Un regalo inesperado

Era un 25 de diciembre, todos reunidos en familia compartiendo los regalos y los restos de la cena de Nochebuena. Todo parecía perfecto … ¿qué malo puede suceder en un día de fiesta tan bello?

Bueno, justo cuando todo estaba como cualquiera desearía, mi hijo del medio —en ese momento el más pequeño— subió al árbol vestido de astronauta y resbaló cayendo sentado sobre el césped… Yo me quedé frizada y mi cuñada fue a recogerlo frente al grito de que había pasado algo más que simplemente el golpe… ella salió corriendo (cosa no típica en ella por su calma) y me dijo: «Hay sangre». 

El temor me paralizó todavía más y le pregunté qué le había pasado. Ella me respondió: «Se le fueron dos dientes… hay uno enterrado en su encía…». Para mí esas fueron palabras aterradoras.

Pasar de la alegría al pánico pensando en lo que había sucedido y cómo resolverlo un día de fiesta donde a veces los médicos suelen estar fuera o es un poco más difícil de localizar… Temía, corría mucha sangre de su boca y él lloraba desconsolado… mi corazón se llenó de temor. 

Dios proveyó la salida y mandó Sus ángeles alrededor nuestro, y pudieron extirpar el diente y coserle los puntos en su lugar. Esa noche estaba aterrada… recuerdo estar sentada en el consultorio del doctor oyéndolo llorar y no poder hacer nada; me sentía impotente, solo le pedía a Dios: «Ayúdame por favor que no puedo».

Ya en la noche estábamos todos exhaustos, agradecidos porque solo perdió un diente, pero un poco chocados con esto tan inesperado. Pasé varios días llena de temor, pero Dios trajo lecciones a mi vida. 

Dios no está trabajando en nuestra felicidad, sino en revelar dónde está nuestro corazón y centrarnos en Él. La vida es incierta, estábamos todos felices, y en un abrir y cerrar de ojos todos estábamos preocupados ante la situación y en cómo resolverla. 

Para mí, como madre, fue triste verlo perder una parte diminuta de su cuerpo, pero tenía miedo porque vi qué fácil pueden sucederles cosas que escapan de nuestro control. Pensé en su apariencia física, mil cosas que las mamás pensamos … Dios me enseñó que más importante que tener nuestros hijos en perfecta condición, debemos enfocarnos en aprovechar el tiempo con ellos e instruirlos en lo que es eterno. 

«Estas palabras que yo te mando hoy… Diligentemente las enseñarás a tus hijos» (Deut 6:6-7a).

Son estas cosas que Dios usa para despegar nuestros corazones del mundo y enfocarlos en la eternidad. A veces es difícil recordar lecciones duraderas en medio de la alegría, pero la voz de la aflicción es sin duda un excelente consejero. Dios me regaló entender que mis días están en Sus manos. «Enséñanos a contar de tal modo nuestros días que traigamos al corazón sabiduría» (Salmo 90:12). 

Que en esta Navidad nuestros corazones no se dejen llevar por el derroche y el materialismo que tan fácil nos envuelve, sino que tomemos un tiempo para agradecer el cuidado, la provisión y el amor de Dios durante el año que pasó y crezcamos más en dependencia de Él.

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Sobre el autor

Elisa Michelén de Ramírez

Elisa Michelén de Ramírez está casada con Alejandro Ramírez. Tiene 3 varones: Rodrigo de 14 años, Kalil de 11 y Andres de 7. Estudió Educación Inicial dedicándose al ejercicio de su carrera hasta su primer embarazo cuando hizo una pausa … leer más …


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