Un ancla firme en momentos difíciles

En nuestra familia siempre hemos disfrutado las excursiones emocionantes. Explorar senderos, sumergirnos en el mar para bucear e ir de pesca son algunas de las actividades que nos unen. En una ocasión especial, nos aventuramos en unas islas, donde el barco que nos llevó necesitaba ser anclado con firmeza a una roca para permanecer en espera de nuestro regreso. Aunque viniera una tormenta fuerte, el barco permanecería firme. Así como ese barco se aferró a la roca firme, mi vida ha encontrado su ancla en el Señor y en Su Palabra. 

En un tiempo de adversidad, mi mamá, quien siempre había sido una mujer fuerte e independiente, cayó gravemente enferma, lo que requirió que la lleváramos a vivir con nosotros. Aunque su salud se desmoronaba rápidamente y, finalmente, partió con el Señor, Él fue mi Roca segura, mi Ancla firme en medio de la incertidumbre. 

Aferrándome a Él y a Su Palabra, experimenté una paz inexplicable a pesar de la tristeza abrumadora. En los momentos más difíciles, los versículos que memoricé durante años cobraron vida. Uno de ellos fue Salmo 34:19: «Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo librará el Señor». En medio del dolor, recurrir a Su Palabra se convirtió en un bálsamo que alentó y sostuvo mi corazón. En la angustia, aprendí que la oportunidad para conocer al Señor más profundamente se presenta en los tiempos difíciles. 

Memorizar y meditar en Su Palabra se volvió crucial para conocerlo mejor. En la tristeza, descubrí la importancia de crecer en confianza, descansando únicamente en Él y alabándolo incluso en medio del dolor. Sal. 34:1: «Bendeciré al Señor en todo tiempo. Continuamente estará Su alabanza en mi boca».

Quisiera resumirte lo que aprendí para que estas promesas y verdades que están escritas en Su Palabra puedan verdaderamente ser nuestras en medio de un tiempo difícil como el que yo viví. Conocer Su carácter fue esencial:

  • Él no nos fallará porque Él no miente (Nm. 23:19).
  • Podemos confiar en Él, porque Él es poderoso para llevar a cabo lo que ha prometido (Jer. 32:27).
  • Él no olvida sus pactos (Sal. 105:8).
  • Él es fiel (1 Co. 1:9).

En resumen, para poder estar firmes en Sus promesas tenemos que conocer Su carácter, es decir, cómo es Él.

Otro punto importante que tenemos que tomar en cuenta es poner atención a las condiciones que el Señor nos da para llevar a cabo Sus promesas. Por ejemplo, Salmos 37:4-5 dice: «Pon tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino, confía en Él, que Él actuará». El Señor nos dice que Él nos concederá las peticiones de nuestro corazón. Esto nos encanta, pero ¿cuáles son las condiciones? Pon tu delicia en el Señor, deléitate en Él, encomienda al Señor tu camino, confía en Él; en otras palabras, habita con el Señor, conócelo a través de Su Palabra. 

Cuando abandonamos nuestro propio camino y buscamos el Suyo y confiamos en Él, vemos Sus promesas cobrar vida. Y, en la medida en que hagamos esto, nuestros pensamientos se alinearán con los de Él, Sus deseos vendrán a ser los nuestros. No podemos vivir la vida cristiana con nosotros en el centro de nuestra vida, buscando solamente satisfacer nuestros deseos, haciendo lo que queremos y esperar, ver que ciertas promesas que el Señor nos deja en Su Palabra se vuelvan una realidad.

Veamos ahora Josué 1:8: «Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito. Porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito». Queremos prosperar y tener éxito, ¿no es cierto? Pero ¿cuáles son las condiciones? Meditar de día y de noche en Su Palabra y obedecerla. ¿Qué te recomiendo? Medita en quién es Él, en lo que ha hecho y en lo que tú eres en Él ahora (tu identidad en Él). 

Salmos 145:5 dice: «En el glorioso esplendor de Tu majestad, y en Tus obras maravillosas meditaré». Recuerda que prosperar y tener éxito no es precisamente obtener lo que nuestra carne quiere, sino poder tener Su gozo completamente en nosotros, glorificarlo en todo lo que hacemos cada día, sirviéndole de corazón.

Sin embargo, también hay promesas que hablan de sufrimiento, de tribulaciones; estas promesas también se cumplirán. Y, a través de estas dificultades y tiempos de sufrimiento, veremos Su fidelidad, veremos cómo crecemos en confianza y en conocimiento de Él y cómo nos fortalece para resistir hasta el final.

Durante este tiempo en mi vida experimenté una tormenta, pero mi alma permaneció anclada a Él y a Su Palabra, firme y segura. Las promesas de Dios se convirtieron en un tesoro para mantenerme firme.

El Señor fue muy bueno todo el tiempo; pude palpar Su bondad, misericordia y amor de una manera muy tangible. A diferencia de la aventura en las islas, en este caso sí hubo una tormenta y, aunque el dolor, la tristeza y la impotencia estaban ahí, mi alma continuaba anclada a Él y a Su Palabra, firme y segura. Y lo sigue estando.

Todas las promesas de Dios son verdad, porque Él lo ha dicho. No dejes que el miedo, la tristeza, la aflicción y la duda sean un obstáculo para que tú estés anclada a esas promesas. Él, quien lo ha dicho, lo cumplirá en nuestras vidas.

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Sobre el autor

Margarita Hinojosa

Margarita es esposa de pastor y madre de dos varones a quienes instruyó en casa hasta antes que comenzaran sus estudios universitarios. Actualmente ella es la directora del ministerio de mujeres en la iglesia local en Querétaro México, donde alienta … leer más …


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