Todas mis fuentes de gozo están en Ti

Escritora invitada: Patricia Pérez de Villa

Todas las mañanas, de lunes a viernes, manejo durante una hora. Los primeros treinta minutos, los uso para orar con mis hijos, pidiendo al Señor que los guarde, los acompañe, les dé gracia y los capacite para todo lo que hagan en ese día, los siguientes 30 minutos, los dedico para alabar al Señor escuchando y cantando himnos y alabanzas, o para oír la Biblia y orar. Una de esas veces iba escuchando el Salmo 87. La última frase dice: «En ti están todas mis fuentes de gozo» fue hermoso que Dios me dejara ver, que todo lo que necesito, lo hallo en Él (Jn. 1:16). 

Según el diccionario de la Real Academia Española, el significado de la palabra «fuente» es un «manantial de agua que brota de la tierra». Como hijas de Dios, sabemos que el origen de todas las cosas es Dios, Él es dueño y hacedor, como lo describe en Génesis capítulos 1 y 2.

Cristo, en Su bondad, nos concedió vida al salvarnos por gracia por medio de la fe (Ef. 2:5, 8). Cristo es nuestra fuente de fe, el autor y consumador de ella, como lo dice en Hebreos 12:2, es la fuente de toda gracia (1 Pd. 5:10) y la fuente de vida física (Sal. 139:13) y espiritual (Ez. 37:13-14).

Al arrepentirnos y poner toda nuestra fe en Jesucristo y al abrirle la puerta cuando Él llamó, como dice en Apocalipsis 3:20, hizo que de la tierra seca y árida de nuestro corazón, brotara el manantial de la vida (Sal. 36:9) para que entrara Su Espíritu y nos revelara con Su palabra que Cristo es la fuente de toda verdad (1 Jn. 5:20).

En un comentario de Spurgeon sobre este versículo del Salmo 87, escribió lo siguiente: 

«Las fuentes de mi fe y de todas mis gracias; las fuentes de mi vida y de todos mis placeres; las fuentes de mi actividad y de todos sus actos rectos; las fuentes de mi esperanza y de toda expectativa celestial, todo se halla en ti Señor».

¿No es hermoso? Es grandioso entender que en Dios podemos sumergirnos en Sus aguas profundas sin ahogarnos, y que por el contrario, nuestra alma se refresca.

Él es Dios eterno, creador del cielo y de la tierra, como dice en Isaías 40:28; por lo tanto, Él es la fuente de todo lo creado (Col. 1:16), y ha puesto eternidad en nuestro corazón, sin que alcancemos a entender la obra que ha hecho en nosotras (Ecl. 3:11).

La fuente de toda misericordia y consolación es nuestro Padre Dios (2 Cor. 1:3) y este es un tema en el que todas podemos contar mil historias, del cobijo y abrazo tierno de nuestro Padre; la fuente de todo poder (1 Cro. 29:11). Al ver Su cuidado y protección en medio de tantos peligros, nos anima a descansar y confiar que todo está en Sus manos.

  • La fuente de sabiduría, conocimiento e inteligencia, es Dios (Prov. 2:6, Rom. 11:33) esto lo he visto claro cuando tengo que tomar una decisión y no sé qué hacer y Él me capacita para salir adelante. 
  • La fuente de amor es Dios (1 Jn. 4:8), es inevitable no conmovernos con el amor tan sublime que Cristo nos mostró en la cruz, y nos muestra cada día en Su fidelidad.
  • La fuente de perdón es Dios (Hch. 13:38-39), el hecho de aún tener vida, y no haber sido consumida a pesar de tantas veces que he fallado, lo demuestra.
  • La fuente de paciencia es Dios (Rom. 15:5), ver cómo me da oportunidad al cambio, mientras trata en mí sin cansarse, lo hace evidente.

Estos son algunos ejemplos para que entendamos que todo proviene de Dios.

No sé si te pasa como a mí, pero como esposa y madre, siento mi fragilidad y debilidad en todo lo que vivo. Constantemente me veo en la necesidad de ir a la Palabra de Dios por consejo, y en oración, rogar por socorro y ayuda al Padre (Heb. 4.16), por eso acudo a la fuente mañana, tarde y noche, pues de Cristo brota inagotable sabiduría. Yo no soy capaz de responder con gracia y entendimiento por mí misma, Él es la fuente que me provee fuerza, para que sepa responder de forma correcta, y aún más, de manera sorprendente, también que pueda responder de forma piadosa, pues Él es la fuente de santidad (Ap. 4:89).

Toda nuestra necesidad está cubierta por Cristo, Él es el pan que descendió del cielo y la fuente de agua viva que sacia el hambre y la sed de nuestra alma vacía (Jn. 6:33 y 35). Es un privilegio el que Dios nos da, al hacernos hijas suyas, el poder vivir con propósito y visión, con los ojos puestos en la fuente de esperanza (Rom. 15:13).

Ya que Él es la fuente de todo, podemos ir en pos de Cristo, confiadas, muriendo a nosotras, para vivir por Él cada día, pues ¿a quién iremos? Solo Él tiene palabras de Vida Eterna (Jn. 6:68).

Vivir con amor, con gratitud y con gozo, aun en la dificultad, es una muestra de cómo Cristo hace que de nuestro interior broten ríos de agua viva (Jn.7:38) y que podamos exclamar: ¡gracias Padre, porque todas mis fuentes están en Ti!

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