“Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar…”
Santiago 1:19
¿Cuántas se han tomado una foto alguna vez? ¿A cuántas les gusta la fotografía pero no la han estudiado?
Yo soy una de ésas. Hace unos años compré una cámara que tiene diversas aplicaciones, pero siempre la usaba en automático. Hasta que me matriculé en una clase de fotografía para principiantes. Después de varias semanas de clase y de que la maestra nos explicara todas las cosas que la cámara puede hacer, fue que caí en cuenta de lo que tenía en mis manos por tantos años pero que no sabía manejar… o no me había interesado en conocer.
Entonces Dios impresionó mi corazón al enseñarme que: “Así somos con las personas con las que nos relacionamos todos los días; nuestra familia, nuestras amigas, nuestros hijos, nuestro esposo o novio, hasta con nosotras mismas y con Dios. Conocemos a una persona y nos interesamos en pasar tiempo con ella; hablamos por teléfono hasta el amanecer o nos escribimos por Internet con frecuencia.
Luego que pasa un tiempo, creemos que ya la conocemos lo suficiente para dar la relación por sentado y nos comportamos de modo automático. No nos percatamos que según pasa el tiempo, la relación va evolucionando y las etapas de la vida nos llevan a nuevos cambios, y con éstos, nuevos comportamientos y hábitos. El hombre con quien te casaste no es el mismo que el padre de tus hijos. El padre de tus hijos no es el mismo que el abuelo de tus nietos. Los pensamientos, creencias, sentimientos de tus amigas no son lo mismo hoy que ayer. Tu hijo malcriado de pequeño no es el mismo que el hombre de hoy. Cuando nos hacemos conscientes de estos cambios, podemos permitirnos tomar un tiempo para “conocer” a esa persona que lleva con nosotras tantos años y que pusimos en “automático”.
¿Cómo podemos redescubrir a la persona que pasa tanto tiempo con nosotras?
1. Detente por un momento y pregúntate si tus relaciones están en “automático”.
2. Hazte el propósito de escuchar a las personas con las que te relacionas a un nuevo nivel.
3. Interésate por lo que la persona comparte.
4. Hazle preguntas acerca de su percepción de Dios, de la vida y las cosas.
5. Obsérvala y toma nota de lo que le gusta o le disgusta hoy y compara con la información que tenías ayer. Puede que sus gustos y disgustos hayan cambiado.
6. Ofrécele una nueva relación contigo. Pasa del automático a descubrir todas las demás cosas que tu relación puede aportar a esta nueva etapa de vida.
7. En tu relación con Dios, lee la Biblia de manera sistemática todos los años, y encontrarás a un Dios cuyo tesoro de sabiduría no cesa.
Lo más seguro te sorprendas de saber que tienes una persona totalmente diferente a tu lado que puede resultar más atractiva e interesante de lo que fue ayer.
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Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com
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