¿Está tu corazón en paz?
Débora: ¿Qué circunstancias de la vida amenazan con estremecerte el día de hoy? Nancy DeMoss Wolgemuth te ofrece una perspectiva sobre esa tormenta.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Escucha, si Dios está contigo, si Él te rodea, si Él es tu fortaleza, si tienes Su presencia en tu vida, no tienes que entenderlo todo. Puedes estar quieta. Puedes tener un corazón en quietud. No tienes que vivir en agitación porque Él es Dios. Él está contigo, Él es tu fortaleza.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 2 de septiembre de 2024.
Al pensar en palabras que describen tu vida en este momento, ¿pensarías en «paz»? ¿O vienen a tu mente palabras como «frustración», «agotamiento», «fragilidad»? En medio de las decisiones que debes tomar, reuniones pendientes, demandas y plazos por cumplir, ¿has visto tu necesidad de paz día a día, semana …
Débora: ¿Qué circunstancias de la vida amenazan con estremecerte el día de hoy? Nancy DeMoss Wolgemuth te ofrece una perspectiva sobre esa tormenta.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Escucha, si Dios está contigo, si Él te rodea, si Él es tu fortaleza, si tienes Su presencia en tu vida, no tienes que entenderlo todo. Puedes estar quieta. Puedes tener un corazón en quietud. No tienes que vivir en agitación porque Él es Dios. Él está contigo, Él es tu fortaleza.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 2 de septiembre de 2024.
Al pensar en palabras que describen tu vida en este momento, ¿pensarías en «paz»? ¿O vienen a tu mente palabras como «frustración», «agotamiento», «fragilidad»? En medio de las decisiones que debes tomar, reuniones pendientes, demandas y plazos por cumplir, ¿has visto tu necesidad de paz día a día, semana tras semana? En la serie que iniciamos el día de hoy titulada, «Un corazón en quietud» Nancy te ayudará a encontrar paz en tu turbulencia en la Palabra de Dios.
Nancy: No hace mucho tiempo estábamos pasando por algunos cambios en nuestro ministerio, por algunas dificultades. Estos cambios estaban trayendo algunos retos, y yo estaba sintiendo como que las aguas estaban un poco agitadas.
Durante ese tiempo llegó a mis manos un pequeño folleto llamado «Estrés». El subtítulo era «Paz en medio de la presión». Está escrito por un amigo, alguien que me había ministrado antes. Así que lo leí. Este folleto acerca del estrés, era un mensaje o una exposición acerca de un salmo que yo me había memorizado hacía años. Es un salmo que he amado a través de los años.
Pero mientras mi atención regresaba a ese salmo, el Salmo 131, (siéntanse libres de buscarlo en sus biblias), mientras yo leía este pequeño folleto, no tenía manera de saber lo que en unos días los vientos iban a soplar, y que pronto estaríamos bajo un fuerte ventarrón.
¿No es así como a menudo pasa en nuestras vidas? No sabemos lo que se avecina. No sabemos cuándo los vientos se van a levantar. No sabemos cuándo estos vientos van a llegar.
Si pudiéramos predecirlos, podríamos quitarnos del camino. Pero a veces estas tormentas simplemente llegan y te toman por sorpresa. Por eso tienes que vivir con un corazón preparado, y con la confianza de que Dios es el Dios de las tormentas.
Estoy tan agradecida de haber leído ese pequeño folleto, y que mi atención fuera dirigida de regreso a este pasaje, porque en las semanas siguientes este pasaje ha sido un salvavidas para mí, una y otra y otra vez. El Salmo 131.
Les he estado diciendo a las personas en las últimas semanas: «Busca el Salmo 131. Ve a tu casa y léelo. Léelo en cada traducción que encuentres. Escoge una versión que especialmente te guste y memorízatelo. Y luego comienza a citar ese salmo, y cítalo una y otra y otra y otra vez hasta que se haga parte de ti».
Confío que en este tiempo este salmo se convertirá en un fundamento en tu vida. Puede que estés en una tormenta ahora mismo, encontrarás que estoy lista para tirarte un salvavidas.
Voy a hacer referencia a un número diferente de traducciones a través de esta serie, pero permíteme citarte el pasaje primeramente en la versión Reina Valera, que es en la traducción en la que originalmente memoricé este salmo.
El Salmo 131, son solo tres versículos, y es una oración dirigida al Señor. David dice:
«Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí. En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma. Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre».
Veo varias actitudes del corazón en este texto. De hecho, estamos llamando esta serie, Un corazón en quietud. Pienso que es algo que necesitamos de manera muy especial en este mundo en que vivimos.
Si pudieras describir la mayoría de nuestras vidas como mujeres, no describirías a la mayoría de nosotras como teniendo un corazón en quietud. Tendemos a estar agobiadas, agotadas, frustradas, a estar frenéticas, desenfrenadas, frágiles y quizás algunos otros cuantos adjetivos agregados ahí que tú puedas pensar.
¿Pero un corazón callado, en quietud? Quiero decir, ¡estamos tan ocupadas! ¿Cómo podemos tener un corazón en quietud al paso que la mayoría de nosotras andamos? Y luego tenemos el dolor y el sufrimiento y los problemas, y estas cosas que revuelven nuestro interior. Así que este pasaje nos dirige a algunas cualidades que necesitan ser verdaderas si vamos a tener un corazón en quietud al responder a la vida en este planeta caído.
La traducción que estoy usando, titula este salmo: «Humilde confianza en Dios». Este salmo nos regresa a esa confianza simple en el Señor. Así que vamos a ver en los primeros versículos la actitud de un corazón humilde.
También veremos en el primer versículo la actitud de un corazón sencillo. Luego veremos cómo la humildad y la sencillez nos llevan al silencio, y ese será el enfoque del versículo 2.
El enfoque del versículo 3 es la confianza. Confía en el Señor, ese es el fundamento. Tendemos a pensar en medio de las tormentas y de los problemas de la vida: «Está bien, yo sé que necesito confiar en el Señor, pero necesito otra cosa. Necesito algo más. Eso no es suficiente».
Quiero decirles a ustedes, amigas: Sí, es suficiente porque Él es suficiente. No hay tormenta que puedas atravesar para la cual la respuesta para ti no sea, «confía en el Señor».
Ahora, las Escrituras tienen muchas otras cosas que decir, muchas otras cosas que necesitamos comprender, principios que necesitamos aplicar y obedecer. Pero, a fin de cuentas, ¿confías en que Dios es Dios? ¿Confías en que Dios determinará cuándo levantar la tormenta? ¿Confías en que Dios va a decidir cuándo calmar la tempestad? ¿Confías en el Señor?
Comenzaremos hoy en este pasaje, y luego seguiremos con el resto durante los próximos días. Vemos la primera cualidad de humildad comenzando en el versículo 1: «Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron». Este salmo, esta oración, está dirigida al Señor.
Sería una cosa que yo te dijera: «Yo no me he envanecido. Soy humilde. Mis ojos no se han enaltecido. Mis ojos no están elevados». Pero tú no conoces mi corazón. Te puedo decir que no soy orgullosa, que estoy confiando en el Señor, que estoy caminando con Él; pero tú no tienes manera de saberlo. David se está dirigiendo a Aquel que conoce mi corazón.
Señor, Tú lo conoces todo. Tú lo ves todo. Tú conoces la condición verdadera de mi corazón, y estoy dirigiendo esta oración a ti. A ti no te puedo engañar. No puedo taparte los ojos.
David le dice al Señor en este abierto y transparente derramamiento de su corazón, «Señor, como Tú ya sabes, y si no lo estoy viendo correctamente, yo sé que Tú me enseñarás, Señor, mi corazón no se ha envanecido ni mis ojos se han enaltecido».
Yo veo aquí una humildad que va en dos direcciones: Primero, un corazón que es humilde hacia Dios, y luego un corazón que es humilde hacia los demás. David le dice a Dios, «mi corazón no se ha envanecido». Esa es mi actitud de corazón hacia Dios. Esa palabra envanecer quiere decir «elevarse, ser orgulloso; levantarse; elevarse a grandes alturas».
David está diciendo: Dios, yo sé quien soy comparado contigo, y yo sé que no soy nada comparado a ti.
- No me estimo por encima de lo que debo. Tengo una estimación apropiada de mi valor e importancia.
- No estoy ensimismado.
- No soy fácilmente ofendido.
- No me deprimo cuando me pasan por encima o me maltratan.
- No me exalto cuando otros me dan una palmada o me aprueban.
- Mi felicidad, mi bienestar, no depende de la opinión de los demás.
- Mi corazón no se ha envanecido hacia Ti.
- No me agobio con ambición egoísta o con egoísmo.
- «Señor, tengo un corazón humilde hacia ti».
Y luego, «ni mis ojos se enaltecieron». Yo pienso que eso tiene que ver con la manera en que vemos a los demás. ¿Tú conoces el pasaje de Proverbios capítulo 6 el versículo 17, donde habla de seis cosas, y aun siete que el Señor aborrece? Una de esas cosas son los ojos altivos. Es la misma frase usada aquí como «ojos enaltecidos». Una mirada altiva, ojos enaltecidos, son una abominación al Señor.
El salmista está diciendo aquí, «yo no menosprecio a los demás». ¿En qué maneras hacemos eso?
- Mostrando desprecio
- Pasando juicio
- Envidiando
- Cultivando amargura
- Manifestando ira
- Teniendo un espíritu competitivo
- Siendo dominante
- Siendo rápida para encontrar faltas y señalar los errores de tu pareja o de tus hijos o de tu pastor
«Mis ojos no se han enaltecido». ¿Eres rápida para asumir negativamente de los demás? Esos son ojos enaltecidos.
Me encanta esta cita de Charles Spurgeon que encontré mientras estaba estudiando este pasaje. Él dice:
«Después de todo, hermanos y hermanas, ¡somos unos don nadie y venimos de una larga línea de don nadies!...Todos trazamos nuestra ascendencia a un jardinero que perdió su lugar al robar la fruta de su Amo, y eso es a lo más lejos que posiblemente pudiéramos llegar».
Así que, ¿de qué tenemos que estar orgullosas? ¡Mira de donde hemos venido! Mira lo que somos comparadas a Dios. No somos nada. Así que, el nosotras estimarnos mejores que los demás es algo muy tonto. Nunca tendrás un corazón en quietud si no tienes un corazón humilde. Necesitamos que nuestro orgullo, que nos viene muy natural a todas nosotras, sea sometido y conquistado por Cristo.
Pero un espíritu humilde es también la base para un espíritu pacífico. Si tu corazón es humilde, entonces podrás estar callada y sosegada por dentro, aun como lo estaba el salmista. Puedes tener un espíritu en paz. No serás tan fácilmente perturbada.
Pero si tu corazón es orgulloso hacia Dios o tus ojos se enaltecen hacia los demás, si tienes una opinión exaltada y elevada de ti misma, entonces vas a ser devastada por las tormentas. Vas a vivir con agitación dentro de ti.
Vas a ser herida cuando alguien viole tus derechos o cuando no te traten como debe ser. Cuando alguien se meta en tu espacio, no vas a tener un corazón callado, en quietud. Vas a correr a defenderte o vas a correr a tomar represalia porque tu corazón es orgulloso y tus ojos están enaltecidos.
Así que David comienza diciendo, «Señor, me estoy acercando a ti desde una posición de humildad. Mi corazón no se ha envanecido. Ni mis ojos se han enaltecido: ni he andado en grandezas, o en cosas demasiado sublimes para mí».
Esta es una frase que se ha convertido en un lema para mí. Me encuentro en tantas situaciones de la vida ahora donde solo puedo dar un paso hacia atrás y decir, «esto es demasiado alto para mí. Esto es muy grande para mí, así que no voy a dejar que mi corazón se atribule sobre esta cosa que es demasiado alta para mí».
Hay muchas cosas así. Queremos ser capaces de manejarlo todo. Queremos ser capaces de controlarlo todo. Queremos ser capaces de resolverlo todo. Queremos saber por qué ocurre lo que ocurre. Queremos ser capaces de unir todas las piezas del rompecabezas. Pero porque Dios es Dios y nosotros no, hay «miles y miles» de piezas del rompecabezas que tú y yo nunca seremos capaces de unir de este lado del cielo.
Estamos hablando en este salmo acerca de cómo tener un corazón callado, y una de las cosas que necesitas, como dijimos, es tener un corazón humilde. Pero ahora vemos que algo que necesitas es un corazón de simplicidad, un corazón simple que dice: «Está bien si no puedo entenderlo todo. No tengo que conocerlo todo. No tengo que entenderlo todo. No tengo que averiguarlo todo».
«Ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí». He callado mi corazón. No me atribulo. No «ando», la versión Reina Valera dice ahí, «en grandezas, o en cosas sublimes para mí»
Mientras trabajaba en este pasaje, estaba teniendo algunos problemas con mi computadora portátil y con mi módem, y decidí que quizás este versículo se aplicaba a esto, porque esas cosas son muy altas para mí. Son demasiado sublimes para que yo las resuelva. Pienso que esa es un área en que puedo aplicar esto, pero hay muchas otras áreas también.
Esta frase «cosas demasiado sublimes para mí», «cosas muy altas para mí», es una palabra que significa «cosas que son extraordinarias; cosas que son milagrosas o asombrosas; cosas que van más allá de los límites o del entendimiento humano; maravillas inaccesibles; cosas que son imposibles de descifrar».
David dice, «no voy a gastar energía innecesaria tratando de resolver las cosas que no pueden ser resueltas». ¿Te acuerdas del pasaje de Proverbios capítulo 30, donde el escritor dice, «tres cosas que son incomprensibles para mí», demasiado maravillosas para mí? Es la misma palabra.
Y una cuarta (cosa) que no entiendo: el camino del águila en el cielo, el camino de la serpiente sobre la roca, el camino del barco en medio del mar, y el camino del hombre en la doncella (vv.18-19).
Hay cosas que son simplemente misterios. No las puedo descifrar. No puedo sondearlas. A veces gastamos mucha energía, tiempo y frustración innecesaria, emocional y mental tratando de sondear las profundidades de algo que nunca podremos entender.
Quizás sea en la manera de tratar de tener ambición personal, tratar de ocuparnos con cosas muy altas para nosotros. Jeremías en el Antiguo Testamento le dice a Baruc: «¿Estás buscando grandes cosas para ti? No las busques».
- No trates de elevarte
- No trates de exaltarte a ti misma
- No te afanes
- No seas ambiciosa por una posición grande o por preeminencia, por grandes logros
«Si tan solo pudiera hacer algo realmente de valor para el Señor. Si solamente pudiera realmente tener riquezas o posesiones. Si tan solo pudiera tener mucha aprobación y reconocimiento humano».
Esas son cosas que son más altas que lo que debemos estar aferrándonos. Charles Spurgeon, y lo cito de nuevo, dijo:
«Llena tu esfera, hermano, y conténtate con ella. Si Dios te mueve a otra, alégrate de ser movido. Si Él te mueve a un lugar más pequeño, está dispuesto tanto a ir a un lugar menos prominente como a uno que es más. Rinde tu voluntad a Él. Sé un niño destetado que ha renunciado a quejarse, a llorar, a preocuparse y deja que su mamá haga lo que parece bueno ante sus ojos. Cuando hemos sido totalmente destetados está bien con nosotros, el orgullo se va y la ambición también se va».
Así que tú dices, «esta compañía simplemente no me valora como debiera. No tengo lugar en este organigrama. Hay un techo de cristal aquí, y no me están dejando lograr lo que yo pudiera en esta organización». Quizás te sientas de esa manera en tu hogar. «Simplemente no se me permite usar mis dones».
¿Estás buscando grandes cosas para ti? Nunca tendrás un corazón en quietud, callado, mientras lo estés haciendo. No las busques. Deja que Dios sea Dios. Deja que Dios te ponga donde Él quiere usarte y te tenga sirviendo en una manera que es agradable para Él y haciendo lo que sería Su voluntad para tu vida.
Esta es otra área donde tendemos a tratar de descifrar las cosas que no pueden ser descifradas, y hablo en relación a las verdades espirituales y teológicas. No tienes que entender todas las profundidades de Dios, o entender todo acerca del pensamiento postmoderno y la filosofía para poder tener un ministerio efectivo o para ser una sierva efectiva del Señor en este día.
De nuevo, permíteme citar a Charles Spurgeon, que tiene una habilidad con palabras e imágenes de palabras. Él dice que es como un niño pequeño que…
«…espera entender un libro acerca de trigonometría y llora porque no puede, o un niño que se impacienta y patea en los brazos de su nodriza porque no puede tener el (Océano) Atlántico en el hueco de su mano…. ¡Sin embargo, más fácilmente pudiera un niño sostener el Atlántico y el Pacífico en sus dos manos, sin que se derrame una gota, que tú y yo seamos capaces de sostener toda la verdad de Dios revelada en el interior de nuestras mentes estrechas!»
La verdad de Dios es infinita. Nuestras mentes son débiles, son cosas pequeñitas fabulosamente hechas por Dios. Pero no podemos comenzar a comprender la inmensidad de la verdad de Dios, del pensamiento teológico, de las Escrituras. Por eso es que tú sigues buscando, sigues explorando, sigues escudriñando, pero también te estás dando cuenta de que, «nunca podrás entenderlo todo».
Y luego en el área donde a veces pienso que somos más propensas a ocuparnos en asuntos grandes o en cosas muy altas para nosotras, tiene que ver con la providencia y las opciones de Dios para nuestras vidas. «Está bien», decimos, «no puedo entender todo acerca de la teología, pero es lo que está pasando en este momento de mi vida que no tiene sentido y tengo que entenderlo».
Te diré algo. Si sientes que tienes que entender y hacer sentido de todo lo que está pasando en tu vida, te volverás loca tratando. No puedes comprender la providencia y las opciones de Dios para tu vida.
No hace mucho una mujer nos escribió. Y ella dijo:
«Soy viuda desde hace casi un año. Mi esposo de 45 años de edad murió de repente, dejándome con nuestros 10 hijos, de edades desde 3 hasta 22 años. Ha sido realmente una prueba y una lucha para mi fe. No entiendo la voluntad de Dios al llevarse a mi esposo. Éramos muy fieles en la iglesia. Estábamos muy involucrados. No tiene sentido para mí».
Estoy segura de que es cierto. Y hay cosas que no tienen sentido para ti. ¿Por qué se llevó el Señor a mi papá cuando tenía 53 años de edad, de repente, de un ataque al corazón, dejando a mi mamá de 40 años de edad, viuda, con siete hijos de edades entre 8 y 21 años? No tiene sentido. ¿Pero sabes qué? No tiene que tener sentido para mí.
Tienes que llegar a un lugar en tu vida donde estás contenta con vivir con misterio. Ahora, eso no quiere decir que no le preguntes a Dios cuáles son Sus propósitos, que no le pidas a Dios luz y entendimiento. Y si Dios te lo muestra, ¡amén, genial!
Pero quizás no te lo muestre. Quizás nunca verás ni entenderás todos los propósitos. Nunca verás ni entenderás todos los propósitos que Dios tiene al hacer lo que Él hace en tu vida.
Spurgeon, de nuevo, dijo:
«(Es) tonto tratar de saber todas las razones de la providencia Divina, ¿Por qué fue mandada esta aflicción y por qué aquello?... Cuando empezamos a preguntar, “¿por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?” ¡Qué tarea interminable tenemos para nosotros! Si nos convertimos en un niño destetado no preguntaremos “¿por qué?” Sino solo creeremos que en las dispensaciones de nuestro Padre celestial hay una sabiduría demasiado profunda para ser comprendida».
Eso es lo que las Escrituras dicen en Deuteronomio 29:29. «Las cosas secretas pertenecen al Señor». Deja que Él las tenga. Deja que haya algunas cosas que Dios sepa y tú no.
Ese pequeño folleto que leí acerca del Salmo 131 decía: «Mucho ruido en nuestras almas es generado por nuestros intentos de controlar lo incontrolable». ¿No es eso cierto? Tratamos de manejar algo. Tratamos de arreglar a alguien. Tratamos de cambiar a alguien. Tratamos de controlar a alguien. Y terminamos con este ruido en nuestra alma; no tenemos un corazón callado, quieto, sino por el contrario uno agitado y atormentado.
Cuando llegamos a este punto, regresamos al Salmo 46 los versículos 10 y 11, donde dice:
«Estad quietos [deja de esforzarte], y sabed que yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra. El Señor de los ejércitos está con nosotros; nuestro baluarte es el Dios de Jacob».
Escucha, si Dios está contigo, si Él te rodea, si es Él es tu fortaleza, si tienes Su presencia en tu vida, no tienes que entenderlo todo. Puedes estar quieta. Puedes tener un corazón en quietud. No tienes que vivir en agitación porque Él es Dios. Él está contigo, Él es tu fortaleza.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado invitando a confiar y a descansar en Dios antes que tratar de entenderlo y controlarlo todo.
Y antes de concluir, permíteme compartir contigo un testimonio con el que creo que casi todas nos podemos identificar. Una mujer escribió:
«Queridos hermanos de Aviva Nuestros Corazones, quiero enviarles este afectuoso saludo, dar gracias a Dios primeramente, pero también a ustedes... Creo que no se alcanzan a imaginar lo que este ministerio ha edificado mi vida… He estado llevando una vida para complacer a todos por quedar bien con todos, y hacer parecer que puedo con todo esto, y me he estado desmoronando. Casualmente, estos días hacía una introspección de este asunto y me sentía tan abrumada, desalentada y sentía hasta estar cayendo en una leve depresión. Pero como siempre la fidelidad del Señor está nuevamente quebrantando mi orgullo, no lo había entendido así... Pero es eso absolutamente… Ustedes han sido el instrumento de Dios para ayudar a mi vida cristiana... Gracias, muchas gracias y bendiciones… Mis oraciones están con ustedes».
En ocasiones, cuando nos sentimos como esta mujer, pero no vemos nuestro orgullo, buscamos paz en cosas que no son Dios…
Nancy: Tendemos a querer que alguien venga a nosotros y arregle las cosas, las resuelva o que nos anime. Nos pueden guiar al Señor, pero al final, tenemos que decirle a nuestra propia alma: «Alma, cállate. Estate quieta. Espera en el Señor». Esta tranquilidad es algo que toma lugar dentro de nuestros corazones.
Tendemos a pensar: «Si las cosas externas a mí, las circunstancias externas en mi vida cambiaran… si solo mi esposo… lo que sea… o si mi trabajo fuera esto, o si mi jefe fuera aquello, o si tan solo pasara esto, entonces no sentiría tanta agitación dentro de mí». Pero, ¿sabes qué? La tormenta realmente está dentro de nuestros corazones.
Débora: Escucha más acerca de esto mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
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