Hace años cuando estudiamos “Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres” de Nancy DeMoss Wolgemuth, al concluir el capítulo 2 sobre las mentiras que creemos ‘Acerca de Dios’, alguien compartió sus luchas con la mentira de que en realidad Dios no es bueno; me llamó la atención ese comentario, pues me parecía extraño que alguien pudiera pensar de esa manera. ‘¡Claro que Dios es bueno!’, pensé en mis adentros.
Lejos estaba de darme cuenta que tal como decía la autora en ese capítulo “Esta es una mentira que pocas creen de manera consciente”; mientras aquella persona estaba consciente de su lucha, pues sabía que estaba creyendo una mentira; yo no lo estaba y me engañaba a mí misma, repitiéndome ‘¡claro que Dios es bueno!’
Aunque así lo repetía como papagayo, mi manera de vivir demostraba que esa verdad no había penetrado “hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos” (Heb. 4:12). Mis labios decían una cosa usando el Salmo 34:8 “probad y ved que el Señor es bueno…”, pero otra muy diferente vociferaba mi vida.
La ansiedad, dudas, temores, falta de contentamiento y quejas no eran más que evidencia palpable de que en mi interior no existía la convicción de que Dios era bueno, pues, en lugar de enfocarme en lo que me revelaba en Su Palabra, yo medía Su bondad según las circunstancias; si eran favorables, mi reacción decía que Dios era bueno; si no satisfacían mis expectativas, mi actitud demostraba mi verdadera creencia. Y lo peor es que ni siquiera estaba consciente.
Nancy dice en ese capítulo “Lo que creemos acerca de Dios determina nuestra manera de vivir…Si lo que creemos acerca de Él es falso, tarde o temprano obraremos de acuerdo a esas mentiras y terminaremos en esclavitud”.
Hace un par de años en medio de una aflicción de salud de mi hijo, aprendí a recordarle a mi alma, que todo lo que Dios hace es bueno. Pero pasada la prueba, recaía olvidando darle la orden a mi ser de enfocarse en Su bondad.
Desde mediados del 2016 he estado poniendo en práctica, que mi primera reacción ante cualquier situación, sea traer a mi corazón la verdad Dios es bueno y todo lo que hace es bueno, a pesar de no entender o no gustarme lo que ocurra. Por Su gracia, de algo tan sencillo y básico han brotado pequeños frutos. Enfocarme en Su bondad me libera de ansiedad.
Por eso para este 2017 continúo enfocándome en Su bondad con la esperanza de que no solamente mis labios proclamen el Salmo 34:8, sino también toda mi vida, pues, cuando….
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Me quejo de las circunstancias, estoy creyendo la mentira de que Dios no es realmente bueno;
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Me lleno de ansiedad, dejé de enfocarme en Su bondad;
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Me inunda el temor, dudo de las motivaciones de Su corazón.
Entonces… necesito recordar la verdad que se entona en esta canción:
Padre ¿cómo he de dudar de Tus bondades
si a Tu Hijo Unigénito entregaste?
Que en este nuevo año nuestras vidas sean una invitación al mundo a que “vengan y prueben que Dios es bueno”.
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