Veo los comentarios que circulan en la blogosfera escritos por mujeres que están sorprendidas de que alguien pueda vivir en estos tiempos creyendo en las directrices de la Biblia para una esposa cristiana de cultivar un espíritu sumiso hacia su esposo. Concluyen que las únicas personas que promoverían esa noción tan horriblemente fuera de moda y extravagante serían hombres egoístas, abusivos y patanes; o mujeres terriblemente mal dirigidas quienes son pasivas, dóciles y con el cerebro medio muerto… Con algunas bombillas quemadas, para decirlo de esa manera.
Corté, pegué y guardé ciertos comentarios. A continuación algunos ejemplos:
[El Manifiesto de la mujer verdadera es] una receta para hacer que la hermosa, inteligente y capaz creación femenina de Dios se convierta en una alfombra. [Eso motiva] a todas las mujeres a ser pasivas, incapaces, muñecas inflables condenadas a una existencia de comedia de 1950 en los suburbios.
Las mujeres no son alfombras, saco de dar puñetazos, juguetes sexuales, estufas o lavadoras. Somos seres humanos con un cerebro y cualquier mujer que acepte esas enseñanzas, ha perdido su mente. Y siendo mujeres ateas con cerebro, puedo separar los hechos de la ficción y el estiércol de las rosas.
Cualquier mujer que se someta a ese tratamiento tiene MUY baja, si no ninguna autoestima, y debería buscar ayuda de profesionales de la salud mental, ¡INMEDIATAMENTE! Cualquier esposo que trata a su esposa de esa manera, no es un HOMBRE, sino un egoísta, un retrasado emocional, intelectualmente desafiado, NIÑO, obsesionado con la gratificación del EGO, con conducta manifiesta de control y dominio sobre otros, en pocas palabras, ¡un verdadero fracasado!
Es una percepción común entender que las mujeres que creen en la sumisión son alfombras o estúpidas. Pero he creído en la sumisión por largo tiempo, y no soy ninguna de las dos. Soy una mujer fuerte, tengo mis opiniones y soy pensante. Si preguntas a mi familia y amigos, estoy segura de que ni «alfombra» ni «estúpida» aparecerán en sus listas. Olvidadiza, quizás (No puedo contar la cantidad de veces que caminé los pasillos del parqueo tratando de recordar dónde dejé mi carro) pero definitivamente no soy estúpida.
En la práctica, creo que vivir la sumisión bíblica en esta cultura requiere más fortaleza y cerebro que dejarse llevar por los razonamientos populares. Es una de las cosas más radicales, valientes e inteligentes que una mujer cristiana puede hacer. Quienes creen que la sumisión requiere pasividad, o que las mujeres apaguen sus cerebros, simplemente no entienden a lo que se refiere la autoridad bíblica y la sumisión.
¿Estás de acuerdo? ¿Piensas que la sumisión requiere fortaleza y cerebro? ¿O piensas que la mujer sumisa es como una alfombra o muñeca inflable? Explica por qué.
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