¿Por qué te abates, alma mía, y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, porque aún he de alabarlo,
¡salvación mía y Dios mío!
Salmos 42:5
Nunca he visitado un desierto, tampoco he estado cerca de visitarlo, puedo decir que lo único que sé con claridad es que el clima en el día es sumamente cálido y en las noches sumamente frío, ambos extremos debo admitir no me gustan.
Pero a pesar de que nunca físicamente he visitado el desierto, puedo decir que espiritualmente he pasado por un estado de sequía que ha afectado mi vida, mis emociones, sentimientos, pensamientos, comportamiento y actitudes.
Hace unas semanas, tal vez meses, comencé poco a poco y paulatinamente a dejar que la tristeza, la dejadez, la pereza, la queja a alojarse en mí, el desánimo espiritual me llevó a dejar de leer la Palabra, reducir mi tiempo de oración y el panorama de mi vida se fue tornando gris
Podía reconocer que algo no andaba bien, que me estaba alejando del Señor, obviando sus promesas, Su esperanza, cerrando todo canal de comunicación con mi Salvador, en ese momento entendí que estaba en el desierto.
El estado de tristeza, de víctima de todo, de quejas constantes, estaban calando cada vez más territorio en mi vida, invertía mi tiempo en otras cosas, y perdí por un tiempo mi enfoque en las prioridades que debo tener como cristiana.
Nunca pensé escribir sobre esta experiencia, nunca pasó por mi cabeza hacer público un estado del cual para nada me siento orgullosa, más bien apenada y avergonzada, pero como testimonio puedo decir que si bien viví en el desierto, Dios en Su gracia y misericordia ha hablado a mi corazón, y he venido a Sus pies con actitud de arrepentimiento. Sí puedo decir que he sido visitada en el desierto
El Señor ha hablado a mi corazón, recordando Sus promesas, enfrentándome con mi pecado pero sobre todo mostrándome Su camino de restauración.
Algunas de las cosas que puedo señalar que pasan cuando vives en el desierto y que si las identificamos en nuestras vidas, son como alarmas de fuego que nos indica que estamos o entramos en peligro son las siguientes:
*En el desierto quitas tu mirada de Cristo y la colocas en las circunstancias que te rodean
*Escoges el papel de víctima, autocompasión
*Dejas de apreciar las bondades de Dios, Su misericordia y amor para contigo
*Te alejas de la comunión con otros creyentes
*Te enfocas en la queja y muchas veces llegas a la crítica
*Maximizas los defectos o errores de los demás
*Das paso al desánimo, tristeza y falta de contentamiento
Bueno es Dios que nos restaura, que nos levanta, que no nos deja solas, que envía canales de ayuda que sirven como palanca para levantarnos
Jehová hasta los cielos llega tu misericordia, y tu fidelidad alcanza hasta las nubes Salmos 36:5
Cuando nos sintamos en peligro de caer en depresión, cuando el desánimo toque a nuestra puerta, el cansancio quiera hacer en nuestro corazón su morada o nuestros pies inicien el camino al desierto... Hagamos un alto en nuestras vidas:
*Llamemos a una hermana y expongamos nuestro corazón
*Seamos intencionales en la oración y lectura de la Palabra
*Escuchemos himnos y alabanzas
*Ocupemos tiempo en ayudar a otros
*Clamemos y presentémonos delante de Dios
En cuanto a mí, puedo decirles que en Su misericordia y poder, he pedido al Creador vivir un día a la vez, enfocando mi vida y mis esfuerzos en estar más cerca del Señor, cada batalla ganada ha sido para la gloria de mi amado Jesús.
Tu eres mi refugio me guardarás de la angustia,
Con cánticos de liberación me rodearás
Salmos 32:7
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