¿Tu deseo de casarte es más grande que tu deseo por Cristo?

Tengo una confesión que hacer.

Cuando era soltera, quería casarme más de lo que deseaba cultivar mi relación con Dios. A menudo me sentía ansiosa y deprimida por mi estado civil, y gran parte de mi vida de oración consistía en pedirle al Señor que no regresara y demorara en llevarme a Su presencia hasta que pudiera casarme. A medida que mis pensamientos y oraciones se enfocaban mucho en la idea del matrimonio, el Señor comenzó a mostrarme el ídolo en mi corazón que se interponía en mi relación con Él. En Su bondad y gracia, el Señor me mostró mi pecado y me llevó a través de un viaje para matar mis ídolos y restaurarme a una relación correcta con Él.

Si actualmente estás soltera y te encuentras luchando con el deseo de casarte, considera si una de las razones por las que estás pasando por un momento tan difícil en esta temporada es si se ha convertido el deseo de un cónyuge en un ídolo. Entonces, si esa eres tú, querida hermana, te comparto las cosas que el Señor me enseñó en esta temporada y que espero sean de gran ayuda y aliento para ti.

Antes de continuar, quiero asegurarme de que definamos la idolatría porque podríamos tener una idea equivocada. Brad Bigney, autor de Gospel Treason (Traición del Evangelio) dice: «Un ídolo es cualquier cosa o cualquier persona que comience a capturar nuestros corazones, mentes y afectos más que Dios». 

Entonces, cuando te dije que mi vida de oración se consumía con el deseo de casarme, debería haber sido una indicación clara para mí desde el principio de que había creado un ídolo en mi corazón. Probablemente no pasó un día en el que no pensara en querer un cónyuge, y eso tomó diferentes formas, tenía compasión de mí misma después de ver una comedia romántica o me enojaba cuando veía que alguien se iba a comprometer. Había tantas cosas en mi vida que apuntaban a esta idolatría de las que debí haberme dado cuenta mucho tiempo atrás. 

Pero así como lo hacen los ídolos, hubo una completa ceguera respecto a mi pecado, y no fue hasta que Dios me quitó las vendas que me di cuenta de esta horrible enfermedad que había infestado mi corazón. Ahora bien, no me malinterpreten, no estoy diciendo que querer casarse en sí mismo sea un pecado o un ídolo, porque claramente Dios nos ha indicado en las Escrituras que es algo bueno para un hombre y una mujer casarse (Prov. 18:22).

Estoy hablando de un deseo que se ha convertido en adoración a otra cosa en lugar de adoración a Dios. Pablo nos advierte claramente que no adoremos otra cosa que no sea Cristo en 2 Corintios 11:2-3: 

«Porque celoso estoy de ustedes con celo de Dios; pues los desposé a un esposo para presentarlos como virgen pura a Cristo. Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, las mentes de ustedes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo».

Y pueden ver que Pablo reconoce que a veces estos ídolos son astutos y desvían nuestra búsqueda de una devoción pura que deseamos tener con Cristo. Así que, él nos advierte que estemos continuamente atentas a cualquier cosa que nos quite la vista de Jesús. No podemos ignorar lo que nuestra idolatría le hace a nuestra relación con Dios. El Antiguo Testamento está repleto de casos en los que el pueblo de Dios se apartó de amarlo para adorar ídolos. 

«“¿Ha cambiado alguna nación sus dioses, aunque esos no son dioses? Pues Mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha. Espántense, oh cielos, por esto, y tiemblen, queden en extremos desolados”, declara el Señor. “Porque dos males ha hecho Mi pueblo: me han abandonado a Mí, Fuente de aguas vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas agrietadas que no retienen el agua”» (Jeremías 2:11-13).

En el pasaje anterior vemos que Israel hizo dos cosas mal: abandonaron a Dios y confiaron en los ídolos en lugar de confiar en Dios. Hacer estas dos cosas fue inútil porque fuimos diseñados y creados para adorar al único Dios verdadero. John Piper lo expresa de esta manera:

«Este es el final de toda existencia: el culto a Dios. Dios creó el universo para que muestre el valor de Su gloria. Y nos creó para que viéramos esta gloria y la reflejáramos conociéndola y amándola, con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas».

Entonces, ¿cómo podemos saber si tenemos un ídolo en nuestro corazón con el que hemos sustituido nuestra adoración completa a Dios? Probablemente sería más exacto asumir que probablemente tenemos uno y preguntarnos cuál es. Así como el teólogo John Calvin lo dijo: «La naturaleza del hombre es una perpetua fábrica de ídolos». 

Aquí hay cuatro cosas que puedes hacer para ayudarte a identificar qué ídolo está tomando el trono en tu corazón que le pertenece legítimamente a Jesús:

  1. Ora al Señor. 

Puedes orar las palabras de David que se encuentran en el Salmo 139 si te cuesta encontrar la manera de pedirle a Dios que te revele tus ídolos 

«Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno» (Sal. 139:23-24).

  1. Presta atención a tus emociones. 

Uno de los grandes beneficios de nuestras emociones es que Dios las usa para alarmar nuestras almas cuando algo anda mal y el pecado acecha en nuestros corazones. Nuestros ídolos se revelan con mayor frecuencia en extrema tristeza, felicidad, ansiedad y miedo. Presta atención a las situaciones que las provocan y pregúntale al Señor si apuntan a un ídolo potencial. 

  1. Revisa si hay algo que crees que no puedes entregar a Dios. 

A menudo tenemos miedo de entregarle algo a Dios porque sentimos que no nos dará lo que queremos. Y al no someter y entregar un deseo al Señor, lo estás reteniendo con el puño cerrado como un niño que no suelta un juguete que ama. Si Jesús te pidiera que le dieras esta única cosa, ¿reaccionarías como el joven rico que no pudo renunciar a sus riquezas para seguir a Jesús? (ver Marcos 10:17-27). Si no puedes entregar tu deseo de tener un cónyuge, probablemente sea un ídolo en tu vida. 

  1. Revisa qué es lo que crees que te hará feliz. 

¿Has pensado en la posibilidad de que no te cases? ¿Alguna vez has pensado: «No hay forma de que pueda ser feliz estando soltera por el resto de mi vida». Si crees que si no consigues algo serás miserable por el resto de tu vida, entonces se ha convertido en un ídolo para ti. 

En mi caso, yo no quería entregarle al Señor mi deseo de casarme. Yo era como el joven rico que no estaba dispuesto a renunciar a sus riquezas. Aunque no tenía un cónyuge en ese momento, no quería darle a Dios el control sobre esta área de mi vida porque pensaba que Él me dejaría soltera por el resto de mi vida. Y como mencioné antes, pensaba que estar casada me haría feliz y no podía imaginar mi vida sin tener un cónyuge. Pero esto fue 100% incorrecto porque pensaba que finalmente estaría satisfecha y feliz una vez que me casara. 

Sin embargo, la Biblia nos dice precisamente lo contrario de esto. En el Salmo 37:4, el salmista escribe: «Pon tu delicia en el Señor». Estaba siendo desafiada a encontrar mi deleite en Dios y sólo en Él. Sólo en Él encontraría todo lo que necesitaba. 

Así que, si después de hacer las cuatro cosas anteriores el Señor trae convicción a tu corazón y te alerta que has hecho del deseo de matrimonio y el deseo de un cónyuge o cualquier otra cosa un ídolo, debes confesar y pedir perdón por tu pecado. Recuerda que cuando haces esto, Él es fiel y justo para perdonar tu pecado y para limpiarte de toda maldad (1 Jn. 1:9). 

Entregale tu deseo al Señor; es una decisión de cada día. No significa que el deseo desaparecerá o que no sentirás tristeza o no tendrás ese anhelo algunos días. La clave está en que, aunque tengas ese fuerte deseo, vas a elegir amar, confiar y ver a Jesus como tu mayor tesoro. Tu mayor gozo es Cristo, quien te ama y te da buenas cosas. Nadie en este mundo te va a satisfacer, llenar y amar como Él.

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Sobre el autor

Alejandra Minton

Salvada por gracia, hija del Rey de reyes, recién casada con Kyle y apasionada por estudiar y enseñar la Palabra de Dios.

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