«Oye esposa, esta es mi voluntad»
Atte.: Dios
Llevo diez años de casada y doce años de caminar con el Señor, y debo confesarte que llegué a buscar en la Biblia un versículo que dijera: «Escucha esposa, he aquí mi voluntad para ti: Haz todo lo posible por cambiar a tu esposo para que sea el hombre que tú quieres que sea.»
Lamento decirte que nunca lo encontré.
¿No es frustrante para nuestra carne no encontrar en la Biblia un lugar que nos ponga como "el factor clave" en la salvación y santificación de nuestros esposos?
Bueno, en 1 Pedro 3:1 sí nos habla de la gran influencia que podemos ser en la vida de nuestros esposos, pero no nos dice que nos enfoquemos en cambiarlos.
«Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas.»
Déjame confesarte un momento de frustración en mi intimidad con Dios, donde Él me habló y me mostró Su voluntad para mí y trajo descanso a mí alma al recordar que Su voluntad siempre es infinitamente mejor que la mía.
Hace unas semanas durante la cuarentena del COVID 19 estaba muy frustrada con mi esposo por cosas en las que no nos podíamos poner de acuerdo. Todos los nuevos cambios de agenda para toda la familia nos estaban poniendo algo irritables. Yo proponía cosas de las cuales mi esposo no estaba de acuerdo y viceversa.
A la mañana siguiente antes de pasar tiempo en la Palabra le rogaba a Dios que hiciera algo en mi corazón porque estaba endurecido contra mi esposo. Ese día me tocaba leer Miqueas 6.
En el versículo 6 del capítulo 6 empieza con una pregunta: «¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo?» (RVR 1960)
En ese momento esa pregunta me hizo examinar la condición de mi corazón orgulloso y lleno de pecado. ¿Cómo me estoy presentando ante mí Dios así? Mi pecado me aleja de Él y me estorba para adorarlo libremente.
Después de esta pregunta surgen unas cuantas más de cómo debe uno presentarse ante el Dios Altísimo.
¿Me presentaré ante él con holocaustos (sacrificios), con becerros de un año?
¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite?
¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?
Guao, son algo dramáticas, ¿verdad? ¿Qué quieres Dios? ¿Qué quieres que te dé por el pecado de mi alma? ¿Sacrificios, aceite, sacrificar a mi hijo... o a mi esposo? Je je je.
Lee conmigo la voluntad de Dios en el versículo 8: «Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia (lo que es correcto), y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.»
Para mí fue como si Dios me estuviera diciendo: “Paulina, no te pido sacrificios, no te pido que me des cosas, solo te pido que seas misericordiosa y te humilles delante de mí que soy tu Dios.”
Amiga, ¿A dónde voy con eso? ¡Más claro no se puede!
Mi duro y orgulloso corazón estaba interrumpiendo mi intimidad con mi Padre y Él me estaba dando la solución a eso; humillarme ante Él.
Su Palabra dice en Santiago 4:6: «Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.»
¡Yo necesitaba de esa gracia!
Así que, primero le pedí perdón a Dios por todo lo que tenía en mi corazón, incluyendo el hecho de enfocarme en todo lo que quería que Él cambiara de mi esposo; en vez de enfocarme en lo que Él quería cambiar en mi propio corazón. Después fui con mi esposo y también le pedí perdón por todo lo que sentía contra él en ese momento. Amigas, me hubiera encantado tener unos lentes especiales que pudieran mostrar lo que estaba pasando dentro de mí.
¡Dios escuchó mi oración y definitivamente hizo algo en mi corazón! Me llenó de Su amor y de Su gracia y empecé a ver a mi esposo de una forma muy diferente.
Pero quiero que veas algo importante. Las circunstancias no cambiaron, me refiero a que por pedirle perdón a mi esposo por lo que a mí me correspondía, no hizo que él cambiara de opinión y tampoco hizo que él me pidiera perdón en ese momento. Lo que sí cambió fue mi corazón, mi gozo y por ende mi actitud hacia él.
Querida amiga, la voluntad de Dios es que perseveres en Su Palabra y dejes que transforme tu vida. Aun cuando quisieras ver más cambios en la vida de tu esposo, procura enfocarte en lo que Dios quiere hacer contigo y en tu propio corazón. Y descansa, porque Dios también tiene un plan para tu esposo. El promete en Su Palabra en el Salmo 138:8 que «Él cumplirá Su propósito en cada uno de ustedes.» Confía en esa promesa.
Preguntas para reflexionar:
- ¿Debo confesar mi pecado a Dios de estar más enfocada en los pecados de mi esposo que en los míos?
- ¿Veo a mi esposo con compasión y paciencia como Dios me ve a mí, o con frustración, enojo o tristeza?
- ¿Qué harás diferente hoy ante la realidad de que Dios sacrificó a Su Hijo para que tu relación con él y con otros esté basada en lo que Él quiere hacer y no en tus expectativas?
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