Abraza a Dios como Padre, día 1
Débora: Mary Kassian dice que puedes abrazar a Dios como tu Padre sin importar cuánto daño te haya causado un padre terrenal.
Mary Kassian: Padre no es una palabra abstracta. Qué trágico, tonto y arrogante de nuestra parte es alejarse de este nombre debido a que algunos hombres han sido un mal ejemplo de lo que es la paternidad.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 10 de junio de 2024.
El día de hoy damos inicio a una nueva serie titulada Abraza a Dios como Padre. Aquí está Nancy para introducir a nuestra invitada de hoy.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Parece que en todas las lenguas y en todas las culturas la primera palabra que cada pequeño aprende a decir es la palabra papá o papi. Lo mismo ocurre en la familia de Dios, papá. De …
Débora: Mary Kassian dice que puedes abrazar a Dios como tu Padre sin importar cuánto daño te haya causado un padre terrenal.
Mary Kassian: Padre no es una palabra abstracta. Qué trágico, tonto y arrogante de nuestra parte es alejarse de este nombre debido a que algunos hombres han sido un mal ejemplo de lo que es la paternidad.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 10 de junio de 2024.
El día de hoy damos inicio a una nueva serie titulada Abraza a Dios como Padre. Aquí está Nancy para introducir a nuestra invitada de hoy.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Parece que en todas las lenguas y en todas las culturas la primera palabra que cada pequeño aprende a decir es la palabra papá o papi. Lo mismo ocurre en la familia de Dios, papá. De hecho, Jesús nos enseña que cuando oremos debemos decir: Padre nuestro. Ahora sé que para algunas mujeres este concepto de dirigirse a Dios como Padre es más fácil que para otras.
Hay algunas mujeres a quienes les resulta muy difícil pensar en Dios como su Padre, tal vez a causa del desafío o el resquebrajamiento que han tenido en su relación con su padre terrenal. Esta semana quiero que escuches un mensaje de Mary Kassian, quien es una muy querida amiga mía y no es ajena a Aviva Nuestros Corazones. Dios le ha dado a Mary conocimientos importantes de las Escrituras acerca de la forma en que las mujeres podemos relacionarnos con Dios como Padre.
Cuando escuché por primera vez este mensaje, yo sabía que iba a tocar las fibras sensibles y tiernas de los corazones de muchas mujeres, porque todas queremos saber cómo podemos tener una relación íntima con nuestro Padre celestial, sin importar qué clase de padre terrenal pudiéramos haber tenido.
Vamos a escuchar cómo Mary Kassian nos ayuda a aceptar a Dios como un asombroso Padre celestial.
Mary: Esta noche, el cuarenta por ciento de los niños en Estados Unidos y en América del Norte, van a dormir en hogares en donde no viven sus padres. Cuarenta por ciento. Ahora bien, ¿todos los niños necesitan un padre? Cada vez más, la respuesta de nuestra sociedad a esa pregunta es no o no necesariamente. Pero la respuesta bíblica a esta pregunta es un rotundo sí. Todo niño necesita un padre. Todo niño en crecimiento necesita un padre. Lo más asombroso de todo, es que la Biblia nos dice que a través de Jesús toda persona tiene un Padre. Tienes el Padre perfecto, el Padre de tus sueños cuando llegas a la familia de Dios.
Así que el reto hoy en día, de lo que vamos a estar hablando hoy, son las mujeres relacionándose con Dios como Padre. El desafío para nosotras y para las mujeres que ministran, sobre todo en esta sociedad, es entender la paternidad de Dios y quiénes somos al relacionarnos con Dios de esa manera.
Nuestra charla de hoy estará basada en 1.ª Juan 3:1: «Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; y eso somos». Eso es lo que somos.
Hay cuatro verdades que toda mujer necesita entender, cuatro verdades que tiene que entender, cuatro verdades que necesitas enseñar a las mujeres que estás ministrando, cuatro verdades que tenemos que enseñarles a nuestras hijas a medida que crecen. La primera verdad es esta: Dios quiere relacionarse con las mujeres como Padre. Dios quiere relacionarse con cada una de nosotras como Padre.
Dios es nuestro Padre. Ahora, en la Biblia hay muchas analogías hermosas sobre aspectos de Dios como Su bondad, Su amabilidad y Su cuidado. Llevó a la nación de Israel en su vientre. Grita como una mujer en labor de parto. Él dio a luz a la nación judía. Tiene misericordia de nosotros como una madre que tiene compasión por el niño en su pecho. Él nos cuida y nos alimenta. Él nos consuela como una madre consuela.
¿Por qué no llamamos a Dios madre entonces? ¿Por qué llamamos a Dios Padre? Ese es un debate que se está librando en muchas iglesias, y muchas, muchas denominaciones dicen que hay estas hermosas analogías en las Escrituras acerca de la maternidad de Dios. Entonces, ¿por qué llamamos a Dios Padre? ¿Por qué es importante para nosotros entender la paternidad de Dios?
La primera verdad es que Dios quiere relacionarse con nosotros como Padre. La primera razón por la cual llamamos a Dios Padre es una razón muy obvia. Es demasiado simple para ser explicada. Es porque así es que Él quiere que lo llamemos. A lo largo de las Escrituras, Él se revela como Padre.
La primera persona de la Trinidad tiene muchos nombres. Santo, Santo, Santo. Dios Todopoderoso. El Santísimo. Pero cuando Jesús vino a rasgar el velo y aclaró el misterio para nosotros de quién era Dios, Él reveló a Dios como Padre. De hecho, Él se refirió a Dios como Padre más que con cualquier otro nombre. La palabra que Él usó para Dios fue Padre. Hay muchas otras palabras, muchos otros nombres para Dios, pero Padre es una palabra muy, muy concreta.
Y todos nosotros tenemos una idea clara de lo que padre significa o debería significar. No sé tú, pero es un poquito diferente de los otros nombres de Dios: El Santo, Santo, Santo o El Todopoderoso o Roca. Esos son nombres más conceptuales. Son nombres muy importantes porque nos enseñan acerca del carácter de Dios. Pero son mucho más conceptuales. No son tan concretos y personales.
Padre es un nombre muy, muy, muy personal. Indica un ser personal. Esa es la razón número dos. El término Padre indica un ser personal. Esto es asombroso. Las implicaciones de esto son increíbles. Realmente, cuando se piensa en ello, las implicaciones son asombrosas. Dios dice: «Yo soy tu Padre». Lo que esto significa es que Dios es alguien a quien podemos llegar a conocer. Esto significa que Él es un ser personal, alguien con quien podemos interactuar y tal vez incluso alguien con quien podemos llegar a tener una relación estrecha, íntima y personal.
La tercera razón es que es el término que mejor describe Su relación. 2 Corintios 6:16-18 nos dice: «como Dios dijo: «Habitaré en ellos, y andaré entre ellos; y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo… Y Yo los recibiré. Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán para Mí hijos e hijas», dice el Señor Todopoderoso».
Padre es el nombre que Dios ha elegido para describir mejor a Su Hijo y a Sus hijos la relación de un ser supremamente personal. Padre es un nombre cristiano para Dios. Es el nombre que separa el cristianismo de todas las otras religiones. Otras religiones tienen un dios grande y todopoderoso, un espíritu intangible, o una gran aura metafísica, ese gran ente místico que une el universo. Algunas religiones tienen un dios omnipotente pero lejano. Pero el cristianismo es la única religión que tiene un Padre que dio a Su Hijo para que podamos ser Sus hijos. Es muy, muy personal y muy, muy íntimo.
Él se relaciona con nosotros como Padre. Él no se relaciona con nosotros como padre–madre. Sería difícil para mí también conceptualmente, porque yo no tengo un padre–madre. Tengo un padre y una madre. La forma en que mi padre es un padre para mí es diferente de la forma en que mi madre es una madre para mí. Así que Dios en Su sabiduría, Él no es un hombre, Él sobrepasa y trasciende la sexualidad, la masculinidad y la feminidad, pero en Su sabiduría ha escogido el mejor término para describir lo que Él es. Él nos ha dado el ejemplo terrenal de familia, matrimonio, esposo, esposa, padre, para hablarnos de Él.
Ahora, ¿qué viene a tu mente cuando piensas en la palabra padre? Yo sé lo que pienso. Yo crecí en una familia. Tengo cinco hermanos. Soy hija de un carpintero. Mi padre trabajó con sus manos. Así que cuando pienso en la palabra padre, pienso en él trepado en la mesa de trabajo, en el olor de la madera y veo las grandes manos de mi papá construyendo cosas.
Pienso en la cunita blanca para muñecas, con las asas en forma de corazón y la clavija blanca que él me hizo para mi sexto cumpleaños. Pienso cuando era una adolescente y salía a hurtadillas de la casa cuando no debía hacerlo, y regresar a la una de la mañana tratando de meterme a escondidas y quedarme atorada mitad dentro y mitad fuera de la ventana, pensando, «¿qué debo hacer?» Y finalmente elegir el camino menos doloroso que sería llamar a mi papá para que me ayudara. Había algún dolor envuelto allí, pero…
Pienso en el olor también a Lysol, ya que mi madre nunca fue buena cuidándonos cuando nos enfermábamos. Ella corría en otra dirección. Mi papá limpiaba. Pienso en una niñera. Pienso en que me ponen curitas en las rodillas. Pienso en todas esas cosas cuando pienso en la palabra padre. Pienso en esas cosas.
Ahora, sé que muchas de ustedes no tienen buenos recuerdos cuando piensan en la palabra padre. Para muchas de ustedes y para muchas, muchas, mujeres en nuestra sociedad, cuando piensan en la palabra padre piensan en ira, abandono o vergüenza, desilusión. Algo imprevisible. Conflicto, dolor.
Ves, padre no es una palabra abstracta. Qué trágico, qué tonto y arrogante de nuestra parte intimidarnos por este nombre debido a que algunos hombres han sido un mal ejemplo de lo que es la paternidad.
Todo el mensaje de Jesús cuando estuvo en la tierra fue: «Vengan y conozcan a mi Padre. ¿Ven estas señales que estoy haciendo? Mi Padre las hace. ¿Escuchan las palabras que estoy hablando? Solo estoy diciendo lo que mi Padre me dijo. ¿Ven la compasión que tengo? Esa es la compasión del Padre. ¿El amor que siento por ustedes? Ese es el amor que el Padre tiene por Mí. Vengan y mírenme. Pasen algún tiempo conmigo. Es como si estuvieran pasando tiempo con Mi Padre. Lo están conociendo». Todo Su mensaje fue «vengan a conocer a Papá. Vengan a conocer a Mi Padre. Si crees en Mí, Él puede ser también tu Padre». Dios envió a Jesús para mostrarles el corazón de Padre de Dios.
Echemos un vistazo a algunos versículos conocidos. Tú sabes todos estos versículos. Juan 17:25 y 26, dice: «Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y estos discípulos saben que Tú me has enviado en esta misión. He hecho que Tú seas conocido por ellos, lo que eres y lo que haces. Y les he dado a conocer Tu nombre y lo daré a conocer para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo en ellos» (parafraseado).
¿Notas cómo Jesús da a conocer quién es el Padre y lo que Él hace? Eso es lo que Jesús vino a revelarnos, quién es el Padre y lo que el Padre hace.
En Juan 14:6 dice: «Jesús les dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida”». Oh, hay otra parte de ese versículo, ¿qué es lo que dice? «Nadie viene al Padre, si no es por Mí». Entonces cuando vienes a Jesús, cuando presentas a Jesús, ¿dónde estás llevando a las personas? Al Padre.
Juan 17:3 dice: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti». Ahora, ¿no es esto interesante? Este es Jesús orando. Y en la declaración de Juan 17:3, Él encapsuló todo lo que significa ser un cristiano, lo que significa tener vida eterna. Jesús está orando, y dice: «Esta es la vida eterna». En pocas palabras, la definición #1 en cristianismo básico 101 es: «Esta es la vida eterna: Padre, que te conozcan a Ti y al Hijo que Tú has enviado».
Esa es la vida eterna. Así que si no estamos amando la verdad, conociendo de la verdad y predicando la verdad acerca de la paternidad de Dios, nos estamos perdiendo del cristianismo, nivel 101. No lo estamos aprobando, y no lo estamos transmitiendo a nuestros hijos.
Primera de Juan 1:3: «…nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo» (RV). Nuestra comunión. ¿Qué significa comunión? Significa cercanía. Es decir, familiaridad. Significa llegar a conocer a alguien. Nuestra comunión. Ya ves, somos llevados a una relación familiar. Muchas de nosotras pensamos que el cristianismo es un estilo de vida y una manera de vivir, y ciertamente implica esto, pero en el fondo, el cristianismo es una relación. Es una relación.
¿Qué significa estar en una relación con el Padre? De acuerdo con la oración de Jesús, significa en primer lugar que nosotros le conozcamos, y en segundo lugar, que experimentemos Su amor. Basta con pensar en la persona que te inspira lo mejor de la vida. Yo pienso en mi marido, Brent. Hemos estado casados durante dieciocho años. Yo he llegado a conocerle, y él es mi mejor amigo.
Yo sé que él no usaría una camisa verde. Si le pongo pimientos verdes a algo, lo va a oler a kilómetros de distancia y caminará en otra dirección. Sé cuándo él está preocupado. Lo oigo en su voz. Lo veo en su cara. Veo la forma en que camina. Yo lo conozco, y lo estoy conociendo aún más. Él me sorprende. Voy y digo, «¡uy, te conozco en realidad!» Es un proceso continuo, una cosa cada vez más profunda. Sé lo que lo hace feliz. Sé lo que lo hace entristecer.
¿Eres así con el Padre? ¿Conoces a tu padre? ¿Realmente conoces a tu Padre celestial? ¿Experimentas Su amor? Juan 17:23. Este es Jesús orando nuevamente. Él está derramando Su corazón al Padre. Él está orando: «Oh, Padre, te pido que esta gente sepa que Tú me amas» (parafraseado).
Y en el versículo 26, Jesús ora y dice: «he dado a conocer Tu nombre, y lo daré a conocer aún». Entonces les da la razón. ¿Por qué? «Para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y Yo en ellos».
Así que este es un concepto increíble. Cuando te conviertes en cristiano, toda la fuerza del amor del Padre por Su Hijo Jesús, toda la fuerza del corazón del Padre se dirige hacia ti. Toda esa fuerza. ¿No te deja esto pasmada? Esto me maravilla. Que el amor que el Padre tiene por su Hijo Jesús, ese mismo amor lo tiene por Mary. Él tiene ese mismo amor por mí.
Dios ha puesto el anhelo en el corazón de cada una de nosotras de tener un padre. Cuando nos convertimos en cristianas somos adoptadas e iniciamos una relación de familia. Ahora bien, el proceso de adopción judía es muy, muy interesante porque una familia judía buscaba el niño que quería adoptar y luego pagaba las deudas de ese niño. Después tomaban ese niño y rompían todas las relaciones que el niño había tenido y lo recibían en una nueva familia, iniciando así una nueva relación, y le daban un nuevo nombre.
Esta es una imagen de lo que nos ocurrió cuando entramos a formar parte de la familia de Dios. Dios paga todas nuestras deudas, rompe los lazos del pecado, nos lleva a Su familia y nos da Su nombre. Él nos da el Espíritu Santo, que es la prueba de la adopción. En la sociedad judía tenía que haber múltiples testigos para que una adopción fuera legal. Y se nos dice en la Biblia que el Espíritu Santo es el testigo.
¿Qué tipo de testigo es el Espíritu Santo? Esto es realmente interesante. El Espíritu Santo es también llamado el espíritu de adopción, el Espíritu de filiación. El Espíritu Santo es llamado el Espíritu de adopción. También es llamado el Espíritu de tu Padre en Mateo 10:20.
Es este Espíritu –el Espíritu de adopción, el Espíritu de filiación, el Espíritu de tu Padre– que vive justo en nuestros corazones cuando nos convertimos en cristianos. Es este Espíritu que nos llama y nos lleva a la intimidad con el Padre. Es este Espíritu en nuestros corazones que clama, «¡Abba, Padre! ¡Abba, Padre!»
Romanos 8:15-16: «Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos ¡Abba Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios» (RV).
Gálatas 4:6: «Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama ¡Abba Padre!»
¿Entendiste la primera frase de Romanos 8:15? «Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor» ¿No es asombroso? Algunas de nosotras (muchas, muchas mujeres y muchas de ustedes en esta sala) tienen tanto miedo a Dios el Padre. Eso es lo que encuentro en la mayoría de ministerios de mujeres, solo temor.
«Tengo tanto miedo de que Él me vaya a desestimar, igual que hizo mi padre». «Tengo tanto miedo de que Él me vaya a rechazar, igual que hizo mi padre». «Tengo tanto miedo de que vaya a gritarme, al igual que mi padre». «Tengo tanto miedo de que Su amor por mí esté condicionado».
Ese no es el Espíritu Santo hablándote. Dios no nos ha dado un espíritu de temor. El Espíritu Santo en tu corazón clama: «¡Abba, Padre!» Es el espíritu en tu corazón el que ahora está clamando: «¡Abba, Padre!» Está deseando esa conexión. Está deseando la intimidad. Está deseando llegar a ser uno con Dios. Está deseando cercanía.
Algunas de ustedes se preguntarán por qué sienten tanta frustración. Están viviendo la vida cristiana y pasando por todos los momentos, pero no hay gozo. Ciertamente pasamos por tiempos de sequía. Los tenemos. Pero podría ser que el Espíritu dentro de ti esté pidiendo a gritos: «¡Papá! ¡Papá! ¡Papá!», porque eso es lo que el Espíritu hace, y tú estás demasiado ocupada para escuchar.
Débora: Mary Kassian nos ha estado mostrando lo que significa que Dios sea nuestro Padre. Si crees que este episodio puede ser de beneficio para otras personas te invitamos a compartir con ellas esta enseñanza. Y te pedimos que ores por nuestro ministerio, que nos acompañes en oración para que Dios nos permita alcanzar muchos corazones con el mensaje de libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
Y mañana, asegúrate de acompañarnos para continuar escuchando sobre estas verdades que nos recuerdan quién es nuestro Padre y el gran amor que ha derramado sobre nosotras.
Mary Kassian: He hecho muchas, muchas cosas cristianas en mi vida. Dios ha tenido Su dedo en mí desde que era una niña. Cuando tenía trece años, yo enseñaba cursos a mujeres y todo tipo de cosas, organizaba grupos en la escuela llevando a las personas al Señor. He hecho todo eso. He estado en la portada de la revista Cristianismo hoy, he estado con James Dobson… lo he hecho todo.
Pero, ¿sabes qué? Eso no significa nada. Nada, si el Padre no tiene mi corazón. No significa absolutamente nada. Creo que esta es la clave. Muchas de ustedes están en el ministerio. Y muchas de ustedes están cansadas. Yo sé lo que es eso, porque están tan ocupadas haciendo cosas, haciendo cosas, haciendo cosas, haciendo cosas por el Padre, por el Señor, y no están alimentando esa relación con el Señor. No están siendo Sus hijas, la pequeña niña sentada en Su regazo, mirándolo a los ojos, y solo amando estar cerca de Él solo por ser quien es.
Y esa es la clave para correr bien hasta el final. Si no tienes eso, no correrás bien hasta el final. No lo harás. También es la clave para entender todo lo que la cristiandad es. Esto es lo que necesitamos enseñar a nuestras mujeres y a nuestras hijas y a las personas que ministramos. El cristianismo es una relación de amor, y eso lo cambia todo.
Débora: Te esperamos mañana para este próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Abrazando a Dios como Padre, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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