- Una boda cancelada.
- Un bebé que creció en mi vientre, pero que nunca pude cargar en mis brazos.
- Una carrera de estudios que se quedó sin terminar.
- Una amistad decepcionante.
- Un contrato de trabajo suspendido.
- Una enfermedad que no sana y se vuelve crónica.
- Un embarazo que nunca sucede.
- Un noviazgo terminado.
- Un gasto inesperado.
- Unas vacaciones que nunca suceden.
Desilusión. Una expectativa que existía en mi mente, que no llegó a existir en la realidad, o que, simplemente, dejó de existir.
Si estás respirando el día de hoy, seguramente, ¡has experimentado desilusión! De hecho, todas tenemos desilusiones cada día. Es decir, ilusiones en nuestras cabezas que no se cumplen. Pueden ser expectativas de que todo siga igual, como la salud de nuestros hijos, o pueden ser expectativas de que algo suceda o mejore.
No siempre estamos conscientes del proceso en nuestras mentes y corazones porque simplemente nos dejamos llevar por la vida; sin embargo, me gustaría invitarte a detenerte conmigo para que nos volvamos introspectivas y analíticas un momento. Considera cuántas veces en el día puedes tener una desilusión, y cuántas veces en la vida suceden desilusiones grandes. Me refiero a cada vez que algo no sale exactamente como tú hubieras querido.
¡Pudiéramos entrar en una depresión si nos quedamos analizando esto mucho tiempo! Verdaderamente, la vida está repleta de momentos, días, y a veces años, en los que nuestro estado perpetuo pareciera ser de «desilusión». Puede ser la receta nueva que salió horrible u otra prueba de embarazo negativa, pero ¿qué hacemos con esta realidad?
¿Será que Dios no esté enterado de que tenemos que vivir así? Si Él es un Dios de amor que ha dicho que quiere que vivamos una vida abundante, ¿por qué nos permite vivir vidas llenas de desilusión?
¡¿Es posible que Dios QUIERE que yo sufra desilusión?!
Adquirir y retener una perspectiva bíblica sobre nuestras circunstancias es crucial para poder enfrentar las desilusiones diarias que son nuestra realidad de vida. Sin saberlo, y sin querer hacerlo, los creyentes frecuentemente absorbemos filosofías seculares que hacen muy difícil que pasemos todo a través de un filtro bíblico. Nuestra propia carne prefiere pensar como el mundo, y esto significa que requiere de nosotros un esfuerzo constante de evaluación y oración. Quisiera compartirte varias verdades que puedes utilizar como tu filtro diario:
1. El plan de Dios para ti es diferente que tu ilusión.
Si te detienes a pensar en cuántas ilusiones y expectativas tienes simultáneamente en tu mente y corazón, y las comparas con las Escrituras, tendrías que reconocer que la gran mayoría no son necesariamente bíblicas. Debo admitir que me dolió hacer este ejercicio, pero fue muy revelador. Muchas de las ilusiones que tengo son de beneficio y comodidad personal (vacaciones, cosas materiales); de éxito o realización personal o para mis familiares (mi reputación, el futuro de mis hijos); o de aceptación y satisfacción en relaciones (casarme, tener hijos, relación con esposo o amistades, etc.). Muchas de estas cosas no son pecaminosas en sí, e incluso, surgen de ciertos aspectos de mi diseño original. Pero, hay un problema grande: todas las ilusiones temporales que yo pueda tener en esta vida terrenal son deficientes bajo la luz de la eternidad. Dios ve lo que yo no veo. Dios tiene expectativas diferentes y superiores a las que yo puedo tener para mí misma.
¿Podemos saber cuál es la «ilusión» de Dios para nosotras? ¿Cuál es el sueño, por decir, que Dios tiene para ti y para mí? Gracias a Dios, ¡Él nos dice claramente lo que Él más desea para nosotras, y lo que más producirá la satisfacción y gozo que nuestras ilusiones buscan!
«Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos».- Ro. 8:28-29
Sabías que iba a sacar ese pasaje, ¿verdad? Ya lo estabas esperando. Pero, no permitamos que la familiaridad nos adormezca a la aplicación de estos importantes versículos en este tema de las ilusiones que Dios tiene para nosotras. ¿Lo viste? ¿Hacia dónde va Dios con «todas las cosas» que Él manda y permite en nuestra vida? «Para que llegaran a ser como su hijo» (v. 29 NTV).
El perfecto propósito de Dios para ti es que llegues a ser como su Hijo. Él sabe que esto te traerá mayor satisfacción a ti, y mayor gloria a Él. Definitivamente, ¡tú y yo necesitamos desesperadamente un cambio de ilusión!
2. La desilusión es herramienta poderosa en las manos de Dios.
He notado que hay una laguna, o brecha, en la forma en que proceso mis desilusiones. Conozco la verdad de Romanos 8:28-29, por ejemplo. Entiendo, por lo menos en parte, la enseñanza que me ofrece, y en teoría la creo. No obstante, me cuesta conectar los sucesos diarios de mi vida, mis deseos, mis decisiones, y mis pensamientos, con esas verdades.
¿Qué sucede? Estamos ahorrando para comprar un vehículo más grande en el que pueda caber mejor nuestra familia, en el que podamos llevar a algunas personas a la iglesia y también, que nos permitirá viajar en familia. Sin embargo, se enferma mi hijo, y es necesario utilizar los ahorros para los gastos médicos. Mi ilusión de una camioneta cómoda y de salir de viajes con la familia se convierte en desilusión. Por mi parte, trato de orar y dejarlo en manos de Dios, y ahí se queda.
Pero, me falta pasar al «siguiente nivel». Dios tiene un propósito con esa desilusión. Esa desilusión, esa frustración, esa confusión tiene la capacidad de producir fruto espiritual en mí si yo permito que el proceso se lleve a cabo. Solo tengo que cambiar mi perspectiva de esa desilusión. Es una herramienta en la mano de Dios.
¿De qué manera funcionan las desilusiones como instrumentos en sus manos? ¡De muchas! Te sugiero algunas pocas:
- La desilusión nos hace sentir incómodas sobre la tierra para que anhelemos lo que realmente satisface, lo eterno.
- La desilusión nos purifica al revelar los ídolos que tenemos en el corazón. La reacción a la desilusión revela lo que realmente domina mi corazón.
- La desilusión nos lleva al enfoque correcto de la vida. Nos recuerda el porqué estamos aquí.
- La desilusión nos enseña que no somos capaces de saber lo que es mejor para nosotras. Nos derrumba el plan perfecto que existe en nuestra mente y nos apunta hacia Dios.
Podemos conectar cada desilusión, la más insignificante y la más enorme, con el propósito redentor y eterno que Dios tiene. Podemos imaginarla en la mano de Dios, usada para nuestro bien.
3. El carácter de Dios provee la base para entender tu desilusión.
«¿Confías en mí?», le preguntó Aladino a Jazmín minutos después de haberla conocido. Si Jazmín fuera mi hija, le aconsejaría que ¡no confíe en ese muchacho! ¿Por qué? Pues porque no lo conoce y¿cómo puedes confiar en alguien a quien no conoces?
La clave para manejar la desilusión es la fuente de tu confianza. A.W. Tozer ha dicho que lo que viene a nuestra mente cuando pensamos en Dios es el dato más importante acerca de nosotros. Yo diría, entonces, que lo más importante a la hora de tratar con la desilusión es primero, saber si piensas en Dios y segundo, qué piensas de Él en medio de esa situación.
Se han escrito muchos libro sobre el carácter de Dios y sobre cómo aplicarlo ante la desilusión. No tenemos espacio aquí para ahondar en el tema, pero debemos hacer del carácter de Dios nuestro estudio continuo de toda la vida. Te recomiendo el libro Confiando en Dios aunque la vida duela por Jerry Bridges. Él te demuestra cómo la soberanía, la sabiduría y la bondad de Dios proveen la base para una confianza plena a través de cualquier circunstancia de la vida.
¡Tu desilusión no es señal de que tu mundo se está derribando! Es señal de que un Dios amoroso aún no termina contigo. Él conoce tu dolor y confusión, sabe lo que realmente te va a satisfacer y lo que te va a hacer más como su Hijo. Confía en su carácter perfecto.
¡Cambiemos nuestro filtro de vida y pongamos nuestra desilusión en las manos de un Dios bondadoso!
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