El fin de semana pasado, mi esposo y yo condujimos por una sinuosa carretera rural mientras el sol se ponía sobre un granero que vio los rugientes años veinte, los oscilantes años sesenta, el año 2000, 2020 y todas las décadas intermedias.
Mientras ordenadas hileras de maíz se agitaban suavemente con la brisa como todos los años anteriores, el caos siempre cambiante en nuestra cultura pesaba en nuestros corazones.
«Es difícil ver cómo el mal está prevaleciendo», dijo. Estuve muy de acuerdo. Es fácil desesperarse, creer que de alguna manera los corazones de aquellos profundamente arraigados en el pecado están más allá de la capacidad de Dios para deslumbrar con Su gracia. Pero luego escucho una historia como la de Laura Perry y recuerdo que la gracia de Dios es siempre deslumbrante, siempre poderosa y siempre capaz de salvar.
El mes del orgullo, o simplemente «Orgullo» como se le llama ahora, es la temporada en la que se celebran todas las cosas LGBTQIA+, y hace unos pocos años Laura habría caído (tal vez «oculta» sería la mejor palabra) bajo la letra «T».
Si la vieras hoy, no creerías que Laura Perry vivió durante casi una década como un hombre transgénero llamado «Jake». Pero «transgénero» ya no es la palabra «trans» más llamativa de su historia, ni tampoco «transición» o incluso «de transición».
Laura todavía se despierta todas las mañanas refugiándose bajo la letra «t», y esta «t» solo significa una cosa: transformación. Y no cualquier transformación, sino la que se encuentra en el evangelio de Jesucristo.
Por sensacional que parezca, la historia de Laura es principalmente una historia de esperanza. Es una historia de tragedia, de dolor, de pérdida y de arrepentimiento; pero un hilo brillante de esperanza recorre cada página.
Niñez: esperanza fuera de lugar
Al crecer, «cada vez que las luces estaban encendidas», la familia de Laura estaba en la iglesia. Su madre era la pianista de la iglesia y trabajaba duro para servir a su familia y al Señor. La Sra. Perry estaba siempre ocupada y, aunque con buenas intenciones, Laura se sintió apartada, como si su madre realmente no la quisiera cerca.
«Estaba muy unida a mi papá y mi hermano», explica Laura, «y pasaba todo el tiempo con ellos». Esto comenzó a crear mucha confusión cuando era niña. «Ahora miro hacia atrás y entiendo que mi madre me amaba mucho, pero yo no podía entenderlo en ese momento».
Para complicar aún más las cosas, entre el nacimiento del hermano mayor de Laura y ella misma, la Sra. Perry había abortado a dos bebés varones. «Creo que había mucho de ella que lloraba a esos dos niños y los deseaba desesperadamente», recuerda Laura, «pero comencé a creer desde niña que mi mamá deseaba que yo hubiera sido uno de ellos en vez de haber nacido niña».
Laura reconoce ahora que Satanás aprovecha oportunidades como estas para comenzar a seducirnos con mentiras: «Cuando elegimos creer en sus mentiras, es como si la vida pasara por este filtro. Entonces, diferentes experiencias se sumarían a esta mentira y dirían: «¿Ves? ¡Ella realmente no te ama! ¿Ves? Ella realmente desearía que fueras un niño».
Así comenzó la experiencia de Laura con la disforia de género, aunque nunca había oído hablar de algo así en ese momento. Ella dice:
«Realmente comencé a tomar esa identidad [de niño]. Fantaseaba con ello y escribía historias sobre ello. En la infancia nunca había escuchado el término «transgénero». No sabía que hubiera algo que pudiera hacer al respecto. Este era solo un mundo de fantasía en el que vivía, pero con los años se volvió cada vez más prominente.
Cuando tenía catorce años, me dijeron que tenía síndrome de ovario poliquístico, lo que significaba que tenía quistes en todos los ovarios. Tenía un dolor constante, un dolor severo. Me dijeron, además de eso, que probablemente nunca quedaría embarazada.
Así que me enojé mucho con Dios. Pensé, está bien, si Dios me hizo así, y me hizo una niña que no quiero ser en primer lugar, una niña que ha sido rechazada por su madre (porque así es como lo veía), y luego tengo este sistema femenino que no quiero, que no funciona y que no me está causando nada más que dolor, y encima de todo ni siquiera me va a permitir tener hijos. . . Si Dios hizo esto a propósito.
Laura comenzó a ver a Dios distante y cruel, como un Dios que se sentaría a reírse de su dolor. Decidió que no quería tener nada que ver con esa clase de Dios. A los quince años, Laura le dijo a Dios que nunca más le serviría y se alejó de su fe.
Pre-transición: esperanza oculta
«Anduve por un camino muy oscuro». Así es como Laura describió los siguientes años. Ir de fiesta y llevar un estilo de vida promiscuo se convirtió en la norma cuando Laura trató de curarse a través de otras personas. «Si consigo que los hombres me amen...», pensó, «...entonces me sentiré mejor conmigo misma». Por supuesto que no fue así. Luego, en medio de lo que recuerda como una relación horrible, Laura tuvo una especie de revelación.
Habíamos tenido una especie de fin de semana romántico. Caminaba sobre cáscaras de huevo. Él era un alcohólico severo y todo había salido mal. Recuerdo haber pensado, «¿Sabes?, la razón por la que esto nunca funciona, la razón por la que nunca soy feliz en estas relaciones es porque se suponía que yo era el hombre. ¡Si yo fuera el hombre, entonces les mostraría a estos hombres cómo se supone que debe tratarse a una mujer!».
Quería desesperadamente que un hombre me tratara con amor y respeto y que realmente me deseara. Pero como no estaba obteniendo eso, decidí convertirme en eso mismo. No me di cuenta conscientemente en ese momento, pero una vez que lo acepté y decidí que eso era lo que iba a ser, fue como un interruptor accionado. De repente, todo lo que pensé fue: «¡Sí! Yo era un hombre nacido en cuerpo de mujer». Y realmente compré toda la mentira.
Laura señala que su deseo de convertirse en hombre no tiene nada que ver con la atracción por personas del mismo sexo, un hecho que, según ella, no mucha gente entiende. «No todos los transgénero se sienten atraídos por su mismo sexo biológico», dice, «En realidad, un gran porcentaje se siente atraído por su sexo opuesto natural, y yo también. Realmente no quería tener nada que ver con mujeres en ese momento».
Laura comenzó a asistir a un grupo de apoyo para personas que luchan contra la disforia de género donde fue reafirmada casi de inmediato en su nueva identidad: «A los cinco minutos, la gente comenzó a decir: «¡Ah, definitivamente eres transgénero!». Aun así, estaba preocupada de que nunca lograra parecerse a un hombre. Lo que dijo a continuación su líder de grupo cambió la trayectoria de su vida.
Recordando ese momento, Laura dice: «Nunca olvidaré que el líder del grupo (que también era trans y que tenía un gran interés en que otras personas creyeran que eran trans) dijo: «¡No te preocupes por eso! ¡En un año más o menos de tomar hormonas, nadie va a saber que eras mujer!».
¡Eso es lo que había querido escuchar toda mi vida! Era doloroso haber sido una niña, y lo que quería era escapar de eso más que nada. De hecho, ni siquiera quería ser abiertamente transgénero. Quería ser un hombre, y no quería que una sola alma sobre la tierra supiera que yo había sido mujer alguna vez.
Eso se convirtió en su objetivo. Laura habló con sus padres en una conversación difícil, pero dice algo inesperado sobre esa noche en particular:
«El momento en que realmente me sentí más amada por ellos fue la noche en que salí del clóset. Ese día terminó en muchas lágrimas, en enojo y gritos. La realidad era que sabía que mis padres me amaban demasiado como para ceder a mis demandas. Estaban sollozando, suplicando y llorando. Dijeron: “Te ayudaremos. ¡Haremos lo que sea! Por favor, déjanos ayudarte. Permítenos aconsejarte”. Pero yo no quería tener nada que ver con eso. Recuerdo haber pensado, desearía que no me quisieran tanto, ¡porque solo quiero ir a hacer lo que quiero hacer!»
Después de la transición: esperanza diferida
Viviendo una vida dual, es como Laura describe los siguientes años. Mantuvo una relación con sus padres que se negaron a afirmar su identidad masculina, pero todos los demás en su vida creían que ella era «Jake». Laura cambió su apariencia física, sus amigos, su trabajo y todo lo que pudo para escapar de la vida de «Laura», de tal manera que solo sus padres y su pareja sentimental tenían idea de su verdadera historia. La esperanza siempre estuvo puesta en el siguiente paso de la transición: la próxima terapia hormonal, un cambio de nombre legal, la próxima cirugía.
Un punto de inflexión
«En el 2009 fui a San Francisco y tuve una mastectomía doble ambulatoria. Nunca olvidaré que lo que parecía el pináculo de mi vida, ese momento que había anhelado para afirmarme como hombre, realmente fue un punto de inflexión. Miro hacia atrás ahora, y sé que la gente estaba orando por mí, porque todo lo que estaba haciendo para ir más lejos en este estilo de vida, el Señor lo estaba usando para hacerme retroceder».
Solo unos días antes de su cirugía, la tía de Laura le envió un correo electrónico diciendo: «Laura, por favor no hagas esto. ¡Eres una chica tan hermosa! Estás siendo engañada por el diablo: ¡huye de esto, por favor!» Sabía que estaba arriesgando su relación, pero la tía de Laura no pudo evitar su convicción de enviar esta nota.
Laura dice: «Estaba tan enojada con mi tía que no hablé con ella durante unos tres años, pero puedo decirles que tuvo un efecto profundo en mi vida. Mientras estaba acostada en la mesa de operaciones, y miraba estas líneas de corte punteadas de color púrpura en todo mi pecho donde el médico estaba a punto de abrirme, pensé: “¿Y si ella tiene razón? ¿Y si realmente estoy en manos de Satanás? ¿Y si me despierto en el infierno?”. Y me puse a llorar un poquito, lágrimas no visibles, pero por dentro estaba muy aterrorizada. Por primera vez en años comencé a orar. Fue la primera vez que reconocí a Dios en mucho tiempo. Dije: “Dios, sé que esta no es Tu voluntad, pero tengo que hacer esto. Este es quien soy. Por favor, perdóname la vida”».
En esa fría mesa de operaciones, en lo que podría haber sido uno de los días más oscuros de su vida, la historia de Laura está marcada con un hilo de esperanza. Aunque la familia de Laura podría haber estado tentada a creer que este siguiente paso de su transición significaba que se perdería toda la esperanza, su verdadera transformación estaba a punto de comenzar.
Nota: La historia de Laura Perry ha sido adaptada del programa de Arraigadas. Escucha su testimonio completo aquí.
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