¿Por qué no quería tener hijos?

Yo no quería tener hijos. Tenía tantos argumentos para tener esa aversión: miedo a la responsabilidad, a las implicaciones, al futuro. Según yo, nada debería alterar mis planes, porque en mi arrogancia, orgullo y necedad suponía que mis planes eran “los mejores” y tener hijos sólo los alterarían. ¿Recuerdas cuando te conté también ¿por qué no me quería casar?, no tienes idea de lo “orgullosa, moderna e inteligente” que me sentía por tener ese par de ideas.

Creo que todo esto comenzó al ser engañada con muchas mentiras que son difundidas sobre la maternidad. Me invade una profunda tristeza el saber que actualmente no son sólo las jóvenes, sino las niñas las que son engañadas y dicen cosas sorprendentes. En una de mis clases una pequeñita dijo: “yo nunca voy a tener hijos”, le siguieron las demás “yo tampoco quiero tener”, “Qué horror!” ¡yo menos!”.  

¿De dónde sacaron esas ideas? Del mismo que yo. ¿Qué están viendo o escuchando las niñas hoy en día para opinar así? Observa lo que esta generación ve y escucha y lo sabrás.

¿Qué cree esta generación sobre el tener hijos?

Lo que ahora se publicita sobre los hijos: “Te quitan la libertad, no vale la pena tenerlos pues cuestan mucho, duermes menos, terminan con la intimidad de la pareja, tu vida sexual no vuelve a ser la misma, tu cuerpo se arruina, es mejor viajar por todo el mundo, ellos te hacen incómodo y caro el viajar, es mejor tener una mascota, te impiden superarte y aceptar nuevos retos, es una responsabilidad inconcebible, son sucios, molestos, incomodan, son algo para evitar, no para desear, estorban”.

Conviértete en una observadora y te darás cuenta que estos mensajes son los que sutil y abiertamente películas, series, artículos e incluso la educación moderna difunden sobre los hijos. Analiza ¿son esas ideas completas? El principal problema con estas ideas tan promovidas, es que sólo consideran los deseos egoístas de mi corazón y suponen que, si logro cada uno de ellos, “alcanzaré mi felicidad”. Son este tipo de ideas entre otras, las que hacen que se desvalorice la vida cada vez más y aberraciones como el aborto continúen. Finalmente, “cada quien tiene la libertad de decidir sobre cada tema de su vida”, lo triste es que sólo se nos presente un lado de la moneda y que generalmente sea el más triste y difícil. No es una vida sin hijos el secreto para lograr la felicidad, sino una vida sin Dios lo que debes evitar.

La realidad es que los hijos: son una oportunidad que tenemos para comprender un poco más del corazón de Dios y darnos en servicio y amor desinteresado, sacrificial, nos ayudan a ya no sólo vivir para nosotras mismas. Don del Señor son los hijos; y recompensa es el fruto del vientre. Sal. 127:3. Sí, los hijos son una responsabilidad y trabajo extra, pero también son una gran bendición que puedes disfrutar. Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba; no será avergonzado cuando hable con sus enemigos en la puerta. Sal. 127:5 Los hijos son un instrumento para conocer lo mejor y lo peor de ti, tus debilidades y fortalezas y tu gran necesidad de Cristo cada día.


La maternidad es un taller donde Dios forma nuestro corazón conforme al Suyo, al amar sacrificialmente a alguien más. Estoy agradecida por los 2 hijos que Él me permitió tener y ahora me resulta inconcebible haber imaginado una vida “mejor” sin ellos.

El Creador sabe que hay más felicidad y realización cuando compartimos nuestra vida con otros, cuando invertimos nuestra vida en beneficio de alguien más, cuando damos y sembramos. Por eso nos dejó dicho que hay más bienaventuranza al dar que al recibir; que obtendremos mayor crecimiento espiritual, y mayor gozo en esta vida y en la eternidad, si salimos de nosotros mismos y vivimos para los demás. Ser mamá te ayuda a comprender esto de una manera muy profunda. Y sé que no todas podrán ser mamás biológicas, pero sí todas podemos ser madres espirituales, todas podemos dar vida a quienes nos rodean. Los hijos son instrumentos de Dios para formar nuestra vida.

Nadie pudo hacerme cambiar de opinión, sólo Dios puede cambiar un corazón, Él tuvo misericordia de mí y fue el único que pudo transformar también mis anhelos y mi forma de pensar. Ahora, que soy mamá sólo puedo dar gracias por este regalo inmerecido y compartirte un poco de cómo está siendo este proceso, no para decirte que es muy sencillo o para hacerte creer que ser mamá será lo que dará identidad y plenitud a tu vida, porque esto no es así, sólo Cristo puede darte una verdadera identidad. Mi objetivo es animarte a cuestionar los mensajes que escuchas, tus creencias y a que consideres la belleza de abrazar este don divino.

La maternidad me muestra de la manera más ruda, clara y oportuna mi debilidad, ineficacia, inexperiencia, impaciencia, inmadurez, orgullo, egoísmo... sobre todas mis carencias. Y eso es muy bueno pues me hace más dependiente de Dios.

Ser mamá es un centro de entrenamiento perfecto para que comprenda mejor la magnitud del amor de Jesucristo, quien tomó forma de siervo y se entregó por nosotras con un amor puro, sacrificial y sincero.

Cada día quiero aprender y dar más de este tipo de amor. El camino de la maternidad me muestra la evidente gracia, misericordia, favor, provisión, guía y entrenamiento divino para moldear mi carácter, intenciones, prioridades y corazón. Oro que eso también suceda en tu corazón.


DÍA 26. Inicia el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera  considera la bendición que son los hijos.

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Sobre el autor

Lucy Reyna Orozco Meraz

 

Reyna es esposa de Raúl Orozco, radica en Chihuahua, Chih., México. Juntos pastorean y educan a
 
su hijo (JR) e hija (RG) en casa, siendo su deseo formarlos e instruirlos para la gloria de Dios.
 
Ambos son Ing. Industriales y … leer más …

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