Abraza a Dios como Padre, día 2
Débora: Mary Kassian dice que cuando conoces a Dios como tu Padre, quieres pasar tiempo con Él.
Mary Kassian: Si hallo gozo en la Palabra, en la oración, en el ayuno y en la meditación, es porque quiero a Dios. No es porque tengo que tener un tiempo devocional cuatro veces a la semana. Esto lo cambia todo, esta idea del cristianismo como una relación.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 11 de junio de 2024.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Ayer empezamos a escuchar un mensaje de Mary Kassian. Si te perdiste la primera parte del mensaje, espero que vayas a avivanuestroscorazones.com donde lo puedes escuchar en línea.
Ahora, Mary está a punto de mostrarnos por qué todas suspiramos por el amor de un padre. Así que ya sea que hayas tenido o no el ejemplo de un padre …
Débora: Mary Kassian dice que cuando conoces a Dios como tu Padre, quieres pasar tiempo con Él.
Mary Kassian: Si hallo gozo en la Palabra, en la oración, en el ayuno y en la meditación, es porque quiero a Dios. No es porque tengo que tener un tiempo devocional cuatro veces a la semana. Esto lo cambia todo, esta idea del cristianismo como una relación.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 11 de junio de 2024.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Ayer empezamos a escuchar un mensaje de Mary Kassian. Si te perdiste la primera parte del mensaje, espero que vayas a avivanuestroscorazones.com donde lo puedes escuchar en línea.
Ahora, Mary está a punto de mostrarnos por qué todas suspiramos por el amor de un padre. Así que ya sea que hayas tenido o no el ejemplo de un padre piadoso y amoroso en tu casa, tus más profundos anhelos pueden ser cumplidos por tu Padre celestial. Aquí está Mary para explicar más.
Mary: Hay un pequeño pueblo en España y un niño llamado Juan. Juan era un niño rebelde, entró en conflicto con su padre y robó algo de dinero. Luego se marchó a una ciudad vecina, una gran ciudad. Se escapó de casa. El padre lo buscó y no pudo encontrarlo; preguntó a su alrededor por él y finalmente oyó que Juan estaba en la ciudad vecina de un amigo suyo.
Así que el padre se fue a la ciudad y caminó hacia arriba y hacia abajo por las calles, pero no lo pudo encontrar. Era como tratar de encontrar una aguja en un pajar. Debido a que tenía que volver a casa, decidió que lo único que podía hacer era poner un anuncio en el periódico local. El anuncio decía lo siguiente: «Juan, todo está perdonado. Qué deseos de verte de nuevo tengo. Por favor, ven a mi encuentro el sábado al mediodía en las escalinatas del ayuntamiento. Con amor, papá».
Cuando llegó el sábado, él fue al lugar indicado. Había casi un centenar de chicos llamados Juan sentados en los escalones del ayuntamiento. ¡¿No es eso asombroso?!
Anhelamos tener un padre. Todo lo que ellos querían oír era: Todo está perdonado. Ven a mi encuentro. Te ama, papá». Eso era lo que los chicos querían oír.
Estoy segura de que todas hemos oído la canción (en inglés) de Bob Carlisle, Besos de mariposa. Esa canción fue un gran éxito. Estaba leyendo los comentarios de Bob sobre la canción, y lo interesante fue lo que él dijo cuando estaba reflexionando sobre el éxito de la canción:
«Tengo un montón de correos de chicas jóvenes que tratan de conseguir que me case con sus madres. Eso solía hacerme gracia porque es muy lindo, pero luego me di cuenta. Ellas no quieren un romance para la mamá, quieren al padre que está en esa canción. Y eso me mata».
Como dice la letra: (Cantando: ¡Ven camina junto al pony, papá, es mi primer paseo!) Ellas quieren ese padre. Ellas quieren un padre que esté orgulloso de ellas, que las ame, que sea su admirador número uno, que las apoye, que les diga: «¡Adelante!» Desean tanto a ese padre y les duele tan profundamente, que le escriben a un perfecto desconocido, pidiéndole que se case con sus madres para poder tener el padre de sus sueños.
Bueno, podemos tener al padre de nuestros sueños, y tenemos al Padre de nuestros sueños. Ese es el mensaje de esperanza que tenemos para una sociedad lastimada, para las mujeres heridas y los niños que han crecido sin padres.
Y esta es la tercera verdad: Dios ha puesto en nuestros corazones el anhelo por un padre. Dios ha puesto el anhelo de un padre en cada uno de nuestros corazones. Cuando nos convertimos en cristianas somos adoptadas e iniciamos una relación de familia.
Ahora bien, el proceso de adopción judía es muy, muy interesante porque una familia judía buscaba el niño que quería adoptar y luego entonces pagaba las deudas de ese niño. Después tomaban a este niño y rompían todas las relaciones que el niño había tenido y lo recibían en una nueva familia, iniciando una nueva relación y dándole un nuevo nombre.
Esta es una imagen de lo que nos ocurrió cuando entramos a formar parte de la familia de Dios. Dios paga todas nuestras deudas, rompe los lazos del pecado, nos lleva a Su familia y nos da Su nombre. Él nos da el Espíritu Santo, que es la prueba de la adopción. En la sociedad judía tenía que haber múltiples testigos para que una adopción fuera legal. Y se nos dice en la Biblia que el Espíritu Santo es el testigo.
¿Qué tipo de testigo es el Espíritu Santo? Esto es realmente interesante. El Espíritu Santo es también llamado el espíritu de adopción, el Espíritu de filiación, el Espíritu de tu Padre que vive justo en nuestros corazones cuando nos convertimos en cristianos. Es este Espíritu que nos llama y nos lleva a la intimidad con el Padre. Es este Espíritu en nuestros corazones que clama: «¡Abba, Padre! ¡Abba, Padre!»
Romanos 8:15-16: «16 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos ¡Abba Padre! El espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios» (RV).
Gálatas 4:6: «Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo, el cual clama ¡Abba Padre!»
¿Entendiste la primera frase de Romanos 8:15? «Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor». ¿No es asombroso? Algunas de nosotras (muchas, muchas mujeres y muchas de ustedes en esta sala) tienen tanto miedo a Dios el Padre. Eso es lo que encuentro en la mayoría de ministerios de mujeres, solo temor.
- Tengo tanto miedo de que Él me vaya a desestimar, igual que hizo mi padre
- Tengo tanto miedo de que Él me vaya a rechazar, igual que hizo mi padre
- Tengo tanto miedo de que vaya a gritarme, al igual que mi padre
- Tengo tanto miedo de que Su amor por mí esté condicionado…
Ese no es el Espíritu Santo hablándote. Dios no nos ha dado un espíritu de temor. El Espíritu Santo en tu corazón clama: «¡Abba, Padre!» El verbo clamar es realmente interesante. Es un verbo. Está ocurriendo. Es el espíritu en tu corazón el que ahora está clamando: «¡Abba, Padre!» Está deseando esa conexión. Está deseando la intimidad. Está deseando llegar a ser uno con Dios. Está deseando cercanía.
Algunas de ustedes se preguntarán por qué sienten tanta frustración mientras están viviendo la vida cristiana y pasando por todos los momentos, pero no hay gozo. Ciertamente pasamos por tiempos de sequía. Los tenemos. Pero podría ser que el Espíritu dentro de ti esté pidiendo a gritos: «¡Papá! ¡Papá! ¡Papá!», porque eso es lo que el Espíritu hace, y tú estás demasiado ocupada para escuchar, o tienes tanto miedo de mirar a los ojos del Padre y tener esa cercanía, esa relación de amor con Él.
Así que a muchas mujeres les resulta muy difícil aceptar que Dios realmente las ama. «Me resulta muy difícil creer que Dios realmente me ama tal como soy, que soy Su chica, que soy la niña de Papi, que soy la niña de Sus ojos».
El anhelo de nuestro corazón solo es satisfecho en una relación con Él. Ves, el cristianismo es una relación de amor. Es Dios amándome, y yo amándolo a Él. Es así de simple. Es posible para nosotras saber y creer.
Primera de Juan 4:16 dice (y este es el testimonio de un pueblo que está caminando con Dios) 1 Juan 4:16: «Nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros». ¿No es este un hermoso testimonio? ¿Puedes tú decir esto? «Yo sé y creo que Dios me ama».
¿Sabes que el Padre sabe tu nombre? Isaías 45:2-3: «Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos… Y te daré…los tesoros escondidos y los secretos muy guardados… Yo te he llamado por tu nombre». Hasta sabe cómo deletrearlo.
Estaba hablando en una conferencia una vez, y una señora se me acercó después y dijo: «Eso significó mucho para mí. He estado casada treinta años, y mi papá todavía no puede escribir bien mi apellido de casada. Pensar solo que el Padre sabe cómo se escribe mi nombre, y que a mi padre no le importó lo suficiente como para aprenderlo».
¿Sabes que Él le da seguimiento a los detalles más insignificantes de tu vida? Igual que el número de células de tu cuerpo. El número de cabellos de tu cabeza. El color verdadero de tu pelo debajo de todos esos tintes. Él mantiene un registro de eso.
Mateo 10:30: «Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados».
¿Sabes que el Padre recoge tus lágrimas en Su botella? Salmo 56:8: «Cuentas mis lágrimas, pones mis lágrimas en tu botella. ¿No están allí en tu libro?» No hay ni una lágrima que alguna vez hayas derramado que tu Padre no lo haya sabido, ni siquiera una.
¿Sabes que te tiene inscrita en la palma de Su mano? Isaías 49:16: «He aquí, en las palmas de mis manos, yo te he grabado; tus muros están constantemente delante de mí».
Yo solía hacer eso. Cuando realmente me importaba alguien en la escuela –ya sabes, te escribes su número de teléfono en la palma de la mano. El problema era cuando inevitablemente alguien lo veía, (porque estaba ahí en la palma de tu mano). No importa lo que hagas, está siempre ahí. Siempre está ahí, y tu nombre está escrito en la palma de la mano de Dios. ¿No es asombroso? Tu Padre te tiene allí.
¿Sabes qué lo mueve, qué lo incita y le despierta compasión cuando piensa en ti? Salmo 103:14-15: «Como un padre que tiene compasión de Sus hijos, así el Señor tiene compasión de aquellos que le temen».
¿Sabes que Él tiene una cuerda de amor atada a tu corazón, y te está atrayendo cada vez más cerca de Él? Oseas 11:
«Cuando eras aún pequeña yo te amé. De Egipto llamé a mi hijo… Yo te enseñé a caminar, tomándote de los brazos, pero no supiste que yo te sané y te guié con cordones de gentileza, con bandas de amor; y fui para ti como esos que toman el yugo de tu cuello, me paré y te alimenté» (vv.1-4, parafraseados).
¡Qué imagen tan impresionante del corazón paternal de Dios! Es un amor muy, muy, poderoso, y no es de extrañar que el apóstol Juan dijera, «oh qué gran amor es este el que el Padre ha derramado en nosotros».
Tengo un hijo de trece años de edad, seis pies, dos pulgadas, tiene 180 libras. Le pone mayonesa a todo –a todo literalmente. Él hace un sándwich, saca el frasco de mayonesa y lo cubre todo, es demasiado. Se desliza por los bordes, se cae al suelo. Hay mayonesa en todas partes. Así lo hace Dios, te colma de amor, lo derrama profusamente, en abundancia, mucho más de lo que un bocadillo debería tener. Su amor por ti es tan profundo…¿sabes y puedes creer lo mucho que el Padre te ama?
Él te ha llamado por tu nombre. Él dice, «Susana es Mi chica y la amo».
Él dice: «Yo sé cuántos cabellos hay en esa hermosa cabeza. Yo puedo enumerarlos, y podría decirte el número ahora mismo». Eso es lo que Dios te dice.
Él le dice a Susana, «Susana, tú me conmueves. Despiertas compasión cuando pienso en ti. Simplemente conmueves mi corazón, porque tú eres Mi chica». Eso es lo que te dice.
Tina, Él dice: «Me complazco en Tina. Su nombre está escrito en la palma de Mi mano. Tus barreras están siempre ante Mí. Tina, te amo». El Padre dice eso.
Él le dice a Jody, «Jody, yo tengo mi lazo de amor atado a tu corazón, y estoy atrayéndote cerca y cerca, y más cerca todo el tiempo».
¡Qué asombroso y poderoso amor! El Padre quiere tu corazón. Él quiere mi corazón.
Quiero que te hagas una imagen de la palma de la mano, que escribas tu nombre. Escribe tu nombre en medio de la mano. Ves, el Padre quiere una relación de amor contigo. Él dice en Jeremías 3:19: «Con que gusto los trataría como a Mis hijos y les daría tierra deseable, la más hermosa heredad de cualquier nación. Eso es lo que te quiero dar. Yo un soy Padre. Quiero dártelo todo. Quiero darte buenas cosas» (parafraseado).
Y luego dice, decepcionado: «Pensé que me llamarías Padre y no te apartarías de Mí. Eso era lo que yo quería. Eso fue lo que pensé».
¡Qué angustia! Y algunas de ustedes, las madres saben lo que es un corazón roto cuando sus hijos se alejan. Sabes lo que traspasa hasta la profundidad de tu espíritu, y el Padre es igual. Cuando no estás en una relación íntima con Él, Él es traspasado. Él sufre por Sus hijos.
Esta es la clave, creo yo, para correr firme hasta el final de la carrera. He hecho muchas, muchas cosas cristianas en mi vida. Dios ha tenido Su dedo en mí desde que era una niña. Cuando tenía trece años, yo enseñaba cursos a mujeres y todo tipo de cosas, organizaba grupos en la escuela llevando a las personas al Señor. He hecho todo eso. He estado en la portada de la revista Cristianismo hoy, he estado con James Dobson…lo he hecho todo.
Pero, ¿sabes qué? Eso no significa nada. Nada, si el Padre no tiene mi corazón. No significa absolutamente nada. Creo que esta es la clave. Muchas de ustedes están en el ministerio. Y muchas de ustedes están cansadas. Yo sé lo que es eso, porque están tan ocupadas haciendo cosas, haciendo cosas, haciendo cosas, haciendo cosas por el Padre, por el Señor, y no están alimentando esa relación con el Señor. No están siendo Sus hijas, la pequeña niña sentada en su regazo, mirándolo a los ojos, y solo amando estar cerca de Él solo por ser quien es.
Y esa es la clave para correr bien hasta el final. Si no tienes eso, no correrás bien hasta el final. No lo harás. También es la clave para entender todo lo que la cristiandad es. Esto es lo que necesitamos enseñar a nuestras mujeres y a nuestras hijas y a las personas que ministramos.
El cristianismo es una relación de amor, y eso lo cambia todo. Cambia cómo veo el arrepentimiento. Solo quiero que pienses en esto por un momento. Si mi marido, Brent, se levantara por la mañana, nos fuéramos de palabras, me hiciera daño diciéndome algo cruel, se fuera al trabajo y entonces sentado en su escritorio, tal vez la conciencia repentinamente le empieza a remorder, y herido, dice, «oh, yo no debí haber hecho eso. He pecado». Y luego me llama y me dice: «Mary, mi conciencia me está molestando. Lo siento. ¿Me perdonas?»
Yo estaría muy contenta de que me hubiera llamado y se disculpara. Pero ¿sabes lo que realmente quisiera de Brent? Yo quisiera que supiera lo mucho que me lastimó. Porque él rompió las reglas y solo se sentía mal porque rompió las reglas, él va a romper las reglas de nuevo, porque lo único que lo mantenía obedeciendo las reglas era un sentido de responsabilidad a las reglas.
Es por eso que muchas de nosotras luchamos con el pecado. Pecamos, nos arrepentimos, «oh, lo siento mucho, rompí las reglas». Y luego nos levantamos, y pecamos de nuevo. Lo mismo, una y otra vez. Caemos en las mismas trampas, una y otra y otra y otra vez. ¿Sabes lo que falta? No nos damos cuenta de que quebrantamos una relación y que hacemos sufrir a la persona que amamos.
Si Brent se da cuenta de que él me está haciendo daño, que sus palabras me hirieron, y que fue como si él tomara un cuchillo y atravesara mi espíritu, tendría mucho cuidado de no hacerlo de nuevo si es que realmente se dio cuenta de lo mucho que me dolió, en lugar de decir: «¡Uy, rompí las reglas!»
Así que cuando estamos en una relación de amor con el Padre, toda nuestra visión del arrepentimiento cambia. No es como decir: «Oh, Padre, he roto las reglas. ¡Oops! Es, «te lastimé, te he contristado. Yo no quiero lastimarte. Te amo». Y recibimos la motivación para cambiar.
Lo mismo cuando estás compartiendo el evangelio. Aquí están las cuatro leyes espirituales. Me encantan las cuatro leyes espirituales, pero muchas veces es: «Aquí están las cuatro leyes espirituales», o traemos personas a la iglesia, o podemos llevar a las personas a Jesús. No las ponemos en relación con el Dios todopoderoso, porque si estuviéramos en una relación con Dios, nuestro enfoque total, nuestro mensaje completo sería: «Ven a conocer a mi amigo. Ven a conocer a mi Padre. Ven a conocer a alguien que significa todo para mí». Esto cambiaría nuestro enfoque.
Esto cambia nuestro enfoque en nuestras disciplinas. Yo estaría muy decepcionada si mi marido hiciera una cita conmigo dos semanas antes de nuestro aniversario y dijera: «Está bien, Mary, te necesito a las…vamos a hacerlo de 4 a 6 el 11 de diciembre. ¿Quieres reunirte conmigo?»
Yo digo: «Sí, claro»
Y entonces llega, nos encontramos en el restaurante, y él está constantemente mirando el reloj, y luego, de repente, dice, «bueno, he hecho mi parte, ya me voy».
Yo no quiero eso. Eso no es lo que quiero. No quiero que venga a pasar tiempo conmigo porque tiene que hacerlo. Quiero que me quiera. Y ustedes saben lo que es eso porque nos afligimos cuando nuestros esposos no nos quieren.
Es lo mismo con el Padre. Es lo mismo con esta relación. Por lo tanto, si encuentro gozo en la Palabra, en la oración, en el ayuno y en la meditación, es porque quiero a Dios. No es porque tengo que tener un tiempo devocional cuatro veces a la semana. Esto lo cambia todo, esta idea del cristianismo como una relación.
Nancy: Y esa relación lo cambia todo. Mary Kassian nos ha estado mostrando por qué. Todo el mundo necesita una relación genuina con Dios como nuestro Padre. Y sabemos que la relación solo puede encontrarse a través de la fe en el Hijo de Dios, Cristo Jesús.
Débora: ¡Amén! Es nuestro deseo que muchas mujeres más conozcan la verdad de Dios revelada en Su Palabra y lo conozcan de tal manera que lo puedan abrazar como Padre. Escucha lo que una mujer que ha sido edificada a través de enseñanzas como esta compartió con nosotras por escrito.
Testimonio 1: Quiero decirles que este ministerio ha estado ministrando mi vida. Soy una mujer casada, y he vivido mi vida creyendo que soy cristiana, pero Dios en Su gran misericordia me hizo ver cuán lejos he estado de Él. No he tenido un ejemplo de familia unida, sin embargo, ahora sé que eso no es excusa para mi situación actual. Yo soy responsable de mis pecados, y aunque sé que Dios ya me perdonó, lucho con los pensamientos que vienen a mi mente de que no puedo ser perdonada. He sido una persona orgullosa, egoísta y ahora entiendo claramente que Dios humilla al que se exalta. Estoy en medio de una gran tormenta en mi matrimonio y reconozco que yo misma influí a empeorar esta situación con mis malas decisiones y actitudes al nunca someterme a mi esposo desde que me casé. He aprendido mucho con cada mensaje que he escuchado, y sé que fue Dios quien puso este ministerio frente a mí, justo en el momento cuando más lo necesitaba. Y ahora sé que, antes que nada, primero debo seguir orando para que Dios me cambie a mí, por favor oren por mí, quiero ser una mujer verdadera, le he dicho a Dios que acepto su llamado a serlo. Cuando miro atrás, veo que en verdad Dios ha sido tan bueno porque me ha sostenido. No sé qué pasará con mi vida y matrimonio, pero de lo que sí estoy segura es que mi Padre Celestial estará conmigo y suplirá mis necesidades, además de que Él controla todas las cosas. ¡Estoy tan agradecida por este ministerio porque me ha ayudado a estudiar verdaderamente la Palabra de Dios! Deseo que Dios siga bendiciendo la vida de cada mujer que conforma este ministerio y que, así mismo, sean de bendición a otras personas.
Débora: Y otra mujer nos escribió lo siguiente.
Testimonio 2: Yo estuve 7 años en una falsa doctrina, y llegué al punto de estar muy desilusionada del mal llamado cristianismo. Pues todo se trataba de lo que yo pudiera alcanzar decretando, con el poder de mi palabra, dando dinero por la salvación de nuestras hijas. Pero finalmente llegué a una iglesia de sana doctrina, y allí en el grupo de oración de damas nos compartieron Aviva Nuestros Corazones. Desde entonces, pude empezar a tener libertad porque entendí que yo no debo hacer que la Palabra de Dios, es decir, la Biblia, diga lo que yo necesito que diga. Con los diferentes programas y pódcasts, fui entendiendo que necesitaba dejar que Dios trabajara en mi corazón, ya que mi orgullo es muy, muy grande. Dios trajo a mi mente los pasajes que se encuentran en Filipenses 2:5-11, y en Romanos 12:3. He entendido cuán grande es mi orgullo, porque Dios, cada vez que estoy en rebeldía, me muestra lo que está pasando: y es que soy engañada por el pecado, por mi propia rebelión. ¡Estoy muy agradecida con todos sus programas, y continuo en la mesa de nuestro Gran y Buen Alfarero!
Débora: ¡Gloria a Dios! Si tú nos escuchas hoy y has sido bendecida a través de estos programas, te animo a compartirlos con más mujeres. Hazlo fácilmente a través de nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Y asegúrate de acompañarnos mañana para la conclusión de la enseñanza de Mary Kassian.
Abrazando a Dios como Padre, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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