
Acontecimientos planificados: el juicio de Cristo
Débora: En algún momento alguien te habló del ministerio de Aviva Nuestros Corazones. Tal vez por una amiga, una compañera de trabajo, un pastor. Quizás nos encontraste en línea, a través de las redes sociales o a través de la radio de tu automóvil. Y si nos has estado escuchando durante algún tiempo, supongo que Aviva Nuestros Corazones te ha impactado personalmente de alguna manera.
Nuestra misión es ayudar a las mujeres a prosperar en Cristo. Queremos llegar a mujeres de todas las edades y etapas con enseñanzas ricas y aplicables de la Palabra de Dios.
Me pregunto si estás lista para hacerlo real para alguien más. Cuando te conviertes en una colaboradora mensual, estás diciendo: «Quiero que este ministerio impacte a otros tal como yo fui impactada». Las colaboradoras mensuales donan 20 dólares al mes o más para invertir en la obra que Dios está haciendo en las vidas …
Débora: En algún momento alguien te habló del ministerio de Aviva Nuestros Corazones. Tal vez por una amiga, una compañera de trabajo, un pastor. Quizás nos encontraste en línea, a través de las redes sociales o a través de la radio de tu automóvil. Y si nos has estado escuchando durante algún tiempo, supongo que Aviva Nuestros Corazones te ha impactado personalmente de alguna manera.
Nuestra misión es ayudar a las mujeres a prosperar en Cristo. Queremos llegar a mujeres de todas las edades y etapas con enseñanzas ricas y aplicables de la Palabra de Dios.
Me pregunto si estás lista para hacerlo real para alguien más. Cuando te conviertes en una colaboradora mensual, estás diciendo: «Quiero que este ministerio impacte a otros tal como yo fui impactada». Las colaboradoras mensuales donan 20 dólares al mes o más para invertir en la obra que Dios está haciendo en las vidas de mujeres alrededor del mundo.
Portia Collins es nuestra especialista en colaboradoras mensuales, además de ser ella misma una colaboradora. Ella está aquí para contarnos un poco sobre lo que la entusiasma ser una colaboradora de Aviva Nuestros Corazones.
Portia Collins: Una cosa acerca de nuestras colaboradoras es que aman a Aviva Nuestros Corazones y lo expresan de maneras tan hermosas y que glorifican a Dios.
Y por eso, ser la persona de primera línea que ve y experimenta eso es un gran estímulo y una bendición. He tenido la fortuna de trabajar en una variedad de entornos con personas que ofrendan, que son donantes. Y puedo decir honestamente que nunca he encontrado un grupo de personas que den con tanto entusiasmo, con tanto aliento a otras personas, como las colaboradoras mensuales. Y luego, también con ese testimonio, hay un testimonio detrás de prácticamente cada colaboradora de Aviva, de cómo se han beneficiado de los recursos o conferencias de Aviva Nuestros Corazones.
No estoy diciendo solo cosas superficiales, sino que estoy hablando de ver matrimonios cambiados radicalmente y ver a madres que pensaban que no podían orar lo suficiente por su hijo pródigo, como verlas simplemente avivadas y esperanzadas, incluso en medio de tiempos difíciles. Escucho y veo muchos de esos testimonios. Son un gran estímulo para mí y tengo la bendición de poder servirles de esta manera.
Débora: Si deseas formar parte de nuestro equipo de colaboradoras mensuales y marcar la diferencia con tu inversión, puedes encontrar los detalles en AvivaNuestrosCorazones.com. ¡Nos encantaría tenerte en nuestro equipo!
Hoy Nancy DeMoss Wolgemuth señala una ironía en el juicio de Jesús.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hubo muchas, muchas leyes que se violaron durante el juicio de Jesús. Sin embargo, ¿no es sorprendente que Jesús aun así decidiera morir por los infractores de la ley?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge perdonar», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 3 de abril de 2025.
Durante las últimas semanas hemos estado en un intenso estudio llamado «Incomparable». Quiero recordarte que siempre puedes regresar y escuchar o ponerte al día con cualquier episodio en AvivaNuestrosCorazones.com o en la aplicación Aviva Nuestros Corazones. Aquí está Nancy para continuar en la serie.
Nancy: En la última sesión, entramos con Jesús a esa escena tan íntima en el Huerto de Getsemaní: a la «prensa de aceite». Fue al final de ese tiempo de oración, rendición, sumisión y consagración, que Jesús fue arrestado allí en el Huerto de Getsemaní, alrededor de la medianoche, tal vez en las primeras horas de la mañana.
A partir de ese momento, en menos de doce horas, tal vez tan solo nueve horas, Jesús enfrentó un juicio judío y un juicio romano. Él fue declarado culpable, fue sentenciado a muerte y crucificado. Todo sucedió muy rápidamente. A veces lo olvidamos cuando leemos los relatos de los Evangelios. Tenemos estos largos capítulos sobre la Pasión de Cristo. Olvidamos que desde el Huerto de Getsemaní hasta Su muerte en la cruz hubo un período de tiempo muy corto, fue solo cuestión de horas.
Hoy, a medida que miremos el juicio de Cristo, que, nuevamente, es algo que lo hace incomparable, veremos cómo no hay nadie más como Él. A menudo nos enfocamos en la indescriptible tortura física que fue infligida a Jesús durante el transcurso de Su juicio. Si has visto una película como «La Pasión de Cristo», habrás visto una representación, muy gráfica, muy vívida, de cómo fue la tortura física. Quizás también hayas leído descripciones de ello.
Es beneficioso enfocarse en eso, pero hoy quiero que nos concentremos en el juicio en sí, en los aspectos legales del juicio y en lo que fue indiscutiblemente, la mayor farsa judicial en la historia del mundo, un error judicial flagrante y deliberado. Pero a pesar de todo, veremos que tenía un propósito, y que incluso ese juicio, por injusto que fue, fue una parte vital del plan de Dios para rescatar y redimir a los pecadores. Así que tendremos nuevos ojos de gratitud porque Jesús no solo fue a la cruz, sino que incluso, antes de la cruz, Él soportó este juicio por nosotros y por qué eso es importante.
Ahora, hay que juntar los cuatro relatos de los Evangelios para tener una imagen completa del juicio de Jesús, y aun así no está del todo claro cuál fue la secuencia exacta ni cuáles fueron todos los detalles, pero sabemos que tanto el juicio judío como el juicio romano tuvieron tres etapas cada uno. Vamos a recorrer esas etapas de cada juicio.
El juicio judío, o el juicio religioso, comenzó en medio de la noche, después del arresto de Jesús. La primera parte, la primera etapa de ese juicio, fue un interrogatorio informal realizado por Anás, quien era un ex sumo sacerdote.
En la segunda etapa, Jesús fue interrogado en privado por Caifás, quien era yerno de Anás y era el actual sumo sacerdote. Vemos que esto fue un gran asunto familiar. Esta era una dinastía, una dinastía de sumos sacerdotes que no era piadosa en lo absoluto. Caifás, que era el actual sumo sacerdote, había conspirado con Judas para traicionar a Cristo.
Luego, en tercer lugar, después de estas reuniones preliminares con Anás y Caifás, Jesús fue juzgado formalmente ante miembros del Sanedrín, que se habían reunido apresuradamente en las primeras horas de la mañana.
El Sanedrín, como quizás sepas, era el equivalente de la Suprema Corte judía. Estaba compuesto por sacerdotes destacados, por maestros de la ley y ancianos. Estaba compuesto por setenta miembros más el sumo sacerdote. Solo tenían que tener veintitrés para tener cuórum, por lo que no sabemos si los setenta estuvieron allí para el juicio de Jesús. Tenía que haber al menos veintitrés. No sabemos más allá de eso.
Ahora, el sistema legal judío se basaba en la Ley de Moisés. Era bien conocido por su compromiso con la justicia y la equidad. Permítanme leerles, por ejemplo, un pasaje del capítulo 16 de Deuteronomio que describe el corazón de Dios sobre cómo se debía aplicar la ley entre Su pueblo. Versículo 18:
«Nombrarás jueces y oficiales en todas las ciudades que el SEÑOR tu Dios te da, según tus tribus, y ellos juzgarán al pueblo con justo juicio. No torcerás la justicia; no harás acepción de personas, ni tomarás soborno, porque el soborno ciega los ojos del sabio y pervierte las palabras del justo. La justicia, y solo la justicia buscarás, para que vivas y poseas la tierra que el Señor tu Dios te da» (vv. 18-20).
De inmediato, tan pronto como leo ese pasaje, cuando piensas en el juicio de Jesús, te das cuenta de cómo violaba el sistema legal judío que Dios les había dado. No tenemos tiempo para leer todos los diferentes relatos del juicio; hay muchos versículos en las Escrituras (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) sobre el juicio. Pero piensa en este pasaje de Mateo 26, que dice:
«Los principales sacerdotes y todo el Concilio procuraban obtener falso testimonio contra Él, con el fin de dar muerte a Jesús, y no lo hallaron a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos» (vv. 59–60).
Ahora, ¿Te parece que eso coincide con la instrucción dada en Deuteronomio 16? ¡Para nada! Esto era una farsa judicial. Esto estaba muy fuera de lugar y fuera de carácter en la forma en que se respetaba el funcionamiento típico del sistema judío.
El juicio de Jesús ante las autoridades religiosas judías fue un juicio amañado. Se violaron prácticamente todos los procedimientos legales establecidos sobre cómo debería llevarse a cabo el juicio de un hombre judío. Hubo una ilegalidad e irregularidad tras otra a lo largo de todo el juicio. Déjenme darles varios ejemplos, que son muchos.
En primer lugar, el arresto y el juicio se llevaron a cabo en medio de la noche, cuando, según la ley judía, los juicios debían realizarse durante el día. Entonces, el hecho de que lo arrestaran en medio de la noche fue una violación de su propia ley.
En segundo lugar, el juicio se llevó a cabo en privado y no en público, lo que nuevamente es una violación de su ley.
En tercer lugar, el juicio se completó en menos de un día (en realidad, menos de medio día), lo que era contrario a la ley. Según la ley judía, un caso que involucraba un delito capital tenía que llevarse a cabo durante dos días. No podía concluirse hasta el día siguiente para dar oportunidad a que se presentaran testigos y le dieran al hombre un juicio justo.
El juicio de Jesús violó las leyes del Antiguo Testamento que exigían que la defensa fuera investigada a fondo. En cambio, se apresuraron a juzgar y pronunciar la sentencia lo más rápido posible.
En el juicio, Jesús fue juzgado por jueces parciales, en lugar de jueces imparciales. Los miembros del Sanedrín eran enemigos conocidos de Jesús. Dice en el pasaje que acabamos de leer, en Mateo capítulo 26, que ellos buscaban darle muerte. No decían que este hombre era inocente hasta que se demostrara lo contrario. Ellos estaban convencidos de que Él era culpable. Tenían esto como su objetivo final en mente incluso antes de que comenzara el juicio, y simplemente impulsaron el juicio para lograr su objetivo, que era dar muerte a Jesús. De modo que estos no eran jueces imparciales en lo absoluto.
Luego, Jesús fue condenado basándose en Su propio testimonio, lo cual era ilegal según la ley judía.
Hubo muchas, muchas leyes que se violaron durante el juicio de Jesús, de las cuales acabo de nombrar solo algunas; y, sin embargo, ¿no es sorprendente que Jesús todavía escogiera morir por los transgresores de la ley, incluso considerando el hecho de que muchas leyes fueron quebrantadas mientras Él estaba en camino a morir por los transgresores de la ley? ¡Es irónico! ¡Es asombroso! ¡Es sorprendente que Él hubiera pasado por esto!
Al amanecer, después de haber pasado por la farsa de ese juicio judío, se tomó la decisión formal de dar muerte a Jesús. Sin embargo, los judíos no podían ejecutar una sentencia de muerte sin la confirmación de las autoridades romanas. Sabemos esto por Juan capítulo 18, el versículo 31 nos dice eso. Así que, muy temprano en la mañana, según Mateo 27: «Después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato» (v. 2).
El interrogatorio de Pilato fue la primera fase del proceso romano. Vimos el juicio judío, ahora vamos a ver el proceso romano, que también tuvo tres fases. Pilato era el gobernador romano de Judea. Ahora, a los romanos no les importaba la blasfemia, que es por lo que los judíos habían juzgado a Jesús. Fue como si dijeran: «Bueno, esa es su religión, eso es problema de ustedes». Entonces los líderes judíos, cuando llevaron a Jesús ante Pilato, cambiaron los cargos de blasfemia a sedición, que sí era un crimen romano.
Para los judíos, realmente no importaba cuál fuera el motivo. Ellos solo querían muerto a Jesús. Ellos inventaron los cargos. «Cueste lo que cueste, no importa de lo que tengamos que acusarle, no importa si tenemos que traer testigos falsos, lo queremos muerto».
Por supuesto, al estudiar los Evangelios sabemos que fueron impulsados por el orgullo, por la codicia: por esa codicia del poder, codicia de prestigio, de posición. Las Escrituras nos dicen que fueron impulsados por los celos. Jesús estaba consiguiendo seguidores que ellos no tenían y, además, Cristo los estaba haciendo quedar mal. Él los cuestionaba llamándolos hipócritas y sepulcros blanqueados, y pronunciando ayes sobre ellos.
Había celos. Estaban protegiendo sus propios intereses, su influencia, su control sobre el pueblo. Tenían miedo de perder el control, ese control que habían ejercido sobre el pueblo. Y ellos tenían al pueblo en esclavitud en lugar de ser un liderazgo liberador. Así que, impulsados por todos estos motivos ocultos, simplemente dijeron: «Queremos deshacernos de Él».
Para mí, cuando pensamos en el juicio de Jesús 2000 años después, sigue siendo una imagen de que algunas cosas nunca cambian. Todavía hoy, los pecadores incrédulos y perdidos en este mundo incrédulo y perdido harán todo lo posible para acabar con Cristo. Lo odian, porque Su pureza expone su pecaminosidad. Su verdad expone su engaño. Su realeza y derecho a gobernar y Su autoridad desmantela la propia autoridad y derecho a gobernar y a ser dios sobre sus propias vidas. Esencialmente, el mundo dijo en ese entonces, y dice hoy: «No permitiremos que este Hombre reine sobre nosotros; que no nos gobierne». Lo querían muerto.
¿No es sorprendente cómo hoy en este mundo se respetan y se protegen otras religiones (algunas de ellas muy excéntricas)? No se puede ser políticamente correcto y desafiar algunos de sus principios. Hoy en día se les da un respeto real a otras religiones en este mundo. Mientras que al mismo tiempo existe un esfuerzo concertado para acabar con Jesús. Entonces, hoy puedes hablar libremente sobre otras religiones y cosas que no son ciertas, pero comienzas a hablar de que Cristo es el camino, la verdad y la vida, y vas a ser atacada, no porque nos odien, pero si nos odian es porque odian a Jesús.
Bueno, la conclusión de Pilato, al interrogar a Jesús, fue simplemente: «No he hallado en Él ningún delito digno de muerte» (ver Lucas 23:22). Pero para los líderes judíos, esa no era una respuesta aceptable. Ellos insistieron.
Ahora imagínate, probablemente esto fue antes de las seis de la mañana. Así que no sé si sacaron a Pilato de la cama, o simplemente sabían que empezaba su día temprano. Pero puedo imaginarme a Pilato pensando: ¡Qué manera de empezar este día! No hay razón para que este hombre muera, pero esta gente tiene sed de sangre. Están decididos a deshacerse de Él.Y los líderes judíos insistieron en que el hombre era un alborotador y una amenaza para César.
Bueno, ahora los oídos de Pilato estaban abiertos. Eso le importa. Así que cuando Pilato supo que Jesús era galileo, del distrito norte de Israel, que pertenecía a la jurisdicción de Galilea, decidió enviar a Jesús a la corte de ese rey llamado Herodes, quien se encontraba en Jerusalén en ese preciso momento. Quizás era para mantener el orden durante la temporada de la Pascua, pero el hecho es que estaba en la ciudad. Ahí está Herodes, y Jesús pertenece a su jurisdicción. Me imagino que Pilato estaba muy contento de quitarse de encima este complicado caso.
Entonces llegamos a la segunda fase del juicio romano, que es Jesús ante Herodes. Ahora, hay muchos Herodes diferentes, por lo que esto puede resultar confuso. Este era Herodes Antipas, el rey que había mandado a decapitar a Juan el Bautista. Era hijo de Herodes el Grande, que había ordenado la matanza de los niños judíos treinta años antes. Así que vemos un legado de violencia, de odio y un comportamiento errático en este linaje de Herodes.
Ahora, Herodes se alegró de ver a Jesús. Había oído mucho sobre Él, pero no lo había conocido y hacía mucho tiempo que deseaba verlo. La Escritura nos dice que esperaba ver a Jesús realizar un milagro. Entonces Herodes lo interrogó por algún tiempo, pero como veremos en la próxima sesión, Jesús no respondió a ninguna de las preguntas de Herodes.
Así que finalmente, habiéndose burlado de Jesús y habiéndolo tratado con desprecio, Herodes lo envió de regreso a Pilato para la tercera fase del juicio romano, y ya la escena final. Permíteme leerte un par de párrafos del Evangelio de Lucas, capítulo 23, para mostrarnos lo que sucedió después. Nuevamente, sé que estamos familiarizadas con todo este relato, pero a medida que nos acercamos a esta Semana Santa en los próximos días, es bueno que meditemos y reflexionemos una vez más sobre lo que realmente sucedió allí. Comenzando en el versículo 13 de Lucas 23, dice:
«Pilato convocó a los principales sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo, y les dijo: “Me han presentado a este hombre como uno que incita al pueblo a la rebelión, pero habiéndolo interrogado yo delante de ustedes, no he hallado ningún delito en este hombre de las acusaciones que hacen contra Él. Ni tampoco Herodes, pues nos lo ha remitido de nuevo; ya que nada ha hecho que merezca la muerte. Por tanto, lo voy a castigar y después, lo soltaré”. Y tenía obligación de soltarles un preso en cada fiesta» (vv. 13-16).
¿Castigarlo? ¿Pero por qué? No porque Jesús fuera culpable de algo, sino simplemente para quitarse este lío de las manos, con la esperanza de que eso satisficiera a los judíos.
«Pero todos ellos gritaron a una: “¡Fuera con este, y suéltanos a Barrabás!”. Barrabás había sido echado en la cárcel por un levantamiento ocurrido en la ciudad, y por homicidio» (vv. 18-19).
Así que aquí está Jesús, que no ha hecho nada malo, y ellos dicen: «Lo queremos muerto», pero a Barrabás, un hombre que era un conocido por insurrección y asesino, lo querían en libertad.
«Pilato, queriendo soltar a Jesús, les volvió a hablar, pero ellos continuaban gritando: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”. Y él les dijo por tercera vez: “¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho Este? No he hallado en Él ningún delito digno de muerte; por tanto, lo castigaré y lo soltaré”.
Pero ellos insistían, pidiendo a grandes voces que fuera crucificado, y sus voces comenzaron a predominar. Entonces Pilato decidió que se les concediera su demanda. Y soltó al que ellos pedían, al que había sido echado en la cárcel por insurrección y homicidio, pero entregó a Jesús a la voluntad de ellos» (vv. 20-25).
Ahora, mientras consideramos este juicio, con todas sus ilegalidades e irregularidades, llevando a Jesús al juicio y la ejecución, quiero sugerir varias conclusiones para nuestros propios corazones.
En primer lugar, aquellos que traicionaron, juzgaron y condenaron a Jesús fueron culpables de traición contra el Santo de Dios. Eran culpables, tanto judíos como romanos. Pero esto es lo que debemos recordar: estaban cumpliendo un plan que Dios había ordenado, para poder ser redimidos de sus pecados. ¡Imagínate! ¡Piénsalo por un momento! Ellos eran culpables. Sin excusas. Dieron muerte a Cristo. Asesinaron al Santo de Dios. Sin embargo, también estaban cumpliendo un plan que Dios había puesto en marcha en la eternidad pasada para que pudieran ser expiados por sus pecados.
Y en el libro de los Hechos capítulo 4 leemos una oración de los creyentes después de que Pedro y Juan fueron liberados de prisión. En esta oración citan el Salmo 2, que es un salmo mesiánico. Ellos dicen:
«Se presentaron los reyes de la tierra, y los gobernantes se juntaron a una contra el Señor y contra su Cristo [hablando del juicio de Jesús]. Porque en verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, junto con los gentiles y los pueblos de Israel, contra Tu santo Siervo Jesús, a quien Tú ungiste, para hacer cuanto Tu mano y Tu propósito habían predestinado que sucediera» (vv. 26-28).
Eso significa que ni por un momento los judíos o los romanos tuvieron el control final del asunto. En definitiva, fueron cumplidores, incluso, de que la ira de los hombres traería alabanza a Dios. En última instancia, estaban cumpliendo un plan sabio, amoroso y bueno de Dios para la redención.
Eso debería consolarnos cuando sentimos que el mundo entero se ha vuelto loco y nos está impactando y estamos siendo afectadas por ello. Recuerda quién tiene realmente el control. Los planes de Dios no serán frustrados. Él cumplirá Sus propósitos, incluso si tiene que usar la maldad de los hombres para lograrlo.
Luego, en segundo lugar, veo que el juicio de Jesús es una poderosa apología del hecho de que Él en verdad era sin pecado. Si alguna vez te lo preguntaste, su juicio sacó a la luz Su inocencia de la manera más clara posible.
Pablo estaba predicando en Antioquía años después, y dice en Hechos capítulo 13: «Aunque no hallaron causa para dar muerte a Jesús, pidieron a Pilato que lo mandara a matar» (v. 28).
Escuchen, Pilato era un gobernador experimentado. Él sabía cómo descubrir quién era culpable y quién no. Sabía que Jesús no era culpable. Incluso en la evaluación de ese líder secular y pagano, encontramos la verdad de que Jesús en verdad fue sin pecado.
Entonces, cuando aquellos en autoridad pecan contra nosotros, abusan de su poder y mienten, el recordar a Jesús frente a Pilato, frente a Herodes y el Sanedrín puede consolar nuestras almas. Ya Él pasó por ahí; ha experimentado eso, lo hizo por nosotros, y eso entonces me guía a este punto tan importante:
El juicio, una vez más, apunta a la naturaleza sustitutiva de la obra de Cristo al salvarnos. El Santo Hijo de Dios soportó estos juicios, por falsos que fueran, como representante de los pecadores. Él estuvo allí en nuestro lugar, cargando con nuestros pecados, siendo juzgado por nuestros pecados.
En el libro que cité a principios de esta semana de F. W. Krummacher llamado El Salvador Sufriente. Él dice:
«El Señor está ante Herodes, como lo estuvo ante Anás, Caifás y Pilato, no solo para ser juzgado por los hombres, sino al mismo tiempo por Dios; y es mi pecado el que Él expía y mi deuda la que Él cancela».
Él estaba parado allí, no solo siendo juzgado por aquellos gobernantes humanos, sino también siendo juzgado por Dios como nuestro representante… parado en mi lugar… juzgado por mis pecados. De modo que un hombre culpable que merece morir, es decir, Barrabás, es liberado, al igual que nosotras somos liberadas. Y Jesús, que no ha hecho nada digno de muerte, es ejecutado en su lugar, en mi lugar, en el nuestro: una imagen de la muerte sustitutiva de Jesús en nuestro lugar.
En un mensaje sobre el juicio de Jesús, el Dr. John MacArthur, al considerar el juicio de Cristo y el tratamiento que recibió, dijo:
«Estoy abrumado por Su gracia. Yo merecía el juicio, la sentencia, la condenación y la ejecución que Cristo soportó inmerecidamente por mí. Es Dios quien debería escupirme en la cara; golpearme y abofetearme, y luego ejecutarme. Pero Cristo tomó mi lugar».
Eso, amigas mías, es el evangelio. Esta es la buena noticia: un hombre inocente fue juzgado y castigado para que hombres y mujeres culpables pudieran quedar en libertad.
Esto exige una respuesta de nuestra parte. Cada persona tiene que tomar una posición con relación a Jesús. Citando nuevamente a mi amigo Krummacher, El Salvador Sufriente, dijo:
«Ves la alternativa que se te presenta: o rompes para siempre con Jesús y apruebas la sentencia sanguinaria del Sanedrín, o clamas «Hosanna» al humilde Nazareno y caes en humilde adoración a Sus pies como Dios manifestado en carne. Aquí no hay términos medios. ¿Qué decides entonces? Adorarle. Inclinarte ante Él. Amarle. Confiar en Él. O gritar: “¡Crucifícale!”».
No hay término medio.
Ahora quiero hacerte este recordatorio. Al considerar el juicio de Cristo, recuerda que en Su juicio terrenal, Jesús fue el juzgado, pero un día las cosas cambiarán y Él será el Juez Supremo que dictará juicio justo.
Y esa es la buena noticia: un hombre inocente fue juzgado y castigado para que hombres y mujeres culpables pudieran quedar en libertad.
Si has confiado en Cristo como tu Salvador, quien murió en tu lugar, por tu pecado (has puesto tu fe en Él), entonces no tienes nada que temer de ese día, cuando el Juez Justo venga blandiendo Su espada para vindicar toda justicia y juzgar toda falta. No tienes nada que temer. Pero si has rechazado a Cristo, no has creído en Él, no has confiado en Él o estás tratando de salvarte a ti misma, entonces puedo decir que tienes mucho que temer cuando el Juez Justo venga a pronunciar un juicio justo.
Oh Padre, cuánto te damos gracias porque Jesús soportó este juicio por nosotras. Por nuestro bien, Él estuvo allí en nuestro lugar. Concédenos, te ruego, ojos renovados de fe para ver, creer y arrepentirnos, y recibir lo que Él ha hecho en nuestro lugar. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Débora: El juicio de Cristo fue una farsa judicial. Tal vez hayas oído mencionar eso antes, y la enseñanza que impartió Nancy el día de hoy nos ha llevado a pensar en esto a profundidad. Y la aplicación para nosotras convincente. Creo que toda la serie, «Incomparable», ha sido así. Mientras escuchas, espero que tu comprensión de la historia del evangelio haya sido enriquecida. Y más que eso, espero que hayas sido y seas animada a conocer y adorar a Cristo de una manera más profunda.
Nancy: Esta serie sobre el Cristo incomparable ha sido una gran bendición en mi vida. He aprendido tanto sobre Jesús que nunca habría sabido si no hubiera profundizado en algunos de estos pasajes y en algunos de estos temas. Estoy muy agradecida por la Palabra de Dios. Estoy agradecida por los tesoros disponibles cuando buscas en la Palabra de Dios. Y estoy agradecida por la oportunidad de compartirlo con otras mujeres.
Débora: Si aún no has adquirido «Incomparable», el nuevo libro de Nancy, puedes obtenerlo visitando avivanuestroscorazones.com.
¿Cómo reaccionas cuando alguien te acusa de algo? La mayoría de la gente se defiende, pero cuando Jesús fue acusado, su respuesta fue asombrosa. Hablaremos de ello mañana en Aviva Nuestros Corazones. ¡Te esperamos!
Llamando a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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