Manteniendo salud espiritual
Carmen Espaillat: ¿Qué es lo que la mayoría de las personas piensan cuando se encuentran con la palabra “doctrina”?
Mujer 1 : Bueno, yo creo que la mayoría de la gente se imagina que son como un conjunto de normas o de requisitos sobre la forma en que se hace algo. Y me imagino que casi siempre se relaciona con la palabra “religión”.
Mujer 2 : Yo creo que lo primero que llega a la mente es la palabra “división”.
Mujer 3 : Yo creo que piensan en un conjunto de enseñanzas de carácter religioso o de otra índole.
Mujer 4 : Conjunto de teorías aburridas, largas, complicadas... cosas a lo mejor hasta pasadas de moda.
Carmen : Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Recién acabamos de comenzar una serie llamada El hermoso diseño de Dios para la mujer …
Carmen Espaillat: ¿Qué es lo que la mayoría de las personas piensan cuando se encuentran con la palabra “doctrina”?
Mujer 1 : Bueno, yo creo que la mayoría de la gente se imagina que son como un conjunto de normas o de requisitos sobre la forma en que se hace algo. Y me imagino que casi siempre se relaciona con la palabra “religión”.
Mujer 2 : Yo creo que lo primero que llega a la mente es la palabra “división”.
Mujer 3 : Yo creo que piensan en un conjunto de enseñanzas de carácter religioso o de otra índole.
Mujer 4 : Conjunto de teorías aburridas, largas, complicadas... cosas a lo mejor hasta pasadas de moda.
Carmen : Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Recién acabamos de comenzar una serie llamada El hermoso diseño de Dios para la mujer. Hoy, al continuar, Nancy te ayudará a definir una palabra importante y al mismo tiempo también mal entendida.
Nancy Leigh DeMoss: Cuando digo la palabra doctrina, ¿qué viene a tu mente? Cuando la mayoría de la gente escucha la palabra doctrina, ¿Qué crees que viene a sus mentes? ¿Sabes lo que es tu doctrina? ¿Qué tanto te importa?
¿Conoces la doctrina que se les enseña a tus hijos en su grupo de jóvenes? ¿Conoces la doctrina que se les está enseñando a tus hijos en la escuela? Quizás estés pensando, “Oh, mis hijos están en una escuela pública. No se les está enseñando doctrina.” ¡Oh si! Cada día, durante cada clase, y en cualquier tipo de escuela a la que estén yendo… a tus hijos se les está enseñando doctrina.
La palabra doctrina simplemente quiere decir “enseñanza”. La Wikipedia dice que la doctrina es “un código de creencias”. Es lo que tú crees. Es tu sistema de creencias.
Todos tenemos una doctrina . Los ateos tienen una doctrina, y la están promoviendo agresivamente en nuestra cultura. Oprah tiene una doctrina, y ella enseña su doctrina a millones de mujeres todos los días. Yo vi un reportaje en el programa de Oprah que salió al aire el otoño pasado titulado “237 Razones para tener sexo.” El invitado en este programa en particular abogó por una serie de comportamientos sexuales detestables, incluyendo aventuras amorosas de una noche y el uso de pornografía para parejas para mejorar su matrimonio.
Leí una entrevista en la página web de Oprah relacionada a ese programa—una entrevista con una pareja que actualmente estaba promocionando el concepto de los “matrimonios abiertos”. En caso de que no estés familiarizada con esto, eso quiere decir que tienes un esposo y un novio, y ustedes dos saben acerca del uno y del otro, y todos se sienten cómodos con la situación. Simplemente es algo que “refresca” tu matrimonio.
Tú dirás, “bueno, esa no es buena doctrina”. Pero el punto es que la doctrina es crucial. Es crucial para todos.
Al llegar al libro de Tito, el apóstol Pablo está preocupado con el tipo de doctrina que creemos y el tipo de doctrina que enseñamos. Así que, cuando llegamos al capítulo 2 del libro de Tito, al versículo 1, Pablo le escribe a Tito —su hijo en la fe, a este pastor joven— él le dice, “pero en cuanto a ti, Tito, enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina”.
Pasamos algunas de las últimas sesiones ofreciéndoles un contexto y un panorama del libro de Tito, y ahora venimos al capítulo 2, que es uno de los pasajes claves para las mujeres en toda la Palabra de Dios. Y comenzamos en el versículo 1, que dice, “pero en cuanto a ti, enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina.”
Y nuestra tendencia podría ser la de saltar este versículo del todo e ir directamente a los versículos 3 al 5, que nos da la lista de cualidades que deben ser una realidad en las mujeres de Dios. Esas son las “cosas prácticas,” y allí pudiéramos vernos tentadas a comenzar. Pero el versículo 1, “en cuanto a ti, enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina”—es una preparación crucial para esas características y para esas cualidades prácticas sobre las mujeres descritas en los versículos del 3 al 5. No podemos saltar el versículo 1.
Vimos en las primeras dos sesiones del libro de Tito que la cultura en la que estaba viviendo Tito en la isla de Creta donde Tito estaba supervisando las iglesias —la cultura en la que Pablo estaba viviendo también— era una cultura pagana e impía. En el versículo 12 del capítulo 1, Pablo cita uno de los antiguos filósofos cretenses, que al referirse a su propia gente decían: “Los cretenses siempre son mentirosos, malas bestias, y glotones ociosos”.
Y Pablo dice que este testimonio es cierto. El filósofo de ellos decía la verdad; no estaba exagerando. Era una cultura malvada y Pablo sigue diciendo que estas personas eran detestables. Son desobedientes. No son capaces de hacer buenas obras (versículo 16). Esa es una cultura pagana. Y Pablo está preocupado por el hecho de que esta cultura está siendo violentamente atacada por falsas enseñanzas. Se estaba enseñando mucha religión que no es verdadera; no es exacta. Pablo dice en el capítulo 1 versículos 10 y 11:
Porque hay muchos rebeldes, habladores vanos y engañadores, especialmente los de la circuncisión (judíos convertidos), a quienes es preciso tapar la boca, porque están trastornando familias enteras, enseñando por ganancias deshonestas, cosas que no deben.
No están buscando a Dios, y las cosas que esta gente está enseñando —los libros más vendidos y los programas y los presentadores de programas más populares de televisión, para ponerlo en términos contemporáneos— están enseñando cosas que no son verdaderas. Así que Pablo se dirige a Tito y le dice, “En esta cultura, donde todo esto está ocurriendo, esto es lo que debes hacer”.
Y así llegamos al capítulo 2, versículo 1: “En cuanto a ti”— Tito, en esa cultura, donde está ocurriendo todo esto—“enseña lo que está de acuerdo a la sana doctrina”. Esa es la solución de Pablo, la de dirigirse a los líderes espirituales y decir, “Enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina”.
Como hemos dicho, mucha gente hoy en día piensa de la doctrina como que es seca o muerta o irrelevante o que no es interesante. Y eso puede ser debido a que no hemos sido enseñados de acuerdo a la sana doctrina: a las implicaciones prácticas de nuestra doctrina, lo que fluye de la sana doctrina.
Vamos a ver a través de este estudio que la sana doctrina es transformación radical. Si la vivimos, nos cambia totalmente. Y en última instancia, mientras nos cambia, transforma la cultura a nuestro alrededor. No es un asunto sin importancia el que Pablo les instruya a empezar por enseñar lo que está de acuerdo con la sana doctrina.
¿Y qué es la sana doctrina? Bueno, la fe cristiana, como sabes, está basada en las Buenas Nuevas—el Evangelio de salvación por medio de Jesucristo. La doctrina cristiana, la sana doctrina, corresponde al cuerpo de verdades en su totalidad, lo que explica y define la fe. Este explica:
● Quiénes somos.
● Lo que significa ser cristiano.
● Qué es el Evangelio.
● Quién es Jesús.
● Por qué vino.
● Por qué murió.
De todo esto consta la sana doctrina.
Y la palabra sana, en el lenguaje griego original en el que fue escrito el Nuevo Testamento, es hugiaino. Si ves esa palabra escrita en un papel, podrás notar que está muy relacionada con la palabra higiene. Es la palabra de dónde sacamos nuestra palabra higiene, que quiere decir estar sano. Estar sano es estar saludable. La sana doctrina es lo que hace a las personas enfermas, saludables. Es aquello que es saludable. Es aquello que produce buena salud.
Probablemente todos conocemos a personas —y entre esas quizás estén incluidas algunas con las que hablo ahora— que se encuentran bien; que están bien involucradas en todo lo que tiene que ver con su bienestar físico. Con una buena alimentación, el ejercicio físico entre otras cosas. Algunas de ustedes son muy, muy cuidadosas acerca de lo que comen porque sabemos que podemos convertirnos en lo que comemos. De manera que lo que tú entras en tu sistema te importa. Te importa eso —y todas probablemente deberíamos de ser más cuidadosas con esto— pero algunas personas están muy involucradas con todo esto. Leen las etiquetas. Compran su comida en tiendas de alimentos naturales y orgánicos. Pagan más por comidas orgánicas —¡y ahora ya te estoy diciendo más de lo que yo misma conozco acerca de este tema!
Hay personas que verdaderamente están envueltas en esto de la salud física, de la sanidad física, pero me asombra que algunas de esas mismas personas pueden estar absolutamente despreocupadas acerca del tipo de doctrina que ingieren—lo que permiten que entre en sus mentes, lo que meten en sus corazones. Son súper, súper, súper, cuidadosas acerca de la comida física que permiten que entre a sus cuerpos, y son cuidadosas de no tocar microbios o de contaminarse, pero no tienen cuidado en lo absoluto por la doctrina que están entrando en su sistema.
La sana doctrina, la doctrina saludable, es una doctrina que es pura. Es higiénica. Es segura. Está libre de error. No está contaminada. La doctrina saludable, y sana producirá creyentes espiritualmente saludables, y los creyentes espiritualmente saludables producen iglesias saludables.
Así que si las iglesias no son saludables, es porque los creyentes no son saludables. Y si los creyentes no son saludables, es porque no están ingiriendo sana doctrina—o no están ingiriendo lo que va de acuerdo con la sana doctrina, lo que quiere decir que no conocen las implicaciones de la sana doctrina. Y de eso se trata la verdadera doctrina, sana y saludable. Produce creyentes saludables e iglesias saludables.
¿Y qué de la doctrina enfermiza, la doctrina enferma y poco higiénica? Esa es la doctrina falsa; la que no es pura. Quizás no sea totalmente falsa. La realidad es que si fuese totalmente falsa, la mayoría de la gente la rechazaría. Lo que es verdaderamente peligroso es la doctrina que consiste en una mezcla de verdad y de error—quizás es verdadera en su mayor parte, pero tiene un poquito de error mezclado con la verdad.
Solo quiero preguntarte, ¿qué cantidad de arsénico te sientes cómoda de tener dentro de tu bebida o dentro de tu comida? ¿Está bien con solo un poco? No. Solo un poco puede ser muy letal. Pero quizás no reconozcas pequeñas cantidades de alguna toxina o veneno en tu comida. También a veces es muy difícil reconocer pequeñas cantidades de doctrina errónea; pero solo un poquito de mala doctrina en la mezcla puede lograr que toda la doctrina sea insalubre y mala. Una doctrina que no es sólida produce creyentes espiritualmente enfermos, o débiles, y creyentes espiritualmente enfermos o débiles producen iglesias espiritualmente enfermas.
Ahora bien, tristemente, en general, hoy tenemos poca tolerancia en la iglesia—eso no es cierto de todas las iglesias, pero diría que es verdad de muchas, muchas, muchas iglesias y de muchos, muchos creyentes profesantes —que tenemos poca tolerancia por la sana doctrina. Tenemos más bien una mentalidad de consumidor. Queremos ser entretenidos. Queremos estar cómodos. No queremos tener que pensar.
Somos constitucionalmente ociosos, y no queremos ser percibidos exclusivistas o estrechos de mente, y no queremos alejar a las personas que pudieran pensar diferente a nosotros. Así que hemos aceptado esta mentalidad moderna que vive y deja vivir: “Está bien, tú tienes tu mentalidad, y estos tienen la suya. No te molestes tanto cuando la gente no ve las cosas como tú las ves”. Hoy en día no tenemos una tolerancia alta por la sana doctrina dentro de la iglesia.
Aquí veo a mi amiga Kim Wagner sentada allí en el salón. Kim compartió conmigo una historia el otro día que ilustraba esto perfectamente. Kim, tú la puedes contar mejor que yo. Tuviste una experiencia en la que pudiste ver este concepto de personas que no tienen tolerancia por la sana doctrina.
Kim Wagner: Recientemente estaba en la oficina del doctor con mi papá. Permanecí en la sala de espera mientras él estaba con el médico. Estaba leyendo un libro. No recuerdo el título exacto del libro que estaba leyendo, pero un caballero en la sala se interesó en lo que yo estaba leyendo, así que comencé a compartir un poco con él acerca del tópico del libro.
Se dio cuenta de que yo era cristiana y me dijo, “Oh, yo también soy cristiano”, y comenzamos a hablar un poco de nuestras iglesias. Él compartió conmigo acerca de su iglesia, y dijo, “En mi iglesia, no creemos en doctrina. Solo hablamos de Jesús. No queremos hablar de doctrina”.
Nancy : ¿No es esa una imagen de cómo muchas personas piensan hoy? “No estamos interesados en doctrina; solo estamos interesados en Jesús”. Déjame decirte, no puedes hablar del Jesús verdadero sin hablar acerca de doctrina. Hay doctrina verdadera acerca de Jesús, y también hay falsa doctrina acerca de Jesús. Quizás no conozcas los grandes términos teológicos, pero sí tienes doctrina cuando estás hablando de Jesús. Es importante que la doctrina sea sana, y que esté enraizada en las Escrituras.
Yo creo que esta intolerancia por la sana doctrina en la iglesia de hoy es el resultado de algo que hemos escuchado en la generación pasada. Es ese concepto, como diría mucha gente, de que “la doctrina divide; y el amor nos une”. De manera que, según ellos, no deberíamos tener todas estas diferentes doctrinas que nos dividen. Se supone que debemos amarnos los unos a otros.
Y hay algo de cierto en ese concepto. Hay algunas cosas que no son absolutas o claras en la Escritura, y en estas tenemos libertad de interpretar de forma diferente como creyentes. Y no debemos dejar que esas cosas dividan nuestro compañerismo y nuestras relaciones entre los unos y los otros. Debemos amarnos los unos a los otros a pesar de estas diferencias donde la Escritura no es clara o en áreas que la Escritura no toca. Pero ese concepto—que la doctrina divide; y que el amor nos une—también es muy incorrecto.
La doctrina debe estar basada en la verdad. Tiene que ser sana. Pablo al final del capítulo 3 del libro de Tito, “Saluda a los que nos aman en la fe” (versículo 15). Eso es lo que nos une: un común amor por Cristo como Él es representado y visto y enseñado en la Escritura. Lasana doctrina, la doctrina bíblica, es lo que en última instancia nos une y nos da la capacidad para verdaderamente amarnos los unos a los otros como debe ser.
Esta falta de interés por la sana doctrina es algo que encuentro muy desalentador hoy en día. De hecho—y no quiero ser critica aquí; realmente mi corazón no es crítico en este momento, pero me rompe el corazón ver cuántos ministerios de mujeres, cuántas iglesias, y cuántas conferencias de mujeres de hoy están ofreciendo lo que yo llamo “doctrina-light” o doctrina ligera.
No quieren desanimar a nadie. Quieren atraer a los perdidos. Quieren atraer personas espiritualmente inmaduras y no quieren rechazarlas Quieren atraerlas. De manera que piensan: “Ofrezcamos sólo pequeñas cantidades de doctrina. No les des algo que realmente los haga pensar. Quizás no sea una doctrina falsa, necesariamente, pero no damos doctrina seria o profunda. No queremos agobiarlos. No queremos que se desanimen.”
Eso es exactamente lo que el apóstol Pablo dijo que pasaría en nuestra generación. Si buscas en tu Biblia en la 2 Carta Timoteo en el capítulo 4, y miras los versículos 3 y 4. Pablo dice,
Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos; [gente que les dirá no lo que necesitan oír, sino lo que quieren oír] y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos.
Estamos viviendo hoy en nuestra generación —aun en la iglesia— con las consecuencias de nuestras generaciones de falsa doctrina o de doctrina liviana, ligera—“Ve despacio con la doctrina; aguanta la doctrina; no queremos la doctrina”.
Alguien me mandó un artículo recientemente, una pieza que rompió mi corazón. Era sobre una serie de fracasos morales en posiciones de alto perfil dentro de las diferentes mega-iglesias y ministerios. Al leerlo me resultó interesante que en esa pieza en particular, todas las iglesias y las denominaciones que estaban representadas eran grupos conocidos por enseñar, de manera consistente, falsa doctrina o muy poca doctrina. Y yo pensé, “Umm ¿No es esto interesante?”
Ahora bien, eso no quiere decir que si enseñas sana doctrina no puedes caer en un fracaso moral y pecado; algunos si caen. Pero resultó interesante ver que en este artículo en particular, los grupos representados eran grupos que, o no estaban enseñando doctrina en lo absoluto, o tienen muy poca doctrina bíblica, o tienen falsa doctrina— están enseñando cosas que no son bíblicas.
Cuando vives en esta cultura que le ha dado la espalda a la sana doctrina, donde la gente no soporta la sana enseñanza, donde se están desviando de la verdad y vagan hacia los mitos, ¿Qué haces? ¿Simplemente levantas tus manos en desesperación? ¿Te levantas en contra de esas personas? Debo admitir que a veces me he visto tentada a hacer las dos cosas—a veces solo me retraigo y me doy por vencida y a veces solo me digo a mi misma: “Voy a hacerle frente a esto y voy a cortarlos como a pasto”.
Bueno, Pablo dice en 2 Timoteo capítulo 4, versículos 1-2, “Esto es lo que debes hacer”. Le está hablando a un pastor, y él le dice,
Te encargo solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino: predica la palabra.
La gente no quiere escuchar eso. ¿Qué hacemos? Predica la Palabra. La gente no está interesada; no aguantan la sana doctrina; no tienen estómago para ella; no tienen apetito para ella. ¿Qué hacemos? Predica la Palabra.
Pablo continúa, “insiste a tiempo y fuera de tiempo”—predica la Palabra esté o no de moda; predica la Palabra, “redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia” —algo que se necesita mucho hoy día— “e instruye”.
Ese es el antídoto de Dios en medio de esta era en la que la gente no tiene apetito para la sana doctrina. Enseña la Palabra. Sigue enseñando la Palabra.
Mientras pienso en las cuestiones que las mujeres en nuestras iglesias están enfrentando hoy, cuestiones de divorcio, nuevo matrimonio, hijos rebeldes, relaciones rotas, desórdenes sexuales, adicciones, amargura, desordenes de alimentación —todos estos problemas— la tentación a veces es de solamente enseñar mensajes de “qué debes hacer, o cómo lidiar con estas cosas”, y meramente tratar con algunas de estas consideraciones prácticas.
Pero la Palabra de Dios me reta y me dice que lo que realmente ayudará a la gente, que es el centro de todo, es enseñar sana doctrina: quién es Dios, quién es Cristo, qué es el Evangelio, qué diferencia hace el Evangelio, y cómo debemos vivirlo. Esa doctrina saludable, y sana se convierte entonces en la base de una vida sana y saludable.
Esa es la responsabilidad número uno y el llamado de tu pastor y de los ancianos en tu iglesia: la de proveer dirección espiritual y protección para los miembros del rebaño. Regresando a Tito, Pablo dice que deben mantenerse firmes a la palabra fiel que es conforme a la enseñanza para que ellos puedan dar instrucción en la sana doctrina y también para reprender a aquellos que la contradicen (1:9). Ese es el llamado a los pastores del rebaño—mantén la sana doctrina, y corrige a aquellos que se desvían de ella.
Mi iglesia acaba de pasar por el proceso de buscar un pastor durante los últimos dos años. El pastor que pastoreó por 39 años se retiró recientemente. Él sabía que se iba a retirar, así que mientras él estaba todavía ahí, la iglesia pasó por un proceso largo de búsqueda, y el nuevo pastor acaba de llegar. Solo hubo un espacio de seis-semanas entre los dos.
Los miembros de la iglesia están realmente emocionados con lo que ellos creen que ha sido la recompensa de Dios por su búsqueda. Pero al principio de esa búsqueda, el comité de búsqueda y la congregación conversaron mucho acerca de, “¿Qué estamos buscando en un pastor?” Ellos sabían los requisitos espirituales para el tipo de persona que debía ser, pero ¿Qué debe hacer él? ¿Qué se supone que él debe poder hacer?
Déjame decirte, por la Palabra de Dios, que ellos no tienen que ser buenos oradores. Ellos no tienen que —en lo que concierne a la Palabra de Dios— entretener. Ellos no tienen que ser fabulosos administradores ni líderes naturales. Ahora bien, algunas de esas cualidades pueden ayudar, y no tiene nada de malo el poseer algunos de esos dones. Pero no tienen que tener un gran carisma. Bíblicamente, no tienen que tener la habilidad de construir una iglesia gigantesca.
Lo que sí deben ser capaces es de hacer dos cosas: Dar instrucción en sana doctrina, y reprender a aquellos que la contradicen—“exhortar y reprender con toda autoridad,” como dice Pablo en Tito capitulo 2, en el versículo 15. Ese es el llamado de los pastores y ancianos que guían nuestras iglesias. Ellos tienen que tener la capacidad de dar instrucción en sana doctrina y de corregir a aquellos que se desvían de ella.
Muchos de nuestros pastores de hoy son criticados por no ser talentosos en todas aquellas otras cosas que es bueno que los pastores puedan hacer. Pero yo te digo, esas otras cosas no son esenciales. Lo que sí es esencial —esto es lo que ha estado tocando mi corazón en la medida en que he permanecido en este libro de Tito— es el llamado dirigido a los hombres de Dios que guían nuestras iglesias hoy: dar instrucción en sana doctrina y corregir a aquellos que se desvían de ella.
Si tenemos doctrina sana, saludable e higiénica tendremos creyentes sanos y saludables, y tendremos iglesias sanas y saludables. Eso es lo que hará la diferencia en nuestra cultura .
Carmen : Nancy regresará para orar.
Ella nos ha estado enseñando la belleza y la importancia de la doctrina. No es un concepto viejo o anticuado, pero es refrescante y da vida cuando realmente lo entiendes. En nuestra serie actual, El hermoso diseño de Dios para la mujer, hemos estado viendo conceptos importantes de Tito 2. Toda mujer necesita entender este pasaje.
Gracias por conectarse con nosotros hoy. Hay una manera segura de evitar la falsa doctrina. Mañana, Nancy te dirá cuál es, y ahora, nos dirige en oración.
Nancy: Oh Padre, te pido que nos perdones por no tener estómago ni apetito por la seriedad de la sana doctrina. Gracias por el regalo de la enseñanza sana y saludable en Tu Palabra, que es tan práctica. Te pido que nos ayudes a amarla y a amarte a Ti más al haber sido plantados en la sana doctrina, y que nos ayudes a saber cómo vivirla y traer gloria a Tu Nombre de esa manera. Lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
Gracias por conectarse con nosotros hoy. Si te has perdido alguno de los programas de esta serie, puedes obtenerlo al visitar www.AvivaNuestrosCorazones.com. Allí podrás obtener también las transcripciones y otros recursos.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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