Nacida en la casta superior Brahmin en la India en 1858, Pandita Ramabai estaba inmersa por completo en la religión hindú tradicional desde el principio.
Su padre, aunque era un hindú estricto, se opuso al protocolo religioso al enseñar a su esposa e hijas a leer y escribir sánscrito. Fue etiquetado como un hereje por los líderes. Y Pandita comenzó a leer los escritos sagrados hindúes a la edad de 8 años.
La familia de Pandita recibía ingresos de acuerdo a las prácticas religiosas hindúes: la lectura de Puranas (textos hindúes sagrados) en lugares públicos famosos, donde la audiencia -si en realidad eran religiosos- debía llevar regalos, como flores, prendas de vestir, dinero y alimento.
La religión hindú era todo lo que Pandita y su familia conocían; ellos creían que era completamente suficiente para la vida y que se trataba de lo culturalmente apropiado para su casta superior.
"No estábamos aptos para hacer ningún otro trabajo para ganar nuestro sustento, pues habíamos crecido en perfecta ignorancia de todo lo que había fuera de la literatura sagrada hindú” escribe Pandita. “Nuestros padres tenían una fe ciega en todo lo que los libros sagrados decían. Nos animaban a buscar a los dioses para que nos ayudaran”.
Pero rápidamente la hambruna en el país resultó ser tan poderosa que dejó a su familia sin posibilidad de obtener ningún ingreso producto de sus actividades religiosas de la cual ellos dependían. “Al final, gastamos todo el dinero que teníamos y los dioses no nos ayudaron”, contaba ella. “Sufrimos hambre que nos habíamos acarreado nosotros mismos”. El padre, la madre y la hermana de Pandita murieron de inanición, dejando a Pandita y su hermano completamente desamparados”.
Ella y su hermano se convirtieron en vagabundos, viajando más de 4,000 millas a pie, bañándose en ríos, y sobreviviendo con cualquier alimento que podían encontrar. Seguían esperando en los dioses de su profundamente arraigada herencia religiosa, pero una y otra vez los dejaban desilusionados e insatisfechos. “Habíamos satisfecho todas las condiciones que los libros sagrados indicaban, y habíamos cumplido con todas las reglas que conocíamos, pero los dioses no estaban complacidos y no se mostraban ante nosotros”.
La esperanza de Pandita en los dioses hindúes comenzó a enfriarse. Mientras sus pies vagaban a través de la India, su corazón decepcionado vagaba en búsqueda de la verdad espiritual.
En búsqueda de satisfacción
En 1878, Pandita y su hermano estaban en Calcuta donde ella descubrió y estudió otras religiones—un esfuerzo que le provocó aún más confusión y escepticismo.
Su primer encuentro con el cristianismo ocurrió en una reunión donde la invitaron. El cristianismo visto a través de sus lentes del hinduismo, le parecía una práctica extraña y que casi la repelía. Pero notó que estos cristianos eran amables, y un misionero le dio una Biblia en sánscrito. Ella pensó que el libro era hermoso pero sus enseñanzas le parecieron extrañas y diferentes a lo que había escuchado.
Pandita empezó a estudiar los escritos religiosos, movida tanto por una búsqueda académica como por la sed de enseñanzas que finalmente la satisfarían en lugar de dejarla decepcionada como ocurrió con su herencia religiosa.
Como era una mujer que sabía leer bien, encontró trabajo en Calcuta y se le pidió impartir clases a las mujeres sobre sus deberes según la ley hindú. Mientras más profundizaba en estos estudios, más frustración experimentaba y un sentido de falta de esperanza para la mujer hindú.
De acuerdo a esas enseñanzas, el único camino para una mujer encontrar liberación era a través del total abandono a su esposo. “Ella debe adorarlo con una devoción de todo corazón como si fuera el único dios, y no conocer ni buscar ningún otro placer en la vida fuera de la más degradante esclavitud ante él" escribió Pandita. Por medio de esta intensa insatisfacción en sus estudios, Dios continuaba lentamente atrayéndola hacia Él.
"Gradualmente mis ojos se fueron abriendo; despertaba a mi propia condición sin esperanza como mujer, y cada vez veía más claro que no tenía ningún otro lugar en cuanto a consolación religiosa se refería. Estaba bastante insatisfecha conmigo misma. Quería algo más de lo que esta religión podía darme, pero no sabía qué era lo que quería."
Todas las prácticas religiosas y cultos de adoración habían demostrado su inutilidad; los dioses hindúes no habían venido en su ayuda cuando los necesitó. Sus estudios religiosos, uno tras otro, demostraban que eran contradictorios. Como mujer, no veía mucha esperanza de misericordia ni bendición en su futuro. Así que seguía buscando.
Más que religión: relación
A la edad de 22 años, Pandita contrajo matrimonio—con un hombre bengalí de una casta inferior—y tuvieron una bebé, pero su esposo murió de cólera en los primeros dos años de su matrimonio. "Me quedé sola y debía enfrentar el mundo con una bebé en los brazos."
A través de sus estudios académicos, ella hizo conexión con cristianos y misioneros en la India. Desarrolló un interés marcado por aprender inglés, y disfrutaba la amabilidad, ayuda y enseñanzas cristianas.
En 1883, Pandita viajó a Inglaterra para estudiar, y vivió con monjas que invirtieron mucho en su vida. Ella observaba la labor de rescate de las mujeres, casi no podía creer la Misericordia, el amor y amabilidad que se mostraba a las mujeres enfermas, débiles y desamparadas. En la India, estas personas pobres se consideraban parias, despreciados y degradados. Nadie ni siquiera se preocupaba por mirarlos. Pero a través de esa obra misionera, ella empezó a gustar y ver la bondad del amor de Dios hacia todas las personas, incluyendo a las mujeres.
Interesada en conocer más, preguntó a las hermanas que le explicaran cuál era la motivación para mostrar ese tipo de compasión. Ella leyó acerca del encuentro de Jesús con la mujer en el pozo en Juan 4. "Nunca había leído ni escuchado nada como eso en los libros religiosos hindúes; me di cuenta después de leer el cuarto capítulo del Evangelio de Juan que Cristo era realmente el Divino Salvador que Él proclamaba ser, y nadie fuera de Él podía transformar y mejorar la feminidad oprimida de la India y de cada nación. Entonces mi corazón fue atraído a la religión de Cristo”.
Pero Pandita apenas había encontrado una religión que la satisfacía intelectualmente; todavía no había encontrado a Cristo a través de la fe salvadora. Como académica religiosa familiarizada con tantas religiones, ella estaba contenta con lo que había descubierto en el Cristianismo, pero no sería hasta ocho años más tarde cuando realmente reconoció su pecado y encontró en Jesús a su Salvador.
"Estoy obligada a contar a tantas mujeres y hombres como me sea posible que Jesucristo vino a salvar a pecadores como yo”, escribió. “¡Él me salvó, alabado sea el Señor!”
De tal manera amó Dios al mundo – todo el mundo
El corazón de Pandita experimentó un cambio radical, al igual que su cosmovisión. Ella creyó que el Evangelio era para todos, disponible a cualquiera—un concepto tan ajeno a la cultura india de jerarquías.
Hombres, mujeres y niños todos son amados y valorados ante los ojos de Dios. Jesús murió por todo el mundo; no hay un sistema de castas en el Reino de Dios. Los intocables, los no amados, los despreciados, los rechazados—todos fueron creados a la imagen de Dios y son amados de manera incondicional por el Salvador misericordioso (Juan 3:16-21; Ro. 2:6-11; Colosenses 3:5-14; Tito 3:1-7. Jesús salva.
Y fue este cambio transformador de corazón que la dirigió a romper cadenas en el sistema cultural de castas en la medida en que proveía asistencia a los abandonados y despreciados.
Pandita tenía el deseo de que alguien se comprometiera en el ministerio a ayudar a esas mujeres in la India – y Dios puso en su corazón que su llamado era ayudar a los pobres y despreciados. Esto es algo hermoso que debemos imitar: Una mujer sintió el llamado de Dios a ayudar a otras mujeres en su propia esfera de influencia, y ella debía trabajar en fe y obediencia.
En 1889 ella fundó la Misión Ramabai Mukti, un ministerio que todavía existe- para brindar ayuda y esperanza a las mujeres pobres, abandonadas, y abusadas en la India y a los niños huérfanos.
La Misión Mukti sirve a las mujeres y niños proveyéndoles ropa, techo, y educación, sin importar su casta. La declaración de propósito del ministerio es "Hogares Cristo-céntricos donde las mujeres y niños -sin importar su trasfondo- son aceptados, cuidados, transformados y empoderados para ser sal y luz en la sociedad."
Que tengamos corazones como el de Pandita Ramabai – corazones tan comprometidos con el poder salvador de Cristo que no podamos hacer otra cosa más que cantar de Su bondad. Corazones que hagan de nuestra esfera de influencia, nuestro campo misionero. Corazones que amen a los demás, sin importar su rango o posición.
Si quieres conocer más sobre la vida y obra de Pandita Ramabai, te recomendamos su breve autobiografía en inglés titulada " The Pandita Ramabai Story In Her Own Words."
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