Por: Heidy Jo Fulk
En muchas ocasiones cuando mi corazón y mi mente han estado agotados bien por los esfuerzos de la vida diaria o por una prueba en particular, las palabras de Mateo 11:28-30 han llegado como un bálsamo.
“Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y HALLARÉIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”.
En el pasado cuando he leído estos versículos, mi enfoque ha estado en el descanso y alivio ofrecido por nuestro completamente Competente y Amoroso Salvador. Saber que Cristo tomará mi carga y en su lugar me dará el alivio y descanso que tan desesperadamente anhelo, me hace sentir que puedo cerrar mis ojos, respirar profundo y sentarme.
Pero cuando leo estos versículos más cuidadosamente, algo más capta mi atención.
“Aprended de mí.”
Una oportunidad de aprender
Jesús no solamente nos ofrece llevar nuestras pesadas cargas y hacernos descansar. No se detiene ahí. También nos da la oportunidad de aprender.
Mary Kassian explica la ilustración que Jesús usa de una manera que nos ayuda a abrir nuestros ojos:
Jesús invita a la gente a entrar en una relación de enseñanza con Él. Él, nuestro Maestro, era el buey y Sus estudiantes, los jóvenes novillos. Él prometió que aquellos que se ataran a Él en esta enseñanza no llevarían una carga pesada. Él llevaría la carga y fijaría el rumbo que debían seguir. Solo necesitarían dejarse llevar.
El propósito de que Él tome nuestras cargas no es solamente para darnos descanso, sino para enseñarnos cómo vivir descansadas en Él. Debido a Él. Para Él. Como Él. Jesús ofrece llevar el peso de nuestras culpas haciendo que encontremos alivio no solo porque nos hemos liberado de ese peso, sino porque Él nos enseñará cómo y dónde caminar. Él no nos ofrece hacer desaparecer nuestras cargas. Sino aguantar su peso y enseñarnos cómo caminar mientras Él lo lleva.
El antídoto para el cansancio
La misma idea la encontramos en Isaías 50:4:
El Señor DIOS me ha dado lengua de discípulo, para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado. Mañana tras mañana me despierta, despierta mi oído para escuchar como los discípulos.
¡El antídoto contra el cansancio es la instrucción de Dios! Veamos todo lo que está en este versículo…
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El Señor Dios: Él es Señor sobre todas las cosas –aún aquellas que me provocan cansancio.
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Lengua de discípulo: Él me enseña qué decir y Su control produce buenos resultados.
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Con una palabra: Se refiere a Su Palabra.
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Sostener…al fatigado: Al igual que en el pasaje de Mateo, vemos que Dios es quien nos sostiene cuando estamos cansadas.
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Mañana tras mañana me despierta…mi oído: Él está en control, de manera constante y a la vez consistente.
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Para escuchar como los discípulos: La palabra hebrea aquí también se refiere a ser enseñado, aprendizaje, estudio y entrenamiento.
Al combinar la verdad de estos dos pasajes, vemos que el aprender de Cristo nos trae alivio del cansancio y de las cargas. En la medida en que Él lleva el peso de esas cargas, somos libres para escuchar y aprender de Él. A través de esa libertad y enseñanza, caminaremos más como Él y para Él. Ése es el verdadero descanso.
Entonces… ¿renunciarás hoy a esa carga que te agobia? ¿Tomarás Su yugo como una joven novilla y aprenderás el camino de tu Padre? Escucha Su Palabra, descansa, aprende y anda en Su camino.
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