Un burdel no es un lugar para menores

Por Jennifer Case Cortez

Mi esposo y yo hicimos un viaje a la India, en un verano, con la Iglesia Emanuel para observar el trabajo de Reto Adolescente de Bombay.  Se trata de una organización enfocada en el Evangelio que trabaja para rescatar mujeres de la esclavitud sexual en Mumbai. El Espíritu Santo está haciendo una obra en los lugares más oscuros de esa ciudad, al llamar a estas mujeres esclavizadas hacia Sí mismo y haciéndolas libres en el sentido más literal. En este escrito, espero brindarte una pequeña ojeada de uno de esos burdeles.  

Estoy sentada en un banco de madera en un burdel en Mumbai, India. Es el segundo al que he entrado en la Lane 14 de Kamathipura, uno de los distritos de luz roja más grande en el mundo. La mañana está arribando. Tal como acostumbro a hacer, estas mujeres se despiertan, se visten y comen su desayuno. Se cepillan su pelo, se maquillan y se alistan para el día.

A diferencia de mí, no están libres para preparar su lista de tareas por hacer. Deben desvestirse y darles la bienvenida en sus camas a hombres hambrientos que no son sus maridos. Hoy aceptarán dinero por su servicio y pondrán ese dinero en otras manos. Tratarán de hacer que todo esto luzca normal de nuevo.

Una mujer mayor se sienta a mi izquierda. ¿Es la dueña de las jóvenes o solo la administradora del lugar? No lo sé. Se sonríe cálidamente y conversa en hindú con Stella, nuestra líder del Reto de Adolescentes de Bombay. Me recuerda una abuela joven que sostiene una pequeña en su regazo. La niña debe tener dos años y medio, o quizás 3. 

Mientras Stella conversa con la mujer, la niña y yo intercambiamos mirada, nos investigamos una a la otra. Ella tiene pelo negro fino y grandes ojos marrones. Sus párpados tienen bordes negros. Alguien dibujó un punto negro entre sus cejas, probablemente con el mismo delineador. Usa una banda negra en su frente.

Le sonrío, pero no me sonríe de vuelta, sino que me mira con ojos fijos a mi piel blanca y ojos verdes. Me analiza mientras se cobija en el pecho de esta mujer. Me preocupa que no puedo distinguir entre su relación casi-de-negocios y casi-familiar.

En su carita, las lágrimas han dejado un trazo hacia abajo en sus mejillas; ella lloraba cuando entramos. Lentamente me acerqué y agarré suavemente los dedos de sus pies, moviéndolos un poco y riéndome mirándola a sus ojos. Sus ojos sonrieron un poco, de mala gana.

Se cuida de mí, aunque si fuera a saltar a mis brazos, yo haría lo que fuera necesario para protegerla y amarla. Me la llevaría lejos de toda esta oscuridad y le enseñaría sobre el Salvador a Quien su corazoncito anhela conocer. Ella no sabe en quién confiar en este mundo donde todo está de cabeza.  

¿Quién eres, preciosa pequeña? ¿Cómo te llamas? ¿Qué ocurrirá contigo? Le pido a Jesús que te rescate de este lugar de tinieblas. No es un sitio para ti, pequeña hija. No es un lugar para nadie.

Si le interesa conocer más sobre la obra en Mumbai o aprender a orar por estas jovencitas o por cualquier otro esclavo sexual en el mundo, visite la página en inglés BombayTeenChallenge.orgExodusCry.como IJM.org.

 

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