Día 16: Una madre enojada
“Como ciudad derribada y sin muro, Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda " Proverbios 25:28. RV
Antes de que tener los niños yo vivía más fresca que un pepino, pero la maternidad tiene una extraña manera de sacar mis garras. A veces quiero gritar. A veces quiero patalear fuera de la habitación. A veces quiero confrontarlos. Pero entonces recuerdo que tienen dos y cuatro años. Yo soy la adulta, y con el tiempo harán lo que ven. No importa cómo mis hijos se comporten, la Biblia no me permite pecar en mi frustración, agotamiento, o ira.
La maternidad no es una excusa para la falta de auto-control en cualquier área. Esta es una lección que tal vez aprendemos mejor durante el embarazo. Consumir algunas calorías extras durante el embarazo, te hacen tener un bebé sano y un cuerpo manejable después del parto. Si utilizas el embarazo como excusa para enviar a tu esposo a medianoche corriendo a buscarte helado y comes nachos para el desayuno, podrás tener un bebé sano, pero hasta que el empiece kindergarten, continuarás ejercitándote en la caminadora.
La maternidad tiene una manera de hacernos fuertes. Conecta esas áreas en las que carecemos de autocontrol o gravitamos hacia el pecado. Una vez conectadas, debemos depender de Dios para encarrilarnos y volver a dirigirnos hacia un comportamiento justo.
Cuando nos falta autocontrol como madres se derriban los muros de seguridad de nuestros hijos. Si no saben cómo va a reaccionar mamá, no se sentirán seguros. Si no podemos modelarles dominio propio, no van a ser capaces de exhibirlo ellos mismos. No importa los retos que enfrentes como madre hoy en día, lo cansada que estés, o lo mucho que puedas querer gritar y gritar, Dios te llama al dominio propio. Si esto parece imposible, aquí está la buena noticia:
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley." (Gálatas 5:22–23 LBLA).
Dominio propio (junto con muchas otras buenas cualidades que necesitamos como madres) es la evidencia de la obra de Dios en nosotros. No tenemos que proclamarlo o hacer que suceda; es un fruto que Dios va a hacer crecer en nuestras vidas si se lo pedimos.
Modo de Hacerlo: Autoevaluarse.
Determina un área de tu maternidad en la que carezcas de dominio propio. Tal vez sea la ira, como yo. Tal vez es el estrés de las comidas o fallar en mantener la disciplina. Pídele a Dios que produzca el fruto del dominio propio en tu vida en estas aéreas.
Oración de una Madre: Padre, gracias por hacer que mi vida produzca frutos. Enséñame como madre, a tener control de mí misma. Muéstrame cómo mi falta de dominio propio daña los muros de protección y seguridad en mi familia.
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