En el umbral de un nuevo año, muchas de nosotras nos encontramos reflexionando sobre el pasado y estableciendo metas para el futuro. Mientras que las resoluciones típicas a menudo giran en torno a la salud, la carrera y el desarrollo personal, hay una resolución que puede transformar nuestras vidas de manera profunda: convertirse en una «Mujer de la Palabra». El día hoy, ya casi terminando el 2023, quisiera que exploremos juntas lo que significa ser una mujer profundamente arraigada en la Palabra de Dios, confiar en que Él es nuestra ancla firme y que podemos encontrar gozo en este caminar de la vida cristiana mientras navegamos las aguas de este mundo terrenal.
El poder de la Palabra de Dios
La Biblia es más que un libro: es la Palabra de Dios viva y eficaz. Es la palabra inspirada por Él, es la única fuente de sabiduría, guía y consuelo en la que podemos confiar. Al sumergirnos en sus páginas, podemos comprender mejor el carácter de Dios y Sus planes para nuestras vidas. Es por eso que, en Aviva Nuestros Corazones, siempre animamos a las mujeres a que hagan de la Palabra de Dios y el estudio de la misma una prioridad. Y este próximo 2024 iniciamos un nuevo reto de lectura bíblica de manera cronológica. Así que si todavía no te has decidido cuál plan de lectura harás, te invito a que puedas ver este nuevo reto.
Una de las metas que todo creyente debe tener cada nuevo año es el estudio de la Palabra de Dios. Y si tú ya estás decidida en cuanto al plan que vas a realizar al embarcarte en este viaje, considera la posibilidad de dedicar un tiempo cada día a leer y meditar las Escrituras. Puedes empezar con un libro o tema específico, o simplemente abrir la Biblia y empezar a leerla de tapa a tapa. La clave es la constancia y un corazón dispuesto a recibir el mensaje de Dios.
Confiar en Dios como ancla
Uno de los temas que más me fascinan es el de los atributos de Dios, la Biblia está llena de ellos, y cuando vemos en el lenguaje poético que se utilizan ejemplos de lo que es Dios para nosotros, uno de los que llegan a mi mente es que Dios es nuestro refugio, es nuestra ancla firme.
La vida puede ser tumultuosa, llena de altibajos. En esos momentos es fácil sentirse a la deriva, como un barco sin ancla. Pero cuando nos decidimos a ser mujeres de la Palabra, aprendemos a confiar en que Dios es nuestra ancla inquebrantable.
Hebreos 6:19 nos dice: «Tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo». Confiar en Dios significa creer que, incluso en las tormentas más feroces de la vida, Él nos mantendrá firmes. Esta confianza se construye a través de una relación profunda e íntima con Dios que se alimenta sumergiéndonos en Su Palabra. Cuando conocemos más y más Su carácter, podemos enfrentar mejor los momentos difíciles cuando las olas nos cubren, cuando nuestra barca parece que va a irse a la deriva; en esos momentos es que podemos recordar estas verdades y saber que Él nos llevará a puerto seguro.
Gozo en el camino
Convertirse en una mujer de la Palabra no es una tarea pesada, sino un viaje lleno de alegría y plenitud. Cuanto más nos sumergimos en las Escrituras, más descubrimos el inmenso amor y la gracia que Dios nos tiene. Esta revelación nos llena de un gozo permanente que no depende de las circunstancias, sino de la naturaleza inmutable de Dios. Pero este gozo solo viene cuando de manera intencional buscamos apartar ese tiempo y dedicarlo a Él.
Sabemos que la vida puede lucir diferente según las etapas en las que estamos, pero sea cual sea la etapa en la que estés, lo que no puede faltar es que tomes tiempo para Dios. Sé intencional en ello.
El Salmo 119:111 nos dice: «Tus testimonios he tomado como herencia para siempre, porque son el gozo de mi corazón». Este es un salmo bellísimo donde el centro es todo lo que la Palabra de Dios puede llegar a ser para la vida de un creyente. A medida que estudiamos la Palabra de Dios, comenzamos a ver que no es un deber sino un deleite. Encontramos alegría en el conocimiento de que estamos creciendo más cerca de nuestro Creador y convirtiéndonos en las mujeres que Él nos diseñó para ser.
Aplicar la Palabra de Dios en nuestras vidas
Convertirse en una mujer de la Palabra no es solamente cuestión de conocimiento; es cuestión de transformación. Mientras más leemos, meditamos y estudiamos la Biblia, también debemos esforzarnos por aplicar Sus principios a nuestras vidas. Esto significa vivir el amor, la compasión y la gracia que Dios nos enseña a través de Su Palabra.
Santiago 1:22 nos recuerda: «Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos». Aplicar la Palabra de Dios en nuestra vida diaria nos permite predicar con el ejemplo y convertirnos en testimonios vivientes de Su amor. No es ser contenciosos, no es un conocimiento vano, no es buscar lucir como sabelotodo, es vivir de forma que agrade a Dios y que apunte a otros a Cristo.
Así que, mis amadas hermanas, de cara al próximo año, comprometámonos decididamente a convertirnos en mujeres de la Palabra mediante la lectura diaria de las Escrituras, la confianza inquebrantable en Dios como nuestra ancla firme y la búsqueda del gozo en Su presencia, porque es allí donde podemos experimentar una relación más profunda y satisfactoria con nuestro Creador. Al aplicar Sus enseñanzas en nuestras vidas, nos convertimos en faros de Su luz en un mundo que la necesita desesperadamente. Por tanto, deseemos un año de transformación, confianza y gozo permanente como mujeres de la Palabra de Dios.
¡Nos vemos el próximo 2024!
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