Un refugio seguro en medio de la tribulación

«Dios es nuestro refugio y fortaleza,

Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios,

Y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares;

Aunque bramen y se agiten sus aguas,

Aunque tiemblen los montes con creciente enojo. 

Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios,

Las moradas santas del Altísimo.

Dios está en medio de ella, no será sacudida;

Dios la ayudará al romper el alba.

Bramaron las naciones, se tambalearon los reinos;

Dio Él Su voz, y la tierra se derritió.

El Señor de los ejércitos está con nosotros;

Nuestro baluarte es el Dios de Jacob.

Vengan, contemplen las obras del Señor,

Que ha hecho asolamientos en la tierra;

Que hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra;

Quiebra el arco, parte la lanza,

Y quema los carros en el fuego.

Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios;

Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros;

Nuestro baluarte es el Dios de Jacob».

Salmo 46

El salmista afirma con toda seguridad que Dios es una fuente de socorro y protección en tiempo de tribulación. Además, es nuestra fortaleza y un lugar de refugio al cual podemos acudir en medio del peligro. 

Actualmente, el mundo entero está siendo invadido por un virus que está cobrando miles de vidas en todas partes. Sin embargo, la pregunta que queda por responder es: ¿cómo las mujeres cristianas podemos enfrentar esta situación tan compleja e incierta?

Pues bien, basándonos en quién es Dios para su pueblo a lo largo de toda la Escritura, es que podemos declarar con confianza que no debemos temer. Tenemos una esperanza inconmovible en Dios. 

Por ejemplo, en este Salmo vemos desde desastres naturales hasta caída de naciones, eventos demasiado grandes como para ser orquestados por alguien que no sea Dios. Hoy el coronavirus tiene de rodillas al mundo entero; gobiernos y sistemas de salud desbordados; gente llena de pánico. Pero lo cierto es que esto solo puede estar en completo control del Señor, porque la Biblia dice que todas las cosas subsisten por el poder de su Palabra (Heb. 1:3).

Dios no se desentiende de esta circunstancia en particular. Su Palabra dice que el protector de Israel no se duerme, ni descansa (Sal. 121:4). Dios usa las pruebas y tormentas de la vida para moldearnos y hacernos más semejantes a Cristo.

El versículo 10 dice: «Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios». La presencia de Dios es un lugar donde podemos experimentar quietud. Cuando conocemos y sabemos quién es Dios, no solo intelectualmente sino en nuestro corazón, tendremos la paz que sobrepasa todo entendimiento, comprenderemos que su voluntad es buena, agradable y perfecta, y que Él obra con poder para llevarla a cabo; por lo tanto, podemos apaciguar nuestra alma y reposar en el Señor.

Quedarnos quietas, saca a la luz en quién realmente estamos confiando. Solo Dios puede darle a nuestra vida la estabilidad que necesitamos. Pase lo que pase Jehová de los ejércitos está con nosotras. Su presencia es la clave. Si realmente creemos esto, si esa verdad se impregna en nuestro corazón, podremos respirar hondo, quedarnos quietas y reconocer que Él es Dios, así podremos ver su grandeza y su obrar en medio de nosotras. 

Dios quiere ser exaltado y enaltecido en nuestras propias vidas y circunstancias también. Cuando enfrentamos dificultades necesitamos recordar que Dios está en control de todo y que podemos depositar nuestra confianza en Él. Nuestro refugio es el Dios de Jacob.

¿Estás dispuesta a depositar toda tu confianza en Dios?

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Sobre el autor

Débora Dilge de Peralta

Débora esta casada desde hace 16 años con Victor Peralta, Pastor de la Iglesia Cristiana de la Gracia, en Bahía Blanca, Argentina. Tienen dos hijos a quienes educan en el hogar y juntos como familia alojan niños con necesidad de … leer más …


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