La mayoría de nosotras admiramos la belleza de un semental salvaje (pista, banda sonora de El Hombre Que Llegó de Snowy River), pero su naturaleza indomable rara vez resulta útil a los propósitos de su dueño.
En contraste, un caballo domado cede a la voluntad de su amo, no se inclina a seguir su instinto desenfrenado. Un caballo domado puede ser montado; es apto para el servicio.
De la misma manera, un espíritu quebrantado nos hace moldeables en las manos de Dios y es un prerrequisito para el avivamiento espiritual que tan apasionadamente buscamos juntas.
Quebrantamiento es cuando nuestra voluntad se hace añicos para que la vida de Jesús se refleje a través nuestro. Nancy DeMoss Wolgemuth lo dice de manera sencilla,
“Nunca conoceremos a Dios en avivamiento hasta que primero le hayamos encontrado en el quebrantamiento.”
¡Clama! Es la oportunidad de tener un tiempo prolongado de oración enfocada, donde cada una de nosotras pediremos a Dios que comience Su obra de avivamiento en nosotras y donde podemos pedir a nuestro Padre quien es digno de confianza, que amorosamente nos “quebrante” para Su servicio.
¿Has rendido tu voluntad a Dios? ¿Qué rastros de obstinación te quedan todavía?
¿Has abandonado tus viejas pasiones, reemplazándolas con prioridades bíblicas?
Inicio de oración personal: “Señor ¿Realmente mi voluntad se ha quebrantado ante Ti? ¿Existe alguna área de mi corazón que aún no esté rendida y que me esté impidiendo ser usada por completo para Tus propósitos?
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