Hay virtudes olvidadas, acciones femeninas que son menospreciadas actualmente. La gentileza, dulzura, amor y servicio sacrificial, pureza, ternura, hospitalidad y bondad son dejadas a un lado, entre muchas otras. Algunas de ellas no solamente se han olvidado, sino que se han publicitado como “carentes de importancia”, o como “retrógradas”, “arcaicas” e “irrelevantes”.
Se nos anima a ponernos en el centro de todo, no a Dios y mucho menos a los demás. El mundo ha decidido vivir al revés.
Décadas atrás las mujeres eran entrenadas en virtudes distintivas a su sexo. Te invito a observar los cambios en la sociedad a través de los años, haz preguntas a las ancianas, investiga en diversos medios, presta atención al contraste entre las áreas que han mejorado y en las que hemos sufrido un grave retroceso. Si quieres, vuelves y nos cuentas en los comentarios.
¿Qué significa “virtud”?: La disposición habitual para hacer el bien. Cualidad moral que se considera buena. Cualidad moral general de las personas que practican el bien. Capacidad para producir un efecto determinado, especialmente de carácter positivo.
A la luz de esa definición preguntémonos: ¿Estamos llenas de virtud? ¿tenemos la disposición continua para hacer el bien? ¿somos morales? ¿qué produce nuestra vida? ¿qué efectos generamos a nuestro alrededor? Iré más allá, más que virtud: ¿Buscamos la santidad? Sin ella nadie verá al Señor.
“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer” Juan 15:5.
Si vivimos la vida que Él diseñó, reflejaremos el amor de Cristo en todo lugar, en cada etapa de la vida, siendo un testimonio vivo de Su amor, permaneciendo en Él y llevando mucho fruto.
Si somos Sus hijas y tenemos Su Palabra, seremos sal y luz, dedicándonos a anunciar y vivir una vida congruente con las virtudes de Aquél que nos llamó. Conscientes de nuestra necesidad de Cristo, de Su gracia y fiel provisión. Necesitamos estar pegadas a la vid.
Busquemos dar gloria al Padre rescatando, viviendo y enseñando esas virtudes que el mundo ridiculiza o considera innecesarias, tales como: la modestia, la castidad, la sumisión, la santidad, la mansedumbre, la humildad, el decoro, el pudor, el servicio generoso, el amor desinteresado, la regla de oro, entre otras.
Nuestro actuar deberá ser siempre producto de nuestra vida interior y no solo una teoría, una fachada o una careta. Nuestras acciones serán juzgadas por Aquel que lo ve todo, incluso nuestras intenciones.
La pureza en nuestra mente, cuerpo y corazón serán producidas por el Único que puede limpiar del pecado y traer salvación a nuestras vidas: Cristo. La virtud jamás podrá ser producida simplemente por “una decisión tenaz en nuestra carne por llevar cierto tipo de vida”. Lo indispensable es acudir a la fuente, ¡sin Dios estaremos perdidas! Él está lleno de virtud y son Sus virtudes las que debemos anunciar al mundo. (1ª P. 2:9).
Cristo es nuestro Salvador, el que rescata del hoyo nuestra vida y nos ha dado una nueva vida, otra oportunidad. Estemos disponibles a ser un instrumento de Su amor, dispuestas a vivir aquellas virtudes que hemos ignorado u olvidado por indiferencia o por los afanes de la vida y que seamos vasos limpios por fuera y por dentro, en cada pensamiento, motivación y decisiones. Por Su gracia podemos ser quienes jamás hubiéramos sido estando alejadas de Él.
HAZLO PERSONAL: Escribe este pasaje de Romanos 12:9–21 luego observa y encierra todas las acciones concretas que nos da para vivir en virtud y santidad, como Sus hijas. Comparte con nosotras tus pensamientos en los comentarios. ¿Qué virtudes consideras muy importante rescatar y ejemplificar? ¿Cuáles debes recordar más y vivir?,¿Con cuáles áreas luchas más? Oraremos por ti.
El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándoos a lo bueno. Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros; no seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, gozándoos en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración, contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran. Tened el mismo sentir unos con otros; no seáis altivos en vuestro pensar, sino condescendiendo con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor. Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonaras sobre su cabeza. No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal.
Día 21. Te invito a iniciar el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera, decidir a vivir virtuosamente.
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