenar estas necesidades del ministerio, y queremos decirles, ¡muchas gracias! Aviva Nuestros Corazones se sostiene a base de donaciones y ofrendas de nuestros oyentes y amigos del ministerio, así que te invitamos a formar parte de nuestro equipo de colaboradores mensuales. Puedes hacer tu donación a través de nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Muchas gracias por tus oraciones, por tus palabras de ánimo y por tu apoyo financiero según el Señor mueva tu corazón. ¡Estamos muy agradecidos!
Débora: ¡Así es!
Y bien, continuando con nuestra enseñanza de hoy, hablemos en términos prácticos, ¿cómo se supone que dejas de buscar satisfacción en cosas que no satisfacen? ¿Cómo buscas a Cristo para que Él sea tu satisfacción día a día? Nancy nos muestra a continuación cómo se ve.
Nancy: ¿Cómo podemos saciar nuestra sed?
El primer paso para muchas de nosotras es probablemente el más difícil porque se trata de llegar al punto donde reconocemos que estamos sedientas, que tenemos anhelos que nada ni nadie más puede llenar. Es por eso que me encanta esa promesa de Isaías capítulo 44, porque Dios dice: «derramaré agua sobre. . .», ¿sobre qué tipo de persona?, ¡sobre la persona sedienta! «Derramaré torrentes sobre la tierra sedienta, y torrentes sobre la tierra seca».
Hace un tiempo hubo una lluvia torrencial, y me dijeron que necesitábamos esa lluvia con urgencia porque las cosas estaban realmente secas, así que la gente estaba entusiasmada al ver torrentes de lluvia.
Tenemos que llegar al lugar en nuestras propias vidas donde nos desesperemos por Cristo, donde nos demos cuenta de que estamos secas, que la tierra de nuestras vidas está árida, reseca, sedienta, necesitada, que necesitamos desesperadamente que Él venga y nos llene.
Ahora, eso no es algo fácil de admitir para algunas de nosotras, especialmente para aquellas que batallamos con el orgullo, porque tenemos una imagen que mantener. Algunas de nosotras hemos estado enseñando la Palabra de Dios a otras y hemos estado involucradas en diversos ministerios y liderazgo espiritual; vamos a estudios bíblicos o enseñamos estudios bíblicos, así que puede ser difícil admitir que somos personas necesitadas.
Y porque otras personas nos ven como ejemplo, tenemos una reputación que mantener. Pensamos: no puedo permitir que nadie sepa que soy una persona desesperadamente necesitada. Sentimos que debemos sorprender a los demás, que debemos fingir que todo está bien.
Esa es una de las luchas a las que me enfrento como mujer con un ministerio público. La gente cree que tengo todo bajo control. De hecho, hace un tiempo me llegó un correo de una de mis compañeras de oración que decía que había estado escuchando Aviva Nuestros Corazones en la radio.
Ella dijo que hubo un día en particular que apagó la radio a la mitad del programa y cayó de rodillas en el piso de su casa llorando y diciendo: «Nunca seré como Nancy. Ella no tiene ninguna lucha». Cuando leí eso, me reí al pensar: si tan solo ella supiera.
Pero el punto es que, la tendencia es, querer mantener la reputación para que los demás piensen, como tendemos a pensar los unos de los otros, nadie conoce mis luchas. Nadie más tiene luchas como las mías. Si tan solo pudiéramos ser honestas con nosotras y con el Señor, y decirle: «Señor, estoy necesitada. Estoy sedienta».
Mientras me preparaba para grabar esta semana en Aviva Nuestros Corazones, una de las mayores luchas que he enfrentado es sentir que mi propio corazón ha estado seco y necesitado. Y pienso: ¿Cómo puedo tratar de saciar a alguien más cuando yo misma estoy tan necesitada y sedienta?
Por eso, cuando preparo estas sesiones, lo primero que trato de hacer es dejar que Dios llene mi copa. Le digo: «Señor, yo necesito esto. Esto no es para todas esas personas que van a escuchar el programa. Primero, necesito que tú llenes mi copa. Tengo que ser honesta; admitir que no lo tengo todo bajo control, que soy una persona necesitada».
Sabes, algunas personas tienden a pensar, y he escuchado decir esto, que si realmente fuéramos honestas acerca de quiénes somos y qué tan desesperadamente necesitadas estamos, Dios nunca nos aceptaría y no nos daría lo que tiene para ofrecernos si Él supiera lo mal que estamos. Bueno, por supuesto que Él lo sabe.
Y lo bueno es que en la economía de Dios, es nuestra propia necesidad la que nos hace candidatos para recibir Su gracia. Entre más necesitadas estamos, más dispuestas estamos para recibir lo que Dios tiene para darnos. Entonces, ¿por qué vamos por ahí con nuestras máscaras de buenas cristianas, fingiendo que lo tenemos todo bajo control, que no tenemos ninguna necesidad y que lo tenemos todo? La realidad es que tenemos demasiado miedo de que otros vean lo necesitadas que realmente estamos. Y es nuestra necesidad precisamente la que nos hace candidatas para Su provisión.
Así que, primero necesitamos llegar a ese punto donde admitimos que estamos sedientas. Después necesitamos llegar al punto donde identifiquemos los pozos en los que hemos estado buscando satisfacer esas necesidades, identificar los pozos donde buscamos saciar nuestra sed.
¿Cuáles son los sustitutos de Dios en nuestras vidas? ¿Cuáles son las cosas, las personas a quienes buscamos cuando tenemos sed? Todas tenemos esos pozos. Así que te reto, que cuando termine este episodio, escribas una lista de algunos pozos a donde volteas en tiempos de sed.
Antes de terminar quisiera hacer un pequeño ejercicio solo para confirmar que todas tenemos esos pozos. Vamos a escuchar a algunas mujeres que nos van a compartir los pozos en sus vidas a los que ellas van cuando están sedientas. Ellas van a estar respondiendo algunas preguntas, y te animo a que tú también te las hagas: ¿Cuáles son algunos pozos a los que recurres para satisfacer tu sed, tus necesidades?, ¿Cuáles son algunos pozos, esos sustitutos en tu vida en los que algunas veces buscas saciar tu hambre y sed de Dios?
Mujer 1: Muchas veces recurro a la aprobación de los demás y solo deseo esas palabras de aprobación y afirmación.
Nancy: ¿Alguien se relaciona con esta?
Mujer 2: Tengo un esposo que está en el ministerio a tiempo completo y es un hombre muy piadoso. Creo que lo he buscado para llenar el vacío espiritual en mi vida, pensando que él tendrá todas las respuestas en lugar del Señor. Todavía no creo haber llegado al fondo de eso, ni siquiera en mi propio corazón.
Mujer 3: Cuando he hecho algo que pienso que es bueno y que agradaría a mi esposo, he esperado una respuesta del tipo: «Cariño, has hecho un trabajo tan bueno; estoy tan orgulloso de ti». Cuando no recibo eso, le digo: «¿Qué te parece?». Espero palabras de afirmación de su parte. Pero cuando no me lo dice, lo intento dos veces diciéndole: «Esperaba que me elogiaras o lo que sea».
Y él en una ocasión me dijo: «Aprecio lo que hiciste, pero no me gusta que me lo digas». El hecho de que no quisiera que le dijera que merecía un elogio en cierto modo hirió mis sentimientos.
Pero me abrió los ojos, porque lo que hago debe ser para el Señor. Quiero que sea el Señor quien me diga: «Bien hecho, siervo fiel», en lugar de mi esposo. Solo el Señor me da el poder para hacer lo que hago. Es Su aprobación lo que quiero.
Mujer 4: Como mujer casada y sin hijos, creo que el pozo en el que me encuentro es el de desvivirme por mi trabajo y no sentirme plena en Cristo.
Mujer 5: Frecuentemente al tratar con mi hijo drogadicto, en vez de caer de rodillas, llamo a una amiga. He sentido una gran convicción en que tengo que caer de rodillas en primer lugar.
Nancy: Ahora bien, ¿hay algo malo en llamar a una amiga cuando se tiene una necesidad? No, lo malo es cuando esa persona se convierte en un sustituto de Dios en mi vida, cuando busco a esa persona, esa amiga, o esa experiencia para suplir esa necesidad tan profunda que solo Dios puede suplir. Cuando busco a esa persona en lugar de buscar al Señor, ahí es cuando se convierte en un ídolo en mi vida.
Mujer 6: Creo que actividades en general. He estado a cargo de varias cosas que pueden ser muy satisfactorias y gratificantes, pero pueden distraerme de mi relación con el Señor y alejarme de estar realmente con Él. Busco eso para llenar tiempo y necesidades.
Nancy: Creo que eso es algo muy común para nosotras como mujeres. No es que siempre sintamos que estamos haciendo las cosas que Dios nos ha dado o nos ha llamado a hacer, sino que estamos tratando de llenar los lugares vacíos de nuestro corazón. Muchas de nosotras tenemos miedo de estar solas, de estar tranquilas y quietas, porque entonces estaremos a solas con Dios. Estamos expuestas y tenemos que lidiar con los verdaderos problemas del corazón. Pero eso es exactamente lo que necesitamos.
Cuando intentamos llenar esos espacios vacíos con actividades, negocios, cosas, personas, o estamos siempre ocupadas, en realidad nos estamos privando de conocer a Dios de la manera que Él quiere ser conocido.
Mujer 7: Dios me mostró que estaba tomando la bendición de tener hijos, (tengo seis hijos), y la estaba usando como sustituto de Él. Cada vez que mi bebé crecía lo suficiente para responder «no» o cuando parecía que ya no me necesitaba, yo quería otro.
Los bebés te necesitan completamente, y como sentía que nadie más me necesitaba, eso me hacía querer otro bebé, cada vez que uno crecía lo suficiente como para no necesitarme. Eso para mí fue muy difícil de aceptar. Pero ahora que Cristo es quien satisface mi corazón, puedo disfrutar de la bendición de mis hijos.
Nancy: Creo que tocaste un punto muy importante aquí. Es decir, cuando renunciamos a los ídolos de nuestro corazón, cuando los reconocemos como ídolos, cosas que hemos buscado como sustitutos de Dios en nuestras vidas.
Y cuando nos damos cuenta de eso, entonces Dios nos permite disfrutar verdaderamente Sus dones y bendiciones, no como una demanda, sino porque los recibimos como un regalo de Su parte que podemos tener sin aferrarnos a ellos. No están tomando el lugar de Dios en mi vida, sino que puedo disfrutar de ellos como un regalo de Dios.
Dios dijo: «Mi pueblo ha cometido dos grandes males, dos cosas de las que deben arrepentirse». Me pregunto si necesitamos arrepentirnos de esos dos grandes males en nuestro propio corazón. Encuentro que esos son males de los que necesito arrepentirme, no solo una vez, sino continuamente.
Necesitamos arrepentirnos, arrepentirnos primero de las veces que lo hemos abandonado a Él, la fuente de Agua Viva, cuando hemos dicho: «Dios, Tú no eres suficiente. Te necesito, más algo más; te necesito, más alguien más». Ese es un gran mal del que hay que arrepentirse.
Pero en segundo lugar, necesitamos arrepentirnos cuando hemos hecho sustitutos tratando de construir nuestras propias cisternas, nuestras propias tinajas para contener agua, para llenar nuestras necesidades y para saciar nuestra sed. Nos hemos conformado con sustitutos de Dios en nuestras vidas y Dios mismo dice que eso también es un gran mal.
Si alguna vez queremos saciar nuestra sed, primero tenemos que admitir que tenemos sed y debemos llegar al lugar donde identifiquemos los pozos a los que hemos ido en un intento de satisfacer nuestras necesidades. Debemos identificarlos como los ídolos que son y luego arrepentirnos de esos ídolos.
Y mientras empezamos a orar, ¿podrías identificar en tu corazón, delante del Señor, uno o más pozos que Él ha traído a tu mente mientras hemos estado hablando de estos ídolos? ¿A dónde has recurrido con la intención de saciar tu sed? ¿Estarías de acuerdo con Dios acerca de esos ídolos? Nómbralos. Di: «Aquí es donde corro para saciar mi sed». Luego pídele a Dios que te conceda un arrepentimiento de corazón para que puedas alejarte de los ídolos y volverte a Él, la fuente de Agua Viva.
Gracias, Padre, porque eres un Dios que dice una y otra vez: «Vuelve a mí». Gracias nuevamente por esa promesa de Cristo cuando dijo: «Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva”».
Gracias por Cristo, que es esa Fuente que sacia profunda, duradera y eternamente la sed más profunda de nuestros corazones. Oramos con acción de gracias en el nombre de Jesús, amén.
Débora: ¡Amén! Sin duda necesitamos el recordatorio constante de que solo Cristo nos puede saciar. Mañana veremos más del capítulo 4 de Juan y exploraremos los diferentes niveles de sed que enfrentamos en nuestras vidas. Nancy continuará en la serie «Cómo saciar nuestra sed». Espero que regreses a Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas a menos que se indique lo contrario.
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