Querida mujer,
Mientras te esfuerzas por convertirte y vivir como una mujer inteligente, exitosa y fuerte, quiero compartir algunas ideas para que las consideres y las tomes en cuenta cuidadosamente en tu caminar.
Tú eres una mujer. Si bien no eres una copia idéntica de todas las demás mujeres, eres claramente una mujer. No hay una manera singular en que todas las mujeres actúen, piensen, vean, sientan y hablen, pero ser mujer es distinto de ser hombre.
Celebra la igualdad y las diferencias
Eres igual, en valor y dignidad, que los hombres, pero eres distinta en diseño y propósito. Tu valor y tu dignidad no están enraizados en tu condición de mujer. Todas las personas tienen valor y dignidad, independientemente del género, la edad, la capacidad y el intelecto, ya que cada vida humana se crea a imagen de Dios (Gn. 1:27). Sin embargo, tu valor y dignidad se expresan claramente a través de tu condición de mujer. La creación de Dios de la vida humana no completó con el hombre (Gn. 2:18). La mujer era necesaria para completar la vida humana. Esta necesidad indica a las mujeres, que hay acciones, roles, perspectivas y formas de pensar, hablar y sentir que provendrán de una mujer y que no estarían presente si el hombre estuviera solo.
Te advierto que no olvides este punto, porque a menudo, cuando alguien busca enraizar su identidad, valor y dignidad en su género, el género se convierte en algo demasiado importante o algo sin importancia. Es demasiado alto si afirmas que tu género es tu atributo definitorio final y estableces un género por encima de otro en pensamientos o acciones. Es demasiado bajo si piensas que el género no importa o que los géneros no tienen distinciones valiosas. El género no es una insignia que se debe usar o un arma que se debe manejar. No es lo máximo, ni tampoco es algo que ignorar. Más bien, tu condición de mujer es una forma distinta de encontrar y vivir tus propósitos. Independientemente de las habilidades o talentos que tengas, tu condición de mujer te permite caminar hacia ellos de una manera que es única y necesaria.
Administra tus dones
Quieres ser inteligente y conocida como una mujer inteligente. Entiendo ese deseo. Pero no olvides que, así como tu género no determina tu valor y dignidad, tampoco lo hace tu intelecto. Cualquier capacidad mental o habilidad que tengas es un don de Dios. Si bien tienes la oportunidad y la opción de crecer, desarrollar y utilizar tus capacidades y habilidades, tú no los controlas, tú no los creaste. Tú los administras.
Tu inteligencia tampoco está relegada a ciertas áreas de la vida. No solo debe desarrollarse y utilizarse en actividades académicas y profesionales. En su lugar, puedes desarrollar y utilizar tu inteligencia en todas las áreas: en tu fe, tus relaciones, pasiones personales y el servicio. Maneja bien y aprovecha al máximo la capacidad y las habilidades que se te han dado, pero recuerda que esto no te definen ni a ti, ni a tu propósito. Son herramientas para ser usadas fielmente y bien, con sabiduría, gracia y amor.
Dios es quien define el éxito
Probablemente te has dado cuenta de que te escribo desde una cosmovisión cristiana. Si esta también es tu cosmovisión, quizás también sea tu testimonio: tengo fe y confianza en Cristo. Vivo para traer gloria a Dios, alimentada por Su Palabra y Su Espíritu, con Su Verdad y sus mandatos como mi guía en todas las cosas. Cuando comprendí mi necesidad de un Salvador, no comprendí totalmente la complejidad del cambio que Él traería a mi vida, la totalidad del cambio que necesitaba. No entendí que mi mente, mi corazón, mis deseos, mis metas y mis propósitos pueden ser renovados a medida que voluntariamente permito que el Espíritu Santo me transforme al caminar en obediencia a la Palabra de Dios. Tengo una nueva capacidad para ser la mujer que Dios me creó para ser y un nuevo poder para vivir como Dios me llama a vivir.
Con todo esto en mente, date cuenta de que, así como Dios es el que nos salva y nos transforma, Él también es quien define el verdadero éxito. El éxito en la vida está descrito por Pablo en Filipenses 1:21: «Para mí vivir es Cristo, y morir es ganancia», y por Cristo mismo en Juan 17:23, «yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí.»
Los logros, carrera, finanzas o círculo de influencia no nos definen ni a nosotras ni a nuestro éxito. Más bien, son un medio para traer la gloria de Dios. Una vida que se vive para mostrar a Cristo a través de acciones, pensamientos, sentimientos, actitudes y palabras dentro de su familia, comunidades y mundo, es una vida exitosa.
Dios proporciona la verdadera fortaleza
Finalmente, quieres ser una mujer fuerte. La fuerza es posiblemente, la cualidad más complicada e incomprendida de todo lo que estás buscando. Ciertamente, ser fuerte no es algo que te atañe solo a ti, muchos tienen fuerza de corazón, mente y carácter por su propio esfuerzo. Pero la fuerza humana es, en última instancia, temporal e incompleta; es efectiva por un tiempo y en ciertas circunstancias, pero no es duradera ni sostenible. La verdadera y duradera fortaleza llega cuando te das cuenta de la insuficiencia de tu propia fuerza y la fuerza infinita que se te ofrece con total y absoluta confianza en Aquel que es la Roca, el Refugio y la Fortaleza (Sal. 18:2).
La fuerza no es la contundencia, la asertividad, o conseguir tu camino. No es ser poderosa, más fuerte, primera o mejor. No es faltarle el respeto, menospreciar o condenar a los que no están de acuerdo contigo o aprovecharte de los débiles. En cambio, la fuerza está sobre los cimientos de la Verdad, la sabiduría y el amor de Dios con total dependencia del poder habilitador del Espíritu Santo. La mansedumbre es la fuerza bajo el control de Dios. Tu tarea es buscarla y ejercitarla, mientras persigues otros atributos de Dios como gracia, misericordia, amor, justicia y bondad para el bien de todos y la gloria de Dios.
No hay un proceso paso a paso seguro para convertirse o vivir como una mujer inteligente, exitosa y fuerte. El camino y los resultados variarán. Las formas en que aprendes, el tipo específico de fortaleza necesaria para las circunstancias de tu vida, las habilidades y los conocimientos necesarios para tu trabajo, la forma en que cuidas a los demás, las pasiones que tienes, las necesidades que te atraen y la sabiduría que tienes. El uso en tus roles no será el mismo que el mío. Pero ambas podemos ser inteligentes, exitosas y fuertes a la vista de Dios. Una cosa es cierta: no debemos tratar de definir a una mujer inteligente, exitosa, fuerte con estándares e ideas exclusivamente humanos. Ellos vacilarán, confundirán y finalmente fracasarán. Puede que te estés dando cuenta de cuántas ideas y estándares humanos estás utilizando y tu necesidad de un corazón y una mente cambiados. Mira al Padre y Creador inmutable de todo.
Encuentra tu valor y propósito en Él y sus caminos. Es de esperar que las cosas que he tratado de aclarar en esta carta te permitan hacer eso y te ayuden a construirte con verdadera inteligencia, propósito y fortaleza. Persigo estas cosas contigo y oro por todas nosotras.
Contigo y por ti,
Heidi Jo Fulk
Post original https://www.reviveourhearts.com/true-woman/blog/open-letter-smart-successful-strong-woman/
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