Los latidos que se escuchaban en mi vientre confirmaban que dentro de mí había vida. Seríamos padres por primera vez. En mi corazón nació un amor especial por ese regalo de Dios el cual un día me llamaría mamá. Posiblemente en tu caso experimentaste ese sentimiento el día en que abriste tu casa para convertirla en el hogar de ese niño a quien antes llamaban huérfano y ahora tú llamas hijo. Las circunstancias en las que nos convertimos en madres serán diversas, pero desde ese momento iniciamos la carrera.
Recuerdo que luego de saber que venía un bebé en camino, de inmediato comencé a prepararme, me sentía la mamá leona. Tenía que dar lo mejor de mí para que este bebé fuera el mejor de todos y mi experiencia en la maternidad única y especial. Leí libros prenatales, busqué opinión de amigas experimentadas y abrí mi mente a un mundo desconocido.
Cuanto más investigaba acerca de las responsabilidades que mi nuevo papel traería, más abrumada me sentía por la cantidad de decisiones que en tan poco tiempo debía tomar. Cada libro que investigaba o amiga que consultaba me daba opiniones distintas y asumía su método como el único o el mejor. No tenía respuesta inmediata para las siguientes preguntas: ¿dormirá el bebé en cuna o con nosotros?, ¿parto natural o cesárea?, ¿amamantar o botella de leche?, ¿comida orgánica o procesada? ¿Cuántos hijos tendremos? ¿Escuela en el hogar o escuela regular? ¿Trabajo fuera de casa o trabajo desde la casa? ¿Cómo vamos a disciplinar a nuestros hijos?
Un mar de dudas y preguntas llegaban a mi mente, pero aún más me preocupaba la actitud que percibía en mi corazón y en el de otras madres cristianas de comparación, condenación y murmuraciones basados en el desempeño del papel de la maternidad de otras madres.
Desde entonces comencé a entender el título de «Mommy Wars» o «guerras entre madres» el cual no es más que el distanciamiento que nos ocurre a las mujeres al comparar métodos, opiniones y experiencias de maternidad con los de otra madre, asumiendo que los nuestros son superiores. Proponiendo que estos sistemas o métodos que aplicamos para resolver los retos que surgen en el desempeño de nuestro papel son la seguridad que mantendrá a mis hijos en un camino moralmente aceptable.
¿Por qué ocurren las «guerras entre madres»?
¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones las cuales combaten en nuestros miembros? (Santiago 4:1)
El libro de Santiago nos da la respuesta:
Nos creemos autosuficientes: la guerra viene de nosotras mismas. Nuestro deseo de aprobación, reconocimiento y falta de dependencia de Dios hace que nos creamos suficientes para proveer todo lo que nuestros hijos necesitan. Por eso, comenzamos a buscar opiniones en los lugares equivocados y a alimentar nuestra identidad en función de la presión social o a nuestros ideales moralistas de cómo vivir para ser felices.
Christine Hoover, en el libro «Suficientemente Madre», lo explica de la siguiente manera:
«Con demasiada frecuencia valoramos más nuestros hogares de lo que valoramos a Cristo. Como consecuencia lo que Él ha dado como bendición y una fuerte santificación se convierte en un medio de logros y hazañas. Nuestros hijos bien portados o nuestras habilidades organizacionales se convierten en una exhibición de nuestro valor y virtud. Nuestros hogares se convierten en cosas de qué jactarnos, autoevaluarnos o el criterio para hacer comparaciones. Nos aferramos a nuestro tesoro, pensando que el hogar está bajo nuestro control, que es de nuestra posesión, que hemos cultivado algo especial.»
Olvidamos que la meta más importante en la maternidad es crecer en el conocimiento de Cristo y su evangelio en cada etapa del desarrollo de nuestros hijos. Ninguna de nosotras es lo suficientemente sabia para hacer el trabajo sola, necesitamos del soporte del Espíritu Santo y de Su obra en nuestras vidas para ser guiadas en esta misión.
¿Cómo prepararnos para enfrentar «la guerra entre madres»?
Para enfrentar de manera piadosa los retos que la maternidad implica, necesitamos sabiduría divina.
Sabiduría para entender la diferencia entre «principios y métodos»
Existen «principios» en la Biblia diseñados por Dios que nos guían a glorificar a Cristo, pero los «métodos» a través de los cuales estos serán ejecutados son únicos e individuales en cada familia. Estos métodos no deben ser basados en la presión social, moda actual o consejo antibíblico, más bien en la dirección del Espíritu Santo, y el mutuo acuerdo entre los esposos. Antes de poner en práctica un método, analiza tus motivaciones, habla con tu esposo y ora para que el Señor te guíe a aplicar sus principios bíblicos de forma que des testimonio de la gracia de Cristo.
Sabiduría para tener humildad al expresar los métodos que decidimos utilizar
La compasión y la cortesía al hablar de cómo el Señor nos ha guiado a poner en práctica ciertos métodos en nuestros hogares, debe ser el objetivo cuando compartimos nuestras opiniones con otras hermanas.
«Sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde.» 1 Pedro 3:8
En este versículo encontramos las características que debemos aplicar en nuestras conversaciones e interacciones con otras hermanas. No olvidemos que parte de nuestra misión en la maternidad no es «aparentar» el tenerlo todo bajo control, más bien apuntar a Cristo y Su acompañamiento en cada etapa.
Sabiduría para confiar nuestros planes al Señor
Once años después de haber tenido mi primer hijo y ahora contando los tres pequeños que se han añadido a mi hogar, solo puedo decir: ¡Dios ha sido fiel! He intentado innumerables formas de ser la «mamá perfecta» y en cada intento (me haya ido bien o mal) tengo que terminar de rodillas delante del Señor agradecida por Su fidelidad a pesar de mis fallas. ¡Ese es el evangelio!
«Porque en Él vivimos, nos movemos y existimos.»- Hebreos 17: 28
Mis planes, ideas y anhelos deben estar sometidos a Él, porque solo así podré comprobar si estos «planes» son Su voluntad o la mía. El anhelo de nuestro corazón debe estar dirigido a pedirle a Dios que nos ayude a ser buenas administradoras de cada vida que habita en nuestro hogar, teniendo en cuenta que nuestros hijos fueron creados para cumplir los propósitos de Dios, no los nuestros.
¿Y tú, asumes el reto de ser una madre cuyas fuerzas están centradas en mostrar el evangelio de Cristo?
Recursos relacionados:
Libro «Suficientemente Madre» por Desiring God
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