Abraza a Dios como Padre, día 3
Débora: Con nosotras, Mary Kassian.
Mary Kassian: Nuestro Padre celestial no se da por vencido con nosotras. Él viene y nos busca cuando nadie más lo hace, cuando todo el mundo se ha dado por vencido.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 12 de junio de 2024.
Con el episodio del día de hoy, concluimos la serie titulada Abraza a Dios como Padre. Si te perdiste alguno de los episodios anteriores, puedes encontrarlo en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Y a medida que abrazamos a Dios como Padre, algo que no podemos olvidar es que Dios promete bendecirnos cuando honramos a nuestros padres terrenales, independientemente del ejemplo que ellos hayan sido para nosotras. Este fin de semana se celebra el día del padre en muchos países de Latinoamérica y en Estados Unidos. Es nuestro deseo que con esta …
Débora: Con nosotras, Mary Kassian.
Mary Kassian: Nuestro Padre celestial no se da por vencido con nosotras. Él viene y nos busca cuando nadie más lo hace, cuando todo el mundo se ha dado por vencido.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 12 de junio de 2024.
Con el episodio del día de hoy, concluimos la serie titulada Abraza a Dios como Padre. Si te perdiste alguno de los episodios anteriores, puedes encontrarlo en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Y a medida que abrazamos a Dios como Padre, algo que no podemos olvidar es que Dios promete bendecirnos cuando honramos a nuestros padres terrenales, independientemente del ejemplo que ellos hayan sido para nosotras. Este fin de semana se celebra el día del padre en muchos países de Latinoamérica y en Estados Unidos. Es nuestro deseo que con esta serie seas animada a honrar al padre que Dios te ha dado. ¡Y muchas felicidades a todos los papás que sabemos que también han sido bendecidos por los recursos de Aviva Nuestros Corazones! Es nuestra oración que ustedes abunden en el conocimiento del Señor para que así puedan servir con gozo y guiar en sabiduría a los hijos que el Señor les ha encomendado.
Mary Kassian inicia nuestro tiempo juntas el día de hoy con unas palabras de aprecio por su padre.
Mary: Cuando pienso en mi padre, pienso en sus manos. Mi padre tiene las manos enormes, enormes. Él era carpintero, y luego empezó a trabajar en la construcción como superintendente, un trabajador muy fuerte.
Pero esas manos…esas manos podían hacer cualquier cosa. Podían arreglar cualquier cosa que se hubiera roto, y si algo estaba doblado él podía enderezarlo con sus manos. Todavía recuerdo estar sentada en el banco de trabajo de mi padre, y hasta hoy, cuando huelo el olor a madera recién cortada, acabo respirando y diciendo: «Oh, ese es el olor de mi padre», ese olor de la construcción, de la edificación y la fabricación de algo.
A pesar de ser una adulta, siempre que nos quedábamos atrapados…siempre que había algo que Brent y yo no podíamos reparar en nuestra casa, llamábamos por teléfono a mi papá y mi papá venía en un instante y lo arreglaba.
Él podía arreglar cualquier cosa…podía componer lo que estuviera descompuesto y que no funcionara, no importaba lo que fuera –electricidad, plomería– mi padre podía hacerlo. Me encanta eso, porque realmente me enseñó mucho sobre el corazón de Dios Padre.
Realmente me demostró cómo es Dios, no solo en el plano físico, sino también en el ámbito espiritual. Mi papá era muy parecido, si algo se había roto y se lo llevaba a él, se podía arreglar, y si algo estaba doblado, él me ayudaría a enderezarlo.
Cuando pienso en mi papá y su constancia, es como un fundamento de roca sólida, es como un ancla. El barco no va ser arrastrado muy lejos, a la deriva, cuando papá está ahí, porque él es el ancla, y eso es solo una imagen del corazón de padre que tiene Dios: Su cuidado y sacrificio, Su amor por Su familia, Su fidelidad, Su constancia.
Dios está siempre trabajando para ti. Dios siempre tiene un corazón así para ti y es tan, tan digno de confianza. Así que le agradezco a mi papá eso, y cuando pienso en las manos de Dios y cómo deben ser, pienso en las manos de mi padre.
Yo pienso: «Papá, hiciste muy bien, me guiaste al trono de Dios y me mostraste todas las buenas cosas de cómo luce el corazón de un padre, y de cómo Dios nuestro Padre luce».
Nancy DeMoss Wolgemuth: «¡Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; y eso somos». Ese versículo increíble nos viene de 1 Juan 3:1.
Hemos estado escuchando esta semana un mensaje de Mary Kassian. Yo no sé tú, pero me he encontrado este mensaje tan alentador, ya que se nos ha recordado que Dios quiere relacionarse con nosotras como Padre.
Mary: Vivo en la ciudad de Edmonton, Alberta, Canadá. Si piensas en el oeste de Estados Unidos, Montana, y vas hacia el norte, ahí es donde vivo. Cuando me fui todavía había unos dos pies y medio de nieve.
Edmonton es una ciudad hermosa, tiene el sistema más largo de avenidas en América del Norte. Puedes montarte en una bicicleta y pasear por millas, millas y millas, y a menudo de hecho lo hacemos como familia, montamos juntos bicicleta.
Hay un río que corre a través de Edmonton, un río enorme, y en este río corren una serie de pequeños riachuelos, arroyos y afluentes, por toda la ciudad. De hecho, me crié justo al otro lado de la calle de uno de estos arroyos. Lo que pasa con el hielo y los lugares fríos es que se aprende a vivir en el frío, y se aprende a entender el hielo.
Ahora, estoy segura que ninguna de ustedes tiene la menor idea de lo que estoy hablando, así que voy a darles una «lección de hielo». Nuestro río se congela en el invierno, a una profundidad de unos cuatro o cinco pies, a veces en algunos lugares hasta tres metros de profundidad. Los arroyos también se congelan y todos nos ponemos nuestros patines y vamos a patinar (en el invierno).
Pero lo que pasa es que el hielo se congela de arriba hacia abajo, por lo que es una superficie que se forma en la parte superior primero, luego se hace más, más y más profunda, y luego se derrite desde abajo hacia arriba. Así que no se sabe qué tan grueso es el hielo en realidad solo mirando la superficie.
Esto es muy peligroso. Los padres siempre advierten a sus hijos durante el verano, justo en esta época del año, «ya no puedes ir a patinar sobre el hielo porque podrías caer». Podría ser de cuatro metros o de dos pulgadas de espesor.
Varios años atrás, en la misma zona en la que crecí, había tres chicos que iban a jugar en el barranco, Hosiah, Marcos, y el hermano pequeño de Marcos –dos muchachos de once años de edad y un niño de seis años.
Y, horror de los horrores, el hielo se agrietó. Habían sido advertidos de no ir allí, pero se fueron a jugar de todos modos. Y uno de los niños de once años, y el niño de seis años se cayeron y empezaron a ser llevados por la corriente.
El chico, Marcos, logró extender la mano y tirar de su hermano de seis años, pero Hosiah desapareció y cayó bajo el hielo hacia el río. Los otros dos chicos estaban tan aterrorizados que corrieron a su casa y no dijeron ni una palabra.
Así que la madre Hosiah esperó y esperó, y Hosiah no regresó a casa para la cena. Ella llamó a su padre por teléfono –se habían divorciado– y trató de averiguar si Hosiah estaba allí, y no estaba. Entonces llamaron a la policía, pero no hubo pánico inmediato, porque Hosiah se había escapado de la casa anteriormente.
A la mañana siguiente la búsqueda se tornó más seria. Fueron a la escuela y comenzaron a cuestionar a sus compañeros de clase, para ese momento su amigo, Marcos, se quebró y contó toda la historia. Se dirigieron hacia la corriente y empezaron a buscar, pero en realidad todos sus esfuerzos fueron inútiles.
Abrieron un agujero, a través del hielo y buscaron con espejos, pero hay como dos millas de arroyo entre el lugar donde se había caído en el río. Así que la policía después de un día de búsqueda, dijo: «¿Saben qué?, no podemos buscar más. Esto es inútil. Su cuerpo será arrastrado a la ribera del río en tres semanas más o menos cuando el hielo se derrita, y entonces lo encontraremos».
Pero eso no fue suficiente para el padre de Hosiah. El padre de Hosiah se fue y alquiló el equipo necesario para poder encontrarlo. Consiguió una barrena, espejos y se dirigió a la orilla del río y empezó a buscar a su hijo.
Buscó, buscó y buscó. Él no se rendiría. Llegó la noche –no se rendiría. ¿Sabes lo que es trabajar con alimentos congelados? Tus manos se hacen ásperas y frías. Pero él no se rindió, y esto despertó la compasión de una ciudad completa.
Allí hubo voluntarios que vinieron y empezaron a ayudarle en su búsqueda. Pasaron días tras días. El padre de Hosiah no dejaba de buscar hasta que al octavo día vieron una chaqueta y descubrieron el cuerpo del niño. Nunca supo lo mucho que su padre lo amaba…nunca lo supo.
¿No ocurre lo mismo con nosotros? Muy a menudo vamos donde no debemos ir, jugamos donde no se supone que juguemos. Caemos en el hielo y de repente nos encontramos en aguas peligrosas, incluso hasta el punto en que somos barridos y arrastrados por la corriente…incluso hasta el punto de sentir que no hay más vida.
Nuestro Padre celestial, nuestro perfecto Padre celestial, incluso más que el padre de Hosiah, no se da por vencido con nosotros. Él viene y nos busca cuando todos los demás nos han abandonado, cuando todo el mundo ha perdido la esperanza desde hace mucho tiempo.
Él rasga hasta que Sus manos hayan sangrado…y en cierto sentido lo hicieron, ¿o no? A través de Su propio Hijo, Cristo. Él rasga hasta encontrarnos, y luego, cuando Él nos encuentra, nos toma y nos envuelve y nos abraza. Pero, a diferencia de Hosiah, Él se inclina y da nueva vida a nuestro espíritu y nos dice: «Te amo. No huyas de Mí».
Ese es el mensaje del evangelio y el mensaje de esperanza que tenemos que estar llevando a una generación de mujeres que están quebrantadas. Ellas han roto sus relaciones con sus maridos, han sido decepcionadas por los hombres en sus vidas, sus padres las han abandonado.
Pero este es un mensaje de vida, es un mensaje de esperanza, y es un mensaje que ellas desesperadamente, desesperadamente necesitan oír. Creo que incluso a veces podemos ser insensibles, frías y congeladas en nuestro espíritu.
Una vez se me congelaron los pies. En realidad se puede tomar una pesa y colocarla en los pies cuando están congelados, y no sentir nada. Muchas de nosotras en la iglesia somos así. Estamos adormecidas, moribundas y frías al amor del Padre. Él quiere volver a infundir aliento de vida a nuestras relaciones, en nuestros corazones, para que podamos ser sal, vida y esperanza, para que podamos decir a las mujeres: «Ven conmigo…quiero que conozcas a mi papá».
Padre celestial, estoy orando por tus hijas aquí presentes. Sé que muchas de ellas han tenido problemas en sus relaciones con sus padres terrenales. Sé que hay mujeres aquí que no se sienten amadas, que no se sienten dignas, que no se sienten merecedoras, que sienten que tal vez Tú amas a todas los demás y no a ellas.
Señor, hay mujeres aquí a quienes estás atrayendo cerca de Tú corazón, y quieres que sean capaces de perdonar a sus propios padres terrenales para que puedan disfrutar de una relación más profunda contigo. Espíritu Santo, estoy orando para que Tú vengas y nos des la convicción a cada una de nosotras para que hagamos lo que debemos hacer para acercarnos más a Ti. En el nombre de Jesús, amén.
Nancy: Esta es Mary Kassian recordándonos que el mensaje del evangelio es un mensaje de esperanza, una esperanza que necesitamos llevar al mundo de hoy, un mensaje que dice: «Ven conmigo a la casa de mi Padre».
Cuando Mary habló acerca de convertirse en insensibles y frías al amor de nuestro Padre celestial, puede haber cruzado por tu mente el pensamiento: «No sé si alguna vez he conocido el amor de mi Padre celestial».
Hoy puedo decir que Dios quiere ser tu Padre celestial, pero contrario a lo que algunos puedan decir hoy, Dios no es el Padre de todos. Las Escrituras nos dicen que nadie viene a la casa del Padre excepto a través de Jesucristo. Como hemos venido escuchando durante toda la semana, es por eso que Dios envió a Su Hijo Jesús, para mostrarnos el corazón del Padre y para proporcionar un camino a través del cual podamos llegar al Padre.
Así que si tú nunca has entrado en una relación personal con Dios a través de Su Hijo Jesucristo, te animo –estés donde estés, hagas lo que hagas en este momento– a hacer una pausa y decir: «Oh, Dios, yo quiero que Tú seas mi Padre celestial. Confío en Jesucristo como mi Salvador. Quiero que vengas a mi vida para salvarme, para cambiarme y para hacerme Tu hija».
Puedes haber tenido una relación con Dios como tu Padre celestial tal vez por años, pero a lo mejor te has dado cuenta ahora que has escuchado el mensaje de Mary, que tu corazón se ha vuelto insensible y frío al amor de tu Padre celestial.
No es demasiado tarde para regresar a Él. Tal vez necesites hacer lo que he tenido que hacer de vez en cuando a través de los años, y decir: «Oh, Señor, me he alejado tanto de Ti. He vagado sobre el hielo. Me he deslizado, me he caído y descarriado. Necesito que vengas y me restaures. Necesito que vengas e infundas nueva vida espiritual dentro de mí».
Y a medida que le pidas eso, comienza a entrar en Su Palabra. Encontrarás que tu vida espiritual empezará a revivir.
Solo un último recordatorio que me quedó del mensaje de Mary, y es la importancia que damos a aquellos que no tienen una relación con Dios como su Padre. Esa es una de las razones por las que Dios nos ha dejado aquí en esta tierra…no solo para que podamos disfrutar de nuestra propia relación con Dios como nuestro Padre, sino también para que podamos llegar a los demás, tomarlos de la mano y decir: «Ven conmigo, te presento a tu Padre celestial».
Débora: ¡Es increíble que pecadoras como nosotras seamos adoptadas por Dios, y que podamos compartir acerca de esto con los que nos rodean!
Antes de terminar el episodio de hoy y concluir con esta serie, escuchemos un poco más de Nancy mientras ella nos comparte algunas cosas que aprendió de su padre terrenal, Art DeMoss.
Nancy: Estoy tan agradecida por la bendición de haber tenido un padre que caminó con el Señor desde que era joven, y que, mientras criaba a nuestra familia, nos demostró tantos aspectos del corazón de Dios como Padre.
Mi padre ha estado con el Señor desde 1979. De hecho, tuvo un ataque al corazón y murió instantáneamente el fin de semana de mi vigésimo primer cumpleaños. Algunos de ustedes me han escuchado compartir acerca de esto antes; pero en ese momento, mi madre tenía cuarenta años y yo era la mayor de siete hermanos, de ocho a veintiún años de edad. No hace falta decir que, en ese momento, teníamos una gran necesidad de la misericordia y la gracia de Dios en nuestras vidas.
Ha sido algo hermoso a lo largo de estos años ver cómo Dios realmente cumple Su promesa de ser un Padre para los huérfanos. Pero también es una bendición recordar el nombre, la herencia y la vida de un padre piadoso, un hombre que caminó con Dios... aunque no perfectamente. Él habría sido el primero en decírtelo, y ciertamente en nuestra familia sabíamos que no teníamos un padre perfecto. Pero todos miramos hacia atrás, y agradecimos al Señor por un padre que realmente nos mostró mucho del corazón de Dios.
Pienso, por ejemplo, en ese versículo del Salmo 103 que dice: "Como un padre muestra compasión a sus hijos, así el Señor muestra compasión a los que le temen."
Todavía recuerdo aquella época, cuando acababa de salir de la universidad, y acababa de romper una relación con un joven con el que había estado saliendo y, aunque ambos estábamos de acuerdo en que esa era la voluntad de Dios, no dejó de ser un momento bastante emotivo para mí. Recuerdo que llamé a mi padre, que estaba en otro estado, y le conté lo que acababa de pasar. Y nunca olvidaré que me dijo: "Cariño, ¿quieres que vaya allí y esté contigo?". En ese momento sentí lo que había sentido durante todos mis años de crecimiento: el corazón compasivo, cariñoso y tierno de un padre. Al experimentar ese amor de mi padre, llegué a conocer algo más del corazón compasivo, tierno y amoroso de Dios, que cuida de sus hijos incluso más de lo que podría hacerlo un padre terrenal.
Luego pienso en otras cualidades de la vida de mi padre. Pienso en su fidelidad a mi madre y en su compromiso con la permanencia del matrimonio. No es que no tuvieran sus problemas y sus diferencias a veces y luchas en su matrimonio, como todo matrimonio. Pero siempre supimos que nuestros padres estaban comprometidos el uno con el otro. Mi padre insistía a menudo en que el matrimonio es un voto de permanencia, y reflejaba, de ese modo, el corazón de Dios que guarda los pactos.
Luego pienso en él como un gran trabajador y un buen proveedor. Pienso en mi padre como alguien que no pierde el tiempo. Por esa razón, en nuestra familia no tomábamos el periódico ni teníamos televisión, aunque parezca mentira. En esos días, eso era muy inusual; pero él estaba tan preocupado de que maximizáramos el corto tiempo que Dios nos había dado aquí en la tierra para hacer la voluntad de Dios. Así que trabajó duro y trató de utilizar el tiempo que Dios le dio de la mejor manera posible.
De hecho, era un hombre que siempre vivía y pensaba a la luz de la eternidad, pensando en cómo sería cuando se enfrentara al Señor, y qué tendría que ofrecerle al Señor cuando estuviera ante Él en el Tribunal. Así que sus valores eran eternos. Le encantaba contribuir económicamente a la obra del Señor. De hecho, creía que no se le podía dar lo suficiente a Dios. Así que en cada área de su vida -sus prácticas financieras, su uso del tiempo, sus prácticas de negocios- era un hombre que tomaba a Dios en serio.
Estoy muy agradecida de que Art DeMoss ejerciera activamente su liderazgo espiritual en nuestra familia. Pienso en ese versículo de 1 Tesalonicenses capítulo 2 donde el apóstol Pablo dice a los Tesalonicenses: así como sabéis de qué manera os exhortábamos, alentábamos e implorábamos a cada uno de vosotros, como un padre lo haría con sus propios hijos, para que anduvierais como es digno del Dios que os ha llamado a su reino y a su gloria.
Qué imagen de un padre piadoso. Pablo dice que un padre trata con sus propios hijos animándolos, consolándolos e instándolos a vivir vidas dignas de Dios.
Puedo pensar en tantas ocasiones en las que, ya sea individualmente o en familia, mi padre nos reunía y nos leía las Escrituras, nos hablaba de los caminos de Dios, nos hablaba de cómo aplicar la verdad de Dios a las circunstancias y situaciones cotidianas de la vida real. Ahora bien, no quiero dar la impresión de que la vida en la casa de los DeMoss era un devocional o un servicio religioso de veinticuatro horas al día. Ciertamente no era así. Éramos una familia muy activa. Permítanme decir que éramos una gran familia griega: a todos nos gustaba hablar y debatir, y a menudo nos interrumpíamos unos a otros.
Había momentos, sobre todo a la hora de comer, en los que reinaba el caos en casa. Pero mi padre sabía cómo cortar el ruido, cortar el caos y llamar nuestros corazones y nuestra atención de nuevo a la Palabra y a los caminos de Dios. Quería que siguiéramos a Cristo de todo corazón, que le amáramos, que le sirviéramos, que le obedeciéramos y que le tomáramos en serio en nuestras propias vidas, que viviéramos nuestras vidas a la luz de la eternidad, como él mismo intentaba hacer.
Ahora bien, también sabía que parte del papel de un padre es la disciplina. Mi papá estaba comprometido a corregirnos, a instruirnos cuando nos salíamos del camino. Y ahí de nuevo, pienso en un pasaje en Hebreos capítulo 12, donde el escritor dice,
… Tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad.
En el compromiso de mi padre, y también de mi madre, de asegurarse de que vivíamos bajo la autoridad de las Escrituras y de disciplinarnos y corregirnos cuando no era así, nos estaban enseñando realmente los caminos de nuestro Padre celestial, que nos disciplina cuando lo necesitamos por nuestro propio bien, para que podamos participar, como dice la Escritura, de la santidad de Dios.
Otra cosa de mi padre que tuvo un impacto increíble en mi vida fue verle atravesar temporadas de estrés y dificultad en nuestra familia y en su vida empresarial con un corazón que nunca dejó de confiar en que Dios tenía el control, y Dios sabía lo que estaba haciendo. Ya se tratara de problemas de salud en nuestra familia o de pérdidas financieras, en realidad desastres financieros en algunos momentos. Puedo recordar (durante mis años de escuela secundaria) ver a mi padre bajo una intensa presión y, a veces, una intensa oposición en el lugar de trabajo y ver cómo aún tenía una paz y una alegría y confianza en el Señor que superaba todo lo que estaba sucediendo a su alrededor.
Así que solo quiero decir, desde el corazón de una hija, lo agradecida que estoy por el ejemplo, el legado, la vida de un padre que caminó con Dios y que llevó a su familia a caminar con Dios. Permítanme animar a todos los padres que nos escuchan hoy a que, independientemente de lo bien o mal que crean que han criado a sus hijos, hoy es un nuevo día. Hay gracia fresca. Mientras busquen al Señor, por la gracia de Dios, sus hijos podrán un día levantarse y agradecer al Señor por el legado y la herencia que ustedes les dejaron.
Débora: Y tú, ¿qué palabras de afirmación puedes decir a tu padre el día de hoy?
Y bueno, no sé si tú lo has notado pero, tenemos una tendencia a preocuparnos por la grandeza, por el éxito, por ganar, por ser alguien ante los demás. Y si le pides a la mayoría de la gente que mencione las personas más grandes que se le ocurran, dependiendo del contexto en el que se lo pidas, la mayoría de la gente clasificaría sus respuestas en base a los logros de estas personas, de su perfil público, de su influencia, de los premios que han recibido, del talento natural en su campo, ya sea en los deportes, la música o los negocios. Y quiero que pensemos un momento… ¿de esto se trata realmente la grandeza? Analizaremos esto junto a Nancy en la nueva serie a la que daremos inicio el día de mañana. ¡Acompáñanos!
Abrazando a Dios como Padre, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación