Rara providencia

Cierto día estaba pelando maíz. Mientras limpiaba las mazorcas para quitar las hojas, algunos granos se escapaban de los trozos cortados. Las gallinas detrás de las rejas del corral observaban ansiosas y con gran apetito esperando que algún grano de maíz cayera. En una oportunidad, tomé uno de los trozos y se los lancé, pero en mi mala puntería, el trozo le pegó en la cara a una gallina y esta se sacudió para luego darse cuenta de que le había caído un trozo en su jaula.

Aunque sabemos que ellas fueron creadas para andar sueltas por el patio, mi esposo y yo hemos decidido cercarlas para protegerlas de otros animales y de que se extravíen.

Entonces pensé en todas las veces que Dios me ha enviado Su providencia de maneras que no comprendo. Algunas veces veo cómo cae en mi plato lo que deseo y me regocijo; pero otras veces veo esta providencia como un golpe inesperado a mi rostro. Momentos desagradables, decepciones y desaires, conflictos no deseados, respuestas mudas como nubes grises que arrojan sombra en pleno invierno cuando con ansias deseo que el resplandor del sol me abrace y consuele mi corazón. Tiempos en los que deseo que mis jaulas sean abiertas y pueda correr con libertad, disfrutar del viento por un campo abierto como vuela ligera una pelusa de flor en el viento. Son esos momentos en los que ves al Señor obrando a tu favor y esclareciendo Su voluntad en ti. Ves esa transformación de tu alma y con gozo esperas el día en que despiertes satisfecha viéndote a Su semejanza y viendo Su rostro en justicia (Sal. 17:15). 

Sin embargo, no significa que este obrar solo ocurre de esta forma clara y con esta envoltura. También hay un obrar con una envoltura distinta, «una rara providencia». Así como ese trozo que golpea el rostro y dentro tiene la provisión que tu alma hambrienta desea; o como ese esmeril que sin su roce no habría filo, no podría ser útil el arma en las manos de quien desea usarla. 

«El artífice anima al fundidor, y el que alisa a martillo, al que bate el yunque». -Isaías 41:7b

Esa rara providencia es el fuego de la prueba que describe 1 Pedro 4:12-13: «Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo. Antes bien, en la medida en que comparten los padecimientos de Cristo, regocíjense, para que también en la revelación de Su gloria se regocijen con gran alegría».

Es también esa jaula que parece aislarte de tus sueños haciéndolos cada vez más lejanos. Pero puedes confiar en el amor y protección de tu Padre que quiere lo mejor para ti, evita que te extravíes o seas despedazada por el mundo. 

«Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final es camino de muerte». -Proverbios 16:25

«Por detrás y por delante me has cercado, y tu mano pusiste sobre mí. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es muy elevado, no lo puedo alcanzar». -Salmo 139:5-6

A diferencia mía, Dios no tiene mala puntería, Él sabe y ordena dónde debe caer la lluvia y la nieve. 

«Maravillosamente truena Dios con Su voz, haciendo grandes cosas que no comprendemos. Porque a la nieve dice: “Cae sobre la tierra”, y al aguacero y a la lluvia: “Sean fuertes”. Él sella la mano de todo hombre, para que todos conozcan Su obra». -Job 37:5-7

«Porque yo sé los planes que tengo para ustedes, declara el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza». -Jeremías 29:11

Aunque parezca que el tiempo pasa y no sucede nada, ¡sigue confiando, el Señor está trabajando! Así lo dice Juan 5:17: «Pero Jesús les respondió: “Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo”», y Filipenses 1:6: «Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús». 

Tal vez puedas pensar que hablar desde afuera sea fácil, pero de seguro quien habla desde afuera, ya estuvo adentro primero. Somos consoladas para consolar con lo mismo que hemos recibido.

Esa rara providencia puede golpearte, pero no dañarte; tiene envoltura de dolor para perfeccionarte. Es la concha que presiona la perla hermosa que está dentro, que luego será usada por Cristo para reflejar la belleza de Su gracia y amor.

Puedes confiar en que el que te cuida está en control y tiene amor suficiente para perdonar tus fallas y debilidades, darte seguridad y usar todas las cosas para tu bien conforme a Su propósito y llamado. Pon este memorial en tu frente:

«Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes». -Salmos 27:13

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Sobre el autor

Yeiner Matos

Yeiner vive en un pueblo costero del municipio de Mariel en la provincia Artemisa en Cuba. Está dedicada a su hogar y la crianza de sus dos hijas al lado de su esposo, quien está a cargo del ministerio pastoral … leer más …


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