¡Si, acepto!: Un compromiso con aroma a gratitud.

La música del fondo comienza a sonar suavemente, se escuchan las risas y la emoción a tu alrededor y de repente te percatas que tu amado está de rodillas con una sortija de compromiso pidiéndote que seas su esposa y lo acompañes el resto de sus días. Las lágrimas recorren tus mejillas y un sentimiento de profunda emoción recorre por tus venas. Tu corazón comienza a palpitar y solo ves tu mano y te preguntas ‘¿esto es real?’, y pronuncias las palabras él tanto deseaba escuchar: ‘¡Sí, acepto! quiero pasar el resto de mi vida contigo’.

Así da un giro la historia de estos jóvenes; dos personas desconocidas que formaron una amistad; se enamoraron y tomaron la decisión de buscar la voluntad de Dios en un noviazgo hasta que Él confirmara Sus propósitos poniendo el peso en el hombre de dar el paso para comprometerse con aquella joven que Dios en Su tiempo perfecto había escogido para él. Ésta ha sido mi historia y en unos meses estaré caminando hacia el altar, vestida de blanco para celebrar la bondad de Dios en nuestras vidas al unirnos como esposos.

Quiero compartirles cinco cosas vitales que agradezco a Dios haberme enseñado durante este proceso de noviazgo y compromiso:

1. ¡Gracias Dios por romper los ídolos de mi corazón!

La gente suele reconocer en mí la paciencia. Cuando me examino a mí misma, es uno de los atributos que más lucha me da. Dios se ha encargado de formar en mi corazón la espera, no bajo mis términos ni en mi tiempo sino en el Suyo.

Desde hace unos seis años comencé a ver que mis amigas se estaban casando; no niego que cada vez que desfilaba en sus bodas, mi corazón se apretaba.  En ocasiones, le preguntaba a Dios si se había olvidado de mí o en otras ocasiones me preguntaba ‘¿qué más me falta por alcanzar para que llegue ese momento?’ Fue entonces cuando comencé a compartir más intencionalmente con las mujeres más adultas de mi iglesia a quienes siempre hacía la misma pregunta: ‘¿Cómo Dios escribió la historia de amor en tu vida?’ Increíble que mientras relatabas su historia, todas tenían un factor en común. No era su amado, sino lo que Dios hizo en sus corazones; para romper el ídolo del egocentrismo: “Todo se trata de mí y es como yo quiera”; el ídolo del control: “Es a mi manera y como a mí me guste”; el ídolo de la impaciencia: “Es cuando yo quiera”; y el ídolo de la envidia “Quiero tener lo que ella tiene o llegar a ser como esta persona y así Dios responderá a mis oraciones”. Me sentí tan identificada con cada anécdota, pues Dios también había estado tomando un martillo para ir destruyendo esos ídolos en mi vida y darme una clara convicción de que no necesito a un hombre para sentirme plena, solo necesito a Cristo. Él es suficiente para todas mis necesidades y en Su bondad, si a Él le place me permitirá glorificarle aún más siendo esposa. Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” - Eclesiastés 3:1

2. ¡Gracias Dios porque Tú tornas la debilidad en fortaleza!

En estos últimos cuatro años he luchado con la ansiedad. Constantes ataques de pánico me paralizaban a poder llevar una vida en libertad. En Su gran amor y misericordia, Dios utilizó esta debilidad, este aguijón que desesperadamente yo quería quitar de mi vida, para entender la grandeza Su poder y Su soberanía. Aprendí a través de la Palabra y de algunos libros que “no soy la única” y que mi Padre Celestial ha prometido estar en mi vida sin que nada me arrebate de Su mano. Cuando llegaban estos pensamientos irracionales de “Qué pasaría si…” aprendí a estar hablando con Dios constantemente, recordarme Su Palabra para darme paz, aunque ocurra la peor circunstancia; Dios en Su Palabra dice que no nos dará nada más de lo que podamos soportar.

Mi Padre Celestial ha utilizado mi pecado de la ansiedad para que yo conozca más mi corazón y entienda que: “Mi lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.  Por tanto, tomó toda la armadura de Dios, para que pueda resistir en el día malo, y habiendo hecho todo, estar firme.” Efesios 6:12. Sobre todo, recordar que, aunque falle mil veces, la gracia de Dios me restaura. ¡Grande es su fidelidad!

Cuando conocí a mi prometido, la ansiedad continuaba, pero por las lecciones que Dios me había enseñado, había aprendido a tener cuidado de no buscar refugio en mi novio. Dios continuó enseñándome a correr al Creador y no a la criatura, donde realmente he encontrado Su paz.

Una de las cosas que me maravillan del Señor, es como Él ha usado a mi novio también para empujarme a correr al Creador en mis tiempos de debilidad. En esos momentos miro hacia atrás y le doy gracias a Dios por Sus enseñanzas en medio de la debilidad y por darme, en Su tiempo, un hombre que me empuja a confiar más en mi Señor y no en él, ni en mis fuerzas.

3. ¡Gracias Dios por el ejemplo y mentoría de mis amigas adultas!

Hace unos años, Dios puso en mí el deseo de conocer más la vida de algunas mujeres de mi iglesia. Observaba sus vidas muy perfectas, sus casas siempre organizadas, muy hospitalarias y amables. En muchos momentos pensé: “Quiero parecerme a ellas cuando me case”. Dios orquestó múltiples oportunidades: actividades de servicio juntas, grupos de mujeres, conferencias, cumpleaños o simplemente porque son amigas de mi madre o yo cuidaba a sus hijos, pude conversar con muchas de aquellas a quienes admiraba. Me mostraron con transparencia y total honestidad cómo la gracia de Dios las sostenía. Me comentaban sus luchas, debilidades y me mostraban al Gran Salvador que tenían.

Entendí que no eran mujeres perfectas sino la gracia de Dios que obraba perfectamente sobre ellas, haciéndolas amar más su diseño y en medio de su debilidad honrar a Dios. Y se los digo con lágrimas en mis ojos, el testimonio de estas mujeres cautivó tanto mi corazón que me impulsó a aprender más del diseño de Dios para la mujer, amar mi hogar actual y futuro, no ser autosuficiente y depender en la gracia de Dios para cada día. Hoy alabo a Dios porque sé que mi futuro hogar tendrá un pedacito de cada una de ellas y sobre todo el aroma de Cristo en cada rincón. Es mi deseo poder seguir traspasando ese legado que ellas me han enseñado ¡Cuán hermoso es el nombre de Jesús mi Rey! ¡De Él y para él será mi nuevo hogar!

4. ¡Gracias Dios por darle la sabiduría a mi madre durante mi crianza!

“Un árbol no puede crecer si sus raíces no están sembradas correctamente en la tierra que le permitirá crecer y fortalecerse.” Dios en Su gran bondad me colocó en el hogar que El determinó y donde me permitió conocerle más intencionalmente. Esta es una bendición que le he pedido a Dios no dar por sentado cada día.

Mi madre, con sabiduría, siendo madre soltera, luego de un divorcio, cuando yo apenas tenía 3 años, me enseñó el valor que se tiene en Cristo, la organización que debe tener un hogar, cocinar, ser hospitalaria, agradecer lo que Dios nos había provisto, aunque fuera en pequeñas proporciones o a través de regalo de otros y a escudriñar la Palabra. Mi madre ha sido un testimonio de perseverancia y determinación, al confiar en Dios plenamente en medio de la escasez y debilidad. Nunca dejó de mostrarme con su vida cómo su identidad, valor y fortaleza estaba en Cristo. Uno de sus lemas en medio de cualquier situación era: “…Porque separados de mí (CRISTO) nada podéis hacer.” Juan 15:5 Esas fueron las enseñanzas que Dios me permitió recibir para ser la mujer que soy y dar los pasos en el porvenir que Dios ha escrito para mi vida.

5. ¡Gracias Dios por el pasado, por lo que hoy haces y lo que harás!

Un día, sentada en la oficina de mi pastor, le comentaba cómo uno de mis mayores temores era entrar en una relación para luego pasar por algún proceso de divorcio o separación. Cuando profundizamos en el tema, éste era uno de los aspectos que más me inquietaban por lo que había vivido desde temprana edad en mi hogar. Le temía a que esta historia se repitiera en mi vida. Su consejo ante esto nunca se me olvida: “Dios es el autor de la vida, Él escribe tu historia, tu vida está en Sus manos. Lo que Dios te tiene, será lo mejor para ti.” Recuerdo que con muchas lágrimas dudaba de esa soberanía de mi Dios y al igual que Sara, hasta me reí en mi incredulidad. Dos meses después de esa conversación, Dios trajo a mi vida el hombre que sobrepasa lo que una vez pude haber anhelado y que aun con sus debilidades, es lo mejor que me ha dado mi Padre Celestial.

Doy gracias a Dios por cada situación vivida, aun el hecho de tener a mis padres separados y amarlos por su cuidado para conmigo y su empeño por recordarme que Dios restaura y obra con un plan perfecto en nuestras vidas. Aprendí que no tendré un matrimonio perfecto, pero Cristo será nuestro Ayudador, nuestra Roca inconmovible y nuestro Norte ante cada prueba, crisis y obstáculo. Él es el Dador de todas las cosas y con Él estamos dispuestos a caminar como un cordón de tres dobleces, hasta que el Señor nos llame a Su presencia. Nuestras vidas y nuestro matrimonio están en Sus manos.

Amiga lectora, recuerda una de las maravillosas promesas de Dios para nuestras vidas: ¡Nuestra esperanza está en Jesús, solo Él nuestra Roca es! ¡Nuestra ancla firme está en El!

¿Y tú, por cuáles enseñanzas recibidas agradeces a Dios hoy?

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Sobre el autor

Natalie Mariel Castillo Franco

Natalie está casada con Jordano y juntos tienen a Elena, el milagro que Dios les entregó. Ellos están comprometidos en ser una familia que glorifique el nombre de Dios.

Natalie ha abrazado el diseño de Dios en su vida, en … leer más …


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