La verdad es que, en retrospectiva, todo se ve más claro. Viendo hacia atrás en mis años de soltera adulta, quería ser un modelo de gracia y paciencia, confiando en Dios en cada paso en el camino. Pero no lo era. Ni siquiera me acercaba.
Me casé poco antes de cumplir 33. Para algunas, eso luce como una eternidad; y para otras, una gota en el mar. Fue un tiempo más largo de lo que esperaba estar soltera. Y durante una buena porción de esos años, estuve llena de angustia, tristeza y desconfianza.
Claro que por fuera lucía bien. Servía fielmente en mi iglesia, incluso me mudé 3,500 millas para mi ministerio vocacional. Pero por dentro, quería más. Deseaba a alguien que me quisiera por encima de todos los demás. Muchas noches me quedé dormida llorando.
La razón principal por la que no tenía ni la paz ni el gozo de Dios durante mi soltería, fue por haber creído una mentira. En ese momento, no podía describirlo. Pero en lo profundo de mi ser, sentía que Dios ni me miraba, ni me oía ni me amaba, porque no me cumplía mi más grande deseo. Era un mensaje que venía directo del padre de la mentira, y yo me tragué el anzuelo, sedal y plomo, por completo.
Recuerda el misterio de Dios
La hermosa verdad era que mi espera tenía que ver, en todo, con el amor de mi Padre celestial hacia mí. El apóstol Pablo en Romanos 11:33 dice que la sabiduría, el conocimiento y los caminos de Dios son insondables e inescrutables. En otras palabras, Él es tan grande y nosotros tan pequeños que somos literalmente incapaces de comprender todo lo que Él está haciendo en nuestra vida. Aun así, cuando estamos confundidas, todavía Él es digno de toda nuestra confianza (Salmo 103:11)
Confía en que Dios está a favor tuyo
Pero los ojos de mi corazón no podían ver que todas las cosas nos llegan a través del filtro de la sabiduría y amor del Padre –incluyendo mi soltería. Mi profundo deseo de intimidad, conexión y seguridad superaba mi fe en que Dios estaba completamente a mi favor. Afirmaciones como “Dios te concederá cada uno de tus deseos” o “Aprende a tener contentamiento, y entonces Dios lo traerá” me dejaban desalentada, sintiendo que la fe era como un gran juego transaccional. Yo oraba, pedía y buscaba, pero seguía batallando con el dolor de la soledad.
Durante mi soltería el Señor me conducía paso a paso hacia algo aún mejor que un esposo: Su infinito valor. ¿Confiar en Dios significa que mi deseo por un esposo debió desaparecer? ¿Amar a Dios plenamente significa que debo dejar de esperar y orar por el regalo del matrimonio? No. Pero pacientemente Él obraba en mostrarme que Dios Mismo es intrínsecamente mejor que el más apreciado esposo. Dios Mismo es más fiel, gentil, duradero y poderoso que cualquiera con quien me casara. Dios Mismo es mejor que el más valioso regalo terrenal.
Atesora al Dios del Universo
Yo media el amor de Dios por mí, basándome en si me concedía mi deseo más profundo. Pero Él expresó Su amor por mí, reteniendo lo bueno, para que pudiera atesorar lo incalculable.
En su insondable amor, el Dios Santo del universo envió a Su Único Hijo a morir una muerte espantosa, para que yo, Su enemiga, pudiera convertirme en Su hija. En el gran intercambio del Calvario, el Señor me mostró Su amor sacrificial e incomparable: Su vida por la mía. Él no escatimó nada para rescatarme de la oscuridad. Pero yo, en mi anhelo por un esposo, me volvía insensible a la riqueza del amor de Cristo.
La verdad es que no podía cultivar contentamiento en mis propias fuerzas. Necesitaba clamar a mi Padre por la gracia y el poder para conocer que Él era mejor que cualquier otra cosa en esta vida. Solamente Su poder me convencería de que Su provisión diaria por mí, realmente es una expresión de Su abundante amor. Durante todo ese tiempo, Él nunca dejó de escuchar mis oraciones, aun cuando mi fe era débil. ¡Él estaba a mi favor! (Salmo 56:8-9)
Recuerda que Él no se rendirá
Gracias a Dios, Él nunca dejó de perseguirme con esta verdad. Quisiera poder decir que ya tenía todo resuelto desde antes del matrimonio. Pero no fue así. ¿Creció mi confianza en el amor de Dios por mí cuando Él contestó mi oración por un esposo? Por supuesto. Pero las batallas de fe, que libramos durante la soltería no desaparecen instantáneamente cuando decimos “Sí, acepto.” La mayoría de las veces, las llevamos con nosotras al matrimonio.
Para mí, el aprender a valorar el infinito valor de Cristo floreció a través de los problemas en el matrimonio. Enfermedad crónica e interrupción de los planes de tener hijos fueron la provisión que Dios escogió para grabar en mi corazón la verdad de Su gracia y amor por mí.
De igual manera, como mujer soltera, tu confianza en el amor de Dios por ti, puede crecer ya sea que Él conteste o no, tu oración por un esposo. Cuando ves a Dios aumentar tus afectos por Él, puedes estar segura de que eres Su hija (Ro. 5:5). Dios nunca retiene lo que es infinitamente mejor para Sus hijos (Él Mismo), aun cuando decida no cumplir uno o más de nuestros deseos en la tierra. Y cuando nuestro afecto por Cristo crezca, las cosas de esta tierra, aun las buenas, palidecen en comparación con Él.
Continúa confiando y pidiendo
Las preguntas que continúo preguntándome hoy, son también las preguntas que puedes preguntarte como mujer soltera:
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¿Creo lo que la Biblia dice acerca del amor y fidelidad de Dios para con Sus hijos aun cuando mi vida no marche bien?
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¿Encuentro que Jesús es infinitamente más valioso que cualquier otro regalo en esta vida?
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¿Mido el amor de Dios por mí de acuerdo a lo que Él está haciendo por mí actualmente, o de acuerdo a Su sacrificio en la cruz?
En nuestras propias fuerzas no es posible deleitarnos en la dulzura y valor supremo de Jesús por encima de todo lo demás. Y, sin embargo, con Su gracia nuestros corazones crecerán en fe y reposo. Esta gracia es para ti, si eres hija de Dios. Quizá nunca sepas por qué Él retarda el matrimonio, pero descansa en la seguridad de que, como hija Suya, ¡Dios no te ha abandonado! Al que no eximió ni a Su propio Hijo para tu bien supremo, ciertamente te concederá todo lo que necesites, mientras sigues a Jesús en esta vida. (Ro. 8:32)
Nos encantaría orar por ti. ¿Estás luchando para creer en el amor de Dios por ti aun en tu soltería?
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