Su Palabra no está lejos

Escrito por: Patricia Pérez

«Este mandamiento que yo te ordeno hoy no es muy difícil para ti, ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros al cielo para traérnoslo y hacérnoslo oír a fin de que lo guardemos?”. Ni está más allá del mar, para que digas: “¿Quién cruzará el mar por nosotros, para traérnoslo y para hacérnoslo oír, ¿a fin de que lo guardemos?”. Pues la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes». -Deuteronomio 30:11-14

Me llamaron la atención estos dos versículos que acabamos de leer. Dos capítulos atrás, Dios enseñaba al pueblo de Israel cómo iba a bendecirles si le obedecían, y también estaba mostrándoles las consecuencias de desobedecer Sus mandatos. El Señor les hablaba diciéndoles que si se arrepentían de sus malos caminos y se volvían a Él, mostraría Su misericordia y les recogería de donde estuvieran para circuncidar su corazón, o sea, quitarles lo malo, y entonces pudieran amarlo. Les dijo que, al obedecerle, les haría abundar en toda obra de sus manos, y que Él mismo, Jehová Dios, se gozaría para bien sobre cada uno.

En el versículo 15 del capítulo 30, parafraseando, les dice estas palabras: «Mira, no es difícil, hazlo; ya puse delante de ti el bien y el mal, la vida y la muerte». Añadiendo el Señor estas palabras dignas para motivar a cualquiera y hacer lo correcto: «Hoy te ordeno amar al Señor tu Dios, andar en sus caminos y guardar sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y te multipliques, a fin de que el Señor tu Dios te bendiga en la tierra que vas a entrar para poseerla» (Dt. 30:16). En 1 Juan 5:3 nos dice: «Porque este es el amor de Dios: que guardemos Sus mandamientos, y Sus mandamientos no son difíciles».

Es notoria la fuerte intención del Señor hacia los Suyos, incluidas nosotras Sus hijas, a no solo leer Su Palabra, sino a prestar atención a Sus mandatos y obedecerle. De esa forma nos irá bien. Porque en Él, todo tiene propósitos de bendición y Sus planes son de bienestar y no de calamidad, para darnos un futuro y una esperanza (Jer. 29:11).

Hoy día no hay pretexto, creo que más bien es falta de deseo y voluntad, intención personal y compromiso con Dios, o ambas. Pero ¡gloria a Dios que hay oportunidad para el arrepentimiento! Podemos pedirle perdón por no mostrar interés y volvernos a Él de todo corazón.

Gracias a Dios hoy tenemos al alcance las Escrituras completas en nuestro idioma y de distintas formas, tamaños y colores. Las hay especiales para mujeres, para hombres, para niños, para pastores, etc. Las hay incluso en diversas versiones que muchas veces nos ayudan a comprender mejor un pasaje o nos amplían la forma de verlo. Pero ojo, debemos tener cuidado que no salga del contexto y consejo completo del Señor, pues también está el peligro de hombres que han agregado o quitado Palabra del Señor (Dt. 4:2), torciendo las Escrituras para su propia perdición (2 Pd. 3:16).

Ahora bien, veamos algunos ejemplos en la Biblia de hombres que no tenían las Escrituras o tenían parte de ellas, y son ejemplos de obediencia y temor a Dios. Modelos que nos confrontan, pues aun sin las Escrituras, caminaron con Dios. Su fe y amor al Dios verdadero fue tan grande, que Dios se agradó de ellos de maneras sorprendentes.

ENOC

Enoc fue traspuesto, o sea, que no murió, sino que fue llevado por Dios, de la tierra al cielo. ¡Qué privilegio!

NOÉ

Noé, nombrado por Dios como varón justo, quien dentro de un arca fue librado del juicio de Dios que destruiría la tierra por medio de un diluvio a causa de la maldad de los hombres, pues la tierra se había corrompido y estaba llena de violencia (Gn. 6:11). Muy parecido al tiempo actual que debe movernos a rogar y clamar ante el Señor por Su misericordia y Su favor, para guardarnos del mal, en fe, pureza y santidad. En un tiempo donde incluso se burlaban del mensaje de Dios y vivían en placeres mundanos, que para nada aprovechan, Noé fue sostenido por Dios, a causa de Su temor a Él.

ABRAHAM

¿Qué decir de Abraham? Su fe, amor y pronta obediencia a Dios fueron motivos que agradaron al Señor, y lo llamó Su amigo (Is. 41:8).

SAMUEL

Dice 1 Samuel 3:19 que Jehová estaba con él, y que no dejó caer a tierra ninguna de las Palabras del Señor. ¡Wow! Eso es prestar atención con intención y cuidado para agradar a Dios.

Jesús nos dejó una enseñanza muy hermosa y valiosa en Mateo 4:4, que dice: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

Concluimos, entonces, que obedecer la Palabra del Señor es un resultado de amarlo, de haber recibido Su Espíritu, quien nos da entendimiento para comprenderla. De esta manera podemos anclarnos a la roca que es Cristo, correspondiendo ante tal sacrificio de amor mostrado en la cruz para salvarnos y ser fieles a Él cada día de la vida que nos da (Prov. 4:10-13).

Si para el Señor, Su Palabra es de suma importancia, debe serlo también para nosotras. Demanda de los Suyos que la guarden en la mente y en el corazón. Debe ser la ración más grande de nuestro alimento espiritual, un deseo diario y continuo de saborear Su verdad hasta que nuestro corazón y vida expresen: «¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación» (Sal. 119:97).

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