No importa cuán real hayamos experimentado la presencia de Dios en la cima de la montaña, tarde o temprano terminaremos en el valle preguntando “¿Dios dónde estás?”. Estas altas y bajas en el viaje de la fe es bastante común al pueblo de Dios. En un minuto te preguntas cómo fue posible que tu mente vagara dudando de Dios y en el próximo estás muy segura de que todo fue un invento de tu imaginación.
Aunque quisiéramos evitarlas, las épocas en el valle son buenas para nuestras almas. Nos presionan a caminar en fe verdadera, seguras del Dios en Quien confiamos, aunque no Lo veamos ni experimentemos Su presencia. Y como la mayoría de las cosas que son buenas para nosotras, los valles no son muy placenteros. Dios nos ha dado muchos medios de gracia para las épocas difíciles de nuestra vida (Su Palabra y la comunidad de la fe por mencionar algunos), pero hay uno que pocas veces veo que abrazamos: piedras.
Piedras de recordatorio en la Biblia
¿En qué puede ser útil una piedra? Por sí misma, en nada realmente. Pero a menudo el pueblo de Dios ha usado piedras para conmemorar momentos en que Dios se mostró a ellos de manera tangible.
Cuando Josué y su pueblo estaban a punto de entrar a la Tierra Prometida, Dios los hizo cruzar a través del Jordán sobre tierra seca. ¡Qué evento tan trascendental! Luego Él le ordenó a Josué que se asegurara de que se sacaran doce piedras del medio del Jordán para colocarlas como recordatorio en el campamento.
¿Por qué quería Dios que ellos tuvieran este recuerdo físico de ese momento? Josué da la respuesta en Josué 4:20-24:
Y aquellas doce piedras que habían sacado del Jordán, Josué las erigió en Gilgal. Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando vuestros hijos pregunten a sus padres el día de mañana, diciendo: “¿Qué significan estas piedras?”, entonces lo explicaréis a vuestros hijos, diciendo: “Israel cruzó este Jordán en tierra seca.” Porque el Señor vuestro Dios secó las aguas del Jordán delante de vosotros hasta que pasasteis, tal como el Señor vuestro Dios había hecho al mar Rojo, el cual El secó delante de nosotros hasta que pasamos, para que todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano del Señor es poderosa, a fin de que temáis al Señor vuestro Dios para siempre.
Vemos algo similar con Samuel. Israel había sufrido algunas derrotas al batallar contra los filisteos: 34,000 hombres habían muerto, el Arca del Pacto había sido tomada, y debido a que no fueron reverentes con el Arca cuando volvió a Israel, Dios mató 50,070 hombres (1ª Samuel 4-6).
En el capítulo 7, Samuel llamó al pueblo a arrepentirse y despojarse de dioses ajenos para que entonces Dios los liberara de los filisteos. Luego de arrepentirse los israelitas estaban a punto de enfrentarse a los filisteos de nuevo y era entendible que se sintieran atemorizados. Pero cuando Samuel intercedía por el pueblo “… el Señor tronó con gran estruendo aquel día contra los filisteos y los confundió, y fueron derrotados delante de Israel” (v.10) ¡Qué victoria!
En respuesta a ese gran momento en la historia de la nación “…Samuel tomó una piedra y la colocó entre Mizpa y Sen, y la llamó Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ha ayudado el Señor” (v. 12).
Éstos no son los únicos dos momentos en que un objeto físico fue utilizado para conmemorar la presencia tangible de Dios. Jacob tomó una piedra en Betel para recordar el lugar en donde Dios le habló y reafirmó Su pacto con su familia. Jesús mismo nos ordenó hacer cosas que son una representación física de realidades espirituales: La Cena del Señor nos recuerda el sacrificio de Jesús por nosotros y cómo nos sostiene; el bautismo nos recuerda que nuestra vieja naturaleza ha muerto y hemos sido levantadas a novedad de vida en Cristo.
Recordatorios visibles de verdades espirituales invisibles son una gracia para nosotras.
Recordatorios físicos de la cima de la montaña
Los ejemplos de Josué, Samuel y Jacob que mencioné arriba corresponden a experiencias de la cima de la montaña, momentos cuando Dios se manifestó en formas extraordinarias. En cada ocasión, se eligió un objeto cualquiera que, de no ser así, no hubiera tenido importancia alguna, y se le dio este propósito: recordarles en los años por venir, la fidelidad de Dios en ese momento.
Hemos coleccionado objetos con el mismo propósito. Actualmente, tengo cuatro piedras en mi closet. Cada una representa la fidelidad de Dios con nuestra familia en una época diferente. Algunas de esas épocas estaban llenas de provisión financiera sobrenatural cuando estuvimos en necesidad, y otras, fueron ocasiones en que Dios respondió nuestras oraciones de manera milagrosa. Cuando miro estas piedras, recuerdo cómo Dios se manifestó en cada una de esas épocas, cuán segura yo estaba de la provisión de Dios para nuestra familia y que Él verdaderamente estaba haciendo que todo cooperara para nuestro bien.
Hoy esas piedras constituyen una gracia enorme para mí cuando me encuentro en el valle y Dios parece ausente. Cuando mis oraciones parecerían estar chocando con el techo, puedo tomar la piedra de la época en que Dios me respondió con asombrosa claridad. Cuando se me hace difícil confiar en Dios porque Él parece estar permitiendo que mi vida se haga pedazos, puedo tomar esa piedra que me recuerda cómo Él me protegió en el pasado a través de circunstancias difíciles.
Cuando no puedo ver ni experimentar a Dios, me ayuda ver y tocar un objeto que representa Su cercanía en mi pasado. Cuando me siento destruida con la duda y la falta de esperanza, sostengo una piedra de una época de fe y gozo me ayuda a luchar por fe en el Dios quien está cerca en ambas ocasiones. Esas piedras hacen a Dios tangible para mí.
La próxima vez que Dios se te revele a Sí mismo con claridad innegable o te libere de tus problemas, ¿por qué no tomar una piedra, una hoja o una rama? Busca una manera de recordar Su cercanía con algo físico a lo que puedas mirar más adelante. Y cuanto tus amigos o tus hijos te pregunten por qué esa roca está en tu manto, compárteles sobre la fidelidad de Dios en tu vida para que todos sepan “que la mano del Señor es poderosa, a fin de que temáis al Señor vuestro Dios para siempre”.
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