Un día daremos cuenta

Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Mateo 25:19

Por la misericordia de Dios pasamos de ser siervos del pecado a ser siervos de Su justicia. Lo que hay detrás de esta maravillosa verdad, es la mayor muestra de amor y servicio; Jesucristo, se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo y recibió en la cruz la muerte que tu y yo merecíamos.

Esta obra sin igual debería mantenernos enfocadas siendo diligentes en buscar SIEMPRE primeramente el reino de Dios y Su justicia.

En los últimos años he percibido, que algunas veces las bendiciones que recibimos de parte de Dios, parecieran convertirse en un obstáculo para servirle. Hacemos oraciones pidiendo a Dios por hijos, empleos, recursos, salud, etc., pero cuando las recibimos, terminan siendo el foco principal en nuestras vidas, y poco a poco vamos desplazando el servicio a Dios y a Su iglesia para enfocarnos principalmente en ellas, perdiendo de vista la razón por la cual Dios no las dio, Su gloria.

Y no quiero parecer insensible en esto, sé que muchas veces deseamos realmente seguir sirviendo, pese a los cambios que trae consigo cada etapa en nuestras vidas (por ejemplo, la maternidad), pero otras veces perdemos de vista el deseo de servir por mantener la mirada en nuestros «pequeños reinos». Nos cuesta incomodarnos un poco, y respuestas como estas comienzan hacer parte de nuestro vocabulario: «No puedo porque mi hijo...» «No puedo porque mi empleo…» «No puedo diezmar porque tengo muchas necesidades». En otras palabras, nuestros hijos, empleos y demás bendiciones se convierten en obstáculos para servir al Señor como debiéramos.

Olvidamos que nuestra vida y todo lo que tenemos, le pertenece al Señor; olvidando también, la razón por la cual nos lo ha confiado.

Todo esto me hizo recordar la parábola de los talentos* en Mateo 25:14-30.

Dios nos ha repartido talentos a todos (v. 14)

Escuché a un pastor que dijo, «cualquier cosa con la que podamos dar gloria a Dios es un talento». Esto incluye, nuestros recursos, tiempo, habilidades, dones, familias, relaciones y todo lo debemos usar para Su gloria y sus fines. ¡Nada nos pertenece!

Jesucristo ha entregado en nuestras manos talentos para que los administremos diligentemente para Su gloria.

Fuimos dotados con talentos de acuerdo a nuestra capacidad (v. 15)

Dios nos da a cada uno según nuestra capacidad. Él no nos da más allá de nuestras fuerzas, tiempo y destrezas. ¡Él nos llama, nos capacita y nos da la fuerza para actuar!

Nuestra respuesta de servicio al Señor, no depende de lo poco o mucho que Dios nos haya dado (v. 16-18, 20-30)

Los siervos que recibieron cinco y dos talentos enseguida fueron y negociaron con ellos, los dos ganaron el doble y los dos recibieron recompensas de parte de Su Señor. El que recibió uno lo escondió, no ganó nada para Su Señor, se le quitó lo que tenía y recibió castigo.

Esto nos permite meditar, en que nuestra respuesta al llamado del Señor no depende de lo que Dios nos dé, depende de nuestra fidelidad a Él y de nuestro interés en invertir en Su reino. ¿Qué tan fiel eres con lo que Dios ha puesto en tus manos?

Un siervo diligente

  • Es bueno y fiel
  • Muestracon su diligencia (frutos) que conoce al Señor
  • Entrará al gozo de Su Señor.

Un siervo negligente

  • Es malo y perezoso
  • Demuestra con sus excusas que no conoce al Señor
  • Será privado de disfrutar el gozo del Señor

¿Cómo luces tú?

Nuestro Señor Jesucristo volverá por Su Iglesia. Podríamos estar esperando Su regreso con anhelo, pero al mismo tiempo estar adormecidas; enfocadas en servirnos a nosotras mismas, no administrando con prudencia las bendiciones que Dios nos ha dado.

«Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan». Sal 24:1.

¿Qué tienes que Dios no te haya dado?

Y si sabes que todo lo que tienes Dios te lo ha dado ¿Por qué ese regalo que recibiste pareciera ser un «obstáculo» para que sirvas al Señor y a Su iglesia?

Todos nosotros (cristianos o no) debemos comparecer ante el tribunal de Cristo para dar cuenta por cada una de nuestras obras (2 Cor 5:10).

Si has depositado tu fe en Cristo, no tienes razón para temer, puedes confiar que la obra de Jesucristo en la cruz fue suficiente para cubrir tu falta de diligencia y fidelidad al servicio del Señor. Pero, esto no debe ser una excusa para no ser diligente en abastecerse de suficiente aceite (actuar, servir, poner a Dios en primer lugar, vivir para su Reino), como lo hicieron las 5 vírgenes prudentes (Mt. 25:4) y estar siempre preparadas para servir a El novio y a Su novia.

Si no has depositado tu fe en Cristo, te invito a considerar lo siguiente: la Palabra de Dios dice que un día tú también doblarás las rodillas delante de Dios, para recibir de acuerdo a lo que hayas hecho. Y sin Cristo, el final será oscuro y cruel; pero sí crees en Él, Su gran amor cubrirá todos tus pecados y podrás disfrutar del gozo del Señor por siempre.

*Talentos: Medida de peso.

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Sobre el autor

Yuliana Fragozo Bermúdez

La gracia y la misericordia de Dios la alcanzó cuando se encontraba sedienta buscando agua en un pozo. Esa misma gracia inmerecida le permitió casarse con Andrés Aguilar, quien es uno de los pastores fundadores de la Iglesia Cristiana Vida … leer más …


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