Escritora invitada: Yeimy de Robainas
Permanecer en la Palabra: una resolución que nunca pasa de moda.
Al comenzar un nuevo año, es común hablar de «resoluciones»: proyectos, hábitos, ideas y más. Aprovechamos el inicio para empezar de cero, dejando atrás lo incompleto y buscando nuevas oportunidades.
Pero hay una resolución que es la más importante: renovar el compromiso de leer y estudiar la Palabra de Dios. Esta decisión será clave para todo lo que hagas este año, ya que te dará la sabiduría, la gracia y el poder que solo vienen de Dios, guiándote en el camino.
¿Por qué la Palabra debe ser nuestra prioridad? Aquí te comparto algunas razones para renovar este compromiso esencial.
La Palabra, alimento de nuestra nueva vida en Cristo
Al creer en Cristo como Señor y Salvador, recibimos una nueva vida unida a Él (Ro. 6:3-11). Jesús, a través de Su Palabra, es nuestro pan y agua de vida (Jn. 6:35), saciando nuestra hambre y sed más profundas, la de nuestras almas muertas en pecado (Ef. 2:1). Necesitamos urgentemente Su vida fluyendo en nosotras.
En Juan 15:1-7 Jesús dijo:
«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he hablado. Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí nada pueden hacer. Si alguien no permanece en mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman. Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho».
Como ramas de la vid verdadera, es vital estar unidas a Cristo. Jesús enseñó que no podemos vivir sin Él; sin Su obra y Su Palabra, nos secamos y morimos (Jn. 15:1-7). En un nuevo año, buscamos ser fructíferas, pero solo permaneciendo en Cristo podemos dar fruto verdadero para Su gloria.
Solo en Su Palabra podemos crecer y estar fuertes espiritualmente. Ella nos limpia, nos poda de la plaga mortal de nuestra carne (Sal. 92:12-14), y nos mantiene saludables, alineadas con la voluntad de Dios. Al vivir en Su Palabra, nuestras oraciones serán contestadas, porque estarán conforme a Su perfecta voluntad (Jn. 15:1-7).
En la Palabra hallamos guía y sabiduría del Señor, para este año y para toda nuestra vida
Este año seguiremos necesitando la sabiduría y guía de Dios. En Su Palabra encontramos la luz y la verdad que nos guían. El salmista oró: «Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen, que me conduzcan a tu santo monte» (Sal. 43:3). Y David afirmó: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino» (Sal. 119:105).
En un mundo lleno de opciones, roguemos al Señor que nos guíe con Su consejo (Sal. 73:24) y nos enseñe el camino que debemos seguir (Sal. 32:8). Solo Él, nuestro Buen Pastor, puede guiarnos en justicia, como expresa A.W. Pink: «La Palabra es el mapa que nos guía en nuestro caminar con Dios».
Con la Palabra evaluamos si nuestras resoluciones se alinean con el reino de Dios.
¿Dónde estará el enfoque de nuestra mente y corazón este año? Esta respuesta es clave, pues de ella fluye todo lo demás (Prov. 4:23). Si estamos en Cristo, debemos centrarnos en las cosas del Espíritu, no de la carne (Ro. 8:5-16). Por eso, debemos acudir a la Palabra cada día para alimentar nuestro espíritu y renovar nuestra mente (Ro. 12:1-2).
Una forma práctica de discernir Su guía es evaluar si nuestras resoluciones se alinean con el Reino. Hoy vivimos entre mensajes populares pero falsos que nos prometen autorrealización, egoísmo, éxito material, influencia digital y belleza perfecta (Col. 2:8). Estas mentiras nos atraen al considerar nuestras resoluciones. La tentación de olvidarnos del propósito de Dios es fuerte, pero lo único necesario es estar a los pies de Jesús y escuchar Su voz en Su Palabra (Lc. 10:42).
En Su Palabra encontramos los valores que deben guiar nuestra vida en Cristo. Como ciudadanas del reino de Dios, vivimos según convicciones eternas, no los principios temporales de la tierra. Nuestras resoluciones deben buscar primero Su reino y justicia (Mt. 6:33). La Palabra nos capacita para tomar decisiones correctas.
En la Palabra encontramos la promesa de verdadera bendición y prosperidad en todo lo que hacemos.
¿Quieres ser bendecida en este nuevo año? ¿Anhelas prosperar en las cosas que haces?
En Josué 1:8 leemos: «Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuidesde hacer todo lo que en él está escrito. Porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito».
Cuando vivimos en la Palabra, meditamos en ella y la obedecemos, recibimos la promesa de verdadera bendición y prosperidad: estar bajo la voluntad de Dios. Esta prosperidad, según los planes de Dios, es eterna y segura, no efímera como la del mundo.
Esta idea también resuena en Salmos 1:1-3: «¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del Señor está su deleite, y en Su ley medita de día y de noche! Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera».
A propósito del Salmo 1, nuestra amada Nancy tiene una maravillosa serie basada en este salmos y que te recomiendo escuchar. En esa enseñanza Nancy nos dice que:
«La persona que es bendecida, la persona que es feliz, no camina en el consejo de los impíos. Más bien –de manera positiva– se deleita, se complace en la ley del Señor. Esta persona sabia, esta persona bendecida, esta persona feliz, medita en la Palabra de Dios en cada oportunidad que tiene».
La Palabra nos sostiene en un mundo incierto y cambiante, frente a lo desconocido de un nuevo año.
Un nuevo año trae lo desconocido, con sorpresas y planes incumplidos. Ante la incertidumbre y la decepción, necesitamos un refugio seguro: Su Palabra. En ella recordamos las obras de Dios en el pasado y confiamos en que Él estará con nosotras en el futuro. Ya nos espera con gracia abundante, con planes de bien, no de mal (Jer. 29:11). Su verdad inamovible nos da esperanza y consuelo ante lo nuevo del próximo año.
Una resolución siempre actual
Estar en la Palabra de Dios nunca pasará de moda. Aunque surjan nuevas metas y tendencias, la Palabra del Señor permanecerá para siempre (Is. 40:8).
Ya sea que hayamos sido inconstantes o fieles en nuestras disciplinas espirituales, te animo a hacer de esta resolución la prioridad del año. Oremos para que sea una convicción firme que nos sostenga, incluso cuando nuestras emociones nos desvíen. ¡Que, por la gracia de Dios, permanezcamos en Su Palabra!
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