Dios nos da el trabajo (Gn. 1:26), y éste dignifica, es importante, bueno y santo. Desde el principio Dios creó para nuestro bien, un ciclo de trabajar y descansar.
Cuando Adán y Eva se rebelaron contra la voluntad de su Creador (Gn. 3), el patrón de trabajo gozoso y descanso, se distorsionó. La tierra fue maldita –no el trabajo en sí- pero el trabajo se volvió más difícil, y el descanso se volvió aún más necesario que antes.
Las prioridades de Dios
Al servir al Señor, es importante recordar que aquello que controla nuestro tiempo, controla nuestra vida.
Todos enfrentamos diferentes retos de tiempo, pero si queremos ser siervas eficientes del Señor, necesitamos aprender sabiduría y practicar la buena administración del tiempo, al considerar las prioridades de Dios para nuestra vida.
Dios quiere que Le amemos, busquemos, y seamos más como Él (Mt. 6:33, 22:37; 1ª Juan 3:1-3). Al hacer de Su reino, una prioridad, Él nos ayudará a cuidar de otras cosas en nuestra agenda. Necesitamos planear tiempo para escucharlo.
Dios también quiere que nos preocupemos de aquellos que Él puso bajo nuestro cuidado, primero nuestra familia; y luego, aquellos a quienes lideramos. Un hombre que no provee para su familia es “peor que un incrédulo” (1ª Ti. 5:8), y una mujer de Dios debe vigilar la marcha de su casa (Pr. 31:27). Para ser administradoras sabias de nuestro hogar, necesitamos planear tiempo para nuestra familia y para los quehaceres.
Dios nos creó para trabajar en unidad con el Cuerpo de Cristo, apoyándonos en su ayuda y practicando la responsabilidad. Necesitamos planificar tiempo para pasar con amigas y colaboradoras.
Necesitamos planificar tiempo para nuestro trabajo, salud (horas de sueño apropiadas, dieta, y ejercicio), estimulación mental, y descanso.
Enfréntalo: ¡No puedes hacerlo todo! Simplemente no hay tiempo suficiente. Pero puedes planificar hacer todo lo que Dios te llamó a hacer –todo lo que es verdaderamente importante.
¿Cómo trabajamos de manera eficiente?
Planificar significa usar nuestra cabeza para abordar las tareas y luego enfocar nuestra motivación en Dios para persistir en las prioridades y metas. La vida es corta y preciosa, y hay muchas distracciones. Dios quiere que redimamos el tiempo con diligencia (Ef. 5:15-16).
¿Cómo maximizamos nuestro tiempo y nos volvemos más eficientes?
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Necesitamos saber lo que queremos –mejor aún, lo que Dios quiere.
El mundo dice “trabaja para tu realización personal” y acumula riquezas, pero lo debemos hacer para glorificar a Dios al perseguir tesoros eternos y hacer las obras que Él preparó para nosotras (Col. 3:23, Mt. 6:19-20, Ef. 2:10).
A Dios le importa la productividad. Jesús pide que se usen los talentos con sabiduría (Mt. 25:14-30), y que no seamos perezosas (Pr. 6:6-8). Con metas y prioridades firmes, podemos decir “no” a tareas y proyectos menores y decir “sí” a actividades productivas que valgan la pena.
Pregúntate “¿Estas actividades me están llevando a lograr mis metas y prioridades? ¿Cómo puedo mantenerlas claras en mi mente?” Ora por una mente renovada que comprenda la voluntad de Dios para tu labor (Ro. 12:2).
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Necesitamos hacer lo que hacemos mejor y con más creatividad.
“…tened cuidado cómo andáis, no como insensatos sino como sabios” (Ef. 5:15). Identifica lo que es crítico, a largo y a mediano plazo. Diseña peldaños hacia las metas, que te mantengan animada durante el camino.
De tu equipo de apoyo ¿Quién acude y se acerca a ayudar? ¿Quién es la persona en quien puedes confiar y delegar tareas? ¿Hay algo que pudieras obtener de terceros?
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Necesitamos cuidar los asuntos de nuestro hogar para que no sangren sobre el ministerio.
Crea estrategias frescas para lo que te causa estrés en el hogar –no las personas, sino los “asuntos.” ¿Cuáles actividades o tareas puedes reestructurar, cambiar, o incluso eliminar para hacer que la vida en el hogar marche sobre ruedas? ¿Hay conversaciones amables que necesitas sostener para una mejor comprensión de las responsabilidades? ¿Has expresado claramente tus necesidades, entregando a Dios las expectativas, pero solicitando ayuda?
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Realmente necesitamos tomar nuestro tiempo de vacaciones.
Mientras más duro trabajamos, más necesitamos tiempo de descanso. En el año 2014, los días de vacaciones no utilizados en los Estados Unidos se elevaban hasta por 40 años. Qué tontería. Todos necesitamos tiempo para relajarnos, de lo contrario explotaremos.
Planea tu tiempo de vacaciones, sea un viaje de un día, o una semana fuera, o un largo crucero. Ponlo en el calendario y comprométete a tomar este tiempo “RE” para –REfrescarte, REnovarte, REcargar baterías.
¿Cómo podemos descansar?
Dios dejó establecido el patrón. Trabajó seis días y luego tomó tiempo para descansar de Su labor. (Gn. 2:2-3)
Se nos anima a descansar (Heb. 9-11), porque vivimos en un mundo caído y necesitamos recargarnos con regularidad para sobrevivir. Más que recuperación, es una afirmación de la relación especial que tenemos con nuestro Dios generoso. Él quiere que nos deleitemos en el refrigerio y renovación que Él provee, creando oportunidades dentro del patrón único de nuestra vida.
El balance entre el trabajo y el descanso nunca es una propuesta de un 50/50. En ocasiones, el trabajo requiere de más tiempo; en ocasiones, la vida personal y recuperación son cruciales ¡ya!
¿Por qué se nos hace tan difícil descansar? ¿Qué podemos hacer para tener suficiente descanso?
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¡Podemos desconectarnos de la tecnología de vez en cuando!
Con la tecnología actual, la gente puede trabajar constantemente y en cualquier lugar. En el año 2014, El Economista reportó que el 60% de la gente que usa teléfonos inteligentes está conectada a sus oficinas 13 horas y medias al día, o más. Añádele las redes sociales y puede sentirse como si siempre estuviéramos conectados a algo electrónico.
Necesitamos conexión con el Señor para descansar nuestra alma, y necesitamos un contacto cara a cara con las personas. Con el tiempo, la falta de intimidad nos agotará.
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Podemos evaluar nuestro nivel de trabajo y hacer ajustes.
Algunas personas son adictas al trabajo; no saben cuándo parar. Quizá se sienten culpables cuando no están trabajando, piensan que pueden perder su trabajo, o que las personas creerán que son flojos.
No hay nada malo con el trabajo arduo, incluso por largas horas si Dios nos ha llamado a hacerlo, pero trabajar de más, puede ser un problema espiritual.
A otras personas les falta motivación para trabajar, no tienen hábitos de trabajo eficaces, o no saben cómo involucrarse productivamente. Quizá no se sientan valorados o apreciados, lo que dificulta que se “apropien” de sus tareas.
Necesitamos preguntarnos si nuestro patrón de trabajo y descanso refleja los planes y prioridades de Dios, así como Su generosidad y provisión para nosotras. Hay un tiempo para cada cosa (Ec. 3:1-8), incluyendo tiempo para trabajar y descansar; necesitamos pausar y orar para determinar el mejor “tiempo” para cada actividad.
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Necesitamos asegurarnos de tomar un descanso sabático
Los cristianos no están bajo las leyes judías del Sabbat; tienen libertad de decidir cuándo y cómo descansar (Ro.14:5-6). Pero, aun así, es sabio comprometerse a pausar de manera regular, alabar, adorar, y agradecer a Dios.
Jesús se tomó el tiempo para descansar a solas en la presencia de Dios, pero también se involucró en la alabanza con la comunión judía (Mt. 14:13; Lc. 4:16-21). En ocasiones, Él llamó a Sus discípulos a reducir su carga de trabajo (Mc. 6:31), y les animó a dejar sus cargas, estrés y también a venir a Él para hallar descanso (Mt. 11:28-30).
La falta de descanso puede provocar consecuencias en cadena. Podremos ver consecuencias físicas, como insomnio, el sistema inmunológico debilitado o enfermedad, comprometiendo la calidad de nuestro trabajo. El agotamiento puede llevar a desenfocarnos y a estrés emocional, ansiedad, o ira. Las relaciones se vuelven tirantes cuando estamos cansadas, y nos hace más propensas a malinterpretar las señales del entorno. Y cuando nos falta el descanso, nuestra conexión con Dios puede ser la más afectada.
Experiencia de primera mano
Experimenté de primera mano la necedad de no tener suficiente descanso y vi cómo afectó mi trabajo. Largas horas se sumaron a una mentalidad de “yo puedo hacerlo todo” afectando finalmente el ministerio. Agobiada, perdí mi salud, y como resultado tuve que parar la obra en algunos ministerios que amaba. Tuve que aprender a abrazar las palabras de Cristo “separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5), junto con la sabiduría de la Palabra acerca de las prioridades y el descanso. Aprendí a agendar descansos, a tomar suficiente descanso, y planificar retiros personales para recargar mis energías. Dios restauró mi salud y mi capacidad para servir, al cambiar mi perspectiva sobre el trabajo y el descanso.
Dios quiere que equilibremos nuestra vida con trabajo eficiente y descanso suficiente, y Él nos dará la sabiduría para hacerlo si se lo pedimos (Santiago 1:5). Lo demás es simplemente un asunto de confianza y obediencia.
Padre Dios, sé que no quieres que, por mi trabajo ineficaz o descanso insuficiente, me pierda las bendiciones que tienes para mí. Hoy te pido Tu sabiduría, fortaleza y valor para obedecer lo que estás hablando a mi corazón. Amén.
¿Cuál es tu mayor batalla hoy –eficiencia para trabajar y ministrar a otros, o dificultad en crear oportunidades para el descanso? ¿Cuáles ajustes puedes hacer?
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