Quietud y silencio

“Oh Dios, no permanezcas en silencio; no calles, oh Dios, ni te quedes quieto”. Sal. 83:1

Qué gran tranquilidad es para mí, leer este versículo, saber que alguien experimentó lo mismo que estoy sintiendo y se atrevió a orar de esta forma. En la vida hay momentos así.

Sí, a veces pienso que Dios prefiere callarse y no decir nada respecto a muchas decisiones y circunstancias específicas que atravesamos.

A Dios no Lo podemos engañar, Él lo sabe todo. Es normal sentir desesperación y pedir respuestas cuando las necesitamos tanto. Es válido insistir, preguntar y derramar ante Él nuestro corazón.

Es genuino acudir sincera y humildemente a dejar toda nuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de nosotras. 1 P. 5:7.

Puede ser que en ocasiones nos parezca que el Señor se queda inmóvil cuando consideramos que debería moverse más rápido, cuando no sólo queremos, sino necesitamos Su intervención divina.  A veces oramos muy amablemente: calmadas, y en otras ocasiones en total desesperación: ¡clamando! Podemos descansar en que, en todo tiempo, en Su mano está nuestra vida. Sal. 31:15.

Creo que aún en el silencio Dios nos habla y nos quiere compartir muchas lecciones.

Medito y considero que quizás...

  • Está diciéndome que también guarde silencio y Le disfrute en quietud, mientras contemplo cómo Él va encaminando las cosas hacia Su perfecto plan, orquestado, definido y elegido por Él. Animándome a que descanse, me goce y Le alabe durante la espera.

  • Quiere que comience a confiar más en Él y menos en lo que considero que Él debe hacer y cuándo debería hacerlo; y en su lugar, me empuja con ternura a depender totalmente de Su provisión.

Esas son solo algunas de mis suposiciones en la lista de “quizás” que mi mente finita jamás sabrá. Lo que sí sé es que, en los momentos de aparente silencio, Dios me provee de muchas lecciones: la oportunidad de crecer en fe, en comunión con Él, de ser agradecida por todo lo que me da y sobre todo de confiar en su Soberanía, en Su plan eterno (aun cuando los detalles mínimos no estén disponibles).

Nosotras jamás podremos tener un panorama completo de la vida como Él lo tiene.

Al voltear atrás y recordar diversas etapas de mi vida, puedo observar un patrón: cuando Dios ha parecido guardar silencio y aparentemente ha estado más “quieto”, es cuando más Lo he escuchado, cuando más lo he experimentado y más lecciones me ha enseñado, pues ha sido en esos momentos cuando he entendido que Él está a cargo totalmente de mi vida sin que le estorbe mi intervención. ¡Qué paciente ha sido conmigo!

Esperemos. Confiemos. Oremos. Él ha sido bueno y fiel, por siempre lo será, Él no cambia, Él nunca falla.

¿Y tú? ¿Estás o has estado en uno de esos momentos donde quisieras escuchar Su voz? ¿Te encuentras en ese camino con tantas opciones por delante y teniendo que tomar decisiones importantes? ¿Crees que Dios pareciera guardar silencio, estar quieto y no intervenir tan rápido como quisieras? ¿Cuáles han sido Sus lecciones? No estás sola, varias pasamos por ahí.

Te invito a orar: Gracias Jesús por Tu eterno amor y fidelidad, por Tu oído atento a mi oración. Ayúdame a serte fiel, sin importar lo que pase a mi alrededor. Deseo escucharte y conocerte más a través de Tu Palabra. Aún en los aparentes silencios deseo confiar en Ti plenamente, recordaré en cada instante de incertidumbre, que Tú tienes todo bajo control y eres Quien sostiene y sustenta mi vida, en medio de todo.

Día 19. Toma Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera, al mismo tiempo que oras que Dios use cada situación para moldearte a Su imagen.

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Sobre el autor

Lucy Reyna Orozco Meraz

 

Reyna es esposa de Raúl Orozco, radica en Chihuahua, Chih., México. Juntos pastorean y educan a
 
su hijo (JR) e hija (RG) en casa, siendo su deseo formarlos e instruirlos para la gloria de Dios.
 
Ambos son Ing. Industriales y … leer más …

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