Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese. 1ª Pedro 4:12
Aunque sabemos que en el mundo tendremos aflicciones y que es necesario que a través de muchas de ellas entremos al reino de los cielos, cada vez que nos sobreviene alguna prueba es como si tuviéramos que comenzar todo desde el principio, es algo en lo que parece que no adquirimos experiencia. Somos sorprendidas cuando sin previo aviso, sin tocar la puerta, llegan a nosotras estas situaciones que simplemente entran y se instalan en nuestras vidas por el tiempo y con la intensidad que el Señor así lo disponga hasta que se complete Su obra en nosotras.
Fui “sorprendida¨ recientemente con una aflicción de salud, lo que debía ser una simple operación de rodilla se convirtió en algo mayor y que por unas semanas puso en riesgo la vida misma. Tuve que apelar con todas mis fuerzas (y lo digo de manera figurativa porque no tenía ninguna) a la gracia de Dios para sobrepasar ese tiempo donde nuestros pensamientos parecen ser más prolíferos que los del mejor de los escritores y no paran de asaltarnos toda clase de ideas que en su mayoría no producen paz sino más bien ansiedad, temor, incertidumbre y angustia. Entonces en un momento por la pura gracia de Dios y por la obra de Su Espíritu en nosotras, volvemos a la cordura y nos detenemos, y como dije al principio volvemos a lo básico, a recordar aquellas verdades que hemos atesorado por años, que conocemos de memoria pero que no habíamos podido bajar de la mente al corazón.
¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Salmos 42:5
Es entonces cuando retomamos el camino y aunque sabemos que Dios se compadece de nuestra condición y que se acuerda que somos polvo, comenzamos a buscar, no la razón de lo que está pasando sino cómo voy a glorificarlo y a dar testimonio de Él a pesar de lo que está pasando. ¿Qué quieres que haga con este regalo envuelto en este papel tan extraño y que en realidad no me gusta, pero sé que definitivamente viene de Tu mano?
He aquí algunas cosas que Dios me mostró en este tiempo:
1. Cuando vemos la posibilidad de que el cielo sea una realidad a corto plazo, no siempre lo anhelamos con la misma intensidad que lo decimos. (Trajo mucha tristeza a mi corazón el no sentirme gozosa ante la posibilidad de ver pronto a mi Señor).
2. Hay momentos en que nadie puede entender nuestras luchas, ansiedades y temores. Llegamos a un lugar muy especial, ¨Un palco VIP¨ con un solo asiento reservado solo para Él. Allí, solo Su Palabra y Compañía nos satisfacen, ¿y por qué un solo asiento? Porque estamos cómodas sentadas a los pies de nuestro Padre.
3. Aunque Dios nos ama profundamente y está atento a nuestras circunstancias en cada momento y llevando a cabo Su obra en nosotras, Su agenda es infinitamente mayor que nuestra circunstancia, así aprendemos un poco lo que significa buscar primeramente el Reino de Dios y Su justicia, esto trae paz y rescata nuestra mente del individualismo.
4. Dios reparte dones diferentes para las diversas necesidades. Algunos suplen áreas de necesidad física; unos nos hacen reír aun en medio del dolor; otros saben escuchar pacientemente, y otros son como ángeles que Dios envía para confortarnos y consolarnos con Sus promesas y verdades.
5. Procuremos llenar nuestra boca de alabanzas y cánticos, aunque nuestros ojos estén llenos de lágrimas, es un bálsamo efectivo para nuestra alma atribulada.
6. No nos quejemos, (aunque sea internamente) de algunos que no han estado todo lo cerca que esperábamos, porque sabemos que nosotras también hemos fallado en esto y no hemos estado presente con algunos que así lo esperaban de nosotras.
7. Podemos tener un gran anhelo de servir a Dios, involucrarnos en Su obra y participar activamente en el avance de Su reino, pero no necesariamente nuestro deseo coincide con el tiempo de Dios, entonces nos damos cuenta que al igual que Pablo, aunque nos hayamos propuesto ir a Roma seremos estorbadas y esto así directamente de la mano de Dios. Mientras tanto recuerda que el lugar donde Dios nos ponga, sea en la casa, en una cama, en una silla de ruedas, en el hospital o cualquier otro lugar, será el sitio perfecto para nosotras.
8. Cuando ni nuestras fuerzas físicas, ni emocionales ni espirituales nos permitan abrir nuestra boca y glorificar a Dios aprendamos a sentarnos y a esperar en silencio la salvación de Jehová, de esa forma también Le glorificamos. “…bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud. Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso”. Lamentaciones 3:27-28
9. Miremos a nuestro alrededor, muy cercano a nosotras hay personas con necesidades, esposo, hijos, padres, que necesitan una palabra de aliento, un ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Cómo fue tu día hoy? Tratemos de sonreír, aunque sea débilmente, no nos concentremos solo en lo nuestro.
10. Nuestra aflicción no tiene un propósito único y exclusivo para nosotras (hasta en eso nos gusta ser el centro), ¿Qué quiere Dios que YO aprenda?, NO, Él está trabajando en cada miembro de nuestra familia conforme a la necesidad de cada uno, seamos un medio en las manos de Dios para mostrárselo con sabiduría en los momentos cuando aparecen la queja, el cansancio y los malos entendidos, nunca pensemos que Satanás estará satisfecho con nuestro sufrimiento, él no descansa, recordemos que vino a robar, a matar y a destruir y es lo que querrá hacer en nuestra familia si no estamos atentas. Dependamos de Dios en oración para esto.
11. No demos por sentado nada de lo que recibimos, ni siquiera de la propia familia y de los que son nuestros más cercanos. Una llamada, una comida, flores, visita, una oración, un servicio, mostremos nuestra gratitud de manera verbal no asumamos que ellos lo saben, tratemos de ver a Dios detrás de cada uno de esos detalles mostrándonos Su amor y cuidado por nosotras y recordándonos también que somos parte de un cuerpo donde Él mismo nos ha insertado.
12. No disimulemos ni encubramos nuestra condición emocional y espiritual. Hablemos con nuestros más cercanos de cómo nos sentimos realmente, no solo nuestro temor y ansiedad sino hasta los pecados que estamos enfrentando, y nuestra debilidad y falta de fe en algunos momentos, para que al igual que pidió Pablo en 1ª de Corintios, ellos no ignoren acerca de nuestra tribulación, y puedan orar con conocimiento por estas cosas y glorifiquen a Dios cuando seamos libradas si ésa es la buena voluntad de Dios, y que Su poder se perfeccione en nuestra debilidad.
Finalmente concluimos y ¿para estas cosas quién es suficiente? ¿Es ésta una asignatura aprendida y aprobada de una vez y para siempre en nuestras vidas? ¡No!, siempre tendremos que volver una y otra vez al Evangelio para que Dios por medio de Su Palabra nos recuerde que, aunque en este mundo tendremos muchas aflicciones, ¡confiemos porque Él ha vencido al mundo!
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