Según el diccionario escoger es tomar o elegir una o más cosas o personas entre otras. Y para ser sinceras debemos admitir que por lo general nos gusta más la idea de escoger, que hacer parte de un grupo de posibles escogidas.
Si eres como yo, cuando voy a eventos donde realizan sorteos, trato de no ilusionarme con ganar algo, porque estoy “casi segura” que mi número o mi nombre no será elegido. Bueno, al menos es algo que suele pasarme. Cuando era soltera luego de leerme el Libro “Él y ella, Dile sí al cortejo” de Joshua Harris (Lo recomiendo), tomé una actitud parecida a la que tomo frente a los sorteos. Pensaba, “no creo que un hermano piadoso de mi iglesia me escoja a mí dentro del grupo de hermanas solteras” “mis hermanas en la fe no tienen un pasado como el mío, así que mis opciones de ser escogida son muy pocas” “solo un hermano que entienda muy bien el evangelio me escogería como esposa”.
Recuerdo que con eso guardado en mi corazón viajé a Santo Domingo a la conferencia Mujer Verdadera 2015, donde siendo alimentada por conferencias cargadas de la Palabra, pude comprender que todo se trataba de un trabajo especial que Dios estaba haciendo en mi corazón. Era la preparación para entender de manera práctica lo que es el Evangelio; cómo una mujer, pecadora redimida pero con cicatrices del pasado experimentaría lo que el pueblo de Dios (La novia de Cristo) experimentó. Resulta que 4 meses después quién es mi esposo me escogió.
La Palabra de Dios dice «No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto» (Dt. 7:7-8 RVR1960, énfasis añadido).
No porque yo haya sido “la mejor cristiana” me escogió mi esposo, ni porque sea la mejor de todas las mujeres él hizo un pacto de amarme hasta el último de sus días, sino por la misma razón que nuestro Dios escogió a Su pueblo y prometió sustentarlo por toda la eternidad, por GRACIA. (Ef. 2:8-9).
Por la gracia de Dios, mi esposo y yo estamos cerca de cumplir 2 años de casados y agradezco a Dios que desde la Luna de miel haya llegado a nuestras manos el Libro escrito por el pastor John Piper “Pacto Matrimonial”, un recurso que da una perspectiva temporal y eterna del matrimonio, y les quiero compartir algunas de las enseñanzas que me han ayudado a mantener un enfoque bíblico acerca de mi unión con mi esposo.
¿De qué se trata el matrimonio?
¿Todo ha sido perfecto en nuestro matrimonio luego de leer el libro? La respuesta es no. Pero, sí nos ayudó a interiorizar que, “el matrimonio es una obra de Dios que existe para Su gloria, y que permanecer casados por lo tanto no se trata principalmente de permanecer enamorados. Se trata de guardar el pacto”.
«Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia» (Ef. 5:31-32 RVR1960)
Cristo se consideraba el novio que viene a buscar a su prometida, el verdadero pueblo de Dios. Él sabía que tenía que pagar por su novia con su propia sangre, Él llamó a esta relación el nuevo pacto- (Lc. 22:20)
¿Qué ilustra el matrimonio?
El matrimonio ilustra la manera en que Cristo y la Iglesia son uno. Cristo obtuvo la Iglesia e hizo un nuevo pacto con ella, un “matrimonio” inquebrantable.
Estas verdades son excelentes recordatorios:
- El matrimonio exhibe la gloria del amor, fiel al pacto, de Cristo.
- El matrimonio se trata principalmente de decir la verdad con nuestras vidas. Se trata de reflejar algo verdadero acerca de Jesucristo y de la manera en que él se relaciona con su pueblo. Se trata de mostrar en la vida real la gloria del evangelio.
- Jesús hizo propia a una novia imperfecta con el precio de su sangre y la cubrió con las prendas de su propia justicia. Él dijo: “Estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos… Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré” (Mt.28:20; Heb. 13:5). Con el matrimonio, Dios quiso exhibir al mundo esa realidad del evangelio. Por esta razón estamos casados.
Hermana soltera, si eres escogida para ser esposa, recuerda siempre, que fuiste escogida solo por GRACIA. ¡Alaba a Dios por eso!
Hermana casada, unámonos en oración para que nuestros matrimonios muestren al mundo una imagen preciosa del glorioso evangelio. Que con ayuda del Espíritu Santo podamos expresar la relación del pacto de Cristo con su Iglesia.
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